Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘policia’

Papistas y antipapistas: ¿una peli de buenos y malos?

Los periodistas, a la hora de titular, no tenemos perdón de dios. Hace tiempo que no caigo en la tentación de comparar titulares de la prensa de pago.

Para El Mundo no hay duda: los anti Papa son los malos y los católicos, los buenos

Era tan obvio el sesgo de cada diario en favor del gusto de sus lectores o de su cultura corporativa que mi tarea, al inciar este blog, se volvió rutinaria y reiterativa. Y llegó a aburrirme. Si aburría al autor, no digamos a los lectores…

Sin embargo, hay días que los titulares de primera página me hacen dar un respingo en la silla. ¿Acaso mis viejos colegas nos toman por tontos, ingenuos o fanáticos?

Ayer se montó bronca en la Puerta del Sol entre policías, propapistas y antipapistas. ¿Quien empezó primero? ¿Quienes eran los buenos y los malos de esta peli cuyo argumento es tan viejo como el mundo y del que tanto abusa, con un pie cojo, El Mundo?

Para el diario El Mundo no cabía la menor duda: Este es su gran titular de portada:

Los anti Papa agreden a los católicos y la Policía no actúa

La rebuscada foto de primera, elegida por Pedro Jota, tampoco tiene desperdicio: Ni su pie de foto que dice así:

Una joven besa un crucifijo, ayer en la Puerta del Sol, mientras es increpada por un miembro de la manifestación laica.

Por si nos quedaba alguna duda sobre lo acontecido ayer en Sol, El Mundo nos regala este sumario a cuatro columnas:

Los peregrinos fueron expulsados de Sol tras ser insultados y pateados por los manifestantes laicos, desalojados horas después por los antidisturbios.

El Pais no se moja. No sabemos si el detenido (en la foto) es papista o antipapista

El País procura nadar y guardar la ropa.

Por la foto de primera (a tres columnas) no podemos distinguir si la policía está deteniendo a un papista o a un antipapista. Lleva un colgante pero no se distingue bien si es un escapulario o la tarjeta de Europalaica.

El titular tampoco señala buenos ni malos sino que mete a todos en el mismo saco:

Choques entre manifestantes y la policía en Sol tras la marcha laica

El sumario de El País tampoco nos aclara quienes son los buenos ni los malos de la película, tal como hace, con su desparpajo habitual el católico diario El Mundo.

Dice así:

Tensión entre peregrinos y participantes en la protesta

 

Para Público el sujeto del titular no ofrece duda alguna: Los laicos

El diario público, que rezuma laicismo por todas sus páginas, titula con bastante pulcritud. Eso sí, destaca el asunto a toda página. Ni a cuatro columnas. como El Mundo, ni a tres, como El Pais.

Sus titulares son descriptivos, pero de un solo lado.

Antetítulo

PROTESTA ANTE LA LLEGADA DEL PAPA

Título,  a toda máquina:

LOS LAICOS TOMAN SOL

(DURANTE UNAS HORAS)

Tampoco el ABC tiene duda sobre quien es el sujeto de su portada de hoy.

Y lo aclara con este sumario:
15.000 personas se manifiestan contra el uso de dinero público para la visita de Ratzinger//Se produjeron momentos de tensión con grupos de peregrinos que esperaban en la emblemática plaza //La Policía carga contra los manifestantes que pretendían quedarse en Sol y los desaloja.

—-

El diario ABC lo tiene bastante claro. ¿Disturbios entre papistas y antipapistas en su portada? Ni hablar del peluquín. Aquí no ha pasado nada. Ni la Policíaa ni los laicos ni los peregrinos son el sujeto de la noticia ni de la foto de primera. Faltaría más.

Nada como la bendición «urbi et orbe» de quien ellos llaman Santo Padre. Para broncas, busquen en páginas interiores.

Estros son sus titulares de portada junto a foto/estampita del Papa:

JMJ    MADRID 2011
«Espero abundantes frutos de mi viaje
a España»

Benedicto XVI llega hoy a Madrid para presidir la JMJ en su tercera visita a nuestro país desde que fue elegido Papa en 2005 [Editorial y 44 a 55]

«¡BIENVENIDO, SANTO PADRE!»

Tercera de Antonio María Rouco Varela

—-

Ahí queda eso. Son portadas del 18 de agosto de…

No se de qué siglo.

 

 

¿La policía, el alcalde o corrupción en Estepona?

El sujeto heroico de El País de hoy es «La policía» y el verbo, «desarticula«. En el gran titular de primera no aparece la palabra «alcalde» ni la palabra «socialista«. Sólo en el sumario.

El Mundo destaca como villano de su gran titular de portada a «el alcalde socialista de Estepona que fustigaba la corrupción».. El verbo correspondiente es «detenido«.

Ambos diarios lo dan a cuatro columnas y con la misma foto del alcalde detenido.

En Público, la cosa cambia.

Sólo va a dos columnas, por abajo, y con foto del alcalde sin identificar, tipo sello de correos. Su titulín es:

Corrupción en Estepona

¿Hay alguien en el PP más miserable que Rajoy?

