La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

Archivo de abril, 2008

La irresponsabilidad de un empresario causa más de 60 muertos

El “accidente laboral” ocurrido el pasado sábado en Casablanca, en la fábrica de colchones Rosamor, en el que fallecieron más de 60 trabajadores según algunas fuentes (aún no se conoce la cifra exacta), no debería caer en el olvido tan pronto. Hasta mí están llegando estos días datos e informaciones que ponen los pelos de punta:

1. No había puertas de emergencia. Y la única existente, la de acceso a la fábrica, estaba cerrada para evitar cualquier tentación de llevarse material.

2. Los productos que se usan en este tipo de industrias son muy tóxicos y altamente inflamables. Eso quiere decir que al menor descuido pueden convertirse en una bomba; en una trampa mortal, como así ha sucedido. Pues bien, con todo y eso, los trabajadores de Rosamor no contaban con ninguna protección contra ellos.

3. Los extintores estaban vacíos, me dicen; las ventanas, con rejas. Y a la maquinaria no se hacía el mantenimiento adecuado… Y, encima, las medidas de seguridad brillaban por su ausencia, como digo.

4. Sólo 30 de los aproximadamente 400 empleados que tenía la empresa, estaban dados de alta en la Seguridad Social.

5. Y de los salarios mejor no hablar. En el mejor de los casos ganaban 150 € al mes, aunque la mayoría —me aseguran— apenas pasaba de los 100 € mensuales.

6. Y, según comentan algunos… —esta información la pongo en duda— durante las tres horas que duró el incendio, los principales esfuerzos se hicieron para salvar la producción, mientras, los empleados, refugiados en los pisos superiores, se asfixiaban envueltos en humo tóxico, esperando un rescate que no llegó nunca.

Si esto fuera cierto, es un delito. No quiero creer que sea verdad. Creo sinceramente que se hizo todo lo que se pudo para salvar a estar personas. Porque, si alguien obró de tal forma, es un delincuente y merece vérselas con la Ley. No, no puede pensarse que la vileza humana pueda ir tan lejos.

Si podemos reflexionar, en cambio, sobre el mundo empresarial marroquí que parece que tiene un desprecio evidente por la vida y la salud de los trabajadores. Porque… imaginamos… el beneficio, el crecimiento económico, la productividad, el libre comercio y la competencia les interesan más que la vida de sus empleados (no a todos, claro); una vida a la que en muchos casos tratan como mera mercancía.

La salud de los españoles residentes en Marruecos, en peligro

Mientras España se jacta de atender cada año a miles de extranjeros gratuitamente en sus centros públicos de salud (entre ellos a muchos marroquíes sin papeles), los españoles residentes en Marruecos (en Tetuán, Tánger, etc.) no pueden acudir a los centros de salud de Ceuta, por ejemplo, porque, según dicen, un convenio bilateral firmado entre Marruecos y España les obliga a acudir a la sanidad pública marroquí. Y en Ceuta les confirman este hecho y se niegan a atenderlos.

Pero, ¿alguien se ha vuelto loco? O sea, que los extranjeros sí y los españoles no. Porque, de todos es sabido la cantidad de marroquíes que pasan a España haciendo uso de amistades, influencias y otras triquiñuelas, al objeto de operarse o de hacer una consulta médica en un centro de salud público a costa del erario español.

En los centros de salud de la provincia de Cádiz, Málaga o Sevilla pueden dar fe de este hecho.

Pero ahora resulta que los antiguos españoles residentes en Marruecos, los empleados españoles de las empresas, los funcionarios del Estado español o los religiosos y religiosas que hay por aquí, los cooperantes de ONGs… tienen que acudir a una sanidad, la pública marroquí, de la que los propios marroquíes huyen como el gato escaldado del agua.

En fin; sobran las palabras, creo. No me extraña que estén desesperados. ¿Pero es que nadie va a corregir este disparate?

