La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Archivo de enero, 2008

Colas… y colarse en Marruecos

He asistido a espectáculos asombrosos haciendo cola en este país. Como por ejemplo, en la frontera con Ceuta, cuando, en más de una ocasión (¡no una vez ni dos, en muchas!) el ansia o la impaciencia, ¡qué se yo!, el “yo paso primero por cojones”, el “a mi no me pisa nadie” o eso de “voy metiendo el morro y ya veremos…”, llegó a taponar… no los tres carriles que había entonces para pasar a Ceuta, no, también ¡los dos de entrada a Marruecos! Por lo que, a dos kilómetros de la frontera, esta se “sellaba” con cinco carriles en dirección a Ceuta. Nadie lo entendía, pero así era.

Y esto viene a cuento porque recordando esta mañana mi última estancia en Nueva York donde tuve que hacer cola una hora y pico para subir el Empire State Building, una de las notas “agradable” (dicho entre comillas) de la experiencia, fue estar conversando con unos y con otros, sabiendo que nadie iba a adelantarte de malos modos, ni que nadie intentaría hacerte la puñeta…

Esto, en Marruecos, es imposible. ¡Imposible! Si acudes a pagar el recibo de la luz o del teléfono, o a la ventanilla de un banco cualquiera… a comprar en cualquier tienda, a poco que te descuides ya hay alguien metiéndote el codo o achuchándote para sacarte del mostrador… Pero lo mismo ocurre con los coches en los semáforos o en las rotondas, que nadie cede el paso ni deja salir a los que ya entraron… porque ellos también quieren entrar como sea… Así que se prepara un guirigay de cuidado.

Que alguien me lo explique… Yo tengo una teoría, pero… Pero prefiero que sea un viejo amigo profesor de Mekinés quién exponga la suya: “Marruecos es todavía un Estado joven”, dice. “De alguna forma, aún no hemos superado aquella condición de pueblo nómada. Así que, allí donde estamos nosotros… allí está nuestra casa, nuestro territorio; nuestro país en cierto mdo. Es decir, no tenemos interiorizado todavía ese concepto de espacio público, común, que hay que respetar y compartir. No nos sentimos suficiente ni conscientemente «tan ciudadanos» como para pensar que nuestros derechos, los de cada uno, acaban donde empiezan los de los otos”, pienso yo.

“¡Ah, entonces”, le dije, “ahora ya entiendo mejor por qué puedo encontrarme a dos amigos que detienen su automóvil en mitad de una avenida y se ponen a conversar tranquilamente montando un atasco del diablo… O por qué un anciano venerable, a lomos de su burro, avanza tan tranquilo, en dirección contraria a los coches, por el carril de aceleración de una autopista... (¡Eso lo he visto yo!)”

“Bueno, la mía sólo es una explicación… Supongo que habrá otras”, concluyó.

Marruecos no baja la guardia… ¿contra qué?

Leo en un titular del diario Sur de Málaga: “Marruecos no baja la guardia en la lucha contra el narcotráfico en el norte del país” y luego se explaya relatando una serie de detenciones y medidas policiales. Y uno que vive aquí y ve de qué vive la gente en las montañas del Rif, no entiende el titular ni la información. Porque no es verdad; porque, si tuviese el más mínimo interés el Gobierno marroquí en erradicar el tráfico de hachís, lo primero que haría, digo yo, sería acabar con los cultivos que ocupan miles de hectáreas en la región; tantas como campos de cereal hay en Castilla o en Andalucía.

Ya, ya sé que eso no es posible hacerlo de golpe; no se puede dejar a tanta gente sin su único medio de vida de la noche en la mañana, sin darle alternativas. Pero una cosa es que se haga “la vista gorda” y otra muy distinta que se publiquen noticias con un titular como el que cito, que pretende hacer creer en “una buena fe” que no existe. La verdad, no alcanzo a comprender qué intencionalidad tiene.

