Luis García Jambrina: «El Camino de Santiago era una penitencia por haber pecado para muchos, pero, para otros, una buena ocasión para pecar»

Del Camino de Santiago se ha novelado hasta la saciedad, ya fuera con historias ambientadas en la Edad Media o en el presente. Acostumbrado a transitar caminos poco trillados, Luis García Jambrina (Zamora, 1960) traslada al lector, en este extraño año Xacobeo, al Camino del siglo XVI. Un Camino en decadencia, asediado por el luteranismo, los falsos peregrinos y… también los asesinatos. Porque, no podía ser de otra manera, la peregrinación por excelencia en España es el marco del nuevo caso del pesquisidor Fernando de Rojas en El Manuscrito de Barro (Espasa, 2021), la quinta entrega de la serie.

Entrevisto al autor para hablar de esta novela, del Camino, el futuro de la serie y las posibles adaptaciones en televisión y cómic. Y nos deja algunas perlas como que «el pasado no está escrito, por lo que todavía puede depararnos muchas sorpresas». Dice García Jambrina que «escribir una novela es como emprender una peregrinación en la que lo importante no es la meta, sino el propio camino» y, leyendo esta novela, no queda más que creerle.

¿Qué oportunidades y dificultades tiene sacarlo de épocas más habituales y relatar el camino del siglo XVI?

Mi intención siempre fue salirme, por así decirlo, de los caminos trillados. Así que me puse a buscar y tuve la suerte de dar con una guía del Camino de Santiago publicada en 1495 y muy reeditaba durante el primer cuarto del siglo XVI, lo que coincide con la época de Fernando de Rojas. Es la primera guía del Camino de Santiago publicada en el mundo y debió de ser muy utilizada por los peregrinos de lengua alemana. La escribió un monje alemán llamado Hermann Künig y está llena de detalles e informaciones muy interesantes. Era una guía eminentemente práctica. En ella ofrece, además, un par de variantes del Camino Francés; una en la provincia de León, justo antes de llegar a la comarca del Bierzo, y otra para entrar en Galicia, que en lugar de ir por O Cebreiro va por Pedrafita hasta la ciudad de Lugo y luego enlaza con el Camino Primitivo. Me pareció tan novedoso e interesante que incluí esta segunda variante dentro de la trama de la novela y convertí al monje en uno de los personajes secundarios. Luego tuve la suerte de dar con un historiador lucense llamado Javier Gómez Vila, que me ayudó con la documentación y me mostró el trazado de lo que allí llaman la vía Künig, pues coincidió que estaban intentando recuperarla para que volvieran a transitar por ella los peregrinos.

¿Qué sería lo más característico del camino en la época en lo que lo recorre el pesquisidor Fernando de Rojas?

Se trata de una época de cierta decadencia del Camino, que había empezado ya en el siglo anterior. Es un período muy crítico marcado por la aparición de Lutero, que enseguida se convirtió en un enemigo declarado de las peregrinaciones y especialmente de la que iba a Santiago. Esto va a hacer que disminuyan los peregrinos alemanes. Otra de las causas de la crisis que atraviesa el Camino en esa época es la aparición de los llamados “falsos peregrinos”, que por entonces son vistos como una plaga que lo invade todo. En esos años, el Camino se vuelve muy inseguro y peligroso, ya que se ha llenado de pícaros, mendigos, delincuentes, prostitutas, traficantes de reliquias, salteadores de caminos y hasta asesinos. Para muchos, era una forma de buscarse la vida y conseguir el sustento Esto hizo que los peregrinos propiamente dichos, los que lo hacían “de buena fe”, disminuyeran o se retrajeran un poco. Para muchos peregrinos, el Camino era una penitencia por haber pecado, pero, para otros, una buena ocasión para pecar; en ese momento, era un camino, a la vez, de perfección y de perdición y eso lo hacía muy atractivo para mí.

