De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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La piratería es buena para el cine

El mantra de este post es muy sencillo: La piratería es buena para el cine. Repitamos: la piratería es buena para el cine. Remezclemos, todos juntos: la piratería es buena para la música, para la literatura, para la cultura. Ahora una frase redonda con un link irrefutable (un estudio de la Comisión Europea): Los investigadores encontraron que la piratería en general no tiene un efecto negativo en las ventas de música, sino todo lo contrario. ¿A qué viene todo esto?

Esta entrada es una respuesta personal al texto La tragedia del cine, que el escritor Luis García Montero publicó recientemente en InfoLibre. El texto confunde la velocidad con el tocino, churras con merinas, para que me entiendan los menos jóvenes. Y se me antoja totalmente irresponsable, pues es difícil argumentar que un hombre de letras como Luis García Montero esté tan mal informado. Frases como «durante los últimos años el desarrollo de la piratería ha sido vertiginoso» podrían considerarse un desliz. La SGAE,  los ventri-locos del lobby y su coro mediático han estado identificando descargas con piratería durante la última década.

Pero otras frases del texto de Luis García Montero hacen saltar todas las alarmas de la cordura de la era red: «El desprecio a la cultura que encierra la piratería se traduce de forma inmediata en la pérdida de independencia de los creadores, que son obligados a someterse al mecenazgo de las grandes multinacionales y los ámbitos globales de control ideológico». Luego se resienten porque las redes (o sea, las personas) y el público están cada día más distante de ese star system cultureta de España que se mira en el espejo deformante del No a la guerra del año 2003, cuando todavía eran relevantes.

 

 

Luis García Montero debería leer Software Libre para una sociedad libre, de Richard Stallman, piedra de toque de la denominada cultura libre. La licencia copyleft, que garantizaba inicialmente la copia, circulación y modificación del código informático, contagió rápidamente a la cultura. Y creo un nuevo paradigma de circulación, gestión y consumo (palabra que odio) cultural para la era red. Stallman ya dejaba clarísimo que asociar el «intercambio» al «asalto de un barco corsario» (piratería) es simplemente inaceptable. El otro gran objetivo de Richard Stallman era dejar claro que el ‘free’ del free software o free culture no es sinónimo de gratuidad, sino de libre. El libro Cultura Libre, de Lawrence Lessig, sería otra imprescindible lectura para Luis García Montero, el sector cultural y los amigos de InfoLibre que prometieron licencia Creative Commons y se agarran al copyright como a un clavo ardiendo.

Y por eso el mantra casposo del ‘todo gratis’, de la cultura libre como sinónimo de gratuidad y piratería es, además de una falta de respeto, una falacia gigantesca. El colectivo de escritores italianos Wu Ming publica hace exactamente una década libros con licencia copyleft. La copia está liberada. Pero los libros del colectivo, una máquina de best sellers, se venden en librerías. Curiosamente la circulación de copias digitales benefició (y mucho) a las ventas. El exitoso modelo económico de la libería-editorial cooperativa madrileña Traficantes de Sueños, que ofrece la copia libre de sus títulos desde el primer día pero sigue vendiendo libros en papel, demuestra que el discurso del ‘todo gratis’ es una construcción inexacta.  Lo mismo ocurre en el universo de la música. El citado estudio de Joint Research Centre de la Comisión Europea recoge que la mal llamada piratería (descargas, intercambio) beneficia a la venta de música. Además, la mayoría de los artistas viven de los conciertos y ya no más de vender plástico (CD). Y más preguntas para Luis García Montero y amigos: ¿Cómo podéis seguir hablando de descargas cuando la cultura está emigrando a la nube y el streaming se insinúa como nuevo formato, plataforma y modelo?

 

wuming

Imagen del colectivo Wu Ming

Y eso es lo más triste: que mientras hasta el viejo periodismo habla del fin de la era de los objetos físicos (papel, Cds, Dvds…) algunos siguen empeñados a que todo siga funcionando como antes de la existencia de Internet. Mientras algunos investigan sobre libros en la nube (como Bookcamping.cc o 24Symbols) o en música en streaming (Spotify), la vieja guardia sigue entonando lo de piratería=descarga, sin haber entendido que los programas de intercambio de archivos P2P, como el histórico Napster, ni siquiera se basan en la descarga desde un site centralizado.