NOTA, NOTA, NOTA, NOTA, NOTA, NOTA, NOTA… A los lectores de este blog. ¡Se acabó! He resistido cuatro meses y medio al insulto gratuito de los que algunos llaman trolls y otros, sencillamente, terroristas. He resistido en aras de la libertad; de esa libertad en la que creo, que, en esencia, para mí, no es más que respetar que cada cual se exprese libremente. Pero las decenas de personas que me están haciendo saber que la situación creada ya es irrespirable, me lleva a tomar esta decisión: evitaré que aparezcan los comentarios ofensivos. Discrepancias, todas; ofensas a personas, ninguna.

A esos que sólo aportan odio, muchos de mis lectores les llaman indeseables y, no pocos, proponen que se les aplique la ley. Yo diría que calificarlos de imbéciles es tratarlos bien; sencillamente no tienen cerebro. Les estamos dando la oportunidad de pensar, de crecer como seres humanos, de debatir sobre una situación sociopolítica que nos preocupa a todos… y lo único que se les ocurre es ladrar. Puestos a pensar, uno se los imagina fuera de la civilización, perdidos entre animales (como esos individuos que vimos el otro día en la televisión intentando romper un camión de bomberos con la cabeza…)

A partir de hoy, pues, no les tendremos en cuenta; cuando entendamos que ofenden e insultan gratuitamente, les borraremos del blog. Este blog tiene varios miles de lectores y la mayoría está por la labor de debatir sobre las relaciones y conflictos que ahora se nos plantean a cristianos y musulmanes.

Ya digo que no importan las discrepancias. Lo que aquí no aceptamos es el odio o la violencia verbal. Y lo que les deseo siempre: ¡Salud!

Casablanca, muertos al fuego

Un accidente es un accidente; puede ocurrir en cualquier parte, es cierto… Pero los 55 muertos de Casablanca, el pasado sábado, en una fábrica de colchones, es un aviso; ha de ser la luz roja que alarme a más de uno… A esos empresarios desaprensivos (españoles franceses, marroquíes…) que creen que “todo vale” con tal de ganar dinero. Empresarios que instalan sus industrias en sótanos, sin salidas de emergencia, sin ventilación, sin extintores de incendios…

Todos sabemos de los abusos que se cometen en Marruecos con los trabajadores. Se les niegan derechos laborales y se les paga mal. Aquí hemos escrito de ello. Pero, además, es que, en no pocos casos, se les hace trabar en condiciones que al menor contratiempo pueden encontrarse con la muerte. En Tetuán, en Tángeres frecuente encontrarse en calles angostas a camiones de gran tonelaje colocados a lado de sótanos, donde se ve cómo por un ventanuco se saca la ropa recién confeccionada por las mujeres que trabajan allí en unas condiciones infrahumanas.

Así que… ¡ojo! El incendio de Casablanca, pues, además de la horrible tragedia que representa, puede ser también el preludio de otras catástrofes similares que sucederán cualquier día si alguien no lo remedia. Las autoridades harían bien en vigilar más y ser más rigurosas en el control de las instalaciones industriales; la salud de los trabajadores marroquíes lo exige.

Marruecos, la vuelta al paraíso

Las crisis económicas tienen estas cosas: alimentan sueños. Lo que no hace tanto tiempo para muchos era sinónimo de desesperanza, puede convertirse ahora, por mor de esta circunstancia, en el paraíso soñado otra vez. En este sentido, quizá Marruecos sea el primer ejemplo. De pronto, miles de marroquíes que trabajan en la construcción en España se ven avocados al paro. Aquellos pisos que compraron en la época de vacas gordas con toda la ilusión, no pueden pagarlos ahora; tienen todavía algún ahorro y mucho tiempo para soñar desde esos cafetines a los que acuden en las barriadas periféricas de Madrid, Barcelona y otras ciudades. ¿Y qué sueñan? Sueñan con su país otra vez; con un país donde no hay hipotecas, donde la vida es más barata y tranquila; donde, puestos a estar con los brazos cruzados todo el día, “mejor se estará en casa”, intuyo que opinan muchos; sueñan con un país donde, asomados al sol junto a los suyos, no se sentirán tan extraños…

