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El cine de Scorsese, desmenuzado en seis vídeo ensayos

Cartel alternativo de 'Uno de los nuestros' - Matthew Durkin - www.behance.net/durkinsdesigns

Cartel alternativo de ‘Uno de los nuestros’ – Matthew Durkin – www.behance.net/durkinsdesigns

“Para mí ser un gánster es mejor que ser presidente de los EE UU”. La frase casi inicial —la inicial es: «Según creo recordar siempre quise ser un gánster»— de Uno de los nuestros (1990), pronunciada en off por Henry Hill, el irlandés que sueña con ser goodfella’, tiene la rebeldía y la inocencia de una proclama revolucionaria. Ahora que un cliente potencial de barra americana habita la Casa Blanca, suena también a acertada profecía.

Martin Marcantonio Luciano Scorsese —el nombre previene sobre la ascendencia familiar, en la honorable Palermo siciliana, donde es obligado ser ferviente en el catolicismo y aún más cumplidor en el culto al linaje— llega a los 75 años en 2017. Falta bastante: el cumpleaños es el 17 de noviembre, pero quiero ser un early bird en el oratorio: el mundo sería mucho menos elocuente y bastante más tedioso sin Marty entre nosotros. Lee el resto de la entrada »

Doce millones de migrantes europeos ‘repueblan’ Ellis Island

A su llegada a Nueva York en 1901, escapando de las balas de una lupara de la mafia siciliana, el niño de diez años Vito Andolini es rebautizado por el gendarme de Inmigración, que le otorga por error el apellido de su pueblo natal, Corleone. El crío está enfermo de viruela y lo internan en cuarentena en un hospital para inmigrantes. En el triste cuarto de la tierra nueva, sentado frente a la Estatua de la Libertad, cuyo significado dudosamente conoce, el dulce huérfano —objetivo de una vendetta que le ha deja solo en el mundo porque su padre se atrevió a insultar al capo local— canta una tonadilla en dialecto siciliano.

La escena, narrada con cadencia de llanto por Francis Ford Coppola en El Padrino —esa trilogía sobre una saga italoestadounidense que debería ser considerada como patrimonio de la humanidad—, se desarrolla en la Isla Ellis, en la bahía de Nueva York, un islote plano y de muy pequeño tamaño que la intervención humana amplió hasta 11 hectáreas merced a sucesivos trabajos de relleno. Cuando los colonos holandeses la compraron en 1630 a los indios, era poco más que una lengua de barro donde abundaban las ostras e incordiaban las gaviotas.

Inmigrantes en Ellis Island, 1892 - Foto: Wiki Commons

Inmigrantes en Ellis Island, 1892 – Foto: Wiki Commons

Desde 1892 hasta 1954, Ellis Island fue el principal punto de entrada de inmigrantes a los EE UU: 12 millones de personas desembarcaron en la isla, convertida en centro de control migratorio, penitenciaría, hospital psiquiátrico, paritorio y zona de aislamiento sanitario para enfermedades infecciosas. Fue tanta la magnitud del flujo de recién llegados —sobre todo europeos que escapaban de las hambrunas, la miseria, las persecuciones y la guerra de un continente que siempre ha destacado por ser especialmente cruel con los suyos, sobre todo si se trata de pobres, débiles o amenazados— que se calcula que el 40 por ciento de los estadounidenses tiene algún ancestro entre los migrantes que pasaron por Ellis.

Aunque el Ellis Island Immigration Center —desde 1965 es un museo y forma parte del complejo monumental de la Estatua de la Libertad— es muy conocido y recibe visitas de mareas de turistas y curiosos, la isla tiene un lado obscuro que no figura en las guías, está cerrado al público a no ser que se tramite un permiso especial y sufre peligro de inminente ruina.

Sólo tres de los 33 edificios del antiguo complejo han sido restaurados y dan notables ganancias a los administradores federales: para obtener una copia de la ficha de llegada al país de una persona es necesario pagar unos 25 euros.

La organización sin ánimo de lucro Save Ellis Island (Salvemos Ellis Island) trata de llamar la atención sobre la necesidad de rehabilitar y conservar las construcciones de la parte sur de la isla, condenadas al olvido y la desidia. La llaman, no sin razones, la «otra Ellis Island».

