La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

Archivo de la categoría ‘.BOBPOP DE VERANO’

Bobpop… y yo…

… una tarde en Nueva York, en Central Park

… en la piscina

… en el Jai Alai

… en un curso de edición

… en la consulta del Dr. Lledó

… en la Guía del Ocio de Madrid

… en el restaurante de mi cuñado

… en una antología de relatos autobiográficos de mujeres

… en la Sala Mirador

… en una boda, borracho

… en Santiago de Compostela

… en la cama con un heterosexual

… en las fiestas de Villaviciosa de Odón

… en la piscina del Hotel Emperador

… en otra boda, en Ojén. Sobrio

… en El Cangrejo

… en el Susan Bar

… con Schnabel en una cena

… con Vicky Martín Berrocal en una Garden Party

… con Gloria Mejía, en Bogotá

… con mi amiga, la Señora Estupenda

… con mi amigo JRD

… con mi amigo JQ

… con mi primo

… con mi amigo, Juan

… con mi amiga Lola

… con mi amigo D.

… con mi amiga Luzdivina

… con Boy George

… con mi amigo Javier

… con Saramago

… con el Director General de ING Direct España

… con Gregorio Paniagua

… con Roberto Enríquez (el actor)

… con mi amiga C.

… con mi amiga A. D.

… con Haro Tecqlen y Mauro Armiño

… con William Ospina en Bogotá

… con mi amiga A.

… con Miguel de la Quadra-Salcedo

… pajeado por una mano que apretó la del Rey

… espiando a Javier Marías por la mirilla

… pujando en eBay por un bolso de Tori Spelling

… besado en la azotea del Círculo de Bellas Artes

… compartiendo piso con un periodista de Valladolid

… testigo del montaje de un trailer porno de los hermanos Lapiedra

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Todo es verdad. O al menos lo recuerdo así.

Ése era yo. Durante casi un mes y medio aquí.

«Pero ése no soy yo», pienso. Como si me viera en fotos.

Termino y me repito, me copio, me cito:

Para mí este Grados de separación resulta ser un ejercicio muy interesante (y no sólo de egomanía mayúscula). A través de este ‘work in progress‘ me demuestro y descubro que aunque todo lo que cuento es cierto, el personaje final de todas las conexiones («yo») no soy yo. Es un personaje (BobPop).

Que a partir de datos biográficos reales es posible, es muy fácil, elaborar una autobiografía completamente ficticia, impostada.

Que se puede inventar sin mentir, editando la vida. Que no es verdad que ese «yo» en el que terminan todas mis liaisons no sea yo. Soy yo. Pero no todo. Pero no solo.

Muchísimas gracias por todo. El final de Bobpop de Verano llegó. Se acabó. A partir del próximo lunes 4 de Septiembre: Bobpop is back.

Mario Vargas Llosa… y yo

A Don Mario y a mí nos separan cuatro grados, y pasan por las manos de un personaje mítico: la empleada del Museo de Cera de Madrid que toma las medidas a las celebridades para luego hacer de ellas figuras (de cera, por supuesto).

A mí esa mujer me fascina.

Yo veo a esa buena señora con su artilugio de medición en la mano, con esa perenne sonrisa, y me conmuevo.

La imagino en su casa, concentrada frente a la pantalla del televisor, pendiente de las nuevas estrellas que surgen, y que espera – o teme – ver pasar en breve por sus herramientas de precisión.

O la imagino – de nuevo – en conversaciones telefónicas con el cirujano plástico de Norma Duval, que recurre a ella para confirmar sus medidas originales cada vez que la vedette solicita una nueva intervención.

Y algunas veces, cuando paso frente a la Plaza de Colón, hasta creo verla charlando con sus amigas mientras desayunan en Riofrío:

– Nena, tú al que tenías que tomarle las medidas es al Nacho Vidal ése…

– Calla, calla, que menudo problemón… a saber en qué galería lo pondrían: ¿en Espectáculo? ¿en Deporte? ¿o en Arte, eh?

– Ay, no, mujer, a ése… en Ciencia y Literatura.

La veo allí, tan dispuesta, midiéndole el cráneo a Vargas Llosa. Siempre tan recatada: siempre de manga larga, sobria, sin estampados estridentes, elegante, mesurada, regia.

Pienso en ella, igualmente discreta, tomando las medidas para la figura de Don Miguel de la Quadra- Salcedo, que después quedaría tan apuesto, tan aventurero, con tan buen pelo, tan moreno (casi tan moreno como Don Alvaro de Marichalar – en la foto, en carne y hueso, aclaro)

Entonces, y sólo para buscar los nexos, regreso a mis días de colegio y a la memoria de la buena amistad que me unió a uno de los hijos de Miguel de la Quadra – Salcedo (una amistad sobre la que, desgraciadamente, llovió lodo, mucho lodo), y a los buenos recuerdos que guardo del carácter excéntrico, excesivo y muy afable de Don Miguel, conectado a Vargas Llosa por la mujer que mide y, por lo tanto, separado de mí por cuatro grados.

Exactamente los mismos que me separan del pecho de Rafa Nadal. Mmmm.

Grados: 4º

Kevin Bacon… y yo

Kevin Bacon y Tim Robbins en ‘Mystic River

Tim Robbins e Isabel Coixet en «La vida secreta de las palabras«.

Isabel Coixet y yo en el Susan Bar de Madrid.