De modo que muchos marroquíes —he oído decir— empiezan a plantearse volver. Volver a Tánger, a Casablanca o la aldea… Pero, ¿si vuelven, qué van a hacer? ¿Serán capaces de acostumbrarse de nuevo a la supervivencia sin más? ¿O emplearán esa experiencia que han adquirido en el extranjero para transformar su país? Sé de algunos que ya han vuelto y están sembrando los pueblos de hotelitos rurales, de casas nuevas, de mejoras para la agricultura, de negocios innovadores… Quizá sea esta la ocasión para pegarle un nuevo impulso al desarrollo de Marruecos, y, ¿por qué no?, la ocasión perfecta para renacer de la crisis y, de paso, ponerle remedio al tráfico de pateras…, por ejemplo. Ya veremos.

Marruecos liga con la ONU… y el Polisario… solo

El Frente Polisario se queda compuesto y sin novia; la ONU le da la espalda. Peter Van Walsum, el holandés enviado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al Sahara Occidental para encontrar una salida en el conflicto que enfrenta desde hace tres décadas al Frente Polisario con Marruecos, ha dicho que el objetivo de la independencia no es “realista”. Es decir: Marruecos está a punto de salirse con la suya. Se veía venir. Una autonomía (no se sabe cómo ni en qué términos) es todo lo que el Estado marroquí está dispuesto a concederle al pueblo saharaui; no más. Y es un argumento, éste, que apoyan y comparten casi todos los países más influyentes del panorama político internacional: EE UU, Gran Bretaña, Francia… y hasta España.

Se veía venir, como digo. La realidad es poderosa, no cabe duda; y los sueños de libertad del pueblo saharaui, la razón que les asiste, su conciencia de pueblo oprimido y exiliado… no son suficientes para que Marruecos ceda, ni para que la ONU les ayude.

Porque Marruecos está convencido de que tiene la razón… Y además tienen la fuerza. ¿Alguna potencia extranjera estaría dispuesta hoy a avivar el avispero saharaui otra vez? No, correrían demasiados riesgos. Así que, lo que era un secreto a voces, pero que nadie en la ONU se había atrevido a airear todavía, lo ha verbalizado Peter Van Walsum; “el honorable diplomático holandés”, según Marruecos y “el traidor que les ha dado una puñalada por la espalda”, según los saharauis.

Claro, en Marruecos están de fiesta; no es para menos. Pero ¡ojo!, no será fácil ni gratis esa autonomía que Marruecos ofrece. Pues, como muy bien decía ayer Khalil Khachimi Idrissi en Aujourd’hui Le Maroc, la oferta marroquí no será creíble si no hay por parte del país magrebí un giro hacia la democracia real y en favor del pluralismo político, un ejercicio efectivo de los Derechos Humanos, libertad de expresión, y un Estado de derecho. ¡Casi nada! Sin embargo, este es el argumento de peso que la comunidad internacional esgrime cuando se le pregunta por qué le da el visto bueno al proyecto marroquí para el Sahara.

No tengo palabras… (…Españoles y marroquíes que sacan los cuchillos…)

No tengo palabras… No tengo palabras para explicar el dolor, enfado, malestar, que me producen los comentarios que he leído hasta aquí sobre el post que escribí ayer. ¿Puede alguien afirmar, leyendo lo que escribí, que yo esté en contra de que vayan a España los marroquíes, o favor del insulto? ¿Puede alguien, en su sano juicio, decir que yo incito a la violencia con las reflexiones o comentarios que escribo a diario en mis post? Si acepté escribir este blog fue porque pensé que podría ser una oportunidad para ahondar en el diálogo entre culturas; una oportunidad para conocernos mejor. Una oportunidad, en fin, para acercar las dos orillas… Pero ya veo que es imposible… ¡Cuanto odio!

