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Entradas etiquetadas como ‘sanidad publica’

Un gran país: así es… si así os parece

Por Ángel Villegas Bravo

Me sorprende (mi capacidad para sorprenderme es inagotable) que aparezcan entre los morosos con Hacienda (recuerden, Hacienda somos todos) personajes muy famosos y todos con un tren de vida extraordinario; algunos, incluso, dándonos lecciones a los ciudadanos. A ninguno de esos deportistas riquísimos y famosísimos, o magnates de las finanzas, o presidentes de grandes empresas, o clubes de fútbol, o mundialmente famosos cantantes, le pasará lo que les puede pasar a ustedes o a mí: que tenga que esperar meses a ser atendido en una consulta médica, de especialista o de cirugía, «porque no hay profesionales suficientes, porque no hay camas suficientes, porque no hay dinero para atender a todos».

Personal médico durante una intervención quirúrgica.

Personal médico durante una intervención quirúrgica (Archivo).

Y digo que no les pasará, porque a ver qué famoso rico ha estado alguna vez en una lista de espera de la sanidad pública. A ver quién de estos seres especiales ha esperado meses a que le hicieran una prueba diagnóstica.

¡Ah!, pero ¿el dinero de Hacienda no es el que sale de nuestros bolsillos? Pues que alguien me explique por qué unos, que, además, son morosos,  tienen esas facilidades de las que los demás carecemos. Y luego dicen que «este es un gran país, que crecemos más que nadie, y que no hay más que salir a la calle para ver la alegría que se respira«. Yo digo que son muchos los que esperan, esperamos, meses a ser atendidos, y que no vemos por parte alguna esa alegría que respiran algunos.

Puede que a determinadas personas les parezca que este país es estupendo, un gran país. Yo digo que así será, si así les parece. A mí, desde luego no me lo parece en absoluto.

 

 

La excepción como argumento de la injusticia

Por I. G. M.

Hay una costumbre en cualquier debate que se puede escuchar en plazas; bares, redes sociales y, a veces, en parlamentos, que hace que él mismo deje de ser limpio y se convierta en un debate tramposo: argumentar que una excepción justifica el hecho de cometer una injusticia.

Se pueden poner bastantes ejemplos:

No se puede ayudar más a los parados porque hay algunos que tienen mucha cara y aprovecharían para vivir a costa de todos nosotros. Hay que privatizar los servicios públicos porque hay algunos funcionarios que no dan palo al agua. La sanidad pública no debe atender a los inmigrantes porque hay algunos que vienen a hacer turismo sanitario. No se puede ayudar a los desahuciados porque hay algunos a los que les ha ocurrido porque no quieren trabajar y se aprovechan. Hay que hacer pagar las medicinas a los abuelos porque hay algunos que las piden sin control, y acumulan muchas en su casa.

(EFE)

(EFE)

El último de estos ejemplos se viene escuchando durante estos días: No hay que dejar entrar a los refugiados a Europa porque entre ellos hay algunos terroristas del ISIS. Esta forma de verlo, mezclada con el miedo, puede ser, sin duda, un generador de odio; no hacia algunos terroristas, sino hacia todos los refugiados. Cada persona construye su opinión como quiere, pero sólo hago una observación; es curioso ver que estos argumentos suelen perjudicar a los que menos tienen y suelen ser lanzados (directa o indirectamente) por los responsables de impedir que estas excepciones se produzcan.

 

Carta a los Reyes Magos

Por  Ángel Villegas Bravo

Queridos Reyes (Magos):

Nunca he creído mucho en los Reyes, pero dada la gravedad de todo lo que está pasando en mi país, se me ha ocurrido que quizá sea una buena idea dirigirme a vosotros porque, aunque ya sé que vuestro poder no es ilimitado, me imagino que sí es posible que algunas cosas de las que os quiero pedir estén a vuestro alcance.

Sé que, todavía, es un poco pronto para escribir la carta a los Reyes (Magos) pero quiero anticiparme, a ver si, con tiempo, podéis hacer algo de lo que necesitamos con urgencia.

