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Entradas etiquetadas como ‘privatizacion’

Habitaciones sin desinfectar y pacientes sin jabón en el Gregorio Marañón

Por A. F.

Me dirijo a ustedes para que nos ayuden a difundir la mala gestión que está haciendo la Dirección de Servicios Generales del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Huelga de limpieza en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. (JORGE PARÍS)

Huelga de limpieza en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. (JORGE PARÍS)

He comprobado que por ser limpiadoras, no se nos considera dignas de ser escuchadas. Da lo mismo que seamos personal laboral porque el clasismo sigue imponiéndose. Si fuéramos médicos o enfermeras, tendríamos a nuestra disposición a periodistas, televisión, etc.

Somos limpiadoras que lo único que queremos es demostrar que hay una privatización encubierta del personal laboral. No nos proporcionan material para realizar nuestra labor tan digna como la de un cirujano, ni personal suficiente, y quien paga todo esto es el paciente, que tiene que acostarse en una habitación sin desinfectar correctamente.

Pero ustedes dirán qué importancia tiene esto, lo importante es el fraude de dinero y no el fraude de la salud. Si un paciente no tiene papel higiénico o jabón de manos, no es grave. Lo grave es estafar dinero. Voy a seguir luchando por demostrar que la limpieza hospitalaria es muy importante y en contra de la privatización de estos servicios.

«Si votar es un acto de responsabilidad, conviene extremar las precauciones»

Por José María García

Las elecciones en España se celebran cada cuatro años, pero sus consecuencias se prolongan en el tiempo durante muchísimos años más. El político español tiene especial afición a las obras faraónicas, inútiles, de dudoso gusto o con un peaje que los ciudadanos tienen que sufrir durante décadas.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. (EP)

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. (EP)

La moda de la privatización de servicios públicos («gestión indirecta» lo llaman algunos) por la que se entrega la gestión de servicios básicos a empresas privadas en aras de una mayor «eficiencia», es la principal vía para hipotecar la capacidad de decisión de los gobiernos durante varias legislaturas. Pero no solo empeora la calidad del servicio y las condiciones laborales, también incluyen unas cláusulas tan sumamente abusivas que hacen prácticamente imposible deshacer el contrato en caso de que cambie de signo el Gobierno.

El catálogo de horrores es numeroso y abarca desde aeropuertos y autopistas de peaje, pasando por servicios de agua privatizados o el almacén subterráneo de gas Castor y lo que está más de moda ahora: la privatización de hospitales.

En Castilla la Mancha, Cospedal acaba de adjudicar la gestión del nuevo hospital de Toledo a una empresa privada durante los próximos 30 años, a seis meses de las elecciones. Suena a dejarlo todo «atado, y bien atado» y más teniendo en cuenta los antecedentes del PP en Toledo: el contrato de basura de la ciudad de Toledo se adjudicó a Sufi (una empresa que aparecen en los papeles de Bárcenas) cuatro días antes de la elecciones de 2007…

Si votar es siempre un acto de responsabilidad, con estos antecedentes conviene extremar las precauciones.

¡Dejen en paz la sanidad pública!

Por Ángel Villegas Bravo

El día 20 de junio, por indicación del médico de familia, tuve que acudir a Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Estuve en observación durante cinco horas, aproximadamente.

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Un médico pasa consulta presencial. (ARCHIVO)

Durante ese tiempo, pude ver cómo se nos atendía a todos los que estábamos allí, con toda dedicación, con esmero y hasta con cariño. De manera que debo manifestar todo mi agradecimiento a los profesionales que pude observar y, por supuesto, a los que me atendieron directamente, y decirles (aunque ellos lo saben) que no solo los medicamentos curan y ayudan, que también ellos, con su actitud, son parte muy importante de la curación o alivio de un paciente.