El edificio del Ellis Island Immigrant Hospital en la actualidad - Foto: Save Ellis Island

El edificio del Ellis Island Immigrant Hospital en la actualidad – Foto: Save Ellis Island

El centro de las demandas de la organización es el enorme complejo del Ellis Island Immigrant Hospital. Inaugurado en 1902, fue el primer hospital público de los EE UU y las dependencias, durante décadas las más extensas del país dedicadas a la sanidad, se repartían entre 22 construcciones.

Funcionó hasta 1930, empleó una plantilla de 300 médicos y sanitarios y atendió gratuitamente a más de un millón de inmigrantes que llegaban enfermos al país. En la maternidad nacieron 350 niños, bautizados por las madres, en un gesto de agradecimiento que se convirtió en costumbre, con el mismo nombre de pila del médico que las habían atendido durante el parto, si el bebé era niño, o de la comadrona, si era niña.

Fichas de pacientes psiquiátricos del hospital para inmigrantes

Fichas de pacientes psiquiátricos del hospital para inmigrantes

Hubo intervenciones menos felices en las dependencias del complejo hospitalario. Algunos pacientes fueron utilizados por los médicos, sobre todo los psiquiatras, para poner en práctica las estúpidas creencias de la eugenesia, que proponía la selección genética del darwinismo social del siglo XIX del que tomarían prestados los nazis los ideales supremacistas. Las fichas de los pacientes son desoladoras y permiten leer las notas de los médicos proxenófobos: «constitución inferior», «bajo grado de imbecilidad»…

Existen evidencias —para personalizar las tragedias conviene ver el documental que inserto bajo la entrada, Forgotten Ellis Island (La olvidada Ellis Island), dirigido por Lorie Conway en 2008— de que algunos pacientes fueron catalogados como locos para que los médicos experimentaran a su antojo con ellos. También hubo muertes entre los enfermos: 3.500. La mayoría de los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes de restos anónimos en los cementerios urbanos de la cercana Nueva York.

La gente de Save Ellis Island ha tenido la idea de repoblar los semiderruidos edificios médicos. Han encargado al artista urbano francés JR el proyecto Unframed Ellis Island (algo así como Ellis Island sin marco) para recordar que el lugar fue la puerta de entrada a los EE UU de la emigración que sostuvo al país durante años complejos y épocas de recesión.

El artista ha colocado siluetas de tamaño natural obtenidas de la ampliación de fotos de archivo sobre paredes desconchadas, ventanales arruinados, tabiques a punto de caer, asientos de sillas almacenadas de cualquier modo… El resultado es una acción de arte penetrante que permite que a los olvidados recintos sanitarios de la «isla de las lágrimas y la esperanza», como ha sido llamada Ellis por algunos, regresen las personas que fueron internadas en el gigantesco hospital con tuberculosis, difteria, cólera o simplemente con una profunda nostalgia.

Es posible soñar que el niño Vito Andolini, síntesis del censo de los recién llegados, también vuelve a Ellis en estas siluetas de grano tipográfico reventado. Conviene recordarlo muriendo décadas más tarde como capo mafioso domado por el tiempo y jugando con su nieto entre las tomateras. Su última máxima acaso fue aventurada también por buena parte de los migrantes europeos: «¡La vida es tan hermosa!».

Ánxel Grove

La estatuilla a un nazi, el sueldo de un acomodador y otras vanidades de los Oscar

© Chris Vector

© Chris Vector

Cuando 3.300 seres humanos engalanados y bellos —no he utilizado, con intención, los mayoritariamente improcedentes adjetivos inteligentes y cultos— se sienten el domingo en las butacas del Dolby Theatre de Los Ángeles para asistir a la 85ª ceremonia de entrega de los Premios Oscar, a ninguno de ellos le faltarán razones para la sonrisa. Lo que está en juego, el motivo final de la noche, se puede medir con la más estimada de las unidades en estos tiempos codiciosos, el papel moneda.

