Archivo de junio, 2014

Ramona: 20 años y un desalojo

Por Susana Arroyo Susana Arroyo

A sus 20 años, Ramona González conoce el amor, la resistencia y la muerte.

Nació en una familia campesina paraguaya, pero la falta de tierra y oportunidades la hicieron marcharse a la ciudad. Trabajó varios años como empleada doméstica, tuvo un niño, se enamoró y regresó a su comunidad para reclamar su derecho más básico: una vida digna.

Ramona con otros jóvenes paraguayos. Imagen: Susana Arroyo / Oxfam Intermón

Ramona con otros jóvenes paraguayos. Imagen: Susana Arroyo / Oxfam Intermón

La mañana del 15 de junio de 2012 madrugó, como cada día, para ir a limpiar el campo. Junto a su compañero y otras decenas de familias jóvenes preparaban el terreno donde sembrarían su futuro.  De repente helicópteros, hombres armados, un tiroteo; gente corriendo, gritando, muriendo.  Tomó a su niño en brazos y salió corriendo hacia el bosque.

Alguien había dado la orden de desalojar la finca pública  Marinakue, esa donde Ramona y su gente estaban trabajando.  Murieron seis policías intervinientes y once labriegos.  En un país donde cientos de personas campesinas han sido ejecutadas en los últimos 25 años, más que un desalojo, aquello parecía un exterminio.  Una semana más tarde, el parlamento paraguayo usó la masacre de Curuguaty para acabar el mandato del presidente de entonces, Fernando Lugo.

La historia esta joven, la de su comunidad y la del mismo Paraguay, habían cambiado para siempre.

Han pasado dos años desde entonces y una mezcla de dolor y determinación marca el gesto y las palabras de Ramona. ‘Vinimos por comida y por trabajo y terminamos con nuestros familiares muertos, perseguidos o encarcelados. No descansaremos hasta que el gobierno nos devuelva la tierra y la libertad. Quiero de vuelta a mi marido y a la vida que soñamos juntos’.

La primera vez que hablamos fue cuando preparábamos con ella y toda la comunidad la campaña “Jóvenes sin tierra = Tierra sin futuro”.  Su imagen era la de una mujer que no había tenido tiempo para ser joven, que había estado ocupada intentando sobrevivir.  La segunda vez sonreía, brillaba.  Era el día que hacíamos público nuestro proyecto. Estaba rodeada de jóvenes que, luego de conocer su historia, habían firmado la petición que lanzamos para que el presidente de Paraguay entregue la finca de Marinakue a Ramona y las familias y jóvenes de Curuguaty.

Las firmas de esas muchachas y muchachos –que tuvieron la suerte de nacer en otro Paraguay- tienen mucho poder.  Lograrán que el gobierno escuche y otorgue esas tierras públicas a quiénes llevan años reclamándolas, pero ya lograron, quizá, el más importante de los cambios: revivir en Ramona algo de la esperanza que la injusticia y la desigualdad de su país llevan años masacrando.

 

Susana Arroyo es comunicadora y trabaja en Oxfam Intermón 

¿Quién ganó la final de la Champions? ¿Y el Mundial?

Por Beatriz Pozo Bea Pozo

Es una noche de mayo en Lisboa.  La final de la Champions está en juego. El balón vuela en el aire. Dos futbolistas van a por él, la pelota sale disparada hacia la portería. Es gol. Más de cien aficionados gallegos lo celebran en la grada, pero no están festejando un gol de Sergio Ramos,  ni de Godín, sino de Verónica Boquete. La primera española en alcanzar una final de Champions. Su equipo, el Tyresö sueco acabó perdiendo 3-4. Sin embargo, nadie lo recuerda. Los medios estaban ocupados cubriendo la otra final de Champions, que se celebraría dos días después.

Fútbol pasión. Imagen de TrasTando.

 

No obstante,  Vero Boquete probablemente no esperaba una gran cobertura mediática. Tampoco la obtuvo cuando la nombraron mejor jugadora de la liga de fútbol estadounidense, uno de los mejores campeonatos femeninos, ni en ningún otro momento. Está acostumbrada, como acostumbradas deben de estar la mayoría de las deportistas según una investigación de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que denuncia que la mujer solo aparece en el 5% de las noticias de la prensa deportiva y que ese porcentaje se ha ido reduciendo en los últimos 30 años.  ‘Las informaciones neutras, como balones de fútbol, campos… tienen más presencia que las mujeres’ advierte la profesora de la UC3M, Clara Sainz de Baranda.

Además, en estos mismos medios, entre las escasas informaciones con presencia femenina, las deportistas están siendo desplazadas por las ‘invitadas’, es decir, por familiares, aficionadas o famosas. ‘En casi el 50% de los casos los hitos de las deportistas quedan reducidos  a un simple breve, el género más humilde del periodismo, lo que supone un reduccionismo en el tratamiento de estas informaciones’ denuncia la investigadora. Mientras tanto, ‘las invitadas’, aunque protagonizan muchas menos noticias, gozan de un mayor espacio y de informaciones mucho más visuales. Así, la prensa deportiva muestra una imagen de la mujer cada vez más estereotipada, disminuyendo su importancia como deportista y presentándola  como simple acompañante.