En esta ocasión, al protagonista le acompaña una especie de Watson, que también es un homenaje a Elías Valiña, el sacerdote que empujó la revitalización del Camino en el siglo XX…

En efecto, el ayudante de Rojas es una especie de homenaje a Elías Valiña, párroco de O Cebreiro en los años sesenta. En ese momento, el Camino de Santiago había sido abandonado. Casi nadie peregrinaba y se habían borrado las señales de buena parte de su recorrido porque eran pocos los peregrinos que se aventuraban en él. Después de hacer una tesis doctoral sobre los aspectos jurídicos del Camino, este hombre se dedicó a recuperar o resucitar el camino; incluso, se dedicó a ir con su propio coche pintando las célebres flechas amarillas con pintura sobrante de una carretea. A él se debe en buena medida el resurgir del Camino hasta vivir en los últimos treinta años una nueva era de esplendor. Por eso quería que de alguna manera estuviera en la novela. Rojas y Elías do Cebreiro, que así se llama en la ficción, son dos personajes muy distintos, con dos visiones contrapuestas del mundo, de la religión y del Camino de Santiago, un poco como don Quijote y Sancho Panza o Holmes y Watson. Sobre el Camino Elías lo sabe todo, pues lo ha mamado desde niño y es el archivero de la catedral de Santiago. Juntos tendrán que seguir la pista de unos asesinos que se dedican a sembrar el terror a lo largo del Camino Francés. Al principio estos dos personajes no se entienden, incluso discuten, pero luego, conforme avanza la peregrinación y comparten muchas cosas, se irán contagiando el uno del otro y acabarán siendo muy amigos. Por eso esta novela es también una novela sobre la amistad, una amistad fraguada en el camino y en las dificultades.

¿Ha realizado el Camino para esta novela? ¿Cómo se prepara una novela así? ¿No se corre el riesgo que el Camino actual, conocido en mayor o menor medida por el autor y los lectores, distorsione el de la novela?

Quise hacerlo el año pasado, mientras escribía la novela, pero no fue posible por culpa de la pandemia. Lo que sí he hecho es algún tramo. También he recorrido y me he pateado los lugares por los que discurre el trayecto del Camino mostrado en la novela y especialmente la vía Künig, como antes he comentado, ya que en mis novelas los escenarios y espacios tienen mucha importancia y protagonismo y yo quería que los lectores los visualizaran. Asimismo, he consultado diversos libros sobre la historia y la geografía del Camino, para saber cómo eran estos lugares en aquella época y he leído testimonios en primera persona de peregrinos de aquellos tiempos. Los lectores que han hecho la peregrinación me comentan que, por un lado, la novela los ha llevado a evocar su experiencia del Camino y, por otro, les ha revelado muchas cosas que no conocían. A muchos les ha despertado las ganas de volver a hacerlo en cuanto puedan, pues los peregrinos suelen repetir, y, en este caso, contemplarlo con otra mirada. De momento, han podido viajar en el espacio y en el tiempo sin salir de casa y algunos han podido revivir su propia experiencia.

¿El novelista siempre tiene algo de peregrino?

Para mí escribir una novela es como emprender una peregrinación en la que lo importante no es la meta, sino el propio camino, abierto siempre a la aventura, el conocimiento y el azar. Yo siempre empiezo a escribir sin saber qué voy a contar, qué me va a deparar el viaje, y eso es lo que lo hace atractivo. Si supiera qué es lo que voy a contar y con qué me voy a encontrar, no escribiría. Aunque el Camino de Santiago pueda ser el mismo, cada uno lo hace a su manera. Al igual que la ruta jacobea, la escritura de una novela tiene mucho de viaje iniciático en busca de lo trascendente; es también una vía de autoconocimiento y de transformación personal.

Los dos últimos manuscritos, el de Barro y el de Aire, creo que son los más viajeros, ¿estamos ante un cambio en los tipos de aventura de Rojas?

Después del tercero me planteé sacar al personaje de los escenarios habituales, sobre todo Salamanca. De modo que lo llevé al Nuevo Mundo y ahora al Camino de Santiago. A diferencia de las otras, esta última es una novela muy itinerante, como el “Quijote” o las novelas picarescas. Esto te permite mostrar nuevas facetas del personaje. Me parecía muy interesante, además, dar cuenta de una investigación detectivesca que se va haciendo sobre la marcha, paso a paso, etapa a etapa, pues los protagonistas no pueden detenerse mucho tiempo en cada sitio para hacer las pesquisas. Siempre están con un ojo puesto en lo que acaba de ocurrir y otro en lo que va a suceder. Por otra parte, es una novela coral, en la que hay numerosos personajes que aparecen, se cruzan con otros y desaparecen, cada uno con su historia y su secreto a cuestas.