Ya se que hoy es viernes y 13 -un día señalado para la mitad yanqui de mi familia- y, quizás por eso, Rajoy perdió la olla. Espero que pida diculpas a la Policía y a la Guardia Civil, pues se juegan la vida protegiendo «milagrosamente» a gente tan deslenguada como él mismo.

Me ha dado mucha vergüenza leer lo que ha dicho quien aspira a gobernar mi país, y a quien yo tenía por persona más sensata que quien le nombró a dedo.

¿Habrá bebido Rajoy del mismo vino que hizo que Aznar despreciara a los que no pueden conducir por él?

Menos mal que la vicepresidenta, Fernández de la Vega, ha salido al paso llamando «ruin» a Rajoy.

Ya sabemos la música política que va a sonar por aquí hasta las elecciones generales.

¡Abróchense los cinturones!

.

Y prepárense para oir («raca, raca, raca», como diría Peridis) miles de veces los lemas en los que el PP puede basar su expectativa de victoria electoral. Me imagino -esto no es información sino análisis- que estos podrían ser algunos de los banderines de enganche de su Santa Cruzada:

1.-

«España se rompe»

Y se rompe, según el PP, por Cataluña y no por Andalucía, con un Estatuto tan parecido. Ahí está la portada de El Mundo de hoy sobre el «entreguismo» del PSOE y la de El País tachando de «incoherente» al PP)

2.-

«Zapatero se rinde ante ETA»

La torpe y miserable declaración de Rajoy sobre la «milagrosa» actuación policial, debido a que Zapatero «ha rebajado la democracia a la altura de los asesinos», es una prueba de ello.

3.- «

La España laica (y roja) contra la Santa Madre Iglesia católica»

Ahí tenemos a los obispos trabucaires (¡Ay, si Tarancón levantara la cabeza!) trincando la pasta del Estado con una mano, pero disparando con la otra a discrección contra la asignatura obligatoria «Educación para la Ciudadanía» y contra otras leyes del Estado. No les importa ir a su infierno con tal de ganar las elecciones y rellenar el cepillo.

4.-

«Desentierran, por revanchismo, la Memoria Histórica de la guerra civil y el franquismo»

.

Los hijos de los vencedores de la guerra civil no acaban de entender que los hijos de los vencidos (y yo soy, sin rencor, uno de ellos) quieran enterrar bien, con dignidad, a sus muertos. Los delitos de tortura no deberían prescribir, pero en España hemos perdonado (aunque no olvidado) a los torturadores fascistas. Por favor, que el «gallo negro» no saque tanto pecho y no tense demasiado la cuerda…

5.-

«Han roto el «consenso» de la transición»

Tiene gracia. Es como si los actuales líderes del PP hubieran colaborado en algo, alguna vez, para alcanzar aquel «consenso» constitucional, liderado por Fernando Abril Martorell y Alfonso Guerra. ¡Pero si el joven Aznar se reía de la Constitución y los buenos demócratas del PP están arrinconados!

En fin, intuyo que la Cruzada electoral del PP va a tratar de crispar y polarizar a la sociedad española hasta el borde de la Ley (alguno de ellos, incluso, la pisará con la chulería y el descaro de quienes no creen en la democracia).

El objetivo de la crispación derechista es obvio:

mantiene a sus bases en permamente estado de movilización y, por eso, no dejarán de votar.

En cambio, la crispación y el miedo hace que los del centro y la izquierda se desmovilicen, muestren asco por la política y se queden en casa a la hora de votar.

Cuanta más porquería eche el PP sobre los ideales y las prácticas más nobles de la democracia, mayor beneficio cree que recogerá en las urnas. Por eso, en mi estado cabreo actual, pienso que vamos a oír frases peores que las de hoy y que vamos a ver los espectáculos políticos más ruínes y bajos de nuestra corta vida democrática.

Así, los demócratas, escandalizados, no se moverán y los jóvenes que nunca han votado pasarán del triste panorama de una política tan envilecida y tan llena de mierda.

Y toda esta «santa cruzada» puede pasar ante los ojos del bueno de Zapatero como si nada. Se mirará al espejo y, sin gracia para contraatacar ni para escuchar a sus críticos más leales (no serviles), podría morir políticamente por una infección de autocomplacencia o por un ingenuo ataque de buen talante.

Y eso no sería lo peor.

Como ven, hoy, viernes y 13, no me siento yo muy católico.

Mañana será otro día.

¿Valiente?, ¿embustero? o ¿valiente embustero?

El PP se ha apresurado a calificar a Díez de Miera de “valiente”. Sin embargo, el Tribunal no comparte esa opinión. Y alguien, con razón, podría pensar que simplemente está mintiendo, pues es posible que la fuente a la que trata de proteger simplemente no exista.

El jefe de la Policía de Aznar puede preferir ser condenado por desobediente que por embustero. ¿Valiente?, ¿embustero? o ¿valiente embustero?

Los grandes titulares de hoy son, por sus matices, algo antológicos. Ambos diarios coinciden en el asunto nº 1 del día y en el sujeto (el tribunal de 11-M) pero difieren en todo lo demás al informar sobre el mismo acontecimiento.