Dos niños entregan su carta a uno de los Reyes Magos. (EFE)

Dos niños entregan su carta a uno de los Reyes Magos. (EFE)

Me gustaría que intercedierais para que en mi país (y si puede ser, en el mundo entero) se castigara a los mentirosos que prometen y no cumplen y se les apartara de la vida pública.

Quisiera, también, que se castigara debidamente a los corruptos que amasan fortunas con el dinero público, ese dinero que falta, entre otras cosas, para sanidad, educación y dependencia.

Quisiera que disminuyeran las grandísimas desigualdades que hay, y aunque ya sé que siempre ha habido ricos y pobres, que los ricos sean un poquito menos ricos para que los pobres puedan, al menos, comer y tener una vivienda en la que refugiarse, sin temor a que nadie venga a desahuciarlos.

Sería muy bueno que fuera posible seguir teniendo una sanidad pública eficiente y que no se permitiera a nadie privatizarla para hacer negocio con nuestra salud; y si los jóvenes pueden estudiar sin que ello suponga la ruina para sus familias, sería ya, el colmo de la felicidad.

Pediría algunas cosas más, queridos Reyes (Magos), pero no quiero cansaros, así que solo añadiré que os ruego hagáis saber a quienes puedan hacerlo, que tomen las medidas necesarias para que las gentes normales tengan un trabajo digno y un salario suficiente para cubrir las necesidades básicas; que nos conformamos con eso y con poder vivir sin la angustia de carecer de lo imprescindible.

En fin, queridos Reyes (Magos) recibid todo mi cariño y mi deseo de que gocéis de toda la felicidad, de la que los ciudadanos solo queremos una pequeñísima parte.

Ana Mato, la peor ministra de Sanidad

Por Diego Mas Mas

Ana Mato, en una imagen de archivo (GTRES)

Ana Mato, en una imagen de archivo (GTRES)

Una estupenda noticia. Ha dimitido por fin la que, a pesar de tener otros tristes precedentes, ha sido la peor ministra de Sanidad de la democracia.

Todavía sangra su increíble fracaso con la crisis del ébola, que podía haber tenido peores consecuencias y ha manchado la “marca España”.

Ha provocado, por primera vez en la historia, numerosas manifestaciones de médicos contra el desmantelamiento de la sanidad pública, siendo responsable última de dolor y muerte de españoles e inmigrantes, haciendo trágicamente honor a su apellido Mato.

Y ha sido un ejemplo tan evidente como pertinaz de aprovechamiento de sus cargos para lucro de su familia, lo que finalmente le ha obligado a dimitir.

Su dimisión constituye pues un esperanzador en el saneamiento de la Sanidad y de la política de nuestro país.

 

Dar el alta médica sin estar recuperado

Por Jose Manuel Gil

Un médico examina una radiografía. (ARCHIVO)

Un médico examina una radiografía. (ARCHIVO)

La sanidad madrileña tiene médicos que poco tienen que envidiar a los superhéroes, mientras que yo, alfeñique, quizá necesite una buena dosis de rayos gamma para tener la fuerza hercúlea (y el color verdoso saludable) del increíble Hulk.

Hace dos viernes, en las prácticas de auxiliar de enfermería, me lastimé el hombro; en el mismo hospital me diagnosticaron tendinopatía. Hasta ahí bien; intento ir a trabajar y me duele el brazo; intento hacer cualquier cosa, y me duele; al final, el martes, en el centro de salud me dan la baja con el informe de urgencias.
Pido cita para el viernes y mientras, reposo.

Llegado el día, aún con dolor, la doctora me recibe con un “hola, como estás, toma el alta”. Me quedo sin habla: ¿Me habrá escudriñado con su mirada de rayos X, acaso puede leer la mente para saber qué me duele o qué no?

Quizá tiene una explicación más lógica, así que dándole a mi drogada mollera (de nolotil), pienso:
¿Hay orden de no alargar bajas médicas más que a lo mínimo imprescindible?, ¿A esto se refieren como “recuperación”, que te hacen ir a trabajar cuando es obvio que no estás en condiciones?. O eso o directamente nuestros médicos tienen superpoderes, y si es así me sacaré la carrera de Medicina para ser un X-Men.

