La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Archivo de mayo, 2008

Teatro Cervantes de Tánger, el cementerio de sueños

Inaugurado en 1914, el Teatro Cervantes de Tánger es hoy una ruina. Aunque, de momento, unos seis millones de euros tratan de salvarlo. El Gobierno español aprobó esa partida la pasada legislatura para su consolidación.

El Cervantes de Tánger es un edificio emblemático. La idea de su recuperación —vieja idea ya— es irreprochable, desde luego. Pero dudo mucho de que la acción resulte eficaz. Incluso dudo de que tenga sentido gastarse esos primeros 1.000 millones de las antiguas pesetas de los impuestos de los españoles —a los que le seguirán otros 6, 15 o quién sabe cuántos—para transformar ese montón de escombros que es ahora en un teatro moderno con todas las posibilidades de uso.

Pero es que hay más: ¿de qué sirve recuperar el Teatro si el entorno continua degradado? Tanto los edificios aledaños (algunos en ruina, como el teatro), los solares, y hasta el pequeño parque que hay, hace décadas que nadie mira por ellos; su recuperación, lógicamente, requerirá también una importante inversión.

Demasiado dinero, pues, el que deberá gastarse España para que, luego, los tangerinos sigan dándole la espalda a la cultura. Y ésta no es sólo una frase hecha, es la verdad. Voy con frecuencia al cine Rif, donde se ha inaugurado una magnífica filmoteca, y lo normal es que no haya más de 8 ó 10 espectadores por pase; el último día que estuve éramos cuatro personas. De modo que gastar tanto dinero en recuperar unos muros que sólo albergan sueños… no sé; no parece que tenga mucho sentido. Lo tendrá si se prevé y organiza su continuidad. Es decir, si el Gobierno español (propietario del Teatro) piensa y planifica qué hará con él los próximos cinco o seis años, tras su restauración.

Que el Teatro Cervantes de Tánger sea singular no debe impedirnos ver la realidad. Y la realidad es que su futuro, aunque se restaure, se antoja difícil. Sería muy triste que España gastase tanto dinero para luego mantenerlo cerrado. ¿Cómo evitar que esto ocurra? Siendo previsores, ya digo. Aunque mantenerlo costará tanto dinero que se hará imprescindible firmar convenios con las instituciones estatales y locales de Marruecos, además de recurrir al patrocinio de empresas privadas y multinacionales, creo yo. Si esto se hace así, adelante. A ver si ese cementerio de sueños, en el que actuaron Caruso, María Guerrero, Margarita Xirgu, Pastora Imperio, Lola Flores, Raquel Meyer o Federico García Lorca, entre algunas decenas más de nombres ilustres, vuelve a renacer de sus cenizas…

Tánger a ritmo de jazz

Tánger renace como el ave Fénix cada día, y últimamente casi cada hora. Esta ciudad que vive entre mitos y libros…, sobre todo de lo que se ha escrito de ella en el último siglo, se ha convertido en estos años en una especie de Itaca para el dinero. ¡Para toda clase de dinero! Por aquí se pasea el Gran Capital felicitándose de haber descubierto un nuevo lugar en el que poner sus garras. Por aquí pululan promotores inmobiliarios a espuertas, inversionistas sin escrúpulos, multinacionales con “inventos nuevos” y otros antiguos que se han traído de Europa (veáse Delphi o Renault), aprovechando la mano de obra barata y resistente, a pesar de sus sueldos de miseria.

Un empresario español alardeaba el otro día de los 1.800 dirhans al mes (180 € en números redondos) que le paga a los dos encargados que tiene en su fábrica. ¿Cuánto les pagará a los obreros? Pero eso no importa; lo que importa para él es —según contaba con gusto— son esas juergas que se corre cada noche.