El Mundo utiliza el verbo “acusa” y el delito de “desobediencia”:

Antetítulo:

Díaz de Mera se negó a revelar quién le dijo que se había destruido un informe sobre ETA y el atentado del 11.-M

Titular a toda página:

El Tribunal acusa al director general de la Policía durante el 11-M de desobediencia

El País, a cuatro columnas, más contundente, recurre al verbo “sanciona” y al delito de “acusar sin pruebas”:

El tribunal del 11-M sanciona a un alto cargo del PP que acusó sin pruebas

Sumario:

El ex director de la Policía intentó defender el bulo de la conspiración

En los titulares de El Mundo no aparece ninguna referencia al PP y en El País se destaca con el máximo cuerpo tipográfico.

ETA manda en El Mundo; el Gobierno, en el El País

Actualizado el domingo 10 de diciembre a las 11:10h.

Por un par de comentarios, acabo de percatarme de que ayer marqué por error la casilla de «comentarios cerrados» y otra que dice algo así como «tracbacks cerrados» (que aún no se lo que significa).

Las marqué de forma automática, pensando que lo hacía en las casillas contiguas de «critica de prensa» y «personal«.

Lo siento. Si este blog tiene alguna gracia, procede de los comentarios abiertos y libres de quienes nos visitan.

Gracias por el aviso. Ni siquiera sabía que ciertos post pueden cerrarse a los comentarios. Mejor no saberlo.

Sigo en Almería con un sol espléndido, mala conexión a Internet y lejos de los diarios de papel. Temo la caravana de regreso. Suerte a los del puente.

Saludos

JAMS

—-

El Mundo manda con ETA como sujeto principal de su primera página y El País lo hace con el Gobierno.

Sólo coinciden hoy a la hora de ilustrar su portada con bellísmas fotos de San Sebastián. La ola ataca el Paseo Nuevo que bordea el Monte Urgull, bajo el cementerio de los ingleses. En Almería, el Mediterráneo está en calma y mi palmera ni se inmuta, tan quieta como una estatua.

El País:

El Munod:

Hoy apenas hay noticias, pero sí buenos artículos que intentaré copiar y pegar aquí para que nos aprovechen durante el fin de semana.

Ahí va uno del maestro Savater en El País:

Víctimas

FERNANDO SAVATER

09/12/2006

Las víctimas del terrorismo han tardado mucho en aparecer a la luz pública no sólo en el campo de la realidad social sino también en la literatura o el cine. La mayoría de las novelas y películas centradas en este prolongado horror tienen como protagonistas a etarras, amigos de etarras o familiares de etarras: con mejor o peor fortuna (en general peor, la verdad sea dicha) cuentan los problemas de conciencia, arrepentimientos o reafirmaciones ideológicas de estos voluntariosos criminales. Por lo visto todos tienen mucha «vida interior», aunque al tratarles se les note más bien poco, y desde luego mayor interés dramático que quienes les padecen. En tales narraciones pasa como en los films de Tarantino, donde los pistoleros están llenos de colorido pasional y los liquidados forman parte todo lo más del mobiliario urbano. Según mi criterio, y no quisiera ser injusto con nadie por olvido o desconocimiento, hasta ese admirable puñado de relatos que son Los peces de la amargura (ed. Tusquets), de Fernando Aramburu, las víctimas del terrorismo no habían encontrado un reconocimiento artístico de su humilde calvario a la altura exigible. Dejando aparte, por supuesto, las dos grandes novelas de Raúl Guerra Garrido, Una lectura insólita del capital y sobre todo La carta, pioneras en el tema. Por cierto, Raúl, felicidades por el Premio de las Letras y no permitas que las insidias de algún maledicente profesional enturbien tu merecida fiesta.

Las víctimas han recorrido un significativo trayecto, sin duda muy revelador de los vaivenes de la opinión pública en nuestras sociedades actuales: han pasado del desconocimiento y el desinterés al reconocimiento fervoroso y de éste al recelo político por un lado y a la sacralización mediática por otro. La propia noción de «víctima del terrorismo» es equívoca porque en la inmensa mayoría de los casos se trata más bien de familiares de víctimas que de víctimas en carne propia. En otros casos no existe esta ambigüedad: nadie llama «víctima de la circulación» a la madre o al marido de quien sufrió un choque o atropello, sino sólo a la propia persona damnificada. Claro que los accidentes de tráfico o laborales no están intencionalmente orientados contra la comunidad democrática en cuanto tal y los crímenes terroristas sí. Entre las víctimas de ETA hay de todo, puesto que la propia ETA ha golpeado a la sociedad en sus más diversos grupos y clases: vascos y ciudadanos de otras partes de España, funcionarios y simples particulares, personas destacadas por su lucha de años contra el terrorismo y gente que se enteró de que existía esa lacra sólo cuando les tocó sufrirla a ellos, etc… En cualquier caso, tienen cosas en común: necesitan apoyo social tanto en lo anímico como en los problemas materiales y exigen estricta justicia, es decir, que se aplique a sus agresores el rigor de la ley y no el oportunismo de la política. Quieren que la justicia de todos les ampare, puesto que renuncian a tomársela por su mano: ¿cómo no darles la razón? Cuando les oigo reivindicar «memoria, dignidad y justicia» entiendo muy bien la primera y la tercera de estas exigencias, no tanto la segunda: en efecto, ninguna víctima ni pariente de víctima ha visto nunca en cuestión su dignidad por serlo. Al contrario, los indignos son los asesinos, sus cómplices, sus justificadores teóricos, quienes se aprovechan del terror causado por otros o quienes se han despreocupado de las víctimas hasta que les ha sido políticamente rentable mostrarles estentórea veneración.