 

¡Dejen en paz la sanidad pública!

Por Ángel Villegas Bravo

El día 20 de junio, por indicación del médico de familia, tuve que acudir a Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Estuve en observación durante cinco horas, aproximadamente.

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Durante ese tiempo, pude ver cómo se nos atendía a todos los que estábamos allí, con toda dedicación, con esmero y hasta con cariño. De manera que debo manifestar todo mi agradecimiento a los profesionales que pude observar y, por supuesto, a los que me atendieron directamente, y decirles (aunque ellos lo saben) que no solo los medicamentos curan y ayudan, que también ellos, con su actitud, son parte muy importante de la curación o alivio de un paciente.

Y, dicho esto, quiero dirigirme a los que, con intereses dañinos para todos los ciudadanos y en contra del deseo de la inmensa mayoría de ellos, quieren privatizar la sanidad pública, o «externalizarla«, en beneficio de unos pocos que, sin duda, la quieren para hacer negocio con ella.

No tienen ningún derecho a ello; no tienen ningún derecho a quitarnos lo que hemos construido y pagado entre todos; la sanidad pública es nuestra, de toda la ciudadanía, no suya, y las urnas no les legitiman para hacer lo que les viene en gana.

No nos cuenten milongas de que es insostenible, porque es mentira. Son ellos, los que la administran mal, los que cierran camas y plantas de hospitales, los que despiden personal, los que no renuevan contratos, los que derivan consultas a la sanidad privada, los que la quiebran, la desprestigian y luego, la privatizan.

Cumplan pues, con el deseo y mandato de los ciudadanos, no empleen mentiras que no se sostienen, no traicionen a quienes pagan sus sueldos y prebendas. En fin, ¡dejen en paz a la sanidad pública!

Descontenta con el trato médico recibido

Por M. C. S.

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Me gustaría transmitir mi indignación y cabreo por el trato de ciertos médicos del hospital 12 de Octubre de Madrid, en concreto de la unidad de infertilidad.

Tengo 36 años y llevo años intentando quedarme embarazada pero por problemas diversos no puedo y he decidido ir a la seguridad social. Primero porque me gusta lo que tenemos y segundo porque no puedo pagarme sanidad privada.

He pasado 14 meses en lista de espera. El primer día de cita me hicieron una ecografía, una citología y me pesaron. Llevaba una carta de mi dietista donde ponía el seguimiento que llevo desde hace cuatro años y los problemas que estamos teniendo para mi bajada de peso. Ahí empiezó el maltrato hacia mi persona: me trató mal y usó un tono intentado imponer y coaccionar.

Me dijo que tenía que bajar peso, que ahora teníamos un objetivo. Le contesté que llevaba años luchando y que mi deseo era perder peso, y más ahora que estaba deseando tener un hijo, pero ella con sus malas maneras no me dejó casi contarle mis problemas y continuaba diciendo que le daba lo mismo.

Volví para otra cita. Esta vez, una prueba para mi marido. En esta ocasión la cosa cambió. Estaba más amable, me dijo otra vez lo del peso y mi marido comentó que hacía todo lo que podía pero que era cierto que tenía muchos problemas.

Este lunes he vuelto para recoger los resultados. Estaba con dos estudiantes y nuevamente me ha recibido de malas maneras y tratándome mal. Me ha preguntado que cómo iba el peso y le he contestado que he perdido. Tras pesarme, me ha dicho que es mentira y que cree que no me estoy esforzando por lo que me ha dado cita para septiembre.

Según he salido por la puerta, me ha preguntado si ya me han hecho una prueba para ver qué tal tengo las trompas. Como no me la han mandado, una de las estudiantes ha empezado a rellenar los papeles pero de repente ha dicho que no me la manda hasta septiembre, en función de si para entonces he perdido peso o no.