Para la profesora es muy importante ‘saber qué imagen están lanzando (los medios deportivos) porque son los que más audiencia tienen’. Así, ‘a mayor número de lectores, más mentes que influencian’. Otro  problema es que las mujeres que aparecen en estos diarios  van a servir de referente para las niñas que comiencen a practicar deporte. Si los hitos deportivos son colocados en segunda fila y, sin embargo, se destaca a la novia del futbolista,  el modelo que se estará invitando a seguir no será el de la primera, sino el de la segunda.

Además, a esta situación de inferioridad de la mujer en la prensa deportiva se le une que tampoco es tratada de la misma manera que los hombres por las propias autoridades. Así, por ejemplo, en el fútbol femenino existe un Real Decreto que impide la profesionalización de las mujeres. ‘Aducen que, económicamente, no es rentable que una mujer juegue como profesional, pero en realidad es un problema de derechos laborales fundamentales’ dice la profesora. De este modo, Verónica Boquete tuvo que irse a jugar al extranjero, para que sus seguidores pudieran celebrar su gol en Lisboa.

 

Beatriz Pozo es estudiante de periodismo y comunicación audiovisual y futbolista.

Desenfocada

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

Desenfocada es estar sometida a perturbaciones continuas, a incertidumbre, angustia, al desconocimiento de prioridades. Es estar presa.

Enfocada es identificar prioridades, conductas, aptitudes que dirigen tu existencia con el único aliado de la libertad.

Enfocarse es vivir en libertad. Ser libre. Desenfocarse es dejarse arrastrar por la tormenta de la violencia de género.

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Y es que el tercio de la población aún sigue conviviendo y tolerando el control del agresor como forma de relación de pareja. Un 32,6% de hombres lo ve inevitable y un 29% de mujeres tolera la violencia de control en la mujer en determinadas circunstancias. Ello según la encuesta de la Universidad Autónoma de Madrid sobre el impacto de la percepción social de la violencia de género.

Parte de los encuestados legitiman así la situación de mujeres que están atrapadas por el terror ambiental, el miedo a vivir, el sometimiento, el ataque a la integridad moral, el chantaje emocional, la ira, la posesión, la manipulación del sentimiento, la coacción, la amenaza vedada, la injuria, la agresión moral y verbal. Mujeres que desenfocan el problema como víctimas sin verlo.

Estos encuestados, mujeres y hombres, toleran la violencia psicológica sin verla. La desenfocan porque no se materializa en la agresión del cuerpo pero sí en el alma, porque es la no visible. Y es que sin enfocar no se ve y no se siente. Se toleran como algo ‘inevitable’ o ‘justificable en determinadas circunstancias’ la violencia psicológica y los micromachismos. Pero es pura matemática: cuando la severidad de la manipulación no alcanza los resultados esperados, vendrá de forma inmediata la agresión física.

Esta tolerancia a la violencia de género invisible la desenfoca y nos impide ver la violencia psicológica en toda su extensión. Es irreconocible en esa parte de la población que aun siente que los celos y la propiedad son parte del amor y que ignoran la forma de amar en libertad: Sin posesión ni cosificación.

Por ello hay que enfocar bien la cuestión. Enfócate. Observa las conductas y comportamientos de control y dominio de “baja intensidad”, naturalizados, invisibilidades y legitimados que son realizados impunemente con o sin conciencia de ello. Su objetivo es el control, el poder, el aislamiento como actos previos a la violencia de género. Y esas legitimaciones son los micromachismos. Un concepto acuñado por el profesor Luis Bonino, Psicólogo, terapeuta y director del Centro de estudios de la Condición Masculina.

Los micromachismos hacen tolerables comportamientos que son auténticos obstáculos y resistencias a la igualdad de las mujeres en lo cotidiano por parte del futuro maltratador. Micro-machismos que surgen como previas formas de dominación ocultas incluso a las que lo padecen y son sus destinatarias: Las mujeres en el ámbito de la pareja y que derivaran en violencia de género. Es un poderoso predictor de ella.

Y así conviven con nosotros en el dia a dia sin dar la cara, tolerados y naturalizados. Para Bonino, los micromachismos utilitarios fuerzan la disponibilidad de la mujer de diversos aspectos ‘domésticos y cuidadores’ del comportamiento femenino tradicional, para aprovecharse de ellos. Se realizan especialmente en el ámbito de las responsabilidades domésticas, los micromachismos encubiertos, abusan de la confianza y credibilidad femenina ocultando su objetivo, los micromachismos en crisis fuerzan la permanencia en el statu quo desigualitario cuando éste se desequilibra, ya sea por aumento del poder personal de la mujer, o por disminución del varón precede a los micromachismos coercitivos que sirven para retener poder a través de utilizar la fuerza psicológica o moral.