El negocio del cine, verdadero anfitrión de la gala, ingresó en 2012 y sólo en los EE UU 10.7000 millones de dólares (unos 8.000 millones de euros) —sobre la caja mundial no hay datos fiables, pero se suele admitir que es cuatro veces superior a la estadounidense: hablamos, por ende, de unos 32.000 millones—. La cifra, que se limita a las entradas vendidas en taquilla y deja fuera la comercialización doméstica, explica los atrevidos modelos de haute couture, la joyería obscena y el simpático charmant sobre la alfombra, pero conviene recordar que con estos galantes señores y señoras sucede lo mismo que con los policías antidisturbios que vigilan las sedes de los partidos políticos investigados por corrupción: les estamos pagando el sueldo, la pose y la vanidad (el año pasado se metieron en los tractos digestivos 1.200 botellas de champán, 1.200 ostras japonesas y 18 kilos de caviar en el ágape posterior, anunciado como «anticrisis»).

Mantengamos la calma y llamemos al Señor Lobo

Mantengamos la calma y llamemos al Señor Lobo

En vísperas de la kermesse, van unas cuantas curiosidades sobre los Academy Awards desde el más profundo desprecio hacia los bailes de beneficencia y las mesas petitorias del gremialismo. Y no se trata de una posición personal: el año pasado la ceremonia masturbatoria de Hollywood tuvo una audiencia de casi 40 millones de televidentes, algo así como un 0,5% de la población mundial, lo que me anima a considerar que la gente del cine haría bien en aplicarse como norma de conducta el consejo de humildad que desde la pantalla repartía el inolvidable Señor Lobo: «No empecemos a chuparnos las pollas todavía».

1. Una sola peli X. El único premio a la mejor película para una obra calificada como X (en los EE UU) fue para Cowboy de Medianoche (John Schlesinger), que lo ganó en 1970. La consideración del film como explícito es cuando menos discutible y la categoría está relacionada con la secuencia de la fiesta sicodélica en la que participaron algunas super stars de la Factory de Andy Warhol. El film fue reclasificado poco después del estreno como R (contenido recomendado para mayores de 17 años).

2. Y muy pocas para todos los públicos. Desde 1969, cuando ganó el Oscar como mejor película Oliver! (Carol Reed), ninguna clasificada G (para todos los públicos) se ha llevado el galardón.

Julie Christie, desnuda

Julie Christie, desnuda

3. El primer desnudo premiado. Julie Christie, en 1966, fue la primera mujer que ganó el premio a la mejor actriz tras aparecer desnuda en una película (Darling, también de John Schlesinger, el director de Cowboy de Medianoche). El desnudo era muy cándido (culo y pechos en escorzo) y la actriz había montado una escandalera en el rodaje, con llanto y mocos incluidos, para que el director la exonerase de desvestirse.

4. Oscar para un nazi. El alemán Emil Jannings ganó el premio como mejor actor en 1929 —en la primera convocatoria del certamen— por sus interpretaciones en dos películas, La última orden (Josef von Sternberg) y El destino de la carne (Victor Fleming). La Academia tuvo el detalle de darle la estatuilla una semana antes de la ceremonia para que Jannings pudiese volar a su natal Alemania, donde tenía compromisos. Unos años más tarde Hitler nombraría al actor responsable de los estudios UFA y el ministro nazi de Propaganda, Josef Goebbels, le condecoró como Artista del Estado por su participación en películas de propaganda como Ohm Krüger (1941). Tras la derrota de sus colegas nazis, fue detenido —«¡no disparen, gané el Oscar!», gritó a los soldados estadounidenses, llevando la estatuilla sobre la cabeza— y adujo que le habían obligado a colaborar a la fuerza. Murió en 1950, con el hígado destrozado por el alcohol.

5. Los Beatles también tienen un Oscar. El grupo más famoso de todos los tiempos ganó el premio a la mejor música original en 1971 por Let It Be (Michael Lindsay-Hogg), pero sólo fue a recogerlo Paul McCartney: el grupo se había separado unos meses antes porque, como muestra el documental, los cuatro músicos no se soportaban entre sí. La película, la única decente de la filmografía beatle, no ha sido reeditada porque McCartney y Yoko Ono Lennon siguen vendiendo una falsa historia de hermandad que las imágenes desmienten.

Cartel de "La Ciociara" ("Dos mujeres")

Cartel de «La Ciociara» («Dos mujeres»)

6. Sophia, la primera que no hablaba inglés. El primer Oscar para un actor o actriz por un papel protagonista no hablado en inglés fue para Sophia Loren, que lo ganó en 1962 por el drama neorrealista Dos Mujeres (Vittorio De Sica).