Es cierto que en Marruecos el trásfico con hachis y su consumo… está prohibido. Pero la realidad es muy distinta. Y esta realidad muestra que se está desforestando, a pasos agigantados, el poco bosque que queda todavía en las montañas del norte del país, con el fin de aumentar los campos de cultivo de kif. Pero Marruecos es así: una cosa es lo que se dice y otra, muy distinta, lo que se hace.

¡Estos machos, cómo son!

Por segunda vez voy a romper el pacto (¡soy un ser imperfecto!) que había hecho de no enredarme en discusiones con mis lectores, porque, como dije hace unos días, ¿a quién voy a convencer? A nadie, creo. Así que, dediquémonos a pensar y a ordenar los pensamientos luego para no caer en el fuego enardecido de los machos guerreros… Y es que, ¡cómo son!

En días como hoy, tanto ardor de macho enfadado, me puede. Pero vamos a ver, angelitos: Ya sé que los machos no le ponen pistolas a las mujeres (en general, aunque… hay algunos… que…) para que se depilen o se arreglen las tetas, pero sí, SÍ, han propiciado desde que el mono se bajó del árbol un manual de conducta y unas reglas de las que a las mujeres, francamente, les toca la peor parte. ¿O no? Y ese manual, lógicamente, es para hombres y mujeres; y éstas, ¡cómo no! son las que primero lo aplican; lo sé. Es decir, las madres… ya están imbuyendo cultura masculina, dale que te pego, al niño y a la niña nada más nacer… Por eso no me extraña que en los posts firmados por mujeres aparezcan comentarios que rubricarían también los hombres. Las mujeres, casi siempre, son sus peores enemigas.

Y vamos a otro tema: A mi me da igual quien gobierne… si lo hace desde la ideología feminista, que es una de las filosofías liberadoras que tenemos. El feminismo, se lo cuento a esos enfervorizado guerreros, rebosantes de testosterona, y a esas damas enfadadísimas con mi anterior artículo…, el feminismo, digo, es una propuesta inteligente para que los hombres y las mujeres juntos —independientemente de la orientación sexual de cada uno— vivan y se relacionen como iguales. Porque lo que no saben todavía, los que critican al feminismo, es que desde las relaciones de igualdad la felicidad está más cerca. ¡Mucho más cerca!

Insisto, lo que ignoran los guerreros ya citados es que les iría muchísimo mejor con su pareja si se relacionasen con ella como si fuese una persona igual a ellos. Eso es lo que propone feminismo. Respeto a las personas, independientemente de su sexo; nada de “medias naranjas que se complementan” (somos naranjas enteras) y tonterías por el estilo, como esas estupideces que cantan las canciones de amor. ¡Ah!, y machismo y feminismo nada tienen que ver; vamos, que ni se parecen.

Lo de los hombres inmaduros emocionalmente… ¡Eso es evidente! ¿Merece la pena discutirlo? ¡No hay más que leer lo que se escribe por ahí! ¡Se enfadan como niños…!

Y termino. Por supuesto que estoy a favor de todas las medidas que favorezcan las relaciones de igualdad, como los permisos de paternidad o la discriminación positiva a favor de las mujeres. Os saluda con todo afecto, a todas y a todas, El Mago.

Ni tetas ni himen

Leo y no doy crédito. Los que creíamos que el feminismo y la liberación de la mujer iba a traer consigo el fin de la opresión de un género sobre otro, estamos descubriendo que la tiranía de la cultura masculina (CM) (o machista, si se quiere) ha encontrado formas sibilinas y resortes maquiavélicos para seguir ejerciendo su poder.