Por ello tras un aislamiento doméstico, tolerado y de pareja encubriendo el objetivo de la dominación como forma ‘justificable’ e ‘inevitable’ como recoge la encuesta, se está transitando desde la ‘normalidad’ al micromachismo y de ahí como su antesala a la violencia de género. Y por el abuso de la desigualdad que lleva al estado de crisis al uso de la fuerza (psicológica o moral).

Observémoslo y no lo toleremos. Enfoquemos los micromachismos. Es el tránsito necesario para dejar de desenfocarlos. No consideremos el control como inevitable o justificado, sino simplemente nocivo, tóxico y predelictivo. Solo así tendremos el privilegio de pasar de las prisiones de la violencia de género y del micromachismo a un amor en libertad.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de violencia a la mujer y contra la discriminación sexual y de género en Andalucía.

Retroceso, avance, ilusión: otro futuro es posible

Por Mayte Mederos Mayte Mederos firma

Siempre me he considerado de las que ven la botella medio llena. Aunque hay que reconocer que en los últimos años mantenerme en esa tesitura ha sido un ejercicio de fe. Entre el paro, los desahucios, la pérdida de derechos laborales y la vuelta atrás en las políticas sociales de este país, el espacio para el desánimo ha ido creciendo sin tregua. Y eso, siendo una auténtica privilegiada por tener trabajo.

Incluso una optimista patológica como yo alcanza a ver que el retroceso que ha sufrido la sociedad española en muy poco tiempo va a tener difícil arreglo en el medio plazo. Especialmente para las mujeres, que cargamos en nuestras espaldas con la peor parte. Con una desigualdad salarial histórica, e inmersas en una sociedad que nos responsabiliza del cuidado de las personas dependientes, nuestras posibilidades de tener un trabajo retribuido se van reduciendo de forma exponencial. Estamos siendo las grandes golpeadas por la crisis, obligadas a quedarnos en casa porque ellos ganan más y alguien tiene que ocuparse de las criaturas y del abuelo. Perdiendo nuestra independencia, fundamental para luchar contra el modelo patriarcal que todo lo inunda, y que nos deja indefensas ante lacras como la violencia doméstica. Por mi parte trato siempre de no añadir más leña al fuego de la desilusión que nos rodea. Pero llega el momento en que el lenguaje y el pensamiento positivos no son suficiente barrera y te invade la frustración hasta el tuétano.

'Organize', intervención de TrasTando

‘Organize’, intervención de TrasTando

Y sin embargo… ¿quién no ha notado algo en estas últimas semanas? ¿un cosquilleo nuevo, una chispa de interés en la atonía de la cuesta abajo? ¿una ceja levantada ante lo que parece un intento inútil de salir del pozo, y que sin embargo pega como barro en la pared?

Parecía imposible arañar siquiera el bloque del bipartidismo en España, y sin embargo un proyectil con seis millones de votos tránsfugas ha estallado en las narices de los grandes. Y es que una parte de la ciudadanía ha dejado el sillón del victimismo y ha plantado cara expresándose en las urnas el pasado 25 de mayo.

Y unos días más tarde, en una decisión más relacionada con este hecho de lo que nos quieren hacer creer, Juan Carlos I anuncia que abdica en su hijo y la gente sale a la calle para pedir una consulta popular que nos permita elegir qué sistema de gobierno queremos. Porque aunque siga habiendo personas partidarias de la monarquía, somos muchas las que nos cuestionamos una institución impuesta por un dictador, heredada de cuando en este país no se podía opinar. Justo es, por tanto, que se nos dé la madurez que entonces no se nos permitió tener para elegir el modelo de Estado. Y en ese sentido se movilizaron cientos de miles de personas en distintas ciudades para pedir la Tercera República. Y a través de iniciativas en la red pidiendo un referéndum sobre la monarquía. Aquí en Canarias también hemos salido a la calle este fin de semana para protestar masivamente contra quienes quieren alquitranar nuestro futuro: esos todopoderosos como el ministro Soria y Repsol que no ven más allá de su codicia y nos entrampan sin temblarles el pulso. No había habido una manifestación tan masiva en las islas en muchos años. Y es que la perspectiva de las prospecciones petrolíferas en un archipiélago que necesita el turismo para su supervivencia, sin necesidad de entrar en análisis demasiado sesudos, es una brutalidad que nos ha tocado en lo más profundo a quienes vivimos en esta tierra.