El caso del cine es diferente, lo reconozco. Existen muchos más factores. Incluso políticos. Tal vez Luis García Montero tenga razón al acusar al Gobierno de Mariano Rajoy de intentar ahogar al cine español. Pero creo que hay muchos más motivos. El cine de autor muere en España  por la existencia de monopolios en la distribución comercial, un chiringuito del mismo lobby del copyright que acuñó el término piratería. Muere sí, por una ridícula subida del IVA al 21%. Pero también porque precisamente el star system de cineastas y solemnes autores viven en una burbuja ajena a la realidad. Siguen pendientes de los premios, de las galas y de los viejos medios. Y no están narrando practicamente nada de la lucha social en red que nació al calor del 15M.

 

Vídeo del colectivo Iaioflautas invadiendo la Bolsa de Barcelona. 

Mientras la España reivindicativa reinventa el activismo, los Iaioflautas (los abuelos del 15M) ocupan la Bolsa de Barcelona o los ARTivistas montan fiestas en bancos para lanzar campañas digitales, los cineastas narran una España paralela, pretérita o simplemente inexistente. Mientras el espacio público renace con asambleas políticas y/o culturales, Fernando Trueba factura El artista y la modelo, un insulso filme recreado en la Francia de 1943. Mientras las redes humanas del 15M protegen a los inmigrantes de las redadas policiales y la solidaridad interracial explota en España (único rincón de Europa donde eso ocurre), los Bardem participan en una patética Alacrán enamorado, un película donde un grupo neonazi español pega palizas a los inmigrantes en las calles. Si no tienen imaginación, que beban de la realidad.

Y más preguntitas. ¿Por qué los actores del No a la guerra y la mayoría de los artistas progres son casi invisibles en el nuevo mundo? ¿Por qué no participan aunque sea algo en una nueva forma de hacer las cosas (15M) que España ha exportado al resto del planeta? ¿Por qué no están narrando esta rebelde España en llamas? ¿Por qué estando España a la cabeza global de la innovación en redes, de las licencias libres y de la tecnología social (de WIFI cooperativo a trabajo colaborativo) los famosetes culturetas de la izquierda utilizan el discurso del fascismo cultural de Hollywood, de la derechona española y de la industria del pasado? ¿Por qué no han entendido nada?

 

Trailer El Cosmonauta (En todas tus pantallas el 18 de Mayo) from Riot Cinema on Vimeo.

Intuyo que el cambio tecnológico ha pillado fuera de juego a la vieja guardia cultural. Mucho me temo que desconocen la mayoría de casos de éxito reflejados en el The Power of Open, todos basados en procesos abiertos.  Me da a mí que Luis García Montero ni siquiera habrá oído hablar de El Cosmonauta, la película española que se está haciendo en red entre más de cinco mil personas, que ya ha recaudado más de 400.000 euros vía crowd funding y que está siendo elogiada por medios como Wired. La vieja élite del cine tampoco estará al tanto de los festivales de cine Creative Commons en los que Barcelona y Madrid son referencias mundiales. Y, por supuesto, ni pajotera idea de lo que es el festival ZEMOS98 de Sevilla, toda una referencia global en la remezcla y la autoría colectiva que renacen en la era de las redes. Ójala me equivoque… Pero si me equivoco, creo que será todavía más grave.