Hay, a ambos lados del Estrecho, una jauría de descerebrados que vomitan rencor, violencia verbal, veneno… contra todo lo que se les pone por delante, ofendiendo con la ira que acumula el impotente, con la ira del débil incapaz de hacer nada por los demás, con la ira del que no sabe qué hacer con tal de llamar la atención; con la ira del monstruo que no piensa ni controla lo que dice… Como el tipo ese (lo vi en la televisión)… que trataba el domingo pasado de romper con la cabeza el camión de los bomberos en Écija (Sevilla)… ¿Se puede ser más irracional, más animal? No, creo que no. Tan irracional como los que en mi blog escriben insultos y ofensas a diestro y siniestro. ¿Se creerán lo que dicen? ¿Dormirán por la noche tranquilos? Supongo que sí. Supongo que, como los dictadores, se creerán en posesión de la verdad y salvadores de su patria…

Hasta hace poco no sabía que, yo también, puedo censurar los comentarios que no me gusten. Pero, ¿de qué serviría esa censura? ¿Acaso acabaría con los indeseables? Así que no censuro NADA; en todo caso, que censure, si quiere el periódico 20 Minutos. Allá cada cual. Tengo más de 5.000 lectores que me siguen… En general, muchos, muchísimos comparten lo que digo. Lo sé; me llegan cartas. Y esas decenas de… (no sé como calificarlos) que se explayan vomitando, como digo, están tan lejos de lo que se expresa con sentido común, de lo que desea y siente la mayoría de la gente, que ni siquiera se merecen una línea de atención. Pero ya ven, aquí me tienen, una vez más, apagando el fuego en medio de un incendio que ¿de verdad, de verdad, creen ustedes que yo lo provoco?

Alguien en los comentarios de hoy sugiere que “ya estaré contento”; lo fácil, como siempre, es acusar al mensajero, cuando lo que escuece o no se entiende es el mensaje. Como si mi objetivo fuera ser el primero en el ranking de los blogs… A mi me da igual que haya uno… mil comentarios o ninguno. Aunque respeto a todo el mundo y prueba de ello es que no acepto censuras… Están equivocados, digo, quienes creen que busco protagonismo; mi cuota de vanidad quedó ya satisfecha hace tiempo… Si quisiera hacerme famoso hablaría de tetas, culos, del sexo en general… o me inventaría situaciones escabrosas que les pusieran los dientes largos a ustedes… No, mi deseo, ya lo he dicho, es contribuir al diálogo y crear canales de comunicación para que esa cercanía física —que por ahora sólo separan los 14 km del Estrecho de Gibraltar—, sea más real, intelectual y de verdad.

No. No escribo para que haya comentarios gratuitos, sino para que me lean. Y sé que los miles de lectores que tengo no pierden el tiempo escribiendo estupideces porque son inteligentes… Y personas decentes, que es lo que cuenta de verdad; que es lo que hay que ser. Salud.

¿Por qué los marroquíes no pueden ir libremente a España?

Hace un par de meses, en un debate en Tánger, a Carmen Romero, ex diputada en el Parlamento español y esposa del ex presidente Felipe González, le hicieron una pregunta que he oído muchas veces: “¿Por qué los españoles, los europeos en general, lo tienen fácil para venir a Marruecos y, en cambio, los marroquíes, cuando quieren ir a Europa, no pueden hacerlo libremente? Sería una buena cosa que se nos diesen facilidades”, añadió la profesora marroquí que preguntaba, “pues, de ese modo”, explicó, “se favorecería el intercambio entre la gente de una y otra parte y esto ayudaría a conocernos mejor y a entendernos…”

El argumento parece razonable. Lo que no aclaró esta profesora marroquí, es por qué la mayoría de marroquíes, cuando van, quieren quedarse en España y aprovechan la menor oportunidad para hacerlo. De hecho, muchos se quedan. Tantos, y tantas dificultades les crean a quienes organizan viajes de intercambio con centros escolares españoles, por ejemplo, que, prácticamente, el profesorado español residente en Marruecos (en Tetuán, Tánger, Casablanca, Nador, Alhucemas…) ha renunciado ya a organizar viajes de intercambio. ¿Por qué? Pues porque, como digo, casi siempre hay alguna chica o algún chico que se les pierde…

De ahí ese murmullo que se levantó en la sala ante la pregunta planteada a Carmen Romero. “No sabe esta señora que pregunta los problemas que se nos crean cuándo un alumno se escapa”, dijo alguien a mi lado. “Porque se quedan”, “…se quedan”, se oyó repetir.