Me explico: Con el acceso al espacio público de las mujeres y, consecuentemente, a su emancipación e independencia económica, las conquistas de las mujeres han aturdido a los hombres de tal forma (seres inmaduros emocionalmente y manipuladores, a todas luces), que no saben qué hacer. Les han aturdido estas conquistas tanto que, casi sin darnos cuenta, han empezado a promover acciones que si uno las piensa bien, no puede por menos de soltar la carcajada. Así, el recurso de “ser más mujer y mejor; más guapa” a partir de que “hay que arreglarse las tetas”, “hay que recortarse la nariz”, “hay que redondearse las nalgas”, “hay que quitarse arrugas, barriga, etcétera…” “hay que, hay que…” es tan infantil y absurdo, que si no fuera por el daño psicológico que causa a miles de miles de mujeres, es para reirse, creo yo. Pero ¡ojo! esto es algo serio. Tan serio que es la nueva forma de opresión que tiene la cultura masculina —fíjense que digo “cultura masculina”, no “los hombres”— que es la que regula, hoy por hoy, todos nuestros actos. La cuestión es que, aprovechando que la mujer dispone de recursos (independencia y, sobre todo, económicos) la CM ha aventado esa espiral que ahora nos envuelve a todos para que nos gastemos el dinero en convertir a nuestro cuerpo en un campo de experimentación y reconstrucción. Una esclavitud, vamos. Como si el amor tuviese algo que ver con todo esto…

Pero lo que ya rebosa el vaso es lo del himen. Porque al otro lado de ese oscuro mundo de la tiranía occidental, con todas esas propuestas de manipulación, arreglos y reconstrucciones corporales… está el mundo del islam, donde todo esto se vive todavía con más angustia. Aquí la mujer cuenta cero. Cero. Además de obligarlas a taparse para “que ningún otro hombre las mire”, también las quieren “vírgenes”. Pero, ¿vírgenes, cómo? ¿Vírgenes en su cerebro? ¿Acaso reconstruyendo el himen la mujer vuelve a ser virgen? Menuda estupidez la virginidad… Son como niños…

En conclusión, cuando creíamos que estábamos a punto de romper las cadenas de la cultura masculina que oprimían a las mujeres, descubrimos las nuevas artimañas de los hombres (de su/nuestra cultura); artimañas —como las de la virginidad y la belleza— que han encontrado su caldo de cultivo en la independencia y en el mayor poder económico que ahora tienen las mujeres. Con esto no le quito mérito a todo lo conseguido por una infinitud de mujeres en el último siglo, ¡que es mucho!, ni a lo que conseguirán en el futuro que yo creo, y deseo, que culminará gobernando ellas el mundo… Gobernando, eh, desde su condición de MUJERES, no imitando ni reproduciendo la cultura de los hombres, que es lo que ocurre ahora.

El cementerio de perros… ¡Salvadlo!

De épica y glorias pasadas dicen mucho los cementerios… En Tánger, el Cementerio de Perros, olvidado ya, y prácticamente cubierto de basura junto a un arroyo corrompido por el vertido de aguas fecales, es, sin embargo, un lugar para evocar la memoria de una ciudad encantada, cuando los europeos que vivían aquí, en los años 50, 60, 70… del siglo pasado, gozaban sin límites y hasta hartarse, según cuentan las malas lenguas.

Hay en Boubana, cerca del Cementerio Europeo, y entre el Campo de Golf y el Campo de la Hípica, como no podía ser menos, una lengua de tierra, en uno de los meandros que forma el arroyo de los Judíos, que todavía alberga cerca de dos centenares de lápidas mortuorias de perros. Lápidas dedicadas a “Maja, amie fidéle”, “a notre fidéle Bagherra”, “a Bodka”, a “Hugo des Zizaines, compagnon fidéle”, y otras tantas leyendas como “ciao, ben mio”, que acompañaron a otros tantos canes.

De hasta los años 90 reza la inscripción de alguna de estas lápidas. ¡Parece mentira que en tan sólo 20 años haya cambiado esto tanto! Pero el progreso lo engulle todo… Hoy este lugar está a punto de ser devorado par las máquinas escavadoras y los bloques de pisos.