7. Italia, diez. A la cabeza en el ranking de mejores películas extranjeras está Italia, con diez, entre ellas tres de Federico Fellini: Las noches de Cabiria, Amarcord y .

8. Cinco papeles, cinco mejores películas, ningún premio. Uno de los grandes actores de los años setenta, John Cazale, que murió a los 42, sólo tuvo tiempo de participar en cinco películas. Lo bordó en cada una y, aunque no fue nominado, todas estuvieron en la batalla por el Oscar al mejor largometraje: El padrino, La conversación, El padrino parte II, Tarde de perros y El cazador —las tres primeras dirigidas por Francis Ford Coppola y las dos últimas por Sidney Lumet y Michael Cimino—. Tres de ellas, los dos padrinos y El Cazador, ganaron el premio. Cazale rodó la última conociendo que padecía un letal cáncer de pulmones.

9. ¿Westerns? Mejor no. Sólo tres obras del género épico de las praderas y la soledad del pionero han ganado el premio a la mejor película: Cimarron (Wesley Ruggles, 1931), Bailando con lobos (Kevin Costner, 1990) y Sin perdón (Clint Eastwood, 1992).

Francis Ford Copola y su hija Sofía

Francis Ford Copola y su hija Sofía

10. Clanes. Un par de familias asiduas a las nominaciones: los Newman y los Coppola. Los primeros son compositores de música original y proceden de la saga de Alfred Newman, que fue postulado para 45 premios y ganó nueve. Era el compositor de confianza de John Ford. El hijo del músico, Thomas Newman, ha sido nominado nueve veces, pero no ha ganado ninguna estatuilla. Otros Newman que han concurrido al certamen son Alfred, Lionel, Emil, Thomas, David y Randy. El clan familiar atesora 87 nominaciones. Los Coppola —Francis Ford, Carmine, Sofia, Talia Shire y Nicolas Cage— tienen 24.

11. El mayor y la menor. La persona más joven que ha ganado un Oscar fue la (insufrible) niña prodigio Shirley Temple, que recibió un premio honorario en 1934, cuando tenía cinco años. El más viejo fue el actor Christopher Plummer, mejor actor de reparto en 2012 por Beginners (Mike Mills), a los 82.

12. Oscar y Nobel. Sólo una persona obtuvo los dos premios, el escritor George Bernard Shaw, que ganó enl Nobel de Literatura en 1925 y el Oscar al mejor guión adaptado en 1938 por Pygmalion. Otros tres escritores con el Nobel optaron a la estatuilla pero sin éxito: John Steinbeck, Jean-Paul Sartre y Harold Pinter.

Tumba de Haing S. Ngor

Tumba de Haing S. Ngor

13. Un Oscar asesinado. ¿El único ganador de los premios que fue víctima de una asesinato? El actor camboyano Haing S. Ngor, muerto a tiros en la puerta de su casa en 1996 cuando se negó a entregar a unos asaltantes un relicario de oro con una foto de su mujer, muerta en un campo de prisioneros de los Jemeres Rojos. Ngor había ganado el Oscar al mejor actor de reparto por Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984), una película sobre el ascenso al poder en Camboya del régimen de terror de los Jemeres.

Foto policial de Dalton Trumbo, detenido por "antiamericano"

Foto policial de Dalton Trumbo, detenido por «antiestadounidense»

14. Ganadores con identidades falsas. Tres guionistas acusados de «antiestadounidenses» durante la la caza de brujas y condenados al ostracismo ganaron sendos premios adoptando identidades falsas que les permitían seguir trabajando: Dalton Trumbo —en 1956 por El Bravo (Irving Rapper), con el nombre de Robert Rich— y Carl Foreman y Michael Wilson, que se lo llevaron al unísono en 1957, ocultando su filiación con el nombre del novelista (real) Pierre Boulle, por el guión de El puente sobre el río Kwai (David Lean). La Academia les volvió a entregar a los tres los premios en 1985, esta vez con sus identidades reales. Foreman y Wilson ya habían muerto y sus viudas recogieron las estatuillas.

15. Sólo un Oscar ganó el Oscar. El único ganador del premio que comparte nombre con la estatuilla es Oscar Hammerstein II: mejor canción en 1941 —coescrita con Jerome Kern— por The Last Time I Saw Paris, de la película Lady Be Good (Norman Z. McLeod).