En resumen: España se mueve.  Pero ¿qué está pasando esta primavera que no haya ocurrido en la del año pasado, ni en la anterior? Pues que la gente de a pie, que estaba harta de que se rieran de ella pero al mismo tiempo resignada, de repente descubre que no está sola. Que muchos peces pequeños pueden enfrentarse el grandullón si se unen, y que en la ecuación empiezan a cambiar las variables.  Y es que tenemos que tragar menos abusos y soñar más. Como modernos Robespierres, capaces de reescribir la historia. Porque me niego a pensar que somos esclavos modernos, ni que un siglo de avances se va a ir por el sumidero con nuestras esperanzas. Se empieza a ver en la calle que queda en nuestro interior un orgullo que nos hace levantar otra vez la cabeza, y encontrar una nueva voz.

Veo a mi alrededor personas valientes que se ponen en pie, entre ellas muchas mujeres valiosas que dan un paso adelante. Mujeres que deciden poner un grano de arena, o muchos, para organizar la vida de otra manera. Debates sociales, dialéctica, sangre latiendo en las venas de la sociedad de a pie. Yo no sé si es el fin del capitalismo, ni hacia qué sistema vamos en este cambio de modelo que tanto necesitamos. Pero sí tengo claro el combustible para este viaje, que es la ilusión. La ilusión como hilván que nos conecta y nos permite luchar por aquello en lo que creemos. Como motor que bombea endorfinas en nuestro corazón, sabiendo que otro futuro es posible.

Salgamos de la inactividad, que solo da de comer a los grandes, y enamorémonos de la vida como a los quince años. Porque ya es hora de abandonar las frases de desánimo y alimentar nuestro presente con palabras de amor.

 

Mayte Mederos, Coordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

Mayte Martínez: el deporte como escuela de vida

Por Laura Martínez ValeroLaura Martínez Valero

El deporte, muchas veces asociado únicamente al cuidado del cuerpo, es mucho más que una actividad física. Es una forma de educación y de sensibilidad hacia los problemas sociales. Así lo ve la ex atleta española Mayte Martínez: ‘A mí el deporte me ha dado valores como el respeto, la solidaridad o el compañerismo’, afirma. Valores que actualmente, Mayte intenta transmitir a sus alumnos y alumnas en la escuela de atletismo Mayte Martínez Racing que dirige en Valladolid. ‘Queremos que los chavales a la vez que aprenden atletismo se formen con valores. No queremos niños que tengan un alto rendimiento deportivo, lo que queremos es que vengan a aprender, a jugar, a divertirse, a compartir experiencias con otros compañeros y sobre todo a respetar’.

Mayte Martínez y Chema Martínez durante la presentación del Oxfam Intermón Trailwalker Madrid, que tendrá lugar los días 5 y 6 de julio

Mayte Martínez y Chema Martínez durante la presentación del Oxfam Intermón Trailwalker Madrid, que tendrá lugar los días 5 y 6 de julio. (C) Ana Sara Lafuente / Oxfam Intermón

Por ello, Mayte no ha dudado en apoyar este año el Oxfam Intermón Trailwalker, una carrera solidaria en la que equipos de seis personas, cuatro corredores y dos de apoyo, recorren juntos 100 km en un tiempo máximo de 32 horas y deben recaudar al menos 1.500 euros antes del día del evento, que se destinarán a los proyectos de la ONG en todo el mundo. ‘Afortunadamente cada vez se está buscando más, sobre todo en el deporte popular, una vertiente muy marcada de deporte y solidaridad. Yo, como deportista ahora ya popular, estoy encantada de poder participar y que haya muchísimas iniciativas en las cuales los beneficios recaigan en causas y gente que realmente lo necesita’, explica.

Hacer 100 kilómetros en 32 horas puede parecer demasiado, incluso aunque haya un trasfondo social. Sin embargo, los casi 500 equipos que participaron en la edición de Girona de este año y los 130 equipos que ya se han inscrito para la edición de Madrid de los próximos 5 y 6 de julio (cuyas inscripciones estarán abiertas hasta el 15 de junio) parecen confirmar lo contrario. ‘No es un reto sencillo, pero yo creo que eso también es lo que motiva. Si fuera hacer cinco kilómetros yo creo que perdería parte del atractivo. Con un poquito de entrenamiento, mucha motivación y ganas es totalmente asumible’, afirma Mayte.

Motivación y firmeza no le faltan a Mayte a la hora de reivindicar otros retos como la igualdad de la mujer o que se dé mayor relevancia informativa al deporte femenino. “En los medios de comunicación somos las grandes olvidadas y al final que un deportista tenga más o menos reconocimiento depende de que su cara, sus resultados y sus hazañas estén en los medios. Un ejemplo muy evidente es coger cualquier periódico o mirar en internet. O te vas a al apartado específico de ‘mujeres y deporte’ o las portadas deportivas prácticamente las acaparan ellos al 100%”, explica Mayte. Esta desigualdad tiene dos vertientes: la propiamente deportiva y la directiva. ‘Hay muy pocas mujeres que estén dirigiendo federaciones, organismos relacionados con el deporte o clubes. No deja de ser un reflejo de nuestro papel en la sociedad, en la que también es difícil ver a mujeres en consejos de administración, que están ocupados en grandes porcentajes por hombres’. Por esta y otras causas seguirá trabajando Mayte Martínez, para cambiar el mundo a través del deporte.