Pero, paseando entre estas pequeñas y ordenadas hileras de lápidas caninas, uno no puede por menos que imaginarse aquellos caballeros y damas inglesas, francesas, alemanas (quizá a alguna española también), tocadas con pamela ellas y de esmoquin ellos, todos de riguroso negro, mientras descienden de sus coches negros (Ford, Citröen…), para seguir el cortejo mortuorio encabezado por dos de sus criados que sostienen una caja blanca de madera en la que reposan los restos de su perro Black, Luky o Canela. ¡Qué tiempos, qué tiempos!

Críticas… respuestas. Ni velo, ni toros, por supuesto

No contesto a los posts de mis lectores porque a quienes cuestionan o critican lo que digo jamás les convencerán mis argumentos. ¿O alguien cree que sí? Tienen todo el derecho a disentir y decir lo que piensan sobre lo que escribo, aunque, en algunos casos, su ira y los insultos les resta valor a su crítica, que se desinfla en el enfado. Pero, en fin, cada uno es como es. En cualquier caso, ¿de qué serviría, entonces, enfrascarse en un debate que sólo nos robaría tiempo a todos? Un tiempo que es oro, y el mayor tesoro que tenemos. Tiempo que necesitamos para hacer cosas más importantes que discutir por discutir.

Pero esta mañana me ha cogido Mario animoso y voy a responder a su post sobre el mío “Del velo a la horca…” —si me lo permiten ustedes, y sin que siente un precedente—. Voy a hacer algunos comentarios generales (aunque en el primero me dirija más a Mario), a partir de lo que ustedes han dicho hasta ahora sobre algunos de los 42 artículos que he escrito.

Por empezar por el de Mario. Mire usted, vivo en este país desde hace 12 años, de forma casi continua, y le puedo asegurar –no lo digo yo, lo dicen muchos marroquíes—que el integrismo está avanzando. Puede que usted vea chicas marroquíes con bikini por ahí, ¡pues claro, yo también!, pero no son mayoría ni es lo habitual y suelen ser, generalmente, emigrantes o chicas que pertenecen a la alta sociedad; una minoría en cualquier caso. Así que, decir que en Marruecos hay apertura social y relajación en las normas de vestir y en las costumbres, es negar la realidad porque la realidad dice que, por ejemplo, en los institutos españoles, que tan sólo hace tres años no había ni una chica con velo, hoy hay media docena por clase.

Sobre el velo. Con respecto a este tema… se ha dicho de todo. ¿Qué podría esperarse? Cada cual es libre de hilvanar sus pensamientos como quiera, pero una cosa sí está clara y creo, creo, que es cierta: el velo, el pañuelo, el burka… o como quiera llamarse…, o el que una mujer no pueda salir de casa cuando quiera o que su marido le impida tener una cuenta bancaria, son instrumentos de control que los hombres utilizan para someter a las mujeres. Sobre esto último, el tener una cuenta en el banco, puedo asegurar que es verdad. Conozco a una monja española que es cotitular de más de cien cuentas bancarias con otras tantas mujeres marroquíes porque sus maridos, padres o hermanos les impiden abrir una a ellas solas. No se lo impide la ley, no, se lo impiden esos hombres. ¡Los hombres! ¡Y no es justo! Como no es justo que ahora los fanáticos de la fe islámica lo utilicen (el velo) como arma política y para obligar a las mujeres musulmanas a ocultarse. También los cristianos lo utilizaron en su día, eh.

Sobre los toros… ¡Menudo tema! ¡Uf! Pero, ¿es que es tan difícil entender que el toro sufre cuando le clavan las banderillas o la espada? Pero ¿qué clase de personas somos, que no nos inmutamos, incluso nos divertimos, cuando un picador, un banderillero, un torero… hiere, una y otra vez, a un ser VIVO inocente? Cualquier otra discusión, ya sea sobre el arte que encierra el toreo (que no niego), o sobre si los toros existirían o no si hubiese o no corridas, etcétera, es secundaria. Es como si justificásemos el canibalismo porque quines se comían a sus víctimas lo hacían porque eran pobres y no tenían qué comer.