Cada una de las víctimas propiamente dichas y de sus familiares o herederos tienen sus propias ideas políticas, ni mejores ni peores por ser suyas que las del resto de los ciudadanos. Ser víctima del terrorismo, en cualquiera de los sentidos, no es haber hecho un máster en filosofía política. Sus opiniones en ese campo no son «respetables» sino «discutibles», como las de usted o las mías: lo respetable, en todo caso, serán las personas que las sostienen. De modo que es inútil insistir en que las víctimas están políticamente manipuladas cuando no dicen lo que quisiéramos oírles. Son mayores de edad y aciertan o se equivocan solas, sin necesidad de que ningún político les coma el tarro. Al contrario, suelen ser los políticos (y no digamos los hooligans mediáticos, aplicados a la rentabilidad del estruendo) quienes se arriman a su sombra para promocionarse a sí mismos mientras parecen jalearles a ellos. Bueno, ¿y qué? Así es la democracia. A mí me parece que el truculento mensaje sobre «traiciones» y «rendiciones» que maneja la AVT -por no hablar de la mezcla del llamado «proceso de paz» con la bazofia ridícula e inconsistente de la supuesta conspiración del 11-M- es una actitud equivocada, que daña la causa que pretende defender. Pero no supongo que al señor Alcaraz le tengan hipnotizado Acebes o Zaplana para decir lo que dice.¿Acaso alguien manipula, por ejemplo, a Suso de Toro cuando asegura sin dudar que Ciutadans representa «el más rancio españolismo»? No, de ningún modo, seguro que lo piensa de veras; bueno, si la palabra «pensar» resulta en este caso exagerada, digamos que lo cree de veras. ¿Que la mayoría de las víctimas confía más en la derecha que en la izquierda? Así parece y la culpa -si culpa hay- no es sólo suya. Recordemos que en este país está vigente la absurda superstición de que los nacionalismos separatistas y étnicos son de izquierdas… ¡y hasta forman mayorías de progreso! Hace poco, Santiago Carrillo decía públicamente: «La paz merece que, por un momento, nos olvidemos de las leyes». No hay mejor síntesis de lo que muchos temen, con razón, que el «proceso de paz» sea o pueda llegar a ser. Y como tienen a Carrillo o a Javier Madrazo por gente de izquierdas, pues prefieren a la derecha. Algunos lo sentimos mucho, pero así está el patio.

Sin embargo, la verdadera y peor manipulación política de las víctimas sigue sin ser denunciada. Porque no consiste en aprovecharse de tales o cuales personas sino del concepto mismo de víctimas del terrorismo. Hoy se prodigan los reconocimientos y las condolencias a las víctimas para hacer creer que la cuestión de ETA es un asunto que fundamentalmente se polariza entre terroristas y víctimas de atentados. Es decir, que se trata de resolver un problema «humanitario»: no más sufrimiento, ni más muerte, no más viudas ni huérfanos, enjuguemos las lágrimas de los dolientes y evitemos que se derramen más, etc… Por eso se habla de «paz», pese a la evidencia de que no estamos en ninguna guerra: porque ese término se presta más a los servicios de la Cruz Roja que la palabra «libertad». Cuando se diseña el acuerdo de convivencia que culminará el proceso de paz, nunca se olvida mencionar el debido respeto y homenaje a las víctimas. Y los representantes más altos del Gobierno vasco acuden a pedir perdón por su desinterés del pasado a las víctimas (sobre todo a las andaluzas: las víctimas son tanto más respetables cuanto más lejanas). Pero en cambio nunca harán el mismo acto de contrición respecto a quienes han sido el objetivo ideológico de ETA todos estos años: los no nacionalistas y sus representantes políticos.

No les he oído nunca decir en público que los no nacionalistas merecen una reparación política y social por la marginación y acoso que han sufrido durante el período de la peor violencia. Tampoco he oído que admitan las ventajas que han obtenido sobre ellos los partidos nacionalistas gracias al terror -lamentable pero útil- impuesto por ETA. Ni lo más importante: que yo sepa, nadie ha reconocido que cuando ETA desaparezca, la convivencia y el fair play democrático pasará por dar cancha a la opción no nacionalista en los campos en que hasta ahora ha sido hostilizada o excluida, no en apretar las tuercas del nacionalismo como pago al cese de la violencia. Porque el problema no está entre ETA por un lado y las víctimas por otro, sino entre el nacionalismo violento y quienes han padecido su agresión por no ser nacionalistas. No se trata de buscar un remedio humanitario, sino de defender derechos constitucionales conculcados.