Y, dicho esto, quiero dirigirme a los que, con intereses dañinos para todos los ciudadanos y en contra del deseo de la inmensa mayoría de ellos, quieren privatizar la sanidad pública, o «externalizarla«, en beneficio de unos pocos que, sin duda, la quieren para hacer negocio con ella.

No tienen ningún derecho a ello; no tienen ningún derecho a quitarnos lo que hemos construido y pagado entre todos; la sanidad pública es nuestra, de toda la ciudadanía, no suya, y las urnas no les legitiman para hacer lo que les viene en gana.

No nos cuenten milongas de que es insostenible, porque es mentira. Son ellos, los que la administran mal, los que cierran camas y plantas de hospitales, los que despiden personal, los que no renuevan contratos, los que derivan consultas a la sanidad privada, los que la quiebran, la desprestigian y luego, la privatizan.

Cumplan pues, con el deseo y mandato de los ciudadanos, no empleen mentiras que no se sostienen, no traicionen a quienes pagan sus sueldos y prebendas. En fin, ¡dejen en paz a la sanidad pública!

Ahora van a por el agua

Por Agustín Arroyo

Imagen del Canal de Isabel II. (EP)

Imagen del Canal de Isabel II. (EP)

Cuando la derecha española y los grandes empresarios ligados a ella escrutan con un ansia de codicia insaciable los nichos de posible negocio y enriquecimiento nunca se equivocan.

Tienen un olfato especial hipertrofiado para oler y detectar a distancia los filones en los cuales pueden ganar cientos o miles de millones en poco tiempo. Ahora el Gobierno quiere rescatar las ruinosas autopistas de peaje radiales privadas que arrastran millones de euros de deuda.

Calcularon mal el horizonte de cuantioso negocio. Pero es igual. Saben que si esos negocios salen mal, los amiguetes les echarán un cable desde sus privilegiadas atalayas políticas como ha pasado con las cajas de ahorro. Vamos a pagar más de dos mil millones de euros todos los ciudadanos del erario público para salvar estas obras mal programadas y pésimamente gestionadas por la iniciativa privada.

Estos ‘pseudoneoliberales’ se embolsan grandes beneficios cuando todo va bien en sus rutilantes negocios y, sin embargo, quieren socializar las pérdidas cuando no les va tan bien. De momento, han perdido el goloso negocio de la privatización de la sanidad pública madrileña. Pero llevan bastante tiempo pensando en intentar el asalto y control privado del suministro del agua que tanto tiempo llevan gestionando bien los ayuntamientos.

Lo están intentando en Madrid con el Canal de Isabel II y lo intentan ahora en Alcázar de San Juan y en otros muchos municipios gobernados por el PP ante la oposición de la mayoría de los vecinos. Las presas, a veces, son débiles y los depredadores afilan sus colmillos. Atentos a sus pérfidas maniobras perfectamente urdidas y cocinadas con una planificación letal para su propio beneficio privado ajeno a cualquier bien común.

El triunfo de la sanidad pública

Por Juana María Márquez Pérez

Concentración de la 'Marea Blanca'. (EFE)

Concentración de la ‘Marea Blanca’. (EFE)

«Sanidad, sanidad. Sanidad, te quiero. Pública y de calidad, para el mundo entero” o “Sanidad pública, no se vende, se defiende”, eran algunos de los lemas que coreaban sanitarios y pacientes del Hospital Infanta Leonor de Vallecas (Madrid), después de que el Gobierno regional decidiera paralizar el proceso de privatizar su gestión y la de otros cinco hospitales y 27 centros de salud más. La tan ansiada y esperada noticia que ha movido masas llegó tras el auto del TSJM que mantenía la suspensión cautelar del proceso de privatización.

Para llegar a esto, queda atrás año y medio de movilizaciones, desde que se iniciara la conocida como ‘Marea Blanca’ que inundó las calles de Madrid de batas blancas reclamando lo que pensamos que por derecho nos correspondía a profesionales y pacientes. En momentos como este en los que al final se consigue lo propuesto, una vuelve a creer que el pueblo es el que decide y, tras un camino duro, cosa que ya sabíamos, la recompensa llegó.