En fin, esto es hoy Tánger. El mito renace de sus cenizas… Todos los días se inaugura algo aquí: un nuevo centro de ocio, un hotel, un cabaret, un restaurante, un café, una sala de fiestas…

Y hablando de fiestas: Hasta el próximo domingo los aficionados al jazz tienen en esta ciudad jazz a gogó. El Tanjazz está en plena ebullición desde ayer. Esta es su novena edición. Por aquí pasarán, entre otros, el pianista cubano Chuchito Valdés, el saxofonista Leonel Zúñiga, el guitarrista Biréli Lagrène, el trompetista galo Fabien Mary y la joven promesa norteamerican Sara Lazarus o el español Isaac Turienzo que es capaz de fundir el fado portugués con la bulería a ritmo de jazz. Todo un hallazgo. En total, durante los cinco días que dura el evento, habrá 23 actuaciones con 189 artistas; algunas de ellas en la calle.

Así que, a animarse, que Tánger se anuncia en el horizonte como la Meca del divertimento. (Y parece que también del progreso sin control; aunque esta es otra historia)

Bajarse los pantalones en Marruecos puede traer cola…

Hay personas en Marruecos que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el suyo. Bueno, esto ocurre en todas partes, la verdad. Abdelilah Benkiran, presidente del Consejo Nacional del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) —islamistas moderados, dicen— ha pedido que se investigue por qué se bajó los pantalones (un poco) y mostró su trasero al respetable el cantante de Los Delinqüentes durante su actuación en Rabat, hace unos días, en el festival Mawazine.

A mi también me parece de mal gusto que Carlos del Ojo, “Canijo” —éste es el apodo por el que se le conoce a este chico— se baje los pantalones durante una actuación musical. Me parece, incluso, una solemne estupidez, una tontería que lo haga. Pero de ahí a querer procesarle, alegando que ha “humillado”, “ofendido” y no sé cuantas cosas, al pueblo marroquí, va un gran trecho.

Este señor que se rasga las vestiduras por ello y arrima el ascua a su sardina, como es lógico, nada dice de lo que a todas las personas normales y decentes de su país, y en general de todo el mundo, sí le parece una verdadera humillación. A saber: el trato que los integristas dispensan a las mujeres. Podría el señor Benkiran, por ejemplo, empezar por criticarse a sí mismo y, de paso, a todos los que cómo él obligan, sí, obligan, con sus diatribas religiosas a cientos de mujeres a ir tapadas hasta los ojos , a las que apenas se les ven las pestañas. ¡Eso si que es humillación y no bajarse los pantalones! Y de esto nada dice el personaje; al contrario, lo aplaude.

Ayer pasé por el Zoco Grande al mediodía —más de 30 grados al sol—, y allí estaba sentada, en uno de los bancos, una parejita de jóvenes: él, con sus vaqueros y camisa a cuadros; sus zapatillas de tenis, cómo no. Ella, cubierta de los pies a la cabeza, como una monja antigua, por supuesto con guantes y una rendija en la cara por la que, supongo, veía y respiraba… ¡Eso si que es grave y cruel! ¡Eso si que humilla a las mujeres!, repito. Y no creo yo que Dios —ningún díos— exija a ninguna mujer taparse hasta la raíz del pelo cuando a los hombres les permite vestirse como les da la gana. Debería el señor Abdelilah Benkiran vestirse así también; meterse en un saco hasta cubrirse la cabeza. Y entonces le creeríamos… O no.

¡Que vienen los bárbaros!

A veces sobran las palabras… ¡Esa escavadora…! Si hablasen las rocas, ¿qué nos dirían?

La tierra tiembla ante las acometidas de las zarpas de acero de los especuladores… Y el mar, por el momento, no se atreve a dar el salto y devorarlos; me refiero a sus villas de lujo a pie de playa. Quizá algún día lo haga y engulla hoteles, mansiones, edificios de apartamentos… Pero a los promotores del negocio les dará igual, porque ellos seguirán contando, avariciosos, su dinero en el último piso de las torres de cristal de la City de Londres, París o Madrid, por ejemplo.

Los especuladores inmobiliarios son una plaga. La globalización tiene estas cosas; hoy estás aquí y mañana allí escarbando como posesos. Con los aviones y los ordenadores podemos planificar la destrucción del mundo en unos minutos y no pasa nada. Luego nos entretenemos en reconstruirlo (véase Irak).

Estos Bárbaros de la construcción acabaron primero con las costas españolas y ahora se han venido a Marruecos a seguir devorando y destruyendo lo que le queda de país de tierra virgen.