Los sabios posmodernos que hoy abundan nos aseguran que el asunto es muy complejo y que las interpretaciones varían. No tanto, no tanto… Cuando a Clemenceau le preguntaron qué creía él que dirían los historiadores sobre la Primera Guerra Mundial, repuso: «Seguro que no dicen que Bélgica invadió a Alemania». Por muy flexibles que sean los criterios de interpretación, nadie sostendrá mañana que Irene Villa o Eduardo Madina mutilaron a Txapote o Valentín Lasarte. Ni suscribirán la versión de Ortuondo en Estrasburgo, según la cual la violencia terrorista proviene de la frustración sufrida por algunos nacionalistas ante sus reivindicaciones desatendidas. Nadie dirá que durante los pasados treinta años los no nacionalistas han controlado a su gusto el País Vasco, mientras los nacionalistas vivían en una hostigada semi-clandestinidad. Sin duda hay que «normalizar» políticamente Euskadi. Pero hoy lo anormal es la hipertrofia nacionalista entre una ciudadanía en la que tanto abundan quienes piensan de otro modo. En este conflicto no sólo ha habido muchas víctimas, sino que la principal víctima ha sido la libertad de muchos. ¿Cuántas veces más habrá que volver a decirlo?

FIN

Y este otro del profesor Tamayo en El País:

Estado laico, ¿misión imposible?

JUAN JOSÉ TAMAYO

09/12/2006

No vamos por buen camino en la construcción del Estado laico. Ya la propia Constitución Española de 1978 puede incurrir en cierta contradicción en el artículo 16,3 cuando, tras afirmar que «ninguna religión tendrá carácter estatal», a renglón seguido cita expresamente a la Iglesia católica. Era el primer paso en una dirección inadecuada, que no sólo no se ha corregido, sino que se ha ido agudizando. Todos los gobiernos, de centro, de derecha o de izquierda, han persistido en el error mandato tras mandato. Unos días después de la aprobación de la Constitución, se firmaban los Acuerdos con la Santa Sede, preconstitucionales en su elaboración y quizás anticonstitucionales en algunos puntos. Eran unos pactos de rango internacional que privilegiaban a la Iglesia católica en materias como la enseñanza del catolicismo en la escuela, la atención pastoral a las fuerzas armadas y en los hospitales, en asuntos jurídicos como el reconocimiento de efectos civiles para el matrimonio canónico, en cuestiones económicas como exención de impuestos y dotación para culto y clero, etcétera.

El 20 de diciembre de 1978 nos concentrábamos ante la Nunciatura Apostólica de Madrid 250 cristianos y cristianas para manifestar nuestra oposición a la firma de los Acuerdos. El Nuncio recibió a una comisión a quien comunicó que la firma no era inminente. Los primeros días de enero de 1979 saltaba a la prensa la noticia del acuerdo con la foto correspondiente.

Año y medio después se aprobaba la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, con un amplio respaldo parlamentario. Lo más coherente hubiera sido haberla aprobado antes de los Acuerdos con la Santa Sede. Aquí el orden de factores sí alteró el producto. La precedencia de dichos Acuerdos sobre la Ley de Libertad beneficiaba a la Iglesia católica, quien no se sentía afectada por el articulado de la ley de 1980. A su vez, la ley, que apela al principio constitucional de igualdad, consagra la desigualdad y legitima la discriminación, al privilegiar a las confesiones religiosas «de notorio arraigo» sobre las otras religiones. La expresión de «notorio arraigo» resulta harto ambigua e indeterminada y ha dado lugar a un elevado grado de discrecionalidad por parte de la Administración. Algunos juristas creen que la actual Ley de Libertad Religiosa consolida una situación contraria al derecho común y vulnera los principios de laicidad del Estado y de igualdad de todos los ciudadanos.

Los Acuerdos con la Santa Sede, la Ley de Libertad Religiosa y los Acuerdos con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, con la Comisión Islámica de España y con las Comunidades Judías de España, establecen religiones de tres clases o categorías: de primera, la Iglesia católica; de segunda, las de notorio arraigo, judaísmo, iglesias evangélicas e islam; de tercera, aquellas a las que no se reconoce el notorio arraigo y no han firmado acuerdos con el Estado español.

La construcción del Estado laico se está convirtiendo en misión casi imposible. No vivimos, es verdad, en un Estado confesional como lo fuera el de la época del nacionalcatolicismo, pero tampoco en un Estado laico o sencillamente no confesional. Quedan todavía no pocos restos de confesionalidad. Algunas de las actuaciones recientes del Gobierno socialista nos alejan todavía más de la laicidad. Una es el acuerdo económico con la Iglesia católica de septiembre de 2006, ratificado en los Presupuestos Generales del Estado de 2007. Otra el borrador de Real Decreto de enseñanzas mínimas de secundaria obligatoria.

Cada vez estamos más lejos del objetivo de la autofinanciación, fijado en los Acuerdos del Estado y la Santa Sede de 1979 y ratificado en 1988 cuando entró en vigor el modelo de asignación tributaria. Si la Iglesia católica tenía privilegios económicos, con el acuerdo de septiembre de 2006 los incrementa, al subir el porcentaje de la asignación tributaria de 0,52% a 0,7%. El catolicismo es la única religión para la que el Estado recauda. El Gobierno ofrece, así, a la Iglesia católica unas condiciones de plausibilidad cada vez más favorables.

