Cualquier persona si escucha el término ‘quijote’ rápidamente lo relaciona con el protagonista de la novela de caballería en lengua española más famosa en todo el planeta.
Su autor, Miguel de Cervantes, denominó como ‘Don Quijote de la Mancha’ al personaje principal de su célebre obra, quien a su vez era el ‘alter ego’ de Alonso Quijano, un hidalgo que, en sus momentos de delirios, se cree un caballero andante dedicado a ‘desfacer agravios y enderezar entuertos’ junto a su fiel escudero Sancho Panza.
Según nos relata el autor de tan insigne novela, fuel el propio protagonista quien decidió cómo llamarse, tras pensárselo durante ocho días y añadiéndole a tal denominación también su lugar de origen (La Mancha).
Todos estos detalles podemos ir descubriéndolos a lo largo de las dos partes de la novela, pero lo que ya no es comúnmente conocido es en qué se inspiró el propio Cervantes para denominar como ‘Don Quijote’ al protagonista de su historia.
Y es que tal denominación tiene mucho que ver con ese personaje, quien se inspira para el nombre de su alter ego en una pieza fundamental en la indumentaria de cualquier caballero andante que se precie: la pieza del arnés (armadura) encargada en cubrir los muslos muy utilizada en la época y que se denominaba de ese modo, ‘quijote’.
Etimológicamente el término quijote o ‘quixote’ (para referirse a esa pieza de la armadura) proviene del catalán ‘cuixot’, forma aumentativa de ‘cuixa’ (muslo), y a su vez éste vocablo llegaba desde el latín ‘coxa’, cuyo significado era ‘cadera’.
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Fuente de la imagen: mrthk (Flickr)