Laura Martínez Valero trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón y participa en el proyecto Avanzadoras

‘Si me matan por decir la verdad, mis nietos seguirán’

Por Isabel Ortigosa isabel Ortigosa

Conocí a Ligia Chaverra en una visita a la Zona Humanitaria de Las Camelias. La mujer diminuta y descalza que encontré, de manos trabajadas y retorcidas por el tiempo, es una de las líderes más reconocidas de las comunidades afrodescendientes de la cuenca del río Curvaradó. Esta zona remota del Urabá chocoano, al norte de Colombia, fue muy castigada por la violencia a finales de los años 90. Con la excusa de ‘limpiar’ la región de guerrilleros, se produjo en esta época una incursión paramilitar que, con la complicidad del ejército, provocó un éxodo masivo de campesinos. Su huída fue aprovechada por actores legales e ilegales para ocupar estos terrenos, violando así la ley 70 de Colombia (1993), que reconoce y protege el derecho de los afrocolombianos a la propiedad colectiva de sus tierras y a ocupar su territorio ancestral.

Ligia María Chaverra, 72 años, es una de las líderes de la comunidad de Curvaradó, en Chocó, una de las regiones más pobres de Colombia.  Ha sufrido amenazas por reclamar sus tierras, pero ella y sus hijos siguen firmes. Imagen: Inspiraction

Ligia María Chaverra, 72 años, es una de las líderes de la comunidad de Curvaradó, en Chocó, una de las regiones más pobres de Colombia. Ha sufrido amenazas por reclamar sus tierras, pero ella y sus hijos siguen firmes. Imagen: Inspiraction

Ligia huyó a través de la selva, con sus hijos, dejando atrás todo lo que tenía. Durante meses, vivieron en constante itinerancia, sin un hogar, sin una escuela, sin medicinas para los niños que caían enfermos. Un tiempo después, venciendo el miedo, varias familias decidieron retornar a sus tierras, y Ligia se convirtió en una de las líderes más destacadas en la lucha por la restitución.

Con el apoyo de Justicia y Paz, contraparte de InspirAction en Colombia, se crearon las llamadas Zonas Humanitarias: espacios delimitados, habilitados únicamente para sociedad civil y libres de actores armados, donde se busca proteger a los retornados y defender su derecho a la vida, a la autodeterminación y a la restitución de sus tierras.

Desde el retorno, y a pesar de su avanzada edad, Ligia ha denunciado incansablemente a los responsables del desplazamiento forzado, de la violencia y de los daños ambientales que sufre la región. Esto le ha valido amenazas, señalamientos y un hostigamiento continuo que hace que muchos temamos por su vida. ‘Dicen que soy guerrillera, pero yo he criado a ocho hijos y a 44 nietos. ¿Creen que he tenido tiempo para hacer la guerra?’ me dice.

Ligia cuenta con voz pausada que supuestamente la Operación Génesis, que acabó desplazando a miles de campesinos, tenía como objetivo para acabar con la guerrilla. ‘Pero luego nos dimos cuenta de que el objetivo era sacarnos para desarrollar el cultivo de la palma y el plátano. La guerra era contra los campesinos’. En la zona no se conocía el cultivo de la palma africana. Ahora, desgraciadamente, la conocen demasiado bien. ‘Por la palma fue nuestro despojo. La sangre de nuestros amigos y de nuestros hermanos ha abonado esa palma’.
Ligia ha sido acusada de guerrillera, amenazada, calumniada. Sale de la Zona Humanitaria con acompañamiento, como única medida de protección, y sabe que es más que posible que su cabeza tenga precio. Pero a sus más de 70 años, sigue luchando. ‘Si me matan por decir la verdad, nada puedo hacer’.

Sus palabras son una fuente de inspiración, toda una declaración de intenciones de una mujer que ha sabido vencer al miedo. ‘A veces me aflijo por tantas preocupaciones, pero el apoyo de tanta gente me da fuerzas’, me dice. ‘En cualquier momento moriré o me matarán, pero quedarán mis hijos y mis nietos. Yo sólo he abierto camino para que otros sigan esta lucha. Si muero, el proceso seguirá adelante’.
Y yo la oigo, y la creo. Sé que algún día, estas tierras conocerán la paz, gracias a la lucha y a la entrega de tantos hombres y mujeres valientes. Gracias, Ligia.

 Isabel Ortigosa es responsable de Incidencia y Comunicación de Inspiraction

Qué rico mango

Por Belén de la Banda @bdelabanda

Cuesta bastante llegar a Bérégadougou, un pueblo campesino al noroeste de Burkina Faso, no muy lejos de Bobó Dioulasso, la segunda ciudad más importante del país. Pero cuando llegas, no puedes evitar caer en una inmensa admiración por esas 600 mujeres que desde hace unos años han encontrado un salario y una nueva vida gracias a los mangos.