Otra prueba del alejamiento del Estado no confesional es el borrador del Real Decreto citado, que ha contado con el justificado regocijo general de las asociaciones católicas de padres de alumnos y con el no disimulado malestar de las asociaciones laicas de profesores y profesoras, de padres y madres de alumnos y alumnas. En materia de enseñanza de la religión, el Gobierno cede a las presiones de sectores católicos que se echaron a la calle para protestar contra la LOE en una manifestación apoyada por la Conferencia Episcopal Española y sigue la misma o similar política de privilegio que los gobiernos del Partido Popular. Mantiene la asignatura confesional de religión como materia evaluable y computable para pasar curso. Establece una alternativa. Deja en manos de los obispos la elección y el cese de los profesores de religión, cuyos salarios son abonados por el Estado. ¡Una excepción a la regla general que establece que «quien paga, manda»!

En conclusión, no estamos en un Estado laico, ni siquiera no-confesional. Tengo la impresión de que cada vez nos vamos alejando más de él. Y, sin embargo, el Estado laico es el marco político y jurídico más adecuado para el respeto al pluralismo ideológico, para el reconocimiento de la libertad de conciencia y para la protección de la libertad religiosa. Pero hay que tomar otra dirección, que pasa por la revisión de la Acuerdos con la Santa Sede y con las confesiones religiosas de notorio arraigo, porque la significación del catolicismo y de las otras religiones es hoy muy distinta a cuando se firmaron. Es necesario, igualmente, elaborar una nueva ley de libertad religiosa, dado que las circunstancias sociorreligiosas de la sociedad española han cambiado sustancialmente en el último cuarto de siglo con la presencia en nuestro país de nuevos movimientos religiosos y espirituales, el fortalecimiento de las religiones judía y evangélica, el crecimiento espectacular del islam y el imparable proceso de secularización.

FIN

El 11-M sale hoy en El País, pero no en El Mundo
Aquí pasa algo…¡Viva la Constitución!

Estoy en Almería, muy cerca del mar y muy lejos de Internet. La conexión es pobre, pero un amigo me ha traido los diarios desde la capital y, despues de verlos, no me he podido resistir a comentar las portadas de hoy, aunque sea un gran día de fiesta.

Ahora consigo, por fin, conectarme y voy a pegar aquí todo lo que he escrito. Tiene razón Pericles al destacar los titulares de hoy en su último comentario.

Pocos días podemos señalar, desde la pérdida del poder por el trío Pinocho (Aznar-Acebes-Zaplana), en los que El Mundo no haya incluido el 11-M entre sus titulares de portada.

Hoy, Día de la Constitución, es uno de ellos.

Tiene, además, la peculiaridad de que es también uno de esos raros días en los que El País sí cita el 11-M en alguno de sus titulares de portada.

Se trata, pues, de un día señalado en la breve historia del análisis que hacemos de las portadas de ambos diarios en este blog.

Coincide, además, con una fecha emocionante para los demócratas (y para los que puedan disfrutar del puente): 6 de Diciembre, Día de la Constitución.

El Mundo abre su portada, a cuatro columnas con este gran titular:

Prisión para un policía de la trama de la Goma 2 y para sus denunciantes

El País abre a dos columnas:

Prisión incondicional para los policías que urdieron un montaje sobre el 11-M

Aunque se trata de la misma noticia, El Mundo –sin mentir, ahí está la gracia- mete en la cárcel solo a un policía mientras que El País –sin mentir, tampoco- mete en la cárcel a más de un policía (“los policías que urdieron…”) y además los mete de manera “incondicional”.

Como vemos, El Mundo destaca “la trama de la Goma 2” y El País destaca “un montaje sobre el 11-M”.

Pero ya sabemos, por experiencia, que una cosa es la portada –la más cara de todas, el escaparate del diario- y otra, las páginas interiores, mucho más baratas.

En su página 12 (par), a 4 columnas, El Mundo sí encarcela (”sin fianza”) a otros dos policías (“acusados de revelar una trama mafiosa”) aunque, por arte de magia –y no de mafia- no aparece por ningún lado el “11-M” ni a quien revelan esta presunta “trama mafiosa”.

El País concede al mismo asunto una página completa (la 23, impar) en la que sí alude al 11-M.

El Mundo huye de la palabra “montaje” –¡qué palabra tan socorrida y jugosa!- al informar de la prisión para los policías que le “revelaron” la presunta relación de etarras con islamistas pero la utiliza, en cambio, para otra “denuncia” de Cartagena, su confidente favorito, a una columna:

Cartagena denuncia que la “operación Nova” fue un montaje de la Policía

Ambos coinciden en ilustrar su portada con foto de “civiles” con tricornio reclamando derechos. Hoy es un buen día para apoyar la desmilitarización de la Guardia Civil cuya función, sobretodo en democracia, –y como su propio nombre indica- es civil y no militar.

