Cómo escribir una novela de detectives en la antigua Roma

Teo Palacios ha vuelto a nuestras librerías, como os comentaba hace un mes, con la novela Muerte y cenizas, (Edhasa, 2017), una historia policíaca en la Hispalis (Sevilla) de los tiempos del emperador Nerón. Un nueve ejemplo de esa sugerente combinación que es mezclar el suspense con la ambientación histórica y sobre la que en este blog hemos hablado largo y tendido.

Así que le pedí a Teo, autor de novelas como El trono de barro (2015) o La predicción del astrólogo (2013) entre otras, y profesor de narrativa, que nos contará aquí cómo escribía él este exitoso subgénero… Y aquí está el resultado.


Escribir una historia de detectives en la antigua Roma

Por Teo Palacios | Escritor | @teopalacioscom

Si buscamos la lista de los libros más vendidos de los últimos años, nos encontramos que en 2016 aparecen los siguientes títulos: La chica del tren, Los herederos de la tierra, Todo esto te daré, Falcó. En 2015, entre los más vendidos figuran Hombres buenos, La templanza, El regreso de Catón. En 2014, en esa lista están El umbral de la eternidad, Dispara, yo ya estoy muerto, La verdad sobre el caso Harry Quebert

Todos estos títulos tocan el género policíaco o el histórico. Y en algunos casos, ambos. Y es que, tanto la novela negra como la histórica son dos pesos pesados entre los elegidos por los lectores, de ahí que la fusión de ambas haya dado algunos de los mayores éxitos literarios de la historia. Probablemente, en los últimos años, la gran reina del género ha sido Lindsay Davies. Con su Marco Didio Falco llegó a publicar veinte novelas. Entonces creó un nuevo personaje, en este caso mujer, y siguió explotando el género.

Sin embargo, la novela histórica de detectives no es nada nuevo. A todos nos viene a la mente El nombre de la rosa, la gran obra de Umberto Eco, y Guillermo de Baskerville, su brillante monje investigador. Se convirtió en éxito de ventas desde el primer momento, a pesar de que algunos pasajes son farragosos, lentos, llenos de latinajos y de disertaciones filosóficas. ¿Por qué? Porque subyacía el crimen en una época pasada.

Y, sin embargo, Eco no fue el primero en apuntarse a este género. Ellis Peters ya había creado tres años antes a Fray Cadfael, un personaje que tuvo incluso una serie de televisión.

Pero al escribir una novela histórica de detectives, las dificultades se multiplican, puesto que estás escribiendo dos géneros en uno. Si sueles escribir novela policíaca, tal vez te vuelvas loco a la hora de documentarte sobre determinada época. Por el contrario, si escribes novela histórica, seguramente no tengas ni idea de cómo platear la resolución de un misterio.

A esto último tuve que enfrentarme cuando comencé a trabajar Muerte y cenizas. Debo reconocer que me preocupaba mucho ambientar una novela en época romana, puesto que desconozco enormemente el vasto universo de los muchos siglos de poderío de Roma. Sin embargo, es algo que superé igual que he superado la investigación de todas mis otras novelas históricas: a base de leer todo lo que caía en mis manos sobre la época en cuestión, ver documentales, películas… Cualquier cosa que tratara el momento histórico en el que se desarrolla la trama.

Pero crear un crimen y darle solución, eso es harina de otro costal… Algo que nunca había hecho, todo un reto al que no sabía cómo dar solución. Con un problema añadido: el protagonista de una novela policíaca debe ser brillante. Debe serlo, es obligatorio que lo sea. ¿Por qué? Porque de lo contrario, el misterio podría ser resuelto por cualquiera. Y en una novela policíaca eso es algo impensable. El enigma debe ser casi irresoluble. Solo alguien con una mente privilegiada, con una capacidad intelectual muy por encima de la media, puede ser capaz de resolverlo. Y esa es la dificultad: cómo resolver un misterio exclusivo para mentes brillantes cuando tú mismo, el autor, no dispones de una mente brillante. No eres Sherlock Holmes, pero debes convertirte en uno.

Ese es la verdadera dificultad a la hora de escribir una novela de detectives. ¿Cómo superarla? No sé cómo lo harán otros autores, pero quiero contaros cómo lo hice yo.

Soy un pésimo matemático, jamás he podido entender esa ciencia. Pero me sirve ahora como ejemplo: Resolví el problema despejando incógnitas.

Primera incógnita: ¿En qué momento y lugar se va a desarrollar la trama? Esto es un punto crucial, porque nos dará el telón de fondo, los acontecimientos y los personajes reales que van a aparecer, o al menos a influir, en la historia que quiero contar. Esta incógnita la tuve resuelta muy pronto: la novela transcurriría durante el mandato de Nerón, unos meses después del Gran Incendio de Roma del año 64. Era un momento histórico interesante, al que siguieron meses (incluso años) bastante intensos en lo político que podrían dar pie a posibles continuaciones de la historia.

Segunda incógnita: ¿Qué había que investigar? Esto fue, de nuevo, bastante fácil de solucionar. Tenía muy clara la trama principal, cuyo punto de partida es la investigación de la muerte del joven hijo de un noble hispalense. Y como una sola trama no suele sostener por sí sola toda una novela, pronto tuve otras dos tramas secundarias: la investigación de los incendios que se suceden en Hispalis y los asesinatos de unas prostitutas a los que dar explicación.

Tercera incógnita: ¿Cuál es la solución a estos misterios? Al poco de plantear el proyecto, ya sabía quién sería el culpable de todo y, más importante aún, qué motivaciones habría detrás, aunque, como es evidente, no puedo explicar eso aquí… Para descubrirlo es necesario leer la novela, claro.

Cuarta incógnita: ¿Cómo resolver el misterio? Esta era mi pesadilla. Y le di solución haciendo el camino en sentido inverso. Me explico: El lector, al abordar una novela de este tipo, va a conocer, primero, la época y el enigma al que ha de dar solución, y a partir de ahí se embarcará en un viaje en el que se le irán mostrando diferentes escenarios, cada uno de ellos ocultando una o varias pistas que serán claves para la resolución del enigma.

Yo no podía hacer el viaje en ese sentido porque no sería capaz de ver las señales, los indicios que definirían la solución. Pero necesitaba esos indicios… Y darme cuenta de eso me reveló el secreto.

Sabía el punto de partida y el de llegada. Lo que necesitaba era un rastro de migas de pan que me llevara de un punto a otro. Así que diseñé las pistas, pensé en qué cosas podrían servirle al investigador para resolver el misterio. Y añadí algunas más que fueran solo pistas falsas para que, durante un tiempo, el detective diera palos de ciego hasta encontrar el verdadero rastro.

Y entonces empecé a colocarlas aquí y allá a lo largo de la historia, de tal manera que el detective, que sí es brillante, pudiera percibirlas, pudiera el oler el rastro que le llevara a la resolución del caso de quién mató a Fabio Justo al tiempo que le propone al lector el reto de ver si es tan brillante o no como el protagonista de la novela, Gayo Longo Licinio.

Así es como se escribe, al menos así es como yo escribo, una novela histórica de detectives.

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1 comentario

  1. Dice ser Covi Sánchez

    Un claro ejemplo de novela histórica con suspense e intriga, con detectives de entonces, son las novelas de José Ramón Sales http://albertosantoseditor.blogspot.com.es/2015/10/entrevista-jose-ramon-sales-autor-de.html?m=1
    Si no las habéis leído, os aconsejo su lectura.
    Un saludo.

    09 abril 2017 | 14:55

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