Imagen de Omar Traoré / Oxfam Intermón

Varias mujeres lavan los mangos al inicio del proceso. imagen de Omar Traoré / Oxfam Intermón

De este pueblo, los jóvenes solían emigrar hacia varias plantaciones de caña para buscar trabajo. Así, sólo los muchachos jóvenes y fuertes lograban un ingreso mínimo a costa de su propia salud, ya que el trabajo y las condiciones en que se hace son muy duros. En el pueblo sólo quedaban los mayores y las mujeres, y las tierras iban quedando abandonadas. Un caso especial eran los mangos: los árboles producían bien, pero la época de la cosecha es la que es, todos los mangos se producían a la vez, y el exceso de oferta hacía caer el precio en el mercado.

Desde hace unos años, los jóvenes de este pueblo formaron la asociación Wouol, les pidieron a sus padres que les dejaran organizar las tierras, y con ayuda de Oxfam Intermón las mujeres empezaron a crear pequeñas plantas de secado de mangos. Las piezas de mango seco se conservan, se pueden exportar, y dan trabajo digno a cientos de mujeres.

Tuve ocasión de estar con ellas en 2005, y probar esos deliciosos mangos secos, que mantienen su sabor a fruta aunque parezcan patatas fritas bien doradas. Pero lo que más me sorprendió fue ver cómo las mujeres han organizado su trabajo de forma que todas las edades y situaciones están incorporadas. Por ejemplo, las mujeres ancianas utilizan su autoridad para obligar a cumplir de forma estricta las medidas de higiene necesarias para manipular alimentos.

El mango es un símbolo, pero alrededor de él, las tierras son bien cuidadas, los ríos protegidos para evitar la contaminación y un grupo de danza y teatro recorre las aldeas mostrando cómo es posible cuidar y proteger la tierra que cada día nos da de comer. Burkina Faso no tiene mar, es uno de los países más pobres del planeta, y el desierto del Sahel avanza hacia el norte por su territorio, llevándose por delante cosechas, cabezas de ganado y vidas de niñas y niños que no tienen suficiente alimento. Por eso Wouol es una auténtica isla verde en su país, una isla de mujeres sonrientes bajo el símbolo de un árbol de mango.

Belén de la Banda es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

 

¿Cómo se construye nuestra sexualidad?

Por Alejandra Luengo Alejandra Luengo

Hombres y mujeres nacemos con aparatos genitales distintos. Ese es un rasgo físico que evidentemente nos diferencia, los hombres con el pene hacia el exterior, que se aprecia y resalta desde un principio, y las mujeres con la vagina que es aparentemente inapreciable. Esto hace que el niño ya desde bebé tenga mucho más presente su órgano sexual que la niña. Por un lado porque los adultos de alrededor hablan de su pene y le ponen motes, lo miran, lo tocan al limpiarlo, juegan con él, y por otro porque dada esa presencia física próxima, el mismo niño se entretiene y divierte con él.

Nuestra sexualidad es también una construcción social. Imagen de Sergio Perea.

Nuestra sexualidad es también una construcción social. Imagen de Sergio Perea.

Comienzan entonces una serie de juegos placenteros y gratificantes relacionados con la sexualidad, pero sin el componente sexual que tienen en la vida adulta. Es frecuente que haya niños y niñas que tengan experiencias eróticas de placer estimulando sus partes genitales con el mero deseo de esa satisfacción que les provoca, muy alejado de la connotación que desde la adultez se tiene. Su mundo de placer es inocente y en base a la estimulación y al juego.

Pero la realidad es que nuestra sexualidad se va construyendo socialmente, muy integrada en la cimentación de la propia identidad. La devolución que adultos y pequeños, medios de comunicación, sociedad, etc, nos hacen sobre lo que somos, debemos ser, tenemos, nos comportamos o no hacemos, genera una imagen de nuestra sexualidad y de nosotras mismas.

Ante conductas de estimulación genital en la niñez, ¿cómo responden los adultos? ¿Permiten, reprenden, esconden..? Recuerdo a Sonia, una mujer que atendí hace tiempo, y que comentaba que a ella le gustaba rozarse de pequeña con la esquina de su cama. Cuando su madre lo vio por primera vez le dijo que era una niña sucia, y que eso no se debía hacer, y la castigó. Lo siguió haciendo a escondidas; como si de algo muy negativo se tratase.

A medida que vamos creciendo tenemos acceso a más información de lo que es la sexualidad. Así niño y niña van diferenciando que lo que hacen en la cama los progenitores no es solo dormir. Se va construyendo una idea, imagen y fantasía de lo que es el sexo (Algo bonito, feo, placentero, violento, sucio, etc. ), sin tener experiencia real de ello pero que va generando emociones: curiosidad, rechazo, miedo….