Y me planteo: ¿No puede decirme desde en el principio que tengo que pesar un mínimo y no hacerme perder el tiempo con tanto ir y venir? ¿Se piensa que haciendo presión y tratando mal a los pacientes nos vamos más contentos? ¿O quizá, todo esto es porque tienen orden, a raíz de los recortes sanitarios, en tirar a todo el que se pueda con argumentos dañinos y acusar de mentirosos a los pacientes para ahorrarse dinero? Puede ser que sea eso y que el Gobierno esté haciendo recortes para que no podamos tener hijos y optemos por las clínicas privadas para soltar un dinero que no tenemos.

Lo único que sé, e independientemente de quién sea el responsable, es que no es normal que nos tiren para atrás un tratamiento y una ilusión y otras tantas cosas. Y menos, que nos traten de cualquier manera. Somos personas, no cosas, bichos o animales y mucho menos inferiores a los médicos.

Esto es lo que me ha pasado este lunes 7 de abril. Espero que esta carta haga pensar a los sanitarios de este país, esos que nos pedían que firmásemos para que la sanidad continuara siendo pública y algunos de ellos no perdieran su puesto de trabajo.

Nueve meses para ver al especialista

Por A. I. G. M.

Pacientes en la sala de espera de un ambulatorio. (ARCHIVO)

Pacientes en la sala de espera de un ambulatorio. (ARCHIVO)

Estoy muy indignada con la espera para una cita con el especialista. Me he dirigido al ambulatorio de especialidades de Leganés para pedir cita con el digestivo. Concretamente, la consulta es para mi hija de 17 años, que lleva un año y medio acudiendo a este médico por diversos problemas y que necesita volver en un mes, más o menos, para conocer el resultado de una endoscopia.

Para mi sorpresa, la persona que muy amablemente me ha atendido en ventanilla me ha dicho que no hay hueco para este médico hasta noviembre. Le he dicho que es para saber el resultado de una prueba y me ha contestado que no me preocupe, que si ven algo anormal me llamaran.

A ver, ya sé que si tras una prueba los médicos ven que algo no va bien, te llaman y te atienden con más rapidez. El problema es que si el diagnóstico es negativo, el especialista tiene que hacerle otro estudio hasta dar con el asunto. En resumen, no podemos esperar nueve meses.

No sé si quien lea esto tiene hijos o no. En caso afirmativo, pueden comprender la indignación y la impotencia que siento en estos momentos. Quizás no sea grave, pero mi hija tiene trastornos digestivos que le están dejando literalmente en los huesos. Llevamos año y medio con el problema, haciéndole todo tipo de pruebas, y no dan con ello. Lo que sé es que desde que le hacen un estudio y hasta que conocemos el resultado, pasan meses. Pero lo que colma el vaso es que ahora tenga que pasar casi un año para un único estudio.

La sanidad pública está hecha un asco y nadie hace nada para remediarlo, más bien todo lo contrario. El problema no está en los médicos, de los que no tengo queja, ni en los administrativos, que intentan encontrar citas donde no las hay. La incompetencia está en el sistema. La Seguridad Social no es gratuita, la pagamos todos con esfuerzo cada mes y no hay derecho a tener una mala atención. Creo que represento a una gran mayoría de la Comunidad de Madrid que se siente frustrada ante tanta injusticia.

El negocio de la sangre

Por Joaquín Hidalgo

Ejemplo de cómo se monta un buen negocio privado, gracias a la iniciativa pública:

Una bolsa de plasma durante la donación de sangre. Foto: GTRES

Una bolsa de plasma durante la donación de sangre. Foto: GTRES

La Comunidad de Madrid y Cruz Roja firmaron un convenio por el que a partir de marzo la Comunidad cede gratis sus autobuses de donación de sangre para que sean gestionados por Cruz Roja. A partir de ese momento, la Comunidad pagará a Cruz Roja 67€ por cada donación. En realidad, esto es lo que ya está pagando la Comunidad de Madrid a Cruz Roja por cada donación que consigue en sus centros, pero son pocas, por lo que parece.

