Mohamed Abdelaziz, presidente de los saharahuis en el exilio de Tinduf desde hace 32 años, dice que «la gente les pide retornar a la guerra«. Y digo yo que “para qué”. Me parece legítimo que los saharauis quieran su independencia; tienen todo el derecho… Y seguro que también tienen razón; la razón que les da el derecho internacional, además de la razón emocional.
Pero la realidad es muy otra. Y una cosa son los deseos y los sueños… y otra la realidad, como digo. Una realidad, la del Sahara Occidental, a la que, según lo que entendemos por madurez, uno debería adaptarse para sacarle el mayor partido posible a la situación. En un artículo que leía esta mañana del profesor Pérez Royo se habla sobre esto, refiriéndose a Izquierda Unida y a la relación que ésta tiene con el electorado de izquierdas.
Ya sé que no es comparable. Pero Marruecos nunca, creo yo, renunciará a un Sahara marroquí. Ni siquiera, me temo, podrán obligarlo con acciones de guerra, salvo que perdiese esa contienda… Pero sí está dispuesto Marruecos, por lo que sabemos, a concederle una autonomía política, más o menos amplia, a los saharauis. Y ese podría ser el camino a seguir… El camino que marca la realidad por ahora... No acercarse a él, o no entrar en este camino tan siquiera, será seguir generando sufrimiento y, de alguna forma, confundir los molinos con los gigantes, como don Quijote… La muerte reciente de un policía marroquí en Tan-Tan y las amenazas veladas de volver a las armas de los líderes polisarios, además del agotamiento evidente, sin resultados prácticos, de la ronda de conversaciones en Manhaset, cerca de Nueva York, no es más que la confirmación de que no se puede vivir de los sueños.
Soñar está bien y alimenta el espíritu; pero a la vida el su jugo se le saca de la correcta interpretación de la realidad.