Y concluyo por hoy. Cualquiera puede encontrar un argumento para arrimar el ascua a su sardina. Cualquiera. Lo difícil es tener un pensamiento universal, mirar a lo global. Así, me escribe Saïda: “Júrame, que todas las mujeres musulmanas en Marruecos están tapadas, ¡JÚRAMELO SI ERES HOMBRE! , JÚRAME QUE NO HAY MUJERES ANDANDO SOLAS POR LA CALLE”.Claro, Saïda, si esto fuera como dices sería un infierno… Estaríamos en Afganistán, no en Marruecos. Afortunadamente, todavía quedan mujeres valientes en este país que mantienen su autoestima intacta y le hacen frente a los hombres y no ceden a chantajes ni presiones; pero, no te preocupes, que, al paso que vamos, todo llegará.

Del velo a la horca… ¿cuántos pasos?

Tiene cara de buena persona. 23 años. Se llama Sayed Perwiz Kambajsh. Es periodista. Y dicen que ha dicho que “Mahoma ignoró los derechos de las mujeres”. Es todo; sólo eso. ¿Pero es suficiente para asesinarle? Pues parece que sí. La justicia, ¡la justicia! afgana le ha condenado a muerte el martes pasado. ¡En Afganistán! En un país en el que hay, no sé para qué, misiones diplomáticas y militares de buena parte de los países occidentales que se creen los más civilizados del mundo; entre ellos España, Alemania, Estados Unidos…

¿Pero cómo es posible que se pueda consentir tamaña injusticia? Sin embargo la realidad es así… La venimos observando desde hace años; a diario…

Primero se empieza por el velo, el burka, la obligación de cerrar los comercios a la hora del rezo, la intimidación en la calle a todos aquellos (sobre todo a las mujeres) que no cumplen con los preceptos religiosos que ellos consideran fundamentales… Y así, lentamente, va ocurriendo lo que desde hace ya años observamos en Marruecos: que muchas mujeres no se atreven a salir a la calle vestidas como quisieran. ¡Las insultan! Conozco a algunas jóvenes españolas que vivían aquí, en Tánger, que les encantaba el país, pero que han tenido que irse a España por que no soportaban ya las continuas agresiones… Verbales por el momento, eso sí.

Así que, ¿por qué nos extraña que quieran asesinar a un periodista en Afganistán por haber manifestado un simple pensamiento? Vivimos tiempo de confusión, de odios, de represiones (lo que ocurre en Palestina no tiene nombre); tiempos en los que los legisladores y representantes de los sistema democráticos (dulcemente instalados en sus palacios y sedes de gobierno) aún creen que es posible atajar los desmanes de los fanáticos de la fe (de la fe que sea: cristiana, judía, musulmana…) con el diálogo.

Y no sé, no sé…

En fin, pidamos la libertad, aunque sea sólo por compasión, si no por justicia, que es lo que correspondería hacer, para este periodista afgano.

Marruecos, energía y poder

Aunque en España, a muchos, ya les dé miedo Marruecos, no les va a quedar más remedio que acostumbrarse; hay que aprender a vivir con nuestros vecinos del sur. Si hasta ahora sólo llegaban a la península desde el país magrebí productos agrícolas y textiles, principalmente, además de los inmigrantes en masa que ya se han instalado en estos años, muy pronto llegarán, también, los beneficios de las energías renovables, eólica y solar, y las plusvalías de los mastodónticos proyectos urbanísticos con los que las constructoras españolas y sus socios marroquíes están destrozando parte de la costa de este país.