Es proverbial el abuso que los españoles hacemos de los oxímoros y con qué frecuencia nos equivocamos con ellos.

Algunos me vienen a la memoria: Guardia Civil (es militar), alférez provisional (o sea, para toda la vida), tolerancia religiosa (imposible), justicia militar (más imposible, si cabe), médico militar (o cura o mata), etc.

Y no digamos cuando adjudicamos algún título a los famosos: Fernando VII, “El Deseado” (el rey felón, el mayor cabrón de nuestra historia reciente), Juan Carlos I, “El Breve” (y ya lleva 31 años de reinado, uno de los más largos de nuestra historia).

O sea, que no acertamos ni una.

Con ser llamativa la diferencia de tratamiento que ambos diarios hacen del caso del montaje policial para ligar a ETA con el 11-M (y contárselo a El Mundo), me ha llamado más la atención la cobertura que hacen del nuevo éxito de la Iglesia Católica, que ha tumbado también al ingenuo Zapatero, equiparando la enseñanza de los dogmas y creencias religiosas, en la escuela pública, con la enseñanza de las ciencias, las artes o las letras.

El Mundo da un perfil muy bajo al nuevo triunfo de los obispos.

No le dedica ni una sola palabra en su portada.

Cuando los obispos pancarteros exigían religión obligatoria por las calles, y dinero de los impuestos de todos para financiar el lavado de cerbero que hacen a los niños en la escuela pública, El Mundo les sacaba a todo trapo y en primera página.

Cuando, por fin, consiguen lo que perseguían, amenazando desde el púlpito y desde las calles, El Mundo lo rebaja a 3 columnas en página interior y con un sesgo que merece indulgencia plenaria:

El Gobierno reduce en 35 horas la presencia de Religión en la ESO

Sumario:

Educación desoye al Consejo Escolar y acepta que la materia cuente para pasar curso

El País, en cambio, que daba las protestas eclesiásticas en pequeño, ahora destaca en su primera el triunfo de la Iglesia Católica, a dos columnas:

La religión contará para repetir curso en secundaria y tendrá dos alternativas

Obsérvese que Pedro Jota Ramírez eleva la primera consonante de la presunta asignatura sobre creencias y dogmas a la categoría de mayúscula (“Religión”) mientras que Javier Moreno, el director de El País (que es químico), prefiere darle aún el tratamiento de minúscula (“religión”).

Creo que se equivoca El País al decir en castellano que “tendrá dos alternativas».

En nuestra lengua, existe algo, cualquier cosa, y también su alternativa, en singular. No soy de letras, pero me parece que es imposible tener dos alternativas a la religión. En lugar de la palabra “alternativas” deberían haber escrito “opciones”, “posibilidades”, etc.

Ya nos hubiera gustado a mis hijos o a mi tener como alternativa a la peligrosa asignatura de “religión” (¿podría acaso considerarse como abuso infantil?) otra que fuera, por ejemplo, “ateismo” o bien –por qué no- varias opciones como clases para el carné de conducir, urbanidad, democracia en acción, más música, etc.

Creo que deberíamos enviarle a Zapatero (a quien se le ve el plumero en cuanto tropieza con los curas) el dibujo filosófico que el El Roto publica hoy en El País para que lo enmarque y lo cuelgue en su despacho.

¡Que gran sistema financiero el de la Iglesia!

Cobras a los clientes en este mundo y prometes pagarles en el otro, si lo hubiera.

Y, además, es difícil que quiebre porque no le faltan clientes potenciales.

Disminuyen los creyentes y las vocaciones sacerdotales en los países más avanzados (que no suman ni 800 millones de habitantes) pero aumentan en los países más atrasados (que suman más de 5.000 millones).

También les recomiendo, hablando de curas y ya que es fiesta laica, el artículo esclarecedor publicado por Julián Casanova en El País con el título:

Moral, religión y política

JULIÁN CASANOVA 06/12/2006

Leídas desde la distancia, hay noticias que parecen auténticas bromas. Éstas, por ejemplo. Los obispos critican la decisión de un colegio público de Zaragoza de suprimir el festival de Navidad. La Conferencia Episcopal acusa al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de abrir «viejas heridas de la Guerra Civil». Y el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, es nombrado por mayoría absoluta académico numerario de la Real Academia de la Historia.

No tiene mucha importancia, la verdad, que un colegio público suprima el festival de Navidad, como tampoco debería tenerla el hecho de que en otros colegios públicos se celebren todo tipo de fiestas religiosas en homenaje a los patronos y vírgenes de la localidad. Son manifestaciones externas de un problema irresuelto por la democracia en España, que lo vamos a tener con nosotros durante muchos años. La enseñanza de la religión, católica o de cualquier otro credo, no debería impartirse en las escuelas.

La intolerancia no está en el supuesto laicismo del Gobierno o de algunos ciudadanos, sino en un sistema de enseñanza concertada que condena a las escuelas públicas a un creciente deterioro casi insalvable. Ni siquiera tienen la libertad de suprimir, sin bronca, un festival de Navidad.

