Por Carla Fibla
‘Las mujeres no son iguales que los hombres’ es el mensaje a combatir a todos los niveles que la activista por los derechos de las mujeres Kamla Bhasin plantea frente al actual patriarcado atrincherado de la India. La frase es una realidad que las autoridades reconocen, como demostraron al presentar en el Parlamento la última Encuesta Económica, en la que cifran en más de 20 millones las niñas que son marginadas al nacer por no ser “deseadas”, y destacar que los abortos selectivos son una práctica frecuente, a pesar de estar prohibidos.
‘El Gobierno indio ha visibilizado esta grave lacra denunciando que 2.000 niñas mueren a diario en el vientre de sus madres, y pidiendo, a través de la campaña Beti Bachao, Beti Padhao (Salvar una hija, educar a una hija), lanzada en enero de 2015, que se mejoren las leyes contra la determinación prenatal del sexo, y se garantice el acceso a la educación de las menores’, apunta Doreen Reddy, responsable del Sector Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer (FVF).
Pocas razones para ser optimista cuando la ONU apunta que las niñas en la India tienen un 75% más de probabilidades de morir que los niños, o que la violencia contra las mujeres, está limitando su participación laboral, porque dos terceras partes de las mujeres con título universitario no trabajan.
Pero las mujeres en la India también están demostrando que son fuertes, y es su determinación cotidiana lo que se está convirtiendo en motor del cambio social. Para Samina Tadipathri, matrona que atiende a una media de 25 partos al día en el Hospital de Kalyandurg, una madre debería ser igual de feliz si da a luz a un niño o a una niña’: ‘Muchas lloran al enterarse de que han tenido una niña, sobre todo si es la segunda hija, e incluso algunas llegan a abandonarlas en el hospital. La presión cargan es muy fuerte, y hay veces en las que las madres matan a sus hijas al llegar al pueblo, o familias que sobornan a los médicos para conocer ilegalmente el sexo del bebé antes de nacer’.
Datos: en la India una de cada seis mujeres se casa antes de los 18 años. No obstante, cuanto mayor es su nivel de estudio, más alargan la decisión de contraer matrimonio. Solo el 5,2% de las mujeres que finalizaron la educación secundaria se casaron antes de los 18 años.
Lakshmi Narasamma es lideresa de un sangham (asociación de mujeres) de la aldea de Atmakuru: ‘Cuando detectamos que un hombre maltrata a su mujer, acudimos a la casa para hablar con él. La mayoría dicen que ella le estaba gritando. Entonces le explicamos las consecuencias de pegar a su mujer y que hay otras formas de resolver los problemas. No siempre están dispuestos a hablar porque muchos entienden la violencia de género como algo que forma parte de la intimidad de la pareja’.
Más. Alrededor del 10% de las parejas indias sufren infertilidad. K. Udayalakshmi y su marido, K. Thejomoorthy, accedieron a un tratamiento de fertilidad. ‘Cuando una mujer no puede tener hijos o hijas, es juzgada por la sociedad y castigada sin poder asistir a bodas o al templo. En la India, ser padres no es una elección, sino el fin de contraer matrimonio. Así es como está organizada la sociedad, porque cuando las personas envejecen deberán ser cuidadas por sus hijos o hijas. Si una mujer no puede ser madre, se la considera prácticamente inútil para esta sociedad’, explica K. Udayalakshmi.
Syamaladevi, trabajadora sanitaria de la FVF, comenta que la autoconfianza y herramientas para evitar la discriminación de género están cada vez más presentes en la sociedad. Por eso, cuando se analizan realidades como la enfermedad de la depresión (que en la India afecta al 4,5% de la población, 56 millones de personas) ‘ el origen en el caso de las chicas es la discriminación de género que empieza en el hogar, donde los padres a menudo no las apoyan en su educación’.
No hay marcha atrás, las mujeres de la India están haciéndose con el mando de lo que les preocupa y avanzando con acciones concretas. El trabajo continúa, como asegura Anna Ferrer: ‘La única vía es seguir adelante, paso a paso, hasta que consigamos que cada vez que nazca una niña sus padres lo celebren, llamen a su familia y repartan dulces para todo el mundo’.
Carla Fibla es periodista y trabaja en el Departamento de Comunicación de la Fundación Vicente Ferrer.