16. Oscar de madera. En 1937 el ventrilocuo Edgar Bergen —creador del muñeco Charlie McCarthy— recibió un Oscar honorario. La estatuilla era de madera y tenía la mandíbula articulada. La hija del artista, Candice Bergen —la Murphy Brown televisiva— fue nominada en 1979 por Comenzar de nuevo (Alan J. Pakula), pero le ganó la inevitable Meryl Streep.

La fabrica de las estatuillas

La fabrica de las estatuillas

17. Despidos en la fabrica de estatuillas. Desde la primera edición de los premios los organizadores han entregado 2.809 estatuillas. Durante la II Guerra Mundial, por escasez de metales (dedicados a la maquinaria bélica), fueron de plástico. Diseñada por Cedric Gibbons, director artístico de la Metro (y ganador de once premios por películas como El mago de Oz), la figura representa a un caballero sobre un rollo de película y sosteniendo una espada. Las estatuillas de oro (3,6 kilos de peso y 34,29 centímetros de altura) han sido fabricadas desde 1982 por la empresa de Chicago R. S. Owens & Company, cuyos artesanos tardan un mes en realizar las 50 figuras que se entregan en cada gala. La empresa está en crisis y acaba de despedir a 95 empleados.

Prepartivos para la gala de este año (Darren Decker / ©A.M.P.A.S.)

Prepartivos para la gala de este año (Darren Decker / ©A.M.P.A.S.)

18. Hombres, blancos, maduros y autopremiados. La entidad organizadora de los Oscar, la Academy of Motion Picture Arts and Sciences, está formada por 5.765 miembros del gremio del cine. Según una encuesta de Los Angeles Times, el 94% son blancos; el 77%, hombres; el 86% tiene más de 50 años y el 33% ha ganado alguno de los premios.

19. Patrones. La Academia tiene unos activos financieros de 196 millones de dólares (unos 146 millones de euros) y la la gala de los Oscar produce un beneficio de 81,3 millones de dólares (60 millones de euros).

20. Empleados. Los acomodadores del teatro durante la ceremonia reciben una paga de 125 dólares por una noche de trabajo, 93 euros.

Ánxel Grove

El retorno de Francis ‘Ciencia’ Coppola

Francis Ford Coppola en el set de 'Apocalypse Now'

Coppola en el set de 'Apocalypse Now'

Francis Ford Coppola (Detroit, 1939) sabe lo que es pasar de la dirección a la completa locura, sabe lo que es descalabrarse por una historia en la que crees ciegamente, sabe de saltarse presupuestos y arruinarse varias veces por amor al arte…

Este mes ha anunciado el estreno de Twixt, su nueva película, influenciada por las historias clásicas de terror y protagonizada por Val Kilmer, que interpreta a un escritor en decadencia que llega a un pueblo en el que asesinan a una joven. El ambiente irrespirable y claustrofóbico del pueblucho se convierte en el escenario ideal para acontecimientos extraños. En este link se puede ver el trailer.

Para celebrar el regreso, ahí van una docena de notas que construyen al personaje: un eterno niño que experimentó en el punto álgido de su carrera la necesidad del sacrificio personal más extremo por una película bien hecha.

1. Lo llamaron Francis en honor a su abuelo materno, Francesco Pennino. El nombre de Ford le fue dado por el lugar en donde su padre –Carmine Coppola– trabajaba por entonces como arreglista musical y ayudante de dirección:  The Ford Sunday Evening hour, un programa de música clásica con orquesta en directo que duró de 1934 a 1946 y que estaba patrocinado por los coches Ford.

Coppola a los 10 años - © American Academy of Achievement

Coppola a los 10 años - © American Academy of Achievement

2. Cuando tenía nueve años contrajo la polio. El lado izquierdo de su cuerpo quedó paralizado. «El médico me dijo que no volvería a caminar y que tenía que ser valiente como un soldado. Me llevaron a casa, me tendieron en la cama y me amarraron el cuerpo con las sábanas para que no me cayera», le contó más tarde el director al biógrafo y crítico de cine Peter Cowie.