Somos conscientes de que esto no ha hecho más que comenzar, pero lo que venga de ahora en adelante ya tiene sentado un precedente y es esta victoria de la igualdad sobre un sistema desigual que nos intentaban vender. Los profesionales de la salud son personas, médicos, enfermeros, auxiliares, etc., que dedican gran parte de sus vidas a los demás. Lo hacen por vocación y para ellos resulta inadmisible que le digan que no pueden atender al mendigo que llega a una puerta de urgencias con una apendicitis aguda. ¿Qué somos? ¿Animales que dejan morir al más débil? No, eso no es lo que nos enseñaron cuando estudiamos, esa no es nuestra ética. Nuestro cometido es anteponer la salud a cualquier otra cosa cuando alguien está en nuestras manos, sea de la condición que sea, rico o pobre, español o de otra nacionalidad. Es obvio que la sanidad es cara, mantener una plantilla de profesionales cualificados, al estar cada vez más tecnificada y desarrollada, no produce beneficios económicos y es cuando los gobiernos, sin ingresos, tienen que hacer frente a un gasto sanitario cada vez mayor, ya que a su vez, la población crece. Las condiciones de precariedad por la falta de dinero de los gobiernos se han hecho notar en reducciones de plantillas de profesionales, lo que conlleva a una peor atención de enfermos, aumento de listas de espera y desencanto acumulado. Su salida no fue otra que la de vender la sanidad a empresas que la gestionaran con la consiguiente merma de la atención al paciente.

Médicos en un hospital. (ARCHIVO)

Médicos en un hospital. (ARCHIVO)

Con esta decisión de la justicia, asistimos a un momento histórico, en el que el derecho a la atención sanitaria universal, gratuita y en igualdad de condiciones que conquistaron nuestros antepasados, por fin no nos ha sido arrebatado por un puñado de empresarios cuyo fin era engordar sus cuentas. Y si algo quedaba por rematar, se consiguió tras la dimisión de Javier Fernández Lasquetty, que tras las palabras sentenciosas de Ignacio González: «ha sido un consejero estupendo»; dando carpetazo al polémico ya exconsejero de Sanidad madrileño.

Señores, ha ganado la democracia, ha ganado la ciudadanía, lo ha hecho también la ética y no se puede por menos que felicitar a tantos miles de personas que durante casi dos años han estado en las calles protestando y haciendo valer sus derechos. No callar nunca, decir lo que se piensa de forma pacífica pero contundente, eso es democracia. Y en Sanidad, ha triunfado. ¡Enhorabuena!

Que paren el mundo, que me bajo

Por Mario Huelves

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. (EFE)

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. (EFE)

Me gustaría expresar la absoluta decepción, descontento y desagrado que he sufrido al leer una noticia. Una información de tal calibre y cuyo titular sinceramente me ha dado vergüenza ajena. Este sentimiento de repudia ha sido por esto: «El Gobierno dice que la reforma del aborto será buena para la economía«. En el siglo XXI señores, en un país europeo y desarrollado, ¿cómo se puede tener la poca desfachatez de manifestar tal barbaridad?

Desde luego que me provoque estos sentimientos no está ligado a que no me sorprenda. Pero no solo a mí, sino también a generaciones anteriores a la mía que tanto han luchado por este derecho tan básico. Si anteponen el dinero a la salud, en ningún caso van a dejar de producirse, sino que se realizarán en condiciones peores. Que paren el mundo, que yo me bajo.

Orinar no es un lujo, es una necesidad

Por Manuel Nogueras

«Pagar por evacuar»

Pagar por utilizar los aseos de Atocha. Nada más y nada menos que por lavarte las manos, por evacuar si te encuentras mal, etc. ¿Pagar por un servicio público? Imagino, por decir algo, que dentro de poco nos cobrarán por evacuar en los colegios públicos, universidades, hospitales, etc. Mal empezamos, porque de no poder pagar 50 céntimos a 1 euro como se dice por utilizar los servicios, tendremos que utilizar las esquinas, árboles y los setos para desahogarnos.