Ya he escrito en otro par de ocasiones sobre este tema, pero a nadie parece importarle. Así que habrá que seguir insistiendo. Las costas de Marruecos pronto serán pasto del cemento, la basura y el ruido. Ni acantilados, ni ruinas, ni reservas naturales, ni Historia… Nada se respeta ya. Lo que importa es enriquecerse como sea. Marruecos sufre hoy la mayor acometida del capitalismo más salvaje y especulador que pueda imaginarse. Y a nadie parece importarle demasiado… Porque… ¿Es qué no pueden hacerse esos mismos chalets aunque sea a cien metros de la costa? Aunque sólo fuera para respetar la belleza… Y ya no hablo del respeto a la naturaleza, al desarrollo sostenible, al mar, del planeta…

Ya lo verán… Todo esto saltará algún día por los aires.

Andalucía descubre “El Dorado” en Marruecos

Un titular similar al que presentas este post, en El Diario de Cádiz, anuncia el inminente descubrimiento del siglo. Y puede que sea así, si se sabe hacer bien. De todos modos… ¡Si Andalucía siempre ha estado ahí, a dos pasos de Marruecos, desde el origen de los tiempos, y nunca se ha preocupado de ello! Como anécdota puedo contar que hace 17 años, cuando vine a vivir a Marruecos, escribí no menos de una docena de cartas a otros tantos periódicos andaluces ofreciéndoles mi colaboración profesional para informar al lector andaluz sobre lo que ocurría por aquí… Nadie mostró el más mínimo interés. ¡Ni uno sólo me contestó! Es más, creo que hasta hoy, ¡hasta hoy mismo!, todavía es muy poco el interés que Andalucía tiene por este país.

De todas formas ya es hora de que Andalucía se fije en Marruecos en serio. Yo también creo que ha llegado el momento para hacer negocios juntos y compartir proyectos. Dicen que la mano de obra barata y el boom inmobiliario son los dos argumentos que “han hecho despertar” y “decidido” al empresariado andaluz a pasar a este lado del charco… Bueno, que vengan; pero que vengan con cuidado y en serio. Que se abstengan los piratas de caer por aquí y los que creen que todo el monte es orégano; que más de uno de los que llegaron en su día y se creyó “muy listo”, empezó a “pasar la mano por el lomo” a unos y a otros, creyendo que así lo tenía todo fácil y cuando se quiso dar cuenta, en lugar de trasquilar, le habían trasquilado. Aquí, como dicen en la Cámara de Comercio de Tánger, no atan tampoco los perros con longanizas.

Aquí lo que hacen falta son empresarios serios, responsables, con ideas claras y que exijan el mimo comportamiento al empresariado marroquí. Y, por supuesto, que sean democráticos, justos, y respeten las leyes; que se apoyen en esa sociedad civil y democrática que está deseando ocupar su lugar en Marruecos… Nada de intentar “pelotazos” o negocios arriesgados basados en chanchullos. Sólo si se establecen relaciones entre iguales podrán salir adelante los proyectos. Sólo si Andalucía y Marruecos funcionan con rigor, como países fronterizos que son, podrán mantener negocios en común y practicar el intercambio comercial permanente.

Porque, una cosa que deberá tener clara el inversor español (andaluz, en este caso) cuando llega a Marruecos es que, puestos a “ser listos”, cuando los españoles van, los marroquíes ya vienen. Que en asuntos de industria comercial, regateo, trapicheo y todo clase de comercio… a los marroquíes no hay quien les gane.

Hombres inmaduros. Aquí y en todas partes

Hará unos quince años, en Rabat, una noche, un grupo de amigos hablábamos con un empresario marroquí de forma distendida. Me he acordado muchas veces de este encuentro y las cosas que decía. Se quejaba “amargamente” esta persona del comportamiento de los hombres en Marruecos. “¡Es que en este país no hay hombres!” “¡No hay hombres!”, repetía lamentándose, sin duda exagerando. Entonces no entendí qué quería decir, pero con los años he ido comprendiéndole.

