La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Andrés Burguera en ‘Dónde estás corazón’

Me vais a tener que perdonar el basurerío de hoy, pero ya tocaba. Además, qué diantres, si el viernes me tuve que tragar el programita de marras para evitar quedarme dormido y poder ver Mister España en riguroso diferido, es justo que vosotros lo sufráis un poco también.

Ahí voy.

VIERNES NOCHE ANTENA 3. ‘Dónde estás corazón’.

Ese programa que ha conseguido hacer de sus colaboradores, estrellas invitadas. Que cuenta con la única periodista en el mundo –Chelo García Cortés– que ha sido madrina en la boda (de Borja Thyssen y la hija del señor Cuesta), testigo en el parto (del bebé Thyssen Cuesta – que es una gran pareja de apellidos que resume perfectamente la trayectoria vital de Tita) y amiga intimísima de tonadillera entalegada (Isabel Pantoja), y después se lo ha contado todo-todo a Cantizano.

‘Dónde estás corazón’, que ha descubierto las cualidades de María Patiño y decidido guardarla en una jaula hasta que llega su víctima. En el caso de la semana pasada, Andrés Burguera. El hijo de Pajares. Un personaje siniestro que no aguanta ni medio análisis neurolingüístico. Que es capaz de hablar de sí mismo como «mi persona» o asegurar su «apoyo humanitario» a su propio padre. Una penita. Y que el viernes acudió a largar que su progenitor es la Britney española (por mucho que mi querida Marta Cibelina lo vea más como Sarko, yo últimamente a Pajares lo veo muy Britney), muy poco después del escandalazo de la suspensión de su monólogo de aniversario y de que el programa contara que al pobre Pajares lo habían tenido que ingresar de urgencias (la típica aceituna del martini, que te cae mal).

Y ahí estaba su hijo. Justificando el trinque con argumentos insostenibles de un cinismo vomitivo. Y ahí que le achucharon a la Patiño -otra maestra del discurso laxante-, para que hiciera sangre:

Reconfortante, ¿verdad?

Carroña sin fronteras

Durante toda la semana pasada, ese gran programa de investigación que es «Aquí hay tomate» (Telecinco) se volcó con el asunto del secuestro de una señora guineana famosa por haber participado en numerosos programas televisivos con la sana intención de advertir a Raquel Mosquera sobre los turbios negocios de quien fuera su marido, Toni Anipke.

Telecinco dedicó la semana del puente al seguimiento del suceso, para lo que fichó al marido de la secuestradita, que fue saltando de programa en programa para denunciar cariacontecido y previo pago -supongo- su desaparición. Que culminó el viernes pasado con las primeras imágenes en directo de la liberación de la señora. En Alcantarilla (Murcia). Literal. Júrolo.

Lo más interesante del asunto es lo bien que la pareja ha gestionado la tragedia: mientras el marido de la retenida se hacía los programas de Telecinco, ella se limitaba a reaparecer en «el tomate» y a dejarse llevar por el shock post-traumático. Hasta el sábado por la noche, cuando ella decidió recuperarse milagrosamente y esquivar con gracia y salero el secreto de sumario del caso en «Dónde estás corazón» (disecado en el bolso, of course) de Antena3.

«El tomate» no paga, pero te posiciona: te da la relevancia que necesitas, dear celebrity, para que puedas amortizarla después en shows de pago. En espectáculos televisivos de la competencia que deciden sus contenidos con la certeza de compartir audiencia con ese gran programa de humor e intriga de la sobremesa de Telecinco, esa gran cantera de la carroña nacional de cuyas cifras millonarias de espectadores se aprovechan los demás.

El día que se acabe el tomate, a los demás se le acaba el gazpacho. Ya veréis…

Sin tetas no hay paraíso

El final de la teleserie colombiana – basada en un best-seller homónimo – llegó con epílogo y moraleja. Et voilá:

Tiene un punto estremecedor el discursito final moralizante por lo que tiene de reflejo de aspiraciones y creencias de cierta parte de la sociedad colombiana – bueno, y no sólo colombiana. Es mas… ¡Qué coño colombiana!

Ahora que lo reviso, este epílogo iría de perlas al final de todos los programas de supuesta no ficción en donde nuestros famosos de cuarta se sientan a demostrar que con ser bonita – o estar armado – se coge el cielo con las manos.

El cielo, no – diréis – pero los euros a puñados.

La verdad es que ser alguien en la vida no es estar forrado. Ser alguien en la vida es ser cada vez más dueño de uno. Leer, escribir, restar y sumar… Estudiar para entender…

Venga. Haced la prueba. Repetid conmigo…

La verdad es que ser alguien en la vida no es estar forrado. Ser alguien en la vida es ser cada vez más dueño de uno. Leer, escribir, restar y sumar… Estudiar para entender…

… mientras veis Aquí hay tomate. A tu lado. En antena. El programa de Ana Rosa. TNT. Dónde estás corazón. Salsa Rosa

Y ya veréis cómo os entra la risa.

[Ah, por cierto. Tele5 ha comprado los derechos de la serie. Jajajajaja.]

Dignidad flamenca en TV

Anoche – viernes noche – dos encuentros televisivos bien distintos con el flamenco…

Por un lado, en La2 un estupendo documental sobre los Habichuela, la historia del flamenco en Granada y alrededor del mundo, desde principios del siglo XX hasta los Ketama. Un apasionado recorrido – con poca música y mucha letra – que contrastaba con lo que en ese momento ofrecía Antena3 en ‘¿Dónde estás corazón?‘: una entrevista con La Chispa, la viuda de Camarón. Una entrevista que, por su tono introductorio, pretendía mostrar a una mujer arruinada y estafada por los colaboradores de su marido, y que ella se encargó de desmontar con sus sonrisas y la serenidad de sus respuestas.

Dos aproximaciones televisivas al flamenco un viernes en prime-time que, pese a sus enormes diferencias, trascendieron las limitaciones del medio y las diferencias de enfoque para poner de manifiesto lo que es, para mí, uno de los palos más impresionantes del flamenco: su enorme dignidad.