Al final, son más importantes los villancicos que la calidad de la enseñanza, la disciplina en las aulas o lo que aprenden los alumnos en las asignaturas de lengua, matemáticas o historia. Y lo que le preocupa a la Iglesia católica no es si la enseñanza pública va bien o mal, sino los «síntomas de menosprecio e intolerancia en relación con la presencia de los signos religiosos en los centros públicos», según puede leerse en la pastoral «Consideraciones morales ante la situación actual de España».

Una broma parece también que la Iglesia acuse al Gobierno, a los izquierdistas y a los historiadores todavía pagados con el oro de Moscú, de «abrir viejas heridas de la Guerra Civil». Lo que se debate es la historia, que se conoce bastante bien, por cierto, y lo que todavía queda por resolver, entre otras cosas, es el reconocimiento moral a los miles de republicanos asesinados sin registrar, que nunca tuvieron ni tumbas conocidas ni placas conmemorativas.

La Iglesia sabe, porque las pruebas son incontestables, que apoyó y bendijo aquella masacre. Lo puede reconocer, y hacer un gesto público y definitivo, o seguir refugiándose en su condición de víctima, recordando a sus también miles de mártires. Si nos atenemos a las diversas declaraciones que sus obispos han realizado en este año de recuerdo y conmemoraciones, ellos no tienen ningún problema con el pasado. Ni con el de la guerra que la Iglesia convirtió en santa y justa ni con el de la larga dictadura que legitimó. Son otros quienes abren las heridas ya cicatrizadas.

Eso es lo que piensa también el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo y primado de España, abanderado de la cruzada contra el laicismo del Gobierno socialista y recién elegido académico de la historia. El cardenal cree que la recuperación de la memoria histórica, que dirige y manipula Zapatero, resulta peligrosa por «remover» el pasado y porque la Guerra Civil la causó, ya se sabe, la Segunda República y su proyecto reformista y laico, sobre el que la «objetividad histórica» ya ha dejado claro su veredicto: fue un «fracaso».

Conozco perfectamente esa «objetividad histórica» a la que se refiere el nuevo académico. Es la que propagaron los vencedores de la guerra, amos y señores de la historia durante la dictadura de Franco, y la que vocean ahora los nuevos propagandistas, periodistas y falsos historiadores desde la emisora de radio de los propios obispos. No es eso, sin embargo, lo que se escucha en los congresos de historia a los que acuden los mejores profesionales y especialistas, en las aulas de las mejores universidades del mundo o lo que puede leerse en las revistas científicas.

Para nosotros, los historiadores, la República, la Guerra Civil y la dictadura de Franco son objeto de investigación y estudio, donde tenemos que demostrar fidelidad con las fuentes y rigor con las interpretaciones, que podemos y debemos discutir y debatir. Y las opiniones, personales o políticas, las dejamos para otros foros. El cardenal Antonio Cañizares puede ser un perfecto académico, que para eso está la Real Academia de la Historia, para que se sienten allí los mejores, pero debería informarse mejor sobre lo que la mayoría de los historiadores especialistas han escrito en las últimas décadas sobre la República y la Guerra Civil y saber separar, ahora que ya es académico, el conocimiento histórico de la moral y de la política.

Sorprende, en fin, a la luz de esas tres noticias, que la religión y la libertad sigan todavía en España direcciones tan opuestas. Las declaraciones de los representantes de la Iglesia Católica en los dos años y medio del Gobierno de Zapatero podrían recopilarse en un manual de cómo utilizar el engaño y la propaganda para auxilio espiritual y material de la derecha política.

La Iglesia despliega toda su infantería y la pone al servicio del Partido Popular. El objetivo: echar a Zapatero, a los socialistas y recuperar las riendas del Gobierno. Les gusta, a la Iglesia y a la derecha española, amasar el poder y mantenerlo. Les va de maravilla cuando lo tienen y si lo pierden, utilizan todos los medios a su disposición, que son muchos, para recuperarlo.

La Iglesia ha encontrado un auténtico filón en la «intolerancia del laicismo que promueve el Gobierno». Por ahí va a atacar una y otra vez, para defender sus privilegios, hasta que logre derribarlo. No hace falta ser un adivino para saberlo. Basta con conocer un poco nuestra historia más reciente, la misma que ahora se supone que estamos removiendo.

(Julian Casanova es Hans Speier Visiting Professor en la New School for Social Research de Nueva York)

FIN.

Menos mal que tenemos aún vigente la Constitución de 1978.

Feliz puente y ¡Viva la Constitución!

En mi casa, como cada año en este día, ya hemos brindado por ella.

«ETA desafía» (en El Mundo) y «la Policía investiga» (en El País)

Los grandes titualres de portada de hoy se comentan solos. Y además voy muy mal de tiempo. Nos vamos corriendo a la entrega del Premio Antonio Asensio de Periodismo a «Reporteros sin Fronteras«. Y tenemos que ir un poco antes antes porque va el Rey. Hasta luego.

Una portada con 11-M y ETA… «sospechosa de manipular»

Otra portada de El Mundo para las clases de mal periodismo.

¿Titula Pedro Jota con hechos o con opiniones?

Sin comentarios, por el momento.