Lleva cinco manuscritos y por lo que leemos en la introducción de este parece que ha encontrado más… ¿Tiene los manuscritos un final? ¿Ha pensado su autor en ello?

En principio, me planteo escribir al menos ocho, tal vez diez o doce en total. El sexto ya está casi terminado y saldrá a comienzos del año que viene, y tengo en mente otros dos. Mi idea es escribir alguna novela más sobre el Rojas crepuscular, hacia el final de su vida en Talavera de la Reina; también otras situadas en el Nuevo Mundo o en algún escenario europeo. Incluso me planteo ubicar alguna en un período anterior al de El manuscrito de piedra. Y, por supuesto, en los períodos intermedios entre unas y otras y volver a lugares ya conocidos, como Salamanca. Dado que de Rojas no puede escribirse una biografía por carecer de documentos y certezas, quisiera darle al menos una larga vida de ficción, y la única forma de saber más cosas sobre él es ponerse a escribir. Luego todo dependerá de la recepción por parte de los lectores. Yo creo que Fernando de Rojas es un personaje que puede dar todavía mucho juego. En este momento, no sabría que hacer sin él.

Hace poco destacaba en XX Siglos que el thriller histórico, el correctamente llamado así, no los que siguieron la senda de Dan Brown, ha ganado cada vez más peso en la narrativa española y le situaba a usted como uno de sus pioneros, ¿se siente usted así? ¿Cree que esta forma de tratar lo histórico es un lenguaje que conecta mejor con los lectores del siglo XXI?

Para empezar, las novelas de Dan Brown y sus continuadores no me parecen novelas históricas en ningún sentido. Dentro del género, habría que distinguir entre la línea más clásica y la línea renovadora, la que parte de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, que da lugar a la intriga histórica, fruto de confluencia de la novela histórica con otros géneros o tipos de novela. Esa es la línea que a mí me interesa y la que he tratado de seguir, buscando eso sí mi propio camino o sendero. Se trata de una mezcla de novela culta y novela popular; de intriga e historia, aventura y erudición, entretenimiento y conocimiento, con un lenguaje que tenga aire de época, pero que no sea un pastiche.

¿No cree que últimamente hay una abundancia de novelas históricas que miran con excesiva luminosidad aquellos Siglos de Oro, que parecen mostrar una cierta nostalgia imperial?

En efecto, en estos momentos hay un cierto revisionismo histórico, marcado por cierta nostalgia del pasado y la reivindicación de supuestas glorias pasadas, de las que parecen sentirse orgullosos. A mí eso no me interesa, aunque tampoco soy partidario de juzgar el pasado con criterios actuales. Yo soy más bien partidario de acercarse al pasado sin complejos y con curiosidad. Yo creo que es la mejor forma de entender nuestro presente. Por otra parte, pienso que el pasado no está escrito, por lo que todavía puede depararnos muchas sorpresas.

Le he leído en una entrevista que hay un proyecto para llevar los manuscritos a la televisión, ¿Cómo va?

De momento no hay nada concreto; todo está abierto, todo está en el aire. En cualquier caso, estoy convencido de que tarde o temprano se hará alguna adaptación en forma de serie de televisión, pues estas novelas, además de ofrecer abundantes peripecias, intrigas y tramas, presentan unas características que las hacen fácilmente adaptables: su estructura de thriller, la plasticidad de las descripciones, la importancia concedida a los espacios y a los ambientes, la abundancia de diálogos y unos personajes muy potentes y atractivos, tanto los protagonistas como los secundarios. Todo es cuestión de que llegue el momento y el proyecto adecuado. Por otra parte, está ya en marcha un proyecto de adaptar al cómic la primera novela de la saga, El manuscrito de piedra, que ahora acaba de aparecer publicada en Booket y que lleva ya más de treinta ediciones. Espero que no tarde mucho tiempo en salir adelante.

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1 comentario

  1. Dice ser roberto

    amén

    19 abril 2021 | 09:10

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