La realidad es que es mucha la educación sexual que tenemos pero no educación emocional, y ésta es básica en nuestra sexualidad. El desconocimiento personal y emocional se paga caro con embarazos no deseados, enfermedades infecciosas, con abusos sexuales encubiertos o manteniendo relaciones sexuales que no se desean.

Y es que se sabe cómo se realiza un acto sexual, pero no lo que nos motiva a hacerlo; que a menudo no es el mero placer sexual. He conocido chicas que señalan que ellas tuvieron su primera relación sexual porque el chico con el que estaban le había dicho que eso era una prueba de amor (necesidad de vínculo, seguridad, protección; no de sexo en sí), otros que han mantenido relaciones porque querían sentirse mayores que sus compañeros (necesidad de destacar en grupo, sentirse importante, experimentar, etc). Recuerdo cómo una mujer me contaba en la consulta que el único momento en que su marido era cariñoso era cuando tenían relaciones sexuales, por lo tanto ella accedía porque quería sentirle cerca.

Nuestras emociones y mente se ponen en juego en la sexualidad frecuentemente más que el cuerpo y de esta forma afloran necesidades que tenemos según la identidad que hemos ido forjando: de sentirnos seguras, importantes, valiosas, destacadas frente al grupo, sumisas, buenas y cuidadoras de todo el mundo y de nuestras parejas, etc.

La sexualidad está en continua construcción; en absoluto es algo estático o fijo. Está muy relacionada con lo que somos; con lo que queremos ser y con la imagen que tenemos de nosotras mismas. Para disfrutar de la capacidad sexual una tiene que permitirse conocerse primero, porque si estamos únicamente centradas en ‘dar’ no saboreamos lo maravilloso de recibir tanto de nosotras mismas, como de las demás personas.

 

Alejandra LuengoPsicóloga clínica,  combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel

El patito feo

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

No hay nada más rebelde que ser mujer’ declara con firmeza y  convicción Johanna Izurieta, coordinadora de la Fundación Yerbabuena de Ecuador. Para ella ser mujer es una opción política, una rebelión contra todas las formas machistas que desde el mismo núcleo familiar tienen lugar en su país. Datos de la ONU indican que Ecuadorestá entre los países con más violencia contra las mujeres, y según la ‘Primera Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres’ a mujeres ecuatorianas de 15 años en adelante, el 61% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida y que una de cada 4 es sometida a algún grado de violencia sexual.

Johanna Izurieta, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Johanna Izurieta, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

La violencia que sufren las mujeres en Ecuador -al igual que en el resto de países, pues no hay país del mundo donde la mujer no la sufra- es una violencia sexista y de dominación en la que se ensalza un modelo de ‘masculinidad’ en el que la mujer y otros colectivos vulnerables, son objeto de abuso y maltrato sin más justificación que la de ‘colocarles’ en un supuesto lugar dentro de la escala social: por debajo, siempre por debajo del hombre, del ‘macho’. Es precisamente en este contexto, en el que los hombres reciben una terrible presión para comportarse así, en el que Johanna Izurieta hace sus reivindicaciones feministas y lo hace apostando por la interculturalidad.

Es su enfoque de interculturalidad el que más me sorprendió aquella tarde de mayo en la que pudimos conversar, la misma que en la Asamblea de Madrid se rechazaba la Ley Integral de la Transexualidad gracias a los votos del Partido Popular. Para ella la interculturalidad no es solo lo étnico. La interculturalidad es el conjunto de identidades que incluyen –además de lo étnico y lo cultural de las mujeres- la diversidad sexual. Johanna defiende que solo es posible sensibilizar a través de la puesta en práctica de la interculturalidad. Son las similitudes y no las diferencias las que potencian la empatía y rompen los círculos viciosos que tanto énfasis ponen en las diferencias. Ella considera que son esas diferencias, las que vienen de la individualidad, las que intoxican a las personas que terminan comparándose para ver quien está por encima de quien y señalar cuál es el ‘patito feo’ al que se debe excluir.

Justo ese tipo de rivalidad entre colectivos afines, e incluso entre organizaciones hermanas, es la que Johanna critica abiertamente y tacha de poco estratégica en la lucha por derechos de los más vulnerables. Recuerda como en su propio país la campaña ‘Mi género, mi cédula’, con la que la personas trans vienen reclamando desde hace tiempo que se cumpla el mandato constitucional de no discriminación, se vio frustrada cuando fue el propio movimiento LGBTI quien además exigió el reconocimiento constitucional del matrimonio igualitario. Ese ‘todo o nada’, falto de sensibilidad hacia la realidad más violentamente discriminada de la diversidad sexual -también entre los propios homosexuales- provocó que finalmente la petición más pausible desde un punto de vista legal, la de las personas trans, quedara fuera de la agenda gubernamental.