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Por F. Z. P.

«Madrid, ciudad de los orines»

Estación de AtochaLo peor no es que haya que pagar, sino que en Recoletos hayan clausurado los aseos perpetuamente. Además, ante reclamación oficial, el departamento de atención al cliente de Adif te diga que ni el metro, ni en los autobuses los hay, dado que los trayectos no sobrepasan los 20 minutos. Les invito a probar un trayecto Segovia o Guadalajara a Recoletos. Madrid, ciudad de los orines.

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Por J. C. P. A.

«Quiero hacer pipí»

No doy crédito, estamos perdiendo el norte. ¿No será mejor procurar que los servicios estén limpios, que se puedan usar y no hacer tus necesidades a distancia, con botas de goma y que el único papel que haya sean tus apuntes?

¿No será mejor que los sillones de los trenes y el suelo estén más limpios; no será mejor que los cristales de las instalaciones no estén negros como el suelo; no será mejor que los pasamanos de las escaleras mecánicas dejen de ser autoadhesivas? Por qué insistimos en exprimir al trabajador, no se dan cuenta que ya no tenemos más, que nosotros no tenemos que pagar los errores de los demás. No sean así, dejénme hacer pipí.

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Por Chema

«Es una necesidad más que un lujo»

Me parece que el uso de los urinarios es una necesidad más que un lujo. Hay personas que por enfermedad lo tienen que usar de manera continuada e incluso preventiva. Además puede repercutir en la limpieza del entorno, ya que personas con pocos recursos harán sus necesidades en las calles cercanas a la estación o entre los árboles de Atocha.

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Por Jesús Cidón

«Es algo básico»

Me parece mal que se cobre en los baños públicos. Algo tan básico como ir al baño debe ser gestionado públicamente. Pero ya se sabe, hoy en día cuesta ver una fuente pública en la que beber agua y parece que el mismo destino está reservado para los aseos.

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ase0001Por Alejandra Brea

«Lo que les queda hoy a los pobres»

Como algunos caseros crueles degradan sus viviendas para expulsar a los inquilinos, derribar la casa y hacer un gran negocio, también en la Estación de Atocha se ha degradado el servicio para justificar el “privatizarlo” y que los ciudadanos debamos volver a pagar por lo nuestro. Mientras, para los que no puedan pagar, les queda literalmente una mierda; y lo grave no es denunciarlo, sino que suceda. Y que sea lo mismo que se está haciendo con la actual política en todas partes, saqueando al límite lo nuestro, perjudicando inhumanamente a los más débiles, desempleados, discapacitados y marginados de todo tipo. De ahí que esa presunta reforma por “limpieza” y “mejora” de los aseos de la principal estación de España apenas sería noticia si no fuera por su carácter tan simbólico y escatológico.

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Por Miguel

«¡Pagar y pagar!»

A menudo nos han hecho ver lo combativo y valiente que ha sido el pueblo español contra la tiranía (la resistencia numantina contra Roma o la guerra contra Napoleón por ejemplo). Hoy, en medio de una constante agresión por parte de los poderes fácticos representados por un gobierno títere, este pueblo parece dormir plácidamente la siesta, como esperando que al despertar, el mar de corrupción en que estamos sumidos haya desaparecido por arte de magia. Después de innumerables subidas de impuestos, bajadas de salarios, privatizaciones de las propiedades y servicios públicos y un sin fin de golpes a nuestra economía doméstica y nuestra dignidad, lo último que oigo es que han privatizado los baños de la estación de Atocha y que a partir de ahora habrá que pagar por ir a mear o lo que sea. Y uno se pregunta qué hará este irreductible y combativo pueblo ante tan injusta medida, pues… ¿pagar por mear? Mucho me temo que sí.