3. Por su enfermedad estuvo casi un año recibiendo al fisioterapeuta en su cuarto, aislado por ser la poliomelitis una enfermedad contagiosa. No se le permitía recibir visitas y apenas tenía contacto con la familia. Inventaba personajes con marionetas, a las que manejaba inventando historias y diálogos.

4. El padre de Coppola tenía planeado que su hijo fuera ingeniero. Francis, fascinado por la ciencia y la tecnología, consideraba la idea de ser científico o físico nuclear y no se le pasaba por la cabeza dedicarse a nada artístico.

5. En el instituto lo llamaban Science (Ciencia) y lo veían como el empollón flacucho y con gafas que sabía todo aquello que a nadie le interesaba.

En maquillaje con Marlon Brando y Al Pacino - Steve Shapiro

En maquillaje con Marlon Brando y Al Pacino - Steve Shapiro

6. Cuando acabó la secundaria empezó a interesarse por el teatro, influido por su hermano August, que quería ser escritor y  convenció a Francis para asistir a la universidad de Hofstra, en Long Island, famosa entonces por su actividad teatral. Tardó poco en fundar un club de cine y enamorarse de la dirección de obras de teatro.

7. Anthony Quinn, Orson Welles Frank Sinatra y Edward G. Robinson fueron algunos de los candidatos para interpretar al Padrino Vito Corleone, pero Coppola tenía claros a sus aspirantes: tenían que ser Laurence Olivier o Marlon Brando. Olivier rechazó el papel por razones de salud. Aunque Coppola veía improbable que un hombre todavía atractivo y joven como Brando -que tenía 47 años- quisiera interpretar el personaje, el actor aceptó.

En el rodaje de Apocalypse Now (1979) - Mary Ellen Mark

En el rodaje de Apocalypse Now (1979) - Mary Ellen Mark

8. Coppola es famoso por someter a sus actores a todo tipo de pruebas. Para la escena de El Padrino, en la que el productor de cine Jack Woltz encuentra la cabeza de su caballo cortada en la cama, utilizaron en los ensayos una de mentira. Para la película Coppola consiguió una de verdad en una fábrica de comida para perros. Según el actor John Marley (que interpretaba a Woltz), nadie le informó de que se fuera a utilizar la cabeza real en esa toma, con lo que su grito de horror fue verdadero.

9. Su hijo primogénito Gian-Carlo (Gio) era su mano derecha. De pequeño acudía a los rodajes y era capaz de estar durante horas sentado en silencio. A los 16 años comenzó a trabajar como aprendiz de su padre. Fue director asociado de Rebeldes (1983) y La ley de la calle (1983), dirigió el montaje de Cotton Club y fue director de la 2ª unidad de Captain Eo (1986). Murió en 1986 a los 22 años en un accidente de navegación cuando el actor Griffin O’Neal conducía la lancha en la que iban ambos. La novia de Gian-Carlo, Jacqui de la Fontaine, estaba entonces embarazada de dos meses. En 1987 nació Gian-Carla Coppola, que también ha hecho sus pinitos en el cine como actriz.

10. Para El Padrino. Parte III, Coppola eligió a Winona Ryder para interpretar a Mary, la hija de Michael Corleone. Dos días antes del rodaje en Roma, ella llegó con su entonces novio Johnny Depp, directa de acabar la película Sirenas (Richard Benjamin, 1990), sin haber descansado y sintiéndose enferma. El día de su incorporación al rodaje no podía levantarse de la cama. Un médico verificó que sufría un colapso nervioso y advirtió de lo peligroso de que intentara trabajar. Coppola barajó entonces la posibilidad de contratar a otras actrices, incluso pensó en Madonna. Pero no había tiempo para trámites ni arreglos. Lo más práctico era que Sofía, la hija de 18 años del director, se quedara con el papel.

Francis y Sofia en 1990

Francis y Sofia en 1990

11. Apocalypse Now, rodada en Filipinas, costó 31 millones y medio de dólares. Francis fundió el presupuesto y tuvo que hipotecar su vivienda para finalizar la peli. El estreno se pospuso varias veces. El rodaje, planificado para seis semanas, duró 16 meses. Hubo todo tipo de desastres: un tifón destruyó los escenarios, a Martin Sheen le dio un ataque al corazón, los helicópteros cedidos por el ejército filipino tuvieron que ser devueltos para combatir ataques de guerrillas… Coppola intentó suicidarse varias veces.