Es justamente por la discriminación sexista a la que también están expuestas las personas trans  por lo que Johanna es una fiel defensora de los encuentros y alianzas entre las organizaciones de mujeres y las de diversidad sexual. La interculturalidad que ella promueve no encasilla sino que da cabida a los procesos que también las mujeres necesitan para ‘deconstruir’ años de formación y vivencias machistas.  Johanna tiene claro que cuando de lo que se trata es de transformar las estructuras sociales lo estratégico es que las mujeres ‘populares y diversas’dialoguen, debatan, escuchen y acepten que cada cual tiene sus procesos y necesita sus tiempos. ‘Hay cosas que no se pueden imponer y el que alguien tenga claro su discurso no significa que automáticamente el resto lo vaya a tener igual de claro, se necesita tiempo’ así lo defiende. Y es que ella, al igual que yo y tantas otras lesbianas y personas que no nos identificamos con ser hombre ni mujer, sabe por experiencia propia lo importante que es encontrar en el camino personas y espacios donde se nombren las identidades, las dudas y las similitudes. Salir del desconocimiento y la ignorancia pasa por identificar quienes somos y lograr dejar atrás el temor de que somos ‘el patito feo’ de una sociedad heterosexista y patriarcal. Y para lograr salir de ese limbo extraño de ‘indefensión’ Johanna apuesta por un tipo muy concreto de interculturalidad, la que hace que el feminismo se encuentre con la diversidad.

 

Violeta AssiegoAbogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos.

RD Congo: La violencia sexual como arma de guerra

Por Alicia Cebada Alicia Cebada Foto

Entre el 10 y el 13 de junio se celebrará en Londres, a iniciativa de Naciones Unidas, la Cumbre Global para acabar con la Violencia Sexual en Conflictos Armados. Nuestro país ha suscrito la Declaración de Compromiso para poner fin a la violencia sexual en conflictos y acudirá a Londres, junto con los otros 139 Estados que han endosado la Declaración.

Esta reunión es un paso más en la estrategia de Naciones Unidas para dar visibilidad a una lacra ancestral que ha sido calificada como el crimen olvidado. En el marco del programa Mujer, Paz y Seguridad, y al ritmo marcado por las resoluciones del Consejo de Seguridad que se han sucedido desde la 1325 (2000), se ha subrayado una y otra vez que la violencia sexual es un atentado contra los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y que debe ser prevenido y castigado. En la Resolución 1820 (2008) el Consejo de Seguridad subraya que ninguna amnistía puede amparar a los perpetradores de este tipo de crímenes. Existe una necesidad imperiosa de elaborar instrumentos internacionales vinculantes que traten específicamente de la violencia sexual. Uno de los objetivos de la Cumbre de Londres es precisamente impulsar la adopción de un Protocolo sobre la investigación y la documentación de la violencia sexual en conflictos armados.

Caddy Adzouba, activista congoleña contra la violencia. Imagen de Ouka Lele.

Caddy Adzuba, activista congoleña contra la violencia. Imagen de Ouka Lele.

La violencia sexual se ha convertido en una constante en los nuevos conflictos asimétricos. Y a pesar de los avances que se han registrado, también en el marco del Derecho penal internacional gracias a la actitud progresista de los tribunales penales internacionales, los crímenes sexuales se siguen cometiendo de manera sistemática. La Representante Especial de Naciones Unidas para la Violencia Sexual en Conflicto, Zainab Hawa Bangura, ha declarado recientemente que los crímenes sexuales constituyen un gravísimo problema moral de nuestra época.

La periodista congoleña Caddy Adzuba ha asumido el compromiso de sensibilizar y dar a conocer la situación que se vive en el Este de su país desde la independencia.Pese a las amenazas cotidianas y los ataques sufridos, Caddy reside y trabaja todavía a día de hoy en la RDC con la protección de Naciones Unidas. En el momento actual los movimientos guerrilleros congoleños están más débiles que nunca y desde Naciones Unidas se han adoptado recientemente sanciones internacionales contra sus líderes. No obstante, la atención y asistencia a las víctimas y la garantía de su  derecho a la reparación son condiciones necesarias para la reconciliación. Su lucha, por tanto, continúa y ahora es el momento de aprovechar esta oportunidad para apoyarla y contribuir a llamar la atención sobre esta problemática. La acción de la sociedad civil es decisiva. Es por ello que desde Exodo.org se ha lanzado una  campaña de apoyo a la candidatura de Caddy Adzuba al Premio Príncipe de Asturias. La artista Ouka Leele ha recogido el testimonio de Caddy en el video documental Pour Quoi.

Para colaborar con la campaña de manera más activa podéis firmar nuestra petición. Porque en el siglo XXI no podemos ni debemos permanecer impasibles ante la violencia sexual.

 

Alicia Cebada se siente una privilegiada al poder compaginar su trabajo en la Universidad Carlos IIII con la coordinacion de proyectos en la Fundacion Mujeres por Africa. Dirige la Cátedra UNESCO/UC3M en Libertades Públicas.