Una lástima, pero es así. Sé que pagan unos por otros, pero ahora mismo es muy difícil facilitar el libre tránsito entre ambos países. ¡Y sería una cosa buena, no cabe duda! Pero los marroquíes han de comprender que también los españoles, hace unos años, tenían dificultades para ir a Francia o Alemania libremente; necesitaban un contrato de trabajo; había una cierta regulación. De modo que la respuesta más razonable a la pregunta que se plantea en este post es que, Marruecos, con la ayuda que haga falta, por supuesto, tiene que desarrollarse desde aquí, con la gente de su país; no marchándose los marroquíes.

Zapatero, ese rey Mago que viajará a Marruecos

Se le espera al presidente Zapatero en Marruecos como agua de mayo… Y nunca mejor dicho, dada la fecha que se anuncia para su visita. Ya la semana pasada estuvo por aquí el primer ministro francés y repartió “a manos llenas” créditos a fondo perdido, créditos especiales para “no sé qué”, una partida de muchos millones de euros para iniciar los estudios preliminares del tren de alta velocidad que unirá Tánger con Casablanca, otra más para construir un tranvía entre Rabat y Salé; ayudas para el saneamiento de aguas en el área urbana de Agadir… Es decir, Francia reparte, como lo hace y lo hará España próximamente, pero con una diferencia.

Mientras a los franceses les atribuye todo el mundo absoluta eficacia en las “inversiones” que hacen en Marruecos, y nadie duda de que obtendrán pingues beneficios por ellas, de los españoles, en cambio, siempre se sospecha, empezando por la propia población marroquí que así lo percibe, que se les toma el pelo. ¿Por qué esto es así? No sé si es un tópico, simple cuestión de vecindad, que “españoles y marroquíes hermanos”, como dicen por aquí, o… sencillamente es cierto. Pero la verdad es que cuando España se acerca a Marruecos, la impresión que se tiene (por aquí, ya digo) es de que las ayudas se pierden en proyectos poco útiles o van a parar a manos que no deben…

Mas, al margen de estas sospechas o especulaciones, infundadas o no, cabe decir que España “esta obligada” a ayudarle a Marruecos por vecindad, amistad e interés… Eso sin duda. Aunque, ¡ojo!, Zapatero no debería hacerlo como si fuera ese rey Mago que llega repartiendo caramelos y se larga. Ha de mirar cómo da y a quién le da.

En Marruecos hay personas solventes, muy bien preparadas, demócratas… Personas capaces, que creen en la democracia y luchan por ella; grupos humanos que están convencidos de que el futuro y las buenas relaciones entre España y Marruecos pasan por proyectos comunes de desarrollo en un marco de participación democrática… A estas personas es a las que hay que ayudarle; a estos grupos humanos es a los que hay que impulsar para que agranden su espacio en la sociedad marroquí.

Y luego hay que controlar: no se pueden dar ayudas y olvidarse de hacer un seguimiento. ¿A dónde van a parar esos millones de euros que se entregan para promover, por ejemplo, la integración de menores en la sociedad marroquí y evitar que huyan a España? Ah, no se sabe… Y, claro, al poco tiempo… ¡Los niños otra vez están allí! Lo dicho, que Zapatero en Marruecos se olvide de ser un rey Mago.

La erótica del claxon

¿Es posible que el claxon, en sus componentes o formas (o en su sonido), encierre secretos eróticos? ¿Por qué se perturban tanto los hombres cuando se agarran a un volante? Porque el claxon es, para los hombres machotes, ese arma que le ayuda a enmendar los entuertos, que siempre está dispuesta para insultar con el ruido, que le auxilia en las prisas, o que manda a paseo con sus estridencias al conductor que está al lado o al que va por delante… El claxon, parece ser, erotiza al género masculino con una facilidad pasmosa, hasta tal punto… que son muchos los hombres los que se entusiasman manosearlo…, por lo menos en los semáforos.