No creo, de todos modos, que pueda plantearse esta cuestión en esos términos tan categóricos. Que en todas partes cuecen habas, está claro. Pero sí es cierto que, desde entonces, he oído muchas veces estos mismos argumentos a algunas mujeres marroquíes… Mujeres libres, feministas e independientes, profesionales… Mujeres que suelen afirmar que el género masculino, en Marruecos, adolece de una construcción emocional que les lleva a comportarse como niños; es decir, los hombres por aquí, comentan, son irresponsables en el ámbito afectivo y se inhiben de sus obligaciones como adultos, compañeros, o como padres…

Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Un argumento, éste, que bien podría aplicarse al género masculino en general, en cualquier parte del mundo. En España, sin ir más lejos, ¡ya se ve los hombres que tenemos! (¡Por supuesto que no meto en el mismo saco a todos!, claro) Igual que pavos reales van los hombres por ahí… suplicando que les quieran… O suspirando por unas tetas, que es peor. Y si no consiguen lo que desean, se enfadan; y, a la menor, se ponen agresivos y violentos. Y, por seguir con el ejemplo, en Sudamérica ocurre igual. ¿Cuántas mujeres tienen hijos con hombres que al instante las olvidan o al menor contratiempo se quitan de en medio?

Se mire como se mire, el hombre no ha evolucionado mucho que digamos en la parcela emocional; le cuesta entender y compartir este espacio con la mujer. No considera este territorio (el privado, el de los sentimientos) importante. De ahí su comportamiento infantil. Y aquí, en Marruecos, por lo que oigo y lo que veo, parece obvio que es así.

La tradición de este país transporta al mundo adulto al niño sin avisarle. Un buen día se levanta el pobre niño y se le dice que se vaya con los hombres… Se acabó el ir al haman (baño público) con la abuela, la madre y las hermanas… Ahora tendrá que vérselas con su padre en la calle, en la tienda, en el café… y con los amigos de éste. Y esto es para siempre; ya no volverá a tener una relación normal —digámoslo así— con las mujeres. Pasará su pubertad, su adolescencia y juventud, solo y entre hombres. Incluso de casado la calle será “su hogar” donde estará con otros hombres. Su relación con las chicas, desde el principio será extraña; el abismo entre los sexos, poco a poco irá agrandándose. Por supuesto que hay en las ciudades marroquíes grupos de chicos y chicas jóvenes que no viven esto así; pero son aún minoría. Lo normal es que en el espacio público estén los hombres solos, mientras las mujeres, o están con otras mujeres o en casa.

El niño marroquí es expulsado del hábitat femenino demasiado pronto y nunca más volverá a él con naturalidad. Por eso le es tan difícil establecer una relación de igualdad con las mujeres. La relación normal, cotidiana, confiada, con el sexo femenino es casi siempre artificiosa, a veces irreal, irregular, y casi siempre traumática. Así que, cuando llega la hora de casarse los conflictos se multiplican. A muchos hombres es la madre la que les busca la esposa… O, si la eligen ellos, tampoco tendrán claro ni saben muy bien cómo han de comportarse con ella; sobre todo en el campo del respeto y la igualdad entre los géneros.

Esta inmadurez emocional, evidente en muchos hombres, es el pan de cada día en todas las culturas, desde luego. Pero aquí, incluso, se nota “en las relaciones profesionales”, aseguran algunos empresarios marroquíes ilustrados, intelectuales, etc. También los profesionales extranjeros se quejan de esto. Unos y otros dicen “no entender qué ocurre” cuando, por ejemplo, el interlocutor desaparece sin dar explicaciones o cuando ese hombre que ha cometido un error (que puede cometer cualquiera) no da la cara…

Una fotografía para pensar

Hace unos días tuve la ocasión de contemplar durante una hora a los adolescentes que aparecen en la foto. Me llamó sobre todo la atención que no hablasen casi entre ellos; que no se rozasen; que no se hiciesen bromas, risas o carantoñas… propias de esa edad. Sólo miraba, cada uno, ciega y obsesivamente a la pantalla su móvil respectivo; cada cual al suyo, sin levantar la vista a penas. Así todo ese tiempo que los tuve delante… Sin respirar… Jugaban con sus móviles… Se hacían algún guiño con ellos o a través de ellos; algunos tenían auriculares puestos y escuchaban lo que fuese en el iPod, el iPhone, el MP3 o en cualquier otro artilugio de esas maravillas de la técnica que tenemos hoy en día. En ningún momento el grupo hizo una piña o entabló una conversación…