¿Tragedia del cine? ¿Tragedia de la cultura? Sí, de la vieja cultura. Sí, de su modelo de negocio y formatos. ¿Culpables? Muchos. El viejo modelo, el Estado y las instituciones, los propios creadores, los monopolios, la vieja política… Pero, por favor, dejen de hacerle un favor a Hoollywood y a la derecha industrio-cultural, intoxicando con el discurso de la «piratería». Dejen que les expliquemos con calma y cariño el nuevo modelo en el que, por cierto, todavía no hay receta económica definitiva. Nada mejor para concluir este texto que una frase de Amador Fernández-Savater: «Hay una forma de hacer las cosas, lo que podemos llamar el modelo televisión, que está en crisis. Aquel era un modelo unidireccional de emisor-receptor que ha funcionado tanto en el periodismo como en la política o en el saber. Y surge otro que es un modelo más en red, donde hay más nodos, donde más gente puede hablar, donde las conexiones son más horizontales. Y en ese modelo la red no está dada, hay que hacerla para que esos enlaces se comuniquen y se entiendan unos con otros. Para que se cree un mundo«.

¿Cuándo y dónde hablamos, Luis García Montero?

Almodóvar MixTape, una remezcla de cine

Eclectic Method – Almodóvar Mixtape from Eclectic Method on Vimeo.

Almodóvar remixed. Amodóvar reloaded. Almodóvar remezclado, mutilado, crecido. Almodóvar Mixtape es un trabajo del colectivo Eclectic Method, uno de los más conocidos en esta vieja-nueva disciplina del remix. Es una remezcla que despedaza el universo de Almodóvar con buen gusto, puntería y un buen pellizco de admiración. Eclectic Method aborda Almodóvar con una mirada propia: con un estilo personal que fusiona el lenguaje televisivo, la estética del video-clip y el cine. Eclectic Method, en sus propias palabras es «música, comunicación y cultura pop, convertido todo en una fiesta gigante».

La remezcla está en el borde de la ilegalidad. La industria cultural y el lobby del copyright no sólo rechaza, sino que desprecia cualquier tipo de remix. De hecho, hace diez años, cuando nació Eclectic Method la industria de los derechos de autor persiguió al colectivo hasta la saciedad. Algunas de las persecuciones contra los remixers aparecen en el documental Copyright Criminals (el trailer y las remezclas de imágenes son de Eclectic Method). Carambolas de la historia, artistas como U2 o  Fatboy Slim acabaron solicitando los servicios de Eclectic Method. Y el mundo mediático entronó al colectivo. Dj Magazine les llamó los «reyes del remix» y Wired les calificó, simple y llanamente, el  «futuro».

Recomiendo la lectura del libro Código fuente: la remezcla, editado con licencia libre por el colectivo sevillano Zemos98. Os dejo con un extracto de un texto de Felipe G. Gil, de Zemos98. Y con otra joyita audiovisual de Eclectic Method, la Tarantino Mixtape, al final de la entrada.

«El código fuente es un conjunto de líneas de texto que son las instrucciones que debe seguir una computadora para ejecutar un programa. Compartir el código fuente es la base del software libre. Y la cultura implica dos cuestiones básicas con respecto a esto: por un lado, asumir que «toda obra intelectual es derivada» (Lawrence Liang); es decir, que nuestra noción de creatividad está sujeta a una serie de convenciones que habría cuestionar, que hay que reconstituir nuestra noción sobre el origen de las ideas y que debemos exigir una reformulación de las actuales leyes del copyright así como de los modelos de negocio de las grandes industrias culturales; y por otro lado, defender la idea de la cultura como un palimpsesto infinito, del arte como un juego entre todos los seres de todas las épocas y de la remezcla como un sistema operativo transversal que afecta a los procesos educativos y comunicativos»

The Tarantino Mixtape from Eclectic Method on Vimeo.

Remix the commons (Remezclando el procomún)

Define the Commons from Remix the Commons on Vimeo.

Documenta el procomún. Remezcla el procomún. Comunícalo. Compártelo. Así de sencilla es la filosofía de Remix the Commons, que podríamos traducir como ‘Remezcla el procomún’. Remix the commons, una heterogénea iniciativa canadiense en la que coinciden instituciones, colectivos, pensadores y activistas, tiene un objetivo principal: explicar de una forma multimedia y fresca al conjunto de la sociedad qué es el procomún (commons en inglés, le bien commun en francés). Y para ello han creado una interesante estrategia multiplataforma donde personas de todo el mundo participan en red de una forma no jerárquica en la creación de contenidos.

