La publicidad es clave en la construcción de las marcas.
Claro que hay marcas hechas con muy poca publicidad; Zara es el ejemplo español que se cita en casi todos los foros, pero se trata de un número muy reducido de excepciones y la mayoría de ellas pueden discutirse.
En el caso de Zara (que sólo hace algunas páginas endiarios con ocasión de las rebajas) no cabe duda de que sus locales en las mejores ubicaciones de cada ciudad constituyen una magnífica campaña de publicidad Exterior.
Pero hay otro aspecto clave al que me quiero referir hoy: la publicidad juega un papel fundamental en la financiación de los medios. La televisión en abierto o la radio han sido siempre gratuitas porque las pagaba la publicidad; pero ahora tenemos una potente prensa gratuita (diarios y revistas,la marca a la que se acoge este blog es un buen ejemplo) y acceso por internet a una cantidad casi infinita de contenidos por los que el usuario no paga nada.
Sin embargo, la imagen de la publicidad es mala.
Seguimos viendo cómo los medios nos tratan como un mal, necesario pero mal. Sigue siendo muy frecuente ver cómo se da paso a la publicidad casi invitando a que no se vea. Parece que los responsables de los contenidos de los medios no son conscientes de quién paga su sueldo.
Hemos sido capaces de crear marcas potentes, de introducir productos que el consumidor no sabía que necesitaba y hacerlos imprescindibles, de vender ideas, de cambiar el mundo, en muchos sentidos. Pero hemos fallado a la hora de vender nuestro producto: todo esto lo tienes gracias a la publicidad; llega a ti gracias a que, a la vez que te damos a conocer nuestra marca, te estamos pagando los medios en los que te informas y con los que te entretienes.
Quizás haya llegado el momento de hacer una campaña para vender nuestro trabajo.
Esta es la adaptación de un artículo que publiqué en la revista Brandlife hace ya más de un año: en noviembre de 2006. Pero creo que sigue estando plenamente vigente.