De verdad que no entiendo por qué esa obsesión (masculina, por lo general) y ese afán de tocar la bocina continuamente; en los atascos (que, evidentemente, no van a solucionarse por mucho que uno se ponga a aporrear el claxon), o antes, incluso, de que se abra un semáforo. En Marruecos, en Tánger en particular, “los hombres del claxon” nos tienen fritos al resto de la población.

Es una práctica que no alcanzo a entender, ya digo. Máxime cuando el pueblo marroquí es un pueblo tranquilo, que aprecia la calma, que valora el tiempo en una dimensión que nada tiene que ver con las prisas y la urgencia por consumirlo que tienen los occidentales… ¡Ah!, pero eso es en los cafés, en el paseo por la calle, incluso en el trabajo, pero no dentro del coche. ¡En el coche, no! En el coche, un marroquí es tan agresivo como cualquier español o francés, y se excita y pierde los papeles igual que el encolerizado europeo; y se pone a tocar la bocina, de forma tan apasionada a veces, como si estuviese en los brazos de… vete a saber quién.

El tiempo en Marruecos puede gastarse a manos llenas, pero no dentro de un coche; porque ahí, al volante, muerde como ese amor anhelante que no deja de apremiarnos. No sé qué tiene el automóvil que tanto perturba a los conductores tangerinos… ¡Joder, qué agonía en los semáforos! ¿Pero por qué esa obsesión por el pi, pi, pipi, piiiii todo el día? Ya digo, debe de tener algún secreto este asunto del claxon que no conocemos. Y es que perturba a los hombres de tal manera, que les pone, pienso yo, en tal desasosiego, con rabieta infantil incluida, que dan pena… Es que si no, no se entiende esto.

Con la muerte en los talones…

Emulando a Alfred J. Hitchcock, quiero proponer hoy una reflexión sobre un tema que no acabo de entender en este Marruecos de mis desvelos: que la gente cruce, o camine por en medio de la calle tan tranquila y sin mirar, corriendo el grave riesgo de provocar un atropello… También se da en España, aunque bastante menos, desde luego.

Me gustaría entablar un debate. ¿Por qué la población marroquí no se plantea este tema en serio cuando en ciudades como Casablanca quedan malheridas o mueren por esta causa —creo haber leído en alguna ocasión— más de una decena de personas al día?

Antes haré un breve preámbulo: Cuando yo era niño, en mi pueblo sólo había un coche. Y por carreteras teníamos caminos de tierra; a penas si pasaba un auto por allí de vez en cuando… Pero sí recuerdo, en cambio, la advertencia constante de las personas mayores: “Tened cuidado, niños, que os va a pillar un coche”. O: “No os acerquéis a la carretera”. Y una lección que aprendí en seguida, quizá la primera, fue la de que el peatón debía caminar por la izquierda —“para ver los coches que venían de frente”, se nos decía—, para, ante un imprevisto, poder evitarlos. Es decir, la educación vial fue algo consustancial y paralela… —¡hasta en mi pueblo que está en los confines del mundo, como quien dice!— a la aparición del automóvil. Pues bien, en Marruecos, parece que no se ha hecho así; o si se ha hecho, no me explico por qué camina cada uno (sea niño, adulto o anciano) por donde le parece.

Y aquí está la pregunta para esa reflexión que propongo: ¿Por qué en Marruecos, en las ciudades más que en el campo, incluso, la gente cruza SIN MIRAR las calles, no respeta las señales, y las madres, con carricoches de bebés y niños de la mano… atraviesan por donde les apetece las rotondas con el riesgo de ser atropelladas?

Añadiré, a cambio, y en beneficio de quiénes esta forma de se comportar, dos matices:

UNO: las autoridades hacen muy poco por los peatones; eso es cierto. Ni hay pasos de cebra convenientemente señalizados ni semáforos con luminoso para peatones.

DOS: Tampoco los guardias municipales se ocupan de que los conductores respeten las mínimas normas de circulación… Que se las saltan cuando quieren, incluso delante de sus narices.

En fin, creo que nos convendría reflexionar sobre este hecho. Habría menos atropellos y, por supuesto, menos caos circulatorio.