El epicentro de Remix the Commons es su wiki. En ellas podemos leer, por ejemplo, la definición del proyecto: «Remix The Commons es un espacio narrativo común de colaboración multimedia. Remix the commons tiene como objetivo aumentar el poder de los ciudadanos para actuar en la propiedad creativa y colaborativa del concepto y prácticas del procomún desde una perspectiva intercultural». La documentación multimedia y el remix – según su wiki – «implican un proceso de (re) apropiación de bienes comunes del conocimiento. Nuestro objetivo es ayudar a definir el bien común, facilitando el intercambio de documentos e ideas, ilustraciones y prácticas, en torno a este tema». En la misma wiki, en su apartado de vídeos, está documentado todo el proceso de elaboración y las entrevistas sueltas que conforman el vídeo que abre esta entrada.

Otros espacios de diálogo de Remix the Commons son una lista abierta de correos y un blog donde se comparte todo el contenido creado. Además, Remix the Commons está incentivando la denominada Escuela de los Comunes, conectada ya con otras experiencias similares, como la Escuela de los Comunes de Barcelona. En un momento en el neoliberalismo parece agotado y los bienes comunes cotizan al alza en los movimientos en red, explicar de una forma divulgativa qué es el ‘procomún’ es algo primordial. Los medios masivos no suelen darle demasiada importancia al creciente movimiento procomunero. Ni siquiera en España, donde existen espacios/proyectos tan consolidados como el Laboratorio del Procomún del MediaLab Prado o incipientes como la Fundación de los Comunes. La traducción para una buena parte de la sociedad del concepto ‘procomún’ como algo que va más allá de lo público, algo que es todos y de nadie al mismo tiempo, sigue siendo necesaria.

Por todo ello, concluyo esta entrada con una definición del site de Remix the Commons y con un vídeo del sociólogo Antonio LaFuente, ¿Qué es el procomún?. 

«Hablamos de los «bienes comunes» cada vez que una comunidad de personas que se unen por el mismo deseo de cuidar de un recurso colectivo o crear uno y se auto-organiza de manera participativa y democrática para ponerse al servicio del interés general. El agua, el aire, los bosques, los océanos y otros recursos naturales, un idioma, un paisaje, un obra o un edificio pasan así a ser de dominio público«.

 

Hacer feliz a mi sobrina me convierte en un pirata

Una contradicción presidirá esta entrada: hacer feliz a nuestro prójimo puede estar tipificado como piratería por la industria cultural y algunos Gobiernos (la mayoría de los europeos y Estados Unidos). Una sospecha: regalando música a mi sobrina me he convertido en un pirata cultural. Mi estrategia: compartiendo con los lectores este proceso pretendo que reflexionemos en alto sobre el absurdo de las leyes que afirman que luchan contra la piratería.

Aquí los hechos: desde que nació mi sobrina Vera le preparo un recopilatorio musical que representa la variedad y diversidad cultural del mundo. El día de su nacimiento – hace ya dos años – preparé el recopilatorio Vera año 0: un cd con una portada hecha por mí con canciones de Beirut, Rodrigo Leão, Telepopmusik, Richard Bona, Lenine y Boards of Canada, entre muchos otros. El rito se repitió el año pasado, con un pequeño detalle: Vera año 1 también se convirtió en un Cd, pero compartí con mi hermano y cuñada una carpeta con los archivos en formato MP3 gracias al servicio Dropbox. Ya tenía claro que el formato físico – cd, plástico envoltorio – pasará a la historia. No tenía sentido regalar apenas en formato Cd ese Vera año 1 regado de Henry Mancini, Jun Miyake, Ekova, Finley Quaye y Natacha Atlas, entre otros…  Cuando mi sobrina escuche de aquí a unas décadas su serial de recopilatorios anuales – cuando los baile imaginando el mundo – no existirá el formato CD. El plástico – eso espero – no será asociado ya al formato de distribución que comandó el final del siglo XX: el plástico.