Ávidos de hacer negocios, llegaron primero los agricultores murcianos y otros; todos dispuestos a “conquistar” esta tierra y esta gente. A muchos, sin embargo, las cosas no les fueron tan bien y tuvieron que volverse a España, con el rabo entre las piernas, como se dice vulgarmente. Otros siguen “triunfando”, claro.

Del último magnate que tenemos noticias que buscar ampliar su fortuna por aquí es del empresario Manuel Jové, primer accionista de BBVA, ex propietario de Fadesa. Este empresario tiene ya a sus espaldas algún desaguisado importante por estos lares, como el complejo turístico de Saidía, junto a la frontera argelina, que está a punto de acabar con el parque natural que hay en la desembocadura del río Moulouya, el segundo río en importancia de Marruecos.

Manuel Jové estudia ahora levantar un parque eólico de hasta 100 MW en el sur. ¡Ay, el sur! ¡Ay, el desierto! Si lo llenan de placas solares y molinos de viento, pronto dejará de ser ese territorio, todavía limpio y pacífico, y pasará a convertirse en un espacio de ruido y almacén de chatarra; eso sí, será una chatarra “de calidad”, de la llamada “tecnológica”; dedicada ¿cómo no? a producir energía “verde”.

Mientras tanto, Marruecos sueña con llegar a los 10 millones de turistas al año en 2010; ahora tiene 7. El problema va a ser cómo llega.

Ceuta y Melilla, ¿marroquíes o españolas?

Desde Marruecos, Ceuta y Melillas son ciudades “ocupadas”. No hay ni un sólo marroquí, creo, que no piense que estas ciudades, como el Peñón de Alhucemas, el de Vélez, las Islas Chafarinas y hasta el “mojón” de El Perejil, no sean territorio marroquí. Pero otra cosa es la realidad. Y la realidad dice que, por ahora, estas ciudades y enclaves son españoles. A mi, particularmente, me da igual que sean de un país que de otro porque ni me gustan las fronteras ni las banderas… Pero en el contexto geopolítico mundial actual, y tal como va el mundo, los que piensan que “son de Marruecos”, podrían tener “razón”; que es un anacronismo que se conserven esas plazas en Marruecos. Claro que… también los que piensan que son ciudades españolas.

Cierto es que antes de que existiese Marruecos como tal, España ya había puesto aquí sus reales. Pero a alguien le arrebataría estos territorios, digo yo. O sea, que “el derecho de conquista” no nos vale para justificar la españolidad. Como no sirve tampoco el que se diga que “ahora” estos territorios son “algo antinatural”, por decir algo, al estar enclavados dentro de otro país soberano.

De modo que no queda más remedio que volver otra vez a la realidad. Y ésta dice que Marruecos seguirá reivindicando Ceuta y Melilla como suyas sine díe; es su obligación y su papel. Y España haciéndose “el loco” y dándole largas; que también es su papel. Y mientras tanto, ahí están los ceutíes y melillenses enardecidos hasta salirles sarpullidos de emoción por la reciente visita de los Reyes. Y es que no es para menos. Y si no lean lo que el otro día le oí decir a una ceutí: “Ahora, por fin, duermo tranquila. ¡Jamás nos van a echar de aquí! Ya ha venido el Rey…” Aunque, como casi todos los ceutíes, esta señora también tiene en la costa, al otro lado, su pisito… Por si acaso…

¡Ah! Y no quiero dejar de dar mi opinión: este asunto, de la españolidad o no, de Ceuta y Melilla se resolverá, pienso, en el contexto de un proceso demográfico; cuando la población de origen magrebí en estas ciudades alcance… ¿el 70, el 80, el 90%? ¿No les parece?