Así será la especie humana en el futuro… pensé. Una especie autista, solitaria, conectada a las máquinas día y noche, incapaz de acariciarse, de establecer una discusión verbal con sentido o de elaborar un pensamiento colectivo; incapaz de mirar a los otros o al paisaje que haya enfrente, aunque sea éste el Paraíso.

Ya sé que estoy exagerando. Pero no me negarán ustedes que este grupo de jóvenes marroquíes de la foto son el retrato perfecto de esa globalización que tanto da que hablar hoy. Estos chicos y chicas podrían vivir en Nueva York, Londres, París, Tokio o Pekín, Madrid… Qué más da. Que más da que uno sea musulmán, cristiano, judío, ateo, budista, protestante, calvinista, animista, metodista, evangelista… Qué más da lo que se sea en lo espiritual, o qué importa lo religioso…

Si de lo que se trata es de vivir, sobrevivir, evolucionar, respetarse y no matarse por “quítame de ahí esas pajas”, como está ocurriendo ahora, lo mejor es aceptar que esa globalización no es una plaga, sino algo que nos iguala. De acuerdo que necesita “correcciones”; de acuerdo. ¡Pongámoselas! Pero no nos empeñemos en considerarnos exclusivos ni expulsemos “a los otros” por que sí.

Y ya sin reflexiones trascendentes, diré que con este post pretendía también llamar la atención sobre ese otro Marruecos moderno, progresista, democrático y preparado para afrontar el futuro con optimismo. Estos jóvenes que ven en la foto son un claro ejemplo de ello.Pod, I

Pájaros, huevos, flores, carne de ternera, tortugas, pollerías, gatos y perros…

Tánger es ese misterio que crece día a día, alimentando sus mitos, mientras engorda el libro de sus sueños inventando nuevas palabras. Decadente, maldita, trasgresora, cosmopolita, internacional, integradora de culturas, alegre, vividora… son adjetivos gastados que ya no le sirven a Tánger. Ahora toca inventarse algún otro vocablo para definir qué es esta ciudad o qué va a ser en el futuro. Mientras se afana en construir el mayor puerto de África, autopistas, un nuevo ferrocarril y carreteras de circunvalación, amplia su aeropuerto o devora sus costas con espíritu depredador, se inventa para sí misma calificativos tan curiosos como “megaciudad”, “megápolis” o “ciudad supermoderna”. Pero sus calles, zocos y mercados siguen aferrados al pasado como la garrapata a la piel y nos muestran su belleza más decadente y lo viejo del mundo.

El antiguo Mercado de Fez, en la calle del mismo nombre, en el corazón de la ciudad moderna, es un retrato fidedigno de lo que comento. Siempre que me acerco hasta a él me viene a la memoria la película de sus puestos pulcros y surtidos de productos de la mejor calidad, compitiendo en novedades y precios con aquellos que entonces eran famosos mercados en París, Londres, Madrid, Roma… Pero… eso ocurría hace 50 años. Hoy… Hoy ya lo ven; las fotos que les ofrezco son elocuentes. La belleza está ahí; agazapada en el tiempo, sin perder un ápice de su intensidad. Pero la realidad es un caos de puestos de flores, pollerías, tiendas de ultramarinos, fruterías, pajarerías y bakalitos de venta de complejos vitamínicos para deportistas y de piensos concentrados para animales… El Mercado de Fez, como toda la ciudad, es ahora un tótum revolútum que nos lleva más allá de los sueños… A ver qué pasa con Tánger; el futuro ya está ahí.

