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¿Por qué en la mayoría de ascensores hay un espejo?

¿Por qué en la mayoría de ascensores hay un espejo?

Seguro que en más de una ocasión lo primero que has hecho al entrar en un ascensor (tras apretar el botón del piso al que vas) ha sido mirarte en un espejo, pero ¿alguna vez te has preguntado por qué en la mayoría de ascensores suele haber un espejo? Aunque el principal uso que le damos es estético, para comprobar nuestra imagen, no es esa la razón por la que se introdujo este elemento en los elevadores.

El motivo principal fue, por una parte, intentar minimizar el sentimiento de claustrofobia que un espacio tan pequeño puede causar (ya sabemos que los espejos suelen dar sensación de amplitud), y, por otro lado, proporcionar un entretenimiento para hacer la espera hasta el piso de destino más corta. De hecho es una práctica común en otros lugares donde pueden producirse colas o esperas.

El 30 de agosto de 1957 se colocó por primera vez un sistema de puertas automáticas en un ascensor, lo que contribuyó a la desaparición del clásico ascensorista encargado de abrir y cerrar las puertas. Éste fue un motivo más por el que el poner un espejo en el interior (para ayudar a aquellos a los que les angustiaba montar solos).

Según otra teoría, los espejos disuaden de cometer actos vandálicos, ya que al ver la propia imagen reflejada se tiene la sensación de estar vigilado e inhibe la propia conducta.

 

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Fuente de la imagen: Andy Bullock (Flickr)

¿Cuál es el origen del ascensor?

¿Cuál es el origen del ascensor?
La idea del ascensor es antigua, pero su aplicación tal y como la conocemos hoy en día, es relativamente moderna. Uno de los primeros escritos sobre el ascensor es de Vitrubio . La descripción de la elevación se hacía con la ayuda de un contrapeso con una polea de manivela, que dirigía la ascensión o descenso desde el exterior de la plataforma.
Parece ser que pasaron varios siglos hasta la llegada del primer ascensor, construido en el palacio de Versalles para uso privado de Luis XV . El monarca utilizaba el ascensor para visitar a sus diversas amantes instaladas en las plantas superiores, sin ser visto en las escaleras ni en los salones. El sistema era tan sencillo como una serie de contrapesos de fácil manejo. A pesar de estos avances, el primer ascensor mecánico tardó en construirse. Fue en 1829, en Londres, estaba situado en el Regent’s Park y se trataba más de una atracción turística que de un sistema habitual.
Así, para llegar al primer ascensor de uso público, tenemos que desplazarnos en el tiempo hasta 1857, y, en el espacio, hasta Nueva York. Lo construyó E. G. Otis , para unos grandes almacenes de Broadway (los Haughwout ) y tenía que ascender cinco plantas. Años antes, Otis ya lo había presentado en la Exposición Universal de la ciudad, con la innovación del freno para poder frenar la caída de la cabina, en caso de que la cuerda de izado se rompiera. Otis, considerado por todos el inventor de los ascensores modernos, paradójicamente moriría en la más absolutas de las miserias en el barrio neoyorquino de Manhatan.
León Edoux, además de ser el primero en utilizar la palabra “ascensor” en 1867 contribuyó a su desarrollo con el invento del llamado “ascensor hidráulico de columna”, y lo presentó en la Exposición Universal de París . El 1889, el mismo Edoux, instaló en la Torre Effiel de París un gran ascensor con capacidad para recorrer ciento sesenta metros de carrera ascendente. El mismo sistema se mantuvo en la torre hasta 1984.
El 1887 la empresa Siemens & Halske , construyó el primer ascensor eléctrico que era capaz de viajar a una velocidad de dos metros por segundo. El uso de electricidad permitió introducir, siete años después, la dirección por botones. El primer ascensor eléctrico que subió más de 200 metros fue construido en Nueva York en 1908.
Gracias al ascensor también se pudieron empezar a construir rascacielos. Por ejemplo en 1907 se levanto el rascacielos Singer , en Nueva York, de más de cuarenta pisos, y en 1932 se instalaron ascensores rápidos en el famoso Empire State Building .

 

Fuente: LIBRO DE ORO DE «LOS INVENTOS Y DESCUBRIMIENTOS» de Jorge González Gallo (Ediciones Añil, S.L.) ISBN: 8495377179
Fuente de la imagen: pixabay