La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Tánger a ritmo de jazz

Tánger renace como el ave Fénix cada día, y últimamente casi cada hora. Esta ciudad que vive entre mitos y libros…, sobre todo de lo que se ha escrito de ella en el último siglo, se ha convertido en estos años en una especie de Itaca para el dinero. ¡Para toda clase de dinero! Por aquí se pasea el Gran Capital felicitándose de haber descubierto un nuevo lugar en el que poner sus garras. Por aquí pululan promotores inmobiliarios a espuertas, inversionistas sin escrúpulos, multinacionales con “inventos nuevos” y otros antiguos que se han traído de Europa (veáse Delphi o Renault), aprovechando la mano de obra barata y resistente, a pesar de sus sueldos de miseria.

Un empresario español alardeaba el otro día de los 1.800 dirhans al mes (180 € en números redondos) que le paga a los dos encargados que tiene en su fábrica. ¿Cuánto les pagará a los obreros? Pero eso no importa; lo que importa para él es —según contaba con gusto— son esas juergas que se corre cada noche.

En fin, esto es hoy Tánger. El mito renace de sus cenizas… Todos los días se inaugura algo aquí: un nuevo centro de ocio, un hotel, un cabaret, un restaurante, un café, una sala de fiestas…

Y hablando de fiestas: Hasta el próximo domingo los aficionados al jazz tienen en esta ciudad jazz a gogó. El Tanjazz está en plena ebullición desde ayer. Esta es su novena edición. Por aquí pasarán, entre otros, el pianista cubano Chuchito Valdés, el saxofonista Leonel Zúñiga, el guitarrista Biréli Lagrène, el trompetista galo Fabien Mary y la joven promesa norteamerican Sara Lazarus o el español Isaac Turienzo que es capaz de fundir el fado portugués con la bulería a ritmo de jazz. Todo un hallazgo. En total, durante los cinco días que dura el evento, habrá 23 actuaciones con 189 artistas; algunas de ellas en la calle.

Así que, a animarse, que Tánger se anuncia en el horizonte como la Meca del divertimento. (Y parece que también del progreso sin control; aunque esta es otra historia)