Pero entre Vera Año 1 y Vera año 2 el mundo ha vivido un maratón represor. Megaupload, un servicio de entrega de archivos y almacenamiento en la nube muy parecido al tan elogiado DROPBOX, fue cerrado con la excusa de la piratería. El Gobierno de Estados Unidos ha estado intentando imponer la famosa SOPA (Stop Online Piracy Act) al resto del mundo. La tenebrosa Ley Sinde Wert que criminaliza hasta las webs con enlaces a contenidos protegidos por derechos de autor ha sido aprobada en España. Entonces, la gran duda. ¿Tener un enlace en mi cuenta de DROPBOX con 26 canciones protegidas por los derechos de autor es un crimen? Aunque la ley defienda el derecho a una copia privada, sigo teniendo dudas. ¿Realizar una copia privada y dejarla online es un crimen? No hay ánimo de lucro en mi enlace, pero tampoco lo hay en los servicios de intercambio de archivos P2P como Soulseek que tanto persiguen. Y más: algunas de las canciones incluídas en Vera año 2 las compré con mi dinero, otras las recibí de mano de discográficas por ser periodista y una gran mayoría las conseguí en Soulseek gracias al P2P. ¿Soy un pirata?

He decidido compartir con todos los lectores esta Recopilatorio de la Felicidad de Mi Sobrina. Apenas tenéis que bajar el contenido de Vera año 2 en el siguiente enlace. Ahora sí que soy, mucho me temo, un peligrosísimo pirata para algunos.  Richard Stallman, fundador del movimiento del software libre, se preguntaba por qué era considerado un pirata alguien que ayuda a su vecino prestándole software. Yo me pregunto por qué con la ley en la mano yo podría ser considerado un pirata por hacer feliz a mi sobrina.

Mi web: bernardogutierrez.es Fundador de la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

 

 

Mi libro copyleft vale un tweet

 

La primera parte de mi libro #24H, editado por Dpr-Barcelona, estuvo durante el día de ayer disponible a golpe de tweet. Todas las personas que utilizaron el servicio Pay with a tweet tuvieron acceso a la mitad de #24H. El libro recrea 24 horas en Internet, entre el 16 y el 17 de mayo de 2011, con la eclosión del movimiento 15M a la vuelta de la esquina. Por eso, ayer estuvo «El día» de #24H a golpe de tweet. Y hoy ya hemos colgado «la noche» del libro. El día de #24H – rizomático, cóncavo, engañoso- estará así completo. Un día que tiene, como ya avisamos ayer, 50.400 horas de Youtube. 2.100 días caben en un día. 70 meses, en 24 horas. Porque #24H es una trampa

Apostamos por el Pay with a Tweet –  un sistema elogiadísimo en publicaciones especializadas – porque creemos que la circulación de una obra es más importante que su valor monetario. Porque pensamos que el dinero fue la divisa del siglo XX, pero el flujo o la reputación social componen la nueva moneda social del siglo XXI. El marketing clásico está (casi) muerto. El commons marketing – economía de lo compartido – llama a la puerta. Y quien abra esta puerta del ya clásico buzz desaparecerá, arrollado por la era de lo compartido.

Este inicio de campaña en Twitter es apenas el primera paso. César Reyes, uno de los editores, ha bautizado la estrategia como «ocupar plataformas». Durante este fin de semana, #24H estará disponible en papel gracias a las plataformas Bubok y Lulu. Cualquier persona lo recibirá directamente en casa. Aunque las librerías también pueden hacer sus pedidos (con buenas condiciones). Y el lunes ya estará a la venta en formato ePub (ideal para leer en tablets) a un precio redondo: 1,99 euros. La licencia es copyleft. La copia está liberada. Paulatinamente, #24H se incorporará a plataformas como Amazon. Y se irá fragmentando en las remezclas que los lectores irán haciendo en nuestra sala de remezclas. #24H ha dejado de ser mío. Ahora es vuestro. Un libro para el procomún.

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la consultora futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa