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Tranquilízate mujer

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

Pocas adicciones pueden ser tan devastadoras respecto a la conciencia y la fuerza de voluntad como la que producen los hiposedantes, más comúnmente conocidos como ‘los tranquilizantes’. Si bien de cualquier adicción es difícil salir en pocas es tan fácil caer, sobre todo si eres mujer.

‘La Encuesta sobre alcohol y drogas en población general en España’ (2011-2012) señala que el porcentaje de mujeres (15,3%) que consume hiposedantes es el doble que el de hombres (7,6%). El mismo estudio señala, según tramos de edad, que el consumo de este tipo de sustancia –completamente legal–  entre las mujeres aumenta de manera significativa a medida que estas van siendo cada vez más mayores. Entre los 35 y 44 años es el 8,1% de las mujeres las que consumen tranquilizantes mientras que entre los 55 y 64 años este porcentaje se multiplica casi por cuatro, el 27% de las mujeres consumen hiposedantes. Este progresivo aumento es imperceptible entre los hombres que en ningún caso supra el 11% de su población.

Los ciudadanos y las ciudadanas perciben la diferencia, no solo en la fase de consumo sino, y esto es lo relevante, en la fase de adicción.  A través de un sondeo realizado por Metroscopia para la ‘Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente’ (UNAD) sabemos como el 63% de la población considera que la adicción a los tranquilizantes se da más entre mujeres que hombres, siendo esta una impresión mayoritaria entre las propias mujeres quienes en un 72% afirman que este hecho es así. Como si hubiese adicciones de hombres y de mujeres, esta es claramente percibida por los ciudadanos y ciudadanos como una problemática que afecta a mujeres en contraposición, por cierto, a otras que la ciudadanía percibe como de hombres. Es el caso del alcohol donde la opinión mayoritaria (45%) es que se trata más de una adicción de hombres que de mujeres, algo probable partiendo de que el consumo de esta sustancia es mayoritariamente masculina (83,2%) según los datos de la Encuesta de Alcohol y Drogas del Plan Nacional de Drogas.

«Esas mujeres duermen, callan y están prácticamente sedadas. En realidad no molestan». Imagen de Jordiet

En un contexto, no solo español, donde el consumo de ‘tranquilizantes’ viene a ser un gesto casi cotidiano para calmar los nervios o descansar mejor, el consumo de esta sustancia entre las mujeres –lejos de ser una imagen estereotipada– parece ser una práctica habitual que refleja cómo la diferencia de género también se traslada al consumo y abuso de sustancias adictivas. En este sentido, llama especialmente la atención como entre los propios jóvenes, datos del Observatorio Español sobre Drogas 2012-2013, los hiposedantes es la sustancia que mayor proporción de estudiantes consume después del alcohol, el tabaco y el cannabis al tiempo que en los últimos años se observa una tendencia ascendente en su consumo, también mayoritariamente femenino.

Los datos oficiales sobre  de consumo así como los de percepción ciudadana respecto al género en la conducta adictiva -y a falta de un estudio específico sobre esta problemática-abren cuando menos dos interrogantes. Uno sobre cuáles son las expectativas sociales que rodean a la mujer cuando con mayor frecuencia que los hombres, y para afrontar y/o escapar de la realidad, opta por una droga con efectos sedantes y legal antes que por otras cuyos efectos de consumo le provocarían tener una conducta más agresiva e incómoda, y para cuyo acceso no tendría que salir del ‘ámbito doméstico’. Y el otro interrogante es sobre la escasez de datos y estudios que ‘no existen’ sobre las adicciones en la mujer. Esta escasez no solo la invisibiliza sino que se refleja en la falta de recursos específicos para mujeres con adicción donde poderse abordar esta desde un enfoque diferenciado de las motivaciones, casuística y problemática que lleva a un hombre a consumir de manera abusiva una sustancia legal o ilegal.

La falta de plazas para mujeres en los servicios y recursos para el apoyo y tratamiento de adicciones tan ‘sigilosas’ como la de los sedantes y tranquilizantes no responde a la realidad, pero mientras esta no se analice y se estudie convenientemente no reflejará la imagen completa de una problemática de la que nadie se entera porque mientras sucede, ellas –esas mujeres– duermen, callan y están prácticamente sedadas. En realidad no molestan.

Violeta Assiego es analista en Metroscopia y abogada. Además es especialista en Discriminación y vulnerabilidad social y colabora con diferentes organizaciones en labores de formación y consultoría.

El patito feo

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

No hay nada más rebelde que ser mujer’ declara con firmeza y  convicción Johanna Izurieta, coordinadora de la Fundación Yerbabuena de Ecuador. Para ella ser mujer es una opción política, una rebelión contra todas las formas machistas que desde el mismo núcleo familiar tienen lugar en su país. Datos de la ONU indican que Ecuadorestá entre los países con más violencia contra las mujeres, y según la ‘Primera Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres’ a mujeres ecuatorianas de 15 años en adelante, el 61% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida y que una de cada 4 es sometida a algún grado de violencia sexual.

Johanna Izurieta, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Johanna Izurieta, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

La violencia que sufren las mujeres en Ecuador -al igual que en el resto de países, pues no hay país del mundo donde la mujer no la sufra- es una violencia sexista y de dominación en la que se ensalza un modelo de ‘masculinidad’ en el que la mujer y otros colectivos vulnerables, son objeto de abuso y maltrato sin más justificación que la de ‘colocarles’ en un supuesto lugar dentro de la escala social: por debajo, siempre por debajo del hombre, del ‘macho’. Es precisamente en este contexto, en el que los hombres reciben una terrible presión para comportarse así, en el que Johanna Izurieta hace sus reivindicaciones feministas y lo hace apostando por la interculturalidad.

Es su enfoque de interculturalidad el que más me sorprendió aquella tarde de mayo en la que pudimos conversar, la misma que en la Asamblea de Madrid se rechazaba la Ley Integral de la Transexualidad gracias a los votos del Partido Popular. Para ella la interculturalidad no es solo lo étnico. La interculturalidad es el conjunto de identidades que incluyen –además de lo étnico y lo cultural de las mujeres- la diversidad sexual. Johanna defiende que solo es posible sensibilizar a través de la puesta en práctica de la interculturalidad. Son las similitudes y no las diferencias las que potencian la empatía y rompen los círculos viciosos que tanto énfasis ponen en las diferencias. Ella considera que son esas diferencias, las que vienen de la individualidad, las que intoxican a las personas que terminan comparándose para ver quien está por encima de quien y señalar cuál es el ‘patito feo’ al que se debe excluir.

Justo ese tipo de rivalidad entre colectivos afines, e incluso entre organizaciones hermanas, es la que Johanna critica abiertamente y tacha de poco estratégica en la lucha por derechos de los más vulnerables. Recuerda como en su propio país la campaña ‘Mi género, mi cédula’, con la que la personas trans vienen reclamando desde hace tiempo que se cumpla el mandato constitucional de no discriminación, se vio frustrada cuando fue el propio movimiento LGBTI quien además exigió el reconocimiento constitucional del matrimonio igualitario. Ese ‘todo o nada’, falto de sensibilidad hacia la realidad más violentamente discriminada de la diversidad sexual -también entre los propios homosexuales- provocó que finalmente la petición más pausible desde un punto de vista legal, la de las personas trans, quedara fuera de la agenda gubernamental.

Es justamente por la discriminación sexista a la que también están expuestas las personas trans  por lo que Johanna es una fiel defensora de los encuentros y alianzas entre las organizaciones de mujeres y las de diversidad sexual. La interculturalidad que ella promueve no encasilla sino que da cabida a los procesos que también las mujeres necesitan para ‘deconstruir’ años de formación y vivencias machistas.  Johanna tiene claro que cuando de lo que se trata es de transformar las estructuras sociales lo estratégico es que las mujeres ‘populares y diversas’dialoguen, debatan, escuchen y acepten que cada cual tiene sus procesos y necesita sus tiempos. ‘Hay cosas que no se pueden imponer y el que alguien tenga claro su discurso no significa que automáticamente el resto lo vaya a tener igual de claro, se necesita tiempo’ así lo defiende. Y es que ella, al igual que yo y tantas otras lesbianas y personas que no nos identificamos con ser hombre ni mujer, sabe por experiencia propia lo importante que es encontrar en el camino personas y espacios donde se nombren las identidades, las dudas y las similitudes. Salir del desconocimiento y la ignorancia pasa por identificar quienes somos y lograr dejar atrás el temor de que somos ‘el patito feo’ de una sociedad heterosexista y patriarcal. Y para lograr salir de ese limbo extraño de ‘indefensión’ Johanna apuesta por un tipo muy concreto de interculturalidad, la que hace que el feminismo se encuentre con la diversidad.

 

Violeta AssiegoAbogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos.

Cao Shunli: cuando los principios son el fin

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

‘La libertad es un valor en sí mismo y por sí mismo, porque sin él, los seres humanos nunca podrían desarrollar todo su potencial. De otra forma, un país no puede desarrollar todo su potencial’  (Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz 2010)

Cao Shunli, abogada y activista china, murió bajo custodia de las autoridades chinas el pasado 19 de marzo. Esta mujer, de poco más de cincuenta años, tenía previsto viajar a Ginebra el pasado 14 de septiembre cuando desapareció en el aeropuerto de Beijing. Se dirigía a una sesión de capacitación a miembros de las ONG sobre los mecanismos de derechos humanos de la ONU. No llegó a coger el avión y de ella no se volvió a saber nada hasta poco más de un mes después cuando las autoridades chinas confirmaron lo que todo el mundo sospechaba, había  sido detenida.

Cao Shunli. Imagen de Chinadigitaltimes.net

Cao Shunli. Imagen de Chinadigitaltimes.net

Los cargos de los que le acusaban fueron participar en enfrentamientos y provocar disturbios. Y los hechos que sostenían dicha imputación eran haber participado durante 90 días, de junio a septiembre, en una acampada frente al Ministerio de Exteriores junto a un grupo de mujeres de mediana y avanzada edad para reclamar que las ONG y la sociedad civil pudieran participar en las consultas y redacción del informe nacional sobre Derechos Humanos cuyo examen periódico estaba previsto para el 22 de octubre. Desde el año 2008 –y siempre utilizando los mecanismos legales y judiciales de su país así como los mecanismos internacionales de derechos humanos– Cao Shunli ha luchado para que haya transparencia y rendición de cuentas en materia de derechos humanos por parte del Gobierno chino así como para que las ONG y la sociedad civil participasen y formasen parte de las consultas necesarias en la elaboración de los informes y planes nacionales de derechos humanos. Las autoridades chinas se han resistido sistemáticamente a este tipo de peticiones  invocando, entre otras razones, el secreto de Estado.

Durante todos estos meses, desde su detención –y a pesar de la protesta internacional y de la movilización de sus propios compatriotas–  la situación de Cao Shunli ha sido objeto del más puro hermetismo. Las causas que han desencadenado su muerte hace apenas quince días –según informa la ONG china HRIC– tienen que ver directamente con la negativa por parte de los responsables del centro de detención donde se encontraba de proporcionarle el tratamiento que necesitaba al padecer una gravísima dolencia hepática. Este hecho, junto con otras dudosas condiciones en su confinamiento, son las que también alegan sus familiares y su abogado como motivos directos del deterioro imparable que sufrió su salud hasta la muerte. Y a pesar de que se solicitó su libertad condicional para poder ser atendida médicamente solo fue trasladada al hospital el 19 de febrero cuando ya estaba en coma. Pasó sus últimos días conectada a un respirador artificial y sin poder tener contacto directo con nadie.

“Es común negar atención médica a activistas detenidos a fin de debilitarlos o castigarlos. Las autoridades chinas deben poner fin de inmediato es esta práctica ilegítima e inhumana”, afirman desde Amnistía Internacional. Algo especialmente preocupante cuando se tiene conocimiento de que Cao Shunli no es la única defensora de derechos humanos china detenida y encarcelada por manifestar de manera pacífica y legal su desacuerdo con las autoridades chinas. Es el caso de Liu Xia, –que además de ser esposa del encarcelado premio nobel Liu Xiaobo, es poeta y fotógrafa– que tiene prohibida exponer su obra en china, vive bajo arresto domiciliario desde el año 2010 (cuando se entregó a su marido el premio nobel de la paz) y a la que las autoridades chinas también han negado tratamiento médico adecuado o la libertad condicional. De hecho desde el pasado mes de febrero se encuentra hospitalizada.

Liu Xiaobo y Liu Xia. Foto particular.

Liu Xiaobo y Liu Xia. Foto particular.

Y mientras el secretario general de Naciones Unidas lamenta la muerte de Cao Shunli y reconoce que cuando las autoridades chinas atendieron sus problemas de salud ya era demasiado tarde, el Gobierno chino se opone férreamente a las críticas: «nos negamos a que importantes países en nombre de los Derechos Humanos interfieran en la soberanía judicial y en la independencia de China». Lo paradójico de todo esto es que China, en el mes de noviembre pasado, obtuvo por un periodo de tres años un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el órgano responsable de promover el respeto universal y la protección de los derechos humanos y libertades fundamentales en el mundo.

La memoria de Cao Shunli, su vida, el cómo la vivió y tristemente el cómo la perdió, sirven para recordar que lo que parece el final no es más que el principio y que el buen nombre de los Derechos Humanos no se lo dan sus organismos ni los países que ocupan sus asientos sino las personas que los encarnan y que a pesar de que ello les implique la exclusión, la ruina, la clandestinidad, la cárcel e incluso la muerte siguen gritando al Mundo que son muy necesarios.

 

Violeta AssiegoAbogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos.

¿Cómo llegar a la mitad?

Por Violeta Assiego Violeta Assiego

Tres hombres encabezan la lista de las personas más poderosas del mundo: Vladimir Putin, presidente de Rusia; Barack Obama, de EEUU; y Xi Jinping, de China. La lista Forbes nombra cada año a los más poderosos, uno por cada 100.000 habitantes. Este año la forman 72 nombres entre los cuáles se encuentran los de 9 mujeres: Ángela Merkel (5), Dilma Roussef (20), Sonia Gandhi (21), Christine Lagarde (35), Park Geun-hye (52), Virginia Rometty (56), Margaret Chan (59), Jill Abramson (68) y Janet Yellen (72). La representación de mujeres en el 2014 (12 %) ha sido más alta de las hasta ahora publicadas. Una cifra significativamente superior a la del año 2009 cuando se publicó la primera lista y solo aparecían 4 mujeres, el 4 % de las personas que en aquella ocasión se mencionaron.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora.

Victoria Kent tomando posesión de su puesto como Directora General de Prisiones en mayo de 1931. Fue la primera mujer nombrada directora. Imagen del documental ‘Las maestras de la República’ www.lasmaestrasdelarepublica.com

http://www.lasmaestrasdelarepublica.com/

Este no es el único listado en el que la representación femenina no se corresponde al número de mujeres que hay en la población mundial. La primera semana de enero el periódico El Mundo dio a conocer su particular listado de los  personajes españoles más influyentes del año 2014. Entre los diez primeros nombres encontramos los de dos mujeres, y entre los cien primeros los de 20 representantes del género femenino. Un porcentaje (20 %) alejado de la llamada democracia paritaria que —en palabras del Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades— significa “una representación equilibrada de hombres y mujeres del 60%-40% o, lo que es lo mismo, que ninguno de los dos sexos supere en representación el 60%”.

Tampoco se alcanza la paridad entre los altos cargos de la Administración del Estado y sus órganos públicos. Y aunque el total de efectivos de la Administración General del Estado está formado por un 49 % de hombres y un 51 % de mujeres, estas no representan ni el 23 % de los altos cargos del Estado. El recién publicado informe de seguimiento al Plan de Igualdad dentro de la Administración del Estado —que fija la paridad laboral en el 40 % de presencia femenina— subraya este y otros datos como señales evidentes de las dificultades que tiene las mujeres para recibir un trato igual en el desarrollo de su carrera profesional en la función pública.

Aunque tampoco en el mundo empresarial se logran superar los obstáculos que frenan el desarrollo profesional de las mujeres. Por ejemplo, en las empresas que forman el Ibex 35  la presencia de las mujeres en los Consejos no representa ni el 13 %, datos del 2013 elaborados por IESE. Destaca especialmente el que haya cuatro compañías, de las 31 empresas, que no cuenten con ninguna mujer en sus máximos órganos de Administración: Endesa, Gas Natural Fenosa, Sacyr Vallehermoso y Técnicas Reunidas. La Comisión Europea recientemente ha propuesto que al menos el 40 % de los puestos no ejecutivos de los Consejos de Administración sean ocupados por mujeres para 2020. Parece que —aun quedando lejos la meta— no es imposible alcanzarla cuando hay mujeres cualificadas más que suficientes.

Prestar atención a este tipo de datos no es fruto de una inusitada ambición de las mujeres por ocupar los puestos de poder. La lectura es más bien la contraria. Este tipo de información refleja con claridad cuál es la estructura social en la que se asienta el papel de la mujer. Las mujeres –que representan más de la mitad de la población mundial- sufren habitualmente un trato discriminatorio y estereotipado que obstaculiza y traba –no solo su carrera profesional, a la que muchas no llegan ni a tener acceso- sino su desarrollo como persona, su acceso a los derechos humanos más básicos y su libertad. Ese trato desigual —impregnado de desequilibrios— tiene un origen cultural y social, el mismo que motiva que haya un número desproporcionado de mujeres que sufre violencia y pobreza. De ahí la importancia de que haya repuestas políticas y sociales que tengan incidencia en la esfera pública y en la privada y que velen por la igualdad en todos los ámbitos donde la mujer se puede, quiere y debe desarrollar, también en su carrera profesional.

Casi a modo de curiosidad pero no exento de preocupación, hay otro dato similar que confirma esa falta de paridad. La curiosidad está en que precisamente se da en la lista —del periódico El Mundo— sobre las 25 personas más influyentes del “Poder Alternativo”. Entre estas —pertenecientes a las ONG, asociaciones y entidades con fines sociales— solo encontramos a 7 mujeres. Un porcentaje (28 %) muy poco representativo de la verdadera presencia de la mujer en este ámbito de actuación, y que da motivos para pensar que también en un sector tan sensible a los más vulnerables se atribuye una mayor importancia a las características del hombre que a las de la mujer. Cuando menos da qué pensar y cuando más, para actuar. Hay mucho por hacer, eso está claro.

Violeta Assiego. Abogada y Activista. Especialista en Vulnerabilidad Social y Discriminación. Conferenciante, analista, docente y colaboradora en diferentes organizaciones desde una perspectiva de derechos