12. En 1975, tras el trauma económico y emocional de Apocalypse Now, se inició en el negocio de los vinos. Sus bodegas en Napa (California) han alcanzado gran fama. En abril de este año declaró que quiere introducirse en Europa. El enólogo francés Phillipe Bascaules supervisará la cosecha del 2011.

Helena Celdrán

‘El silencio de los corderos’ y ‘El Padrino’, libros infantiles

'Brave Cowboy Bill', uno de los títulos de Little Golden Books

'Brave Cowboy Bill', uno de los títulos de Little Golden Books

Fueron una revolución de la literatura para niños en Estados Unidos y universalizaron el cuento infantil. No cualquiera podía gastar dos o tres dólares en comprar un libro para críos, pero sí un Little Golden Book (Pequeños Libros Dorados). Los vendían en cualquier gran almacén y en las tiendas de rebajas. Costaban 25 centavos.

Las historias y las ilustraciones de los libros baratos que promovieron en los años 40 la lectura entre los niños de EE UU, eran conmovedoras: ardillas que se saben el alfabeto, tímidos cachorros, mamás ganso, oseznos que no se querían ir a la cama, niños jugando a vaqueros…

Los libros dorados se siguen publicando. Ahora cuestan tres dólares. Han contado historias de Scoobie Doo, la perra Lassie, Pokémon, Barbie, los Power Rangers o Barrio Sésamo y siguen siendo el soporte para las aventuras de cualquier ídolo infantil que esté de moda.

Los viejos se siguen reeditando por demanda popular. Ya han superado el estátus de clásico. Son una institución cultural que cautiva a los coleccionistas y que está presente en los museos.

Los dibujos, perfilados y vivaces, son un género de la ilustración y provocan suspiros nostálgicos a varias generaciones de adultos, que se transportan a la niñez con esos motivos cándidos de colores acuarelados.

Josh Cooley - 'El padrino'

Josh Cooley - 'El padrino'

Lo que ha hecho Josh Cooley es desconcertante y cautivador dentro de lo retorcido. Nadie se imagina un libro de la mítica colección infantil estadounidense que adapte El Silencio de los corderos, Terminator, Seven o El Padrino.

El dibujante recrea las escenas más duras de clásicos del cine de los setenta hasta ahora. Estéticamente son ilustraciones típicas de los libros dorados, los motivos son otra cosa.

Cooley ha puesto a los pequeños libros dorados patas arriba. Hace tres años que está enganchado a las que llama «inapropiadas escenas de Golden Books», una colección de ilustraciones que, desde que empezó, no ha podido dejar de ampliar. Hace un año vio que tenía tantas recopiladas que decidió publicarlas en un libro: Movies R Fun. Por su originalidad y constancia temática he tenido que traer sus dibujos a Obsesiones.

Josh Cooley - 'Apocalypse Now'

Josh Cooley - 'Apocalypse Now'

«Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar, explicó Don Corleone»; «el horror, el horror…, dijo entrecortadamente el Coronel Kurtz» .

Con un texto simplificado, típico de las primeras lecturas, Cooley se atreve a dibujar la espeluznante escena de la cabeza de caballo en la cama de El Padrino o a Marlon Brando en el monólogo final de Apocalypse Now interpretando al trastornado Coronel Kurtz.

Causan entre risa y admiración, por el mérito que tiene escenificar imágenes tan lejanas a la temática infantil con un ingenio fruto de la destreza como dibujante de Cooley, que también trabaja en Pixar.

Otros dibujos incluso pueden borrar de forma inesperada la sonrisa de tu cara, como el  dedicado a una escena muy particular  del Silencio de los corderos.

Josh Cooley - 'El silencio de los corderos'

Josh Cooley - 'El silencio de los corderos'

En el dibujo, el psicópata Jame Buffalo Bill Gumb (interpretado por Ted Levine) ordena a su víctima, a la que ha metido en un hoyo, echarse crema con la intención de despellejarla más tarde. Cuando la chica no obedece, la riega con agua fría. La única réplica a las súplicas es la taxativa frase: «Se  frota la loción en la piel, o si no, vuelve la manguera». El perrito, en los brazos del monstruo, conserva en sus ojos como canicas y su pelaje de algodón la dulzura de los Little Golden Books.

Helena Celdrán