Ensoñaciones veraniegas

Por Rúl Rodríguez Mateos

Aunque el señor Fernández Lasquetty, ilustre consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, anda estos días muy ocupado ultimando la venta de hospitales públicos madrileños a industriales sanitarios españoles y foráneos, aún le sobra tiempo para compartir con todos unas reflexiones que, de no conocer al personaje, pensaríamos fruto de excesos en la ingestión de tinto de verano o gin-tonics.lasquetty Y es que el señor Lasquetty, hablando sobre el hospital de Collado Villalba, y echando mano de su acreditada habilidad para la divulgación de cifras cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia, declaró que este año se habían ahorrado en dicha infraestructura hospitalaria la no desdeñable cantidad de 4,5 millones de euros al mes.

En estos tiempos de crisis y déficit público este «ahorro» sería una buena noticia si no fuera porque el hospital de Collado Villalba nos cuesta a «la suma de todos» los madrileños más de 11 millones de euros y, lo que es peor, sin estar funcionando ni tener fecha de apertura a la vista. «Si por un hospitalillo cerrado me ahorro 4,5 millones al mes, ¿cuánto me podría ahorrar con el cierre de todos?», pensará quizás el consejero en sus ensoñaciones estivales.

Gracias señor Lasquetty

Por Ángela González Carrero

Este año he sufrido las consecuencias de la nefasta política sanitaria de la Comunidad de Madrid. En noviembre de 2012 entré en lista de espera en el Hospital de Alcorcón para operarme de un mioma uterino. Fue entonces cuando entró en juego la máquina privatizadora del señor Fernández Lasquetty.Lasquetty

Me avisaron desde la Unidad Central de Gestión para ofrecerme varios centros privados donde realizar la intervención entre los que no se encontraba mi hospital público de referencia. Al rechazar la oferta, me advirtieron que iban a tardar bastante tiempo en operarme y así fue. En junio de 2013, me avisan del Hospital de Alcorcón para realizar la intervención, es decir, seis meses más tarde.

Menos mal que soy enfermera y que una tarde de febrero de 2013, mientras trabajaba en el Hospital Severo Ochoa, tuve que ir a urgencias después de estar a punto de sufrir un shock hemorrágico por un desprendimiento del mioma. Menos mal que me atendieron en el hospital donde trabajo y me operaron de urgencia. Menos mal que todavía existen hospitales públicos de calidad. Afortunadamente fue un grandísimo susto con final feliz. Muchísimas gracias señor Lasquetty por dirigir una política sanitaria cuyo objetivo es el bienestar de los pacientes.

Érase una vez la Sanidad pública

Por Víctor M. García

Hospital de MadridÉrase una vez una Sanidad pública creada con dinero de todos y que era una referencia por su relación cobertura/coste por habitante. Pero llegó el PP privatizando todo y la malvendió. Ahora nuestra salud está en manos de empresarios que decidirán si nuestra patología merece ser costeada. Muchos profesionales sanitarios serán despedidos para «optimizar recursos» y los que queden verán empeorar sus condiciones laborales mientras merma su salario.

El transporte público es el próximo objetivo de ésta élite parasitaria que ve el sector público como un gran pastel que repartirse. El abandono de la escuela pública y el encarecimiento de la universidad no son casuales. Una sociedad poco formada es más fácilmente manipulable. ¿Revertirá esta situación? Claro que sí. Cuando las ahora relucientes infraestructuras se degraden y precisen de una gran inversión. Será el momento de que la Administración recompre con nuestro dinero lo que nos fue arrebatado. Pero mi excesivo idealismo me dice que no llegaremos a eso. Que dejaremos a un lado nuestras diferencias ideológicas y castigaremos en las urnas a aquellos que olvidaron a las personas. Que desoyeron y abusaron.