Ni Gallardón llora, ni Esperanza se ríe

Para los que vivimos extramuros, si España queda físicamente muy lejos, simplemente no existe. Nunca oí hablar de España en Australia ni en Brasil. Pero si estamos aquí, al lado, asomados a este Mirador de Tánger, se nos ofrece la pateada piel de toro como un zoco chico y chillón, con tintes de gallinero, en el que, sin embargo, se vocea la política con tal virulencia que cobra rango de tsunami. Así ha ocurrido estos últimos días cuando el humilde (creo que de pacotilla, pues ese gesto de tocarse la lágrima me pareció estudiado) y humillado (tal vez) Gallardón ha llorado porque su partido no le ha puesto en una lista en la que él (como los niños) quería estar… ¿Para qué quería estar? “¡Para hacernos felicesss!” ¡Nooo! Para hacernos felices, no. Para mandar más y “mejor”, y tener más poder, y, puestos a imaginar, para solucionarnos la vida a los españoles… En fin. ¿Pues no le basta ya con ser Alcalde? ¿Acaso hay algún ser humano que pueda hacer bien dos trabajos a la vez? Todos los tratados en psicología del comportamiento señalan que sólo se hacen bien las cosas, ¡verdaderamente bien!, cuando se abordan de una en una.

Pero volvamos al tema… El tema, sobre el que me atrevo a opinar hoy aquí, es el espectáculo (de risa, creo) que ofrece ese reino de Taifa que hoy parece España. Risa, sí. Desde el asunto ese del himno… al del desacuerdo en los maitines que ha surgido entre sor Esperanza y el santo Gallardón. Entristece sobremanera la cantidad de horas, la cantidad de vida gastada, la cantidad de tiempo que dedican personas sesudas a opinar (como yo hoy) y a entonar un bla, bla, bla… mañanero, o vespertino, sobre algo que es Regla de Claustro de esa secta, congregación o casta a la que pertenecen los citados políticos. A mi me parece que con dedicarle un par de días, cuatro a lo sumo, ya van más que servidos.

Pero, claro, la ocasión la pintan calva. Y todos, ¡todos!, cada uno desde su corral alborota lo que puede para sacar tajada. Así, el PSOE augura que volvemos, casi, casi, a los tiempos de comunión diaria, si ganase el PP. E Izquierda Unida va más lejos y puede que anuncie cualquier día que ya está la Inquisición otra vez.

Por lo demás, a Gallardón, aunque parezca lo contrario, no le ha ocurrido nada. Ya se lame las heridas, tan contento. Así que, que no llore tanto, eh. Simplemente, su secta no ha querido darle ahora lo que, ¡quién sabe!, puede que se lo dé mañana. Y su compañera pizpireta, doña Esperanza, no es tan mala como algunos la pintan. Simplemente es Esperanza; ha hecho lo que tenía que hacer; que para eso manda. Ambos son iguales; ambos ambicionan más poder. Y el ínclito Rajoy, también ha decidido lo que le convenía a él. En fin, que nada extraordinario ha ocurrido bajo el sol.

¿Y la prensa, qué? La afín alaba a cada uno según le corresponde y la que está en contra, como es lógico, les saca los colores y aprieta los tornillos de sus contradicciones. ¿Y el PSOE? El PSOE se frota las manos porque cree que con este guirigay va a mejorar sus resultados electorales… Pero que tenga cuidado, que la gente es olvidadiza, y, sobre todo, normal. La gente, aunque no lo parezca, es normal. Y tanto ruido para tan pocas nueces, no engañará a casi nadie.

Han sido unos días convulsos, sí, pero ya habría que dejarlo, ¿no? Aunque sé que es pedir imposibles. La batalla electoral se acerca rugiendo y anuncia dentelladas…

Y termino; pero antes, PROPONGO: ¿por qué no se habla ya en España, ¡de una vez! de un Pacto Nacional para conseguir un sistema educativo estable? ¿Por qué no se hace de igual manera una reflexión común, ahora que hay elecciones, sobre cómo salvar de la catástrofe un Sistema Sanitario Público ejemplar (con sus defectos, cierto), pero que puede hacer ¡crach! cualquier día, para regodeo de la derecha que cree tan poco en él?

He dicho.