Haciendo números, y si las donaciones en autobuses siguieran como hasta ahora, Cruz Roja se llevaría calentitos 9 millones de euros al año, cuando a la Comunidad el mantenimiento de los autobuses y los sueldos del personal le salía por 1,5 millones, aproximadamente. El personal no fijo irá a la calle, claro; a los fijos les recolocarán y les seguirá pagando la Comunidad, con lo que ni eso se ahorran.

Dicho de otra manera: yo doy mi sangre gratis y Cruz Roja gana con ella una pasta… ¡que le estoy pagando yo con mis impuestos! Cada donación de sangre que haga a la Cruz Roja ¡me cuesta dinero a mí! Solución: Nunca más haré una donación en autobuses, me iré a un hospital público y me aseguraré bien que la Cruz Roja ni ninguna empresa privada tenga que ver con esa donación. Y recemos para que no privaticen también los centros de donación de los hospitales públicos.

Del intento de privatizar la sanidad a la dimisión de Lasquetty

Por Jose Antonio Pozo

Concentración en un hospital para celebrar la suspensión del plan de privatización de la sanidad. (EFE/Emilio Naranjo)

Celebran en un hospital la suspensión del plan de privatización de la sanidad. (EFE/Emilio Naranjo)

«Sanidad pública»

El gobierno popular de la Comunidad de Madrid ha tenido que dar marcha atrás en sus intentos de privatizar la gestión de la sanidad pública madrileña. Ellos, los del PP, la llamaban –con ese lenguaje eufemístico que tan bien se les da- externalización. Los populares madrileños, tras dos años de protestas y reveses judiciales, no midieron bien sus fuerzas ni la de aquellos que se les opusieron. La ‘marea blanca’ no se ha quedado en agua de borrajas sino que con su fuerza ha anegado los instintos privatizadores del gobierno madrileño. No podía ser de otro modo: un bien tan preciado como la salud no podía convertirse en una mercancía más con la que traficar para obtener un lucro económico privado. Pues como decía un eslogan muy coreado por los manifestantes de la ‘marea blanca’: “La sanidad pública no se vende, ¡se defiende!”.

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Por Ángel Villegas

«Que nadie se lleve a engaño»

Que, obligado por los tribunales (porque la presión popular, las ‘mareas’ y las infinitas protestas, las habían ignorado despectivamente) el presidente de la Comunidad de Madrid haya retirado definitivamente su proyecto de privatización de seis hospitales, y su consejero de Sanidad, Javier Fernández Lasquetty, haya dimitido, es una buena noticia; pero que nadie se llame a engaño, porque la privatización, más o menos solapada, no se detiene, ni se ha detenido desde hace mucho tiempo.

El exconsejero de sanidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty. (EFE/Ángel Díaz)

El exconsejero de Sanidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty. (EFE/Ángel Díaz)

Son muchos los servicios, dentro de la sanidad pública, que ya están privatizados, o externalizados, como les gusta decir con lenguaje engañoso a los amigos de la destrucción de todo lo público. Y si no, ¿a cuántos de los que lean esto les han «ofrecido» hacerse una prueba diagnóstica o una intervención quirúrgica fuera de los hospitales públicos? ¿A cuántos de ustedes, o de sus amigos o conocidos, les han dicho que «si va usted a determinada clínica privada o concertada, le van a intervenir antes?«.

Y mientras esto sucede, se ha despedido a miles de sanitarios y están cerradas camas y hasta plantas enteras de hospitales públicos; una enfermera puede tener un número de pacientes asignados que, claramente, es excesivo para que pueda desarrollar su trabajo con garantías para los pacientes y para ella misma. ¿Cuántos pacientes tiene asignados una enfermera de Urgencias en algunos hospitales?

Lo que está en juego es que los profesionales puedan ejercer su función con un mínimo de garantías de que la presión no sea insoportable y, por otro lado, nada más y nada menos, la salud, e incluso la vida, de nosotros los pacientes.

Se ha ganado una batalla, pero que nadie se engañe: los privatizadores siguen a lo suyo.