Morir en Marruecos

De vez en cuando salta la noticia de la muerte de algún extranjero en Marruecos. Lo que choca es que suelen ser hombres “solos” los asesinados y, no pocas veces, mueren por arma blanca. Ahora mismo me viene a la mente la muerte, en la última década, de varios profesores (españoles, franceses, ingleses…) que trabajaban en Tánger, Rabat, Fez, Casablanca… Todos murieron en extrañas circunstancias y casi nunca su muerte se aclaró del todo. El periodista José Luís Percebal, corresponsal de la COPE en Rabat, también falleció en febrero de 2002 en circunstancias extrañas, aunque la versión oficial aseguró que el móvil había sido el robo y, consecuentemente, después de detenidos, fueron juzgados y condenados los culpables.

La última muerte de estas características ocurrió el pasado jueves. La víctimas ha sido José Luis Pérez Hinojosa, de 67 años, soltero, vecino de Vélez-Málaga, y muy conocido en el pueblo cercano de Torre del Mar, donde había regentado o trabajado en la cocina de diversos establecimientos hosteleros. El fallecido fue encontrado por el amigo con el que compartía la casa alquilada, a última hora de la tarde, en medio de un charco de sangre. Había recibido 7 puñaladas. Junto a él estaba el marroquí Mohamed Bugard, de 33 años, que presentaba un corte mortal en el cuello. La familia Pérez Hinojosa cree, como suele pensarse en estos casos, que el móvil ha sido el robo.

Pero, sea lo que fuere, como se podrá imaginar, los rumores se extienden como la pólvora en esta provinciana ciudad del Estrecho. Los comentarios que llegan hablan de “ajuste de cuentas” de “asunto de drogas” o que “todo tiene que ver con el mundo homosexual”. La gente habla; eso es normal; así ocurre siempre. La población necesita entretenerse. A la gente le gusta imaginar truculencias y escenas escabrosas… Más, independientemente de lo que cada cual se imagine, hay algunas constantes que se repiten y dan qué pensar: son hombres solos; en no pocos casos, homosexuales; el móvil siempre se despacha con el robo, y, la muerte, es por arma blanca… No son pocos los casos de este tipo en los que la charlatanería popular mete los celos en medio de una tormentosa relación homosexual. ¿Quién sabe más, quién puede inventar, sugerir, escenificar más detalles? De vez en cuando se cuenta que la muerte de alguna de esas personas se ha debido a experiencias sexuales extremas o a extraños rituales… Efebos despechados u honorarios no satisfechos. Amores, pasiones, deseos… En fin, como la vida misma. Lo que ocurre es que morir en Tánger, Fez, Casablanca, Marrakech o en Rabat… como que tiene más halo y misterio. ¿O no?

Huelga general en Marruecos

Una huelga general es siempre un órdago; si sale bien, ganas. Pero si sale mal puede desencadenar la catástrofe. La sociedad marroquí está llamada a la huelga para el miércoles, día 21. La convoca la Confederación Democrática de Trabajadores (CDT) que desde 1978, año de su fundación, es la 6ª huelga general que convoca, en algunos casos, como en 1981 y 1984, con graves consecuencias para el propio sindicato y para la población, tras la dura represión policial, con muertos por medio.

Ahora, el argumento es de peso; como siempre: la falta de esperanza, el paro, la injusticia… Pero, sobre todo, esa insoportable carestía de la vida para amplias capas sociales que, incluso, están empezando a organizarse en “Coordinadoras para la lucha contra la subida de precios”. Se pide que los salarios se incrementen hasta un 10%, aunque sea en diferentes etapas; se pide que el salario mínimo sea al menos de 3.000 dirhans al mes (unos 270 euros); se pide un control más estricto sobre los precios del agua y la luz; que se regule el precio de los alimentos más básicos.

Hay analistas marroquíes, verdaderos especialistas, que dicen que Marruecos está al borde de la explosión; pero ésta no es más que una frase; hace 20 años que se viene diciendo lo mismo. No obstante, habrá que estar muy atentos. Por que lo que si es comprobable —se palpa en el ambiente—, es que la mancha islamista se extiende y quién sabe si algún desaprensivo no arrimará una cerilla el próximo miércoles a la hoguera del descontento. El Gobierno, pues, seguro, seguro, que va a estar muy pendiente del discurrir de los acontecimientos.