::::::::::::: [Three Degrees of Kevin Bacon] :::::::::::::

Kevin Bacon, que a veces es Meg Ryan, a veces Willem Dafoe, y otras veces Jon Bon Jovi.

Kevin Bacon, que tiene la edad del personaje que le toque interpretar.

Kevin Bacon me asusta. Y a veces creo que Kevin no es Bacon de verdad, que en la sartén soltaría agua. Creo. Yo.

Grados: 3º

Keith Richards… y yo

Anoche en el patio del CCCB en una sesión de «Gandules», que es cine de verano diferente; con tumbonas y películas fuera de circuito. Anoche en el patio del CCCB, ‘Gimme Shelter’: un magnífico documental de 1970 sobre la gira de los Rolling Stones por EEUU el año anterior, que terminó con un multitudinario concierto gratuito en Altamont (San Francisco), donde además actuaron los Flying Burrito Brothers y Jefferson Airplane (reverencia: los Jefferson Airplane).

Los Rolling en directo (¡qué guapo era Mick Jagger!) y los Rolling (muy stoned) en el estudio de montaje de las imágenes del concierto en Altamont, para el que utilizaron a los Angeles del Infierno como personal de seguridad y donde uno de los espectadores murió apuñalado. A manos de uno de esos Ángeles. Angelitos…

Hell’s Angel: They told me, if I could sit on the stage so nobody climbed over me, I could drink beer till the show was over.

Dos escenas memorables del concierto final:

– un Ángel del Infierno golpea accidentalmente al cantante de los Jefferson Airplane, y lo deja inconsciente sobre el escenario

– los Rolling comienzan a tocar ‘Simpathy for the devil’ y tienen que parar porque los espectadores de las primeras filas han empezado a pelearse a muerte – literalmente. Mick Jagger increpa al público y le pide que se calme, mientras Keith Richards, que no se ha enterado de nada, sigue a lo suyo, tocando. Mick Jagger sigue hablando con el público y se gira para pedirle a Richards que pare. Richards sigue tocando. Mick grita a los asistentes Who’s fighting and what for? y a Richards: ‘STOP, KEITH, STOP!‘ ¡Qué grande, Keith!

Keith Richards y yo

Yo tuve un jefe cuya hermana trabajaba como abogada en un importantísimo bufete español, uno de cuyos clientes eran los Rolling Stones cuando viajaban a España. En una de las últimas visitas de los Stones a nuestro país, la hermana de mi exjefe tuvo que encargarse del caso Rolling, que consistía, exactamente, en personarse en el aeropuerto de Torrejón, hacerse cargo de «la maleta de las medicinas» de los Stones y sacarla de allí sin trámites aduaneros.

Supongo que lo que la hermana de mi exjefe llevó en la mano, lo llevó puesto Keith Richards después.

Grados: 3º

Inés Sastre… y yo

Mi amiga A. trabajó con la hermana de Inés Sastre en el bufete de abogados que se encargaba de los asuntos legales de la modelo; contratos publicitarios, trámites aduaneros (algunos peliagudos, como cuando a Inés Sastre le daba por comprar media Tailandia en muebles o alguno de sus novios millonarios decidía enviarle enormes regalos carísimos).

El bufete de abogados donde trabajaba mi amiga A. con Candela Sastre se ocupaba además de otras gestiones como, por ejemplo, llamar a los representantes de UNICEF en España para montarles un escándalo por haber reservado unos billetes de avión en turista y no en primera – para ella y sus dos amigas acompañantes.

¿No pretenderían que Inés – y par de amigas – fueran a volar en turista hasta África? Una cosa es donar a UNICEF el importe de la exclusiva para el ¡Hola! de la modelo solidaria abrazada a niños famélicos, y otra cosa MUY DISTINTA es que UNICEF, para ahorrarse algunos duros, pensara trasladarla en turista…

«¡Inés sólo viaja en primera!» (Normal: no se pueden cazar millonarios en clase turista…)

Y viajó en primera. Y UNICEF tuvo que descontar de su «generosa donación» el precio de los tres billetes.

¡Qué buena es Inés! Abrazada a esos niños famélicos que ni sabían que saldrían en el ¡Hola! (los niños pobres, como la gente pobre, no tienen derechos de imagen. Es más, no tienen imagen. Es más, no existen, salvo que aparezcan junto a una modelo solidaria.

Los niños hambrientos lo que necesitan no son ONGs, sino un buen abogado; para demandar a todos los canales de televisión y revistas que utilizan su imagen sin «derecho del menor» que valga. Ya verías tú cómo acabábamos con el hambre en África. El hambre en África que da a tantos de comer…)

Grados: 3º

Fernando Vallejo… y yo

Ahora que a Grass se le confunden entre los papeles de su escritorio las esvásticas con los símbolos de euro, sería fabuloso que Fernando Vallejo escribiera una novela autobiográfica por la tangente (otra más) en la que confesara que él, en realidad, es de misa diaria, rosario vespertino y muy devoto de la Virgen de Guadalupe.

Ahora que Lech Walesa (el bigote de Wojtila) exige que Grass devuelva su Premio Nobel de Literatura, sería maravilloso que Vallejo confesara su fervor mariano y Hugo Chávez le exigiera que devolviese – íntegro – el importe del Rómulo Gallegos que el genial escritor colombiano donó a una asociación para la defensa de los animales.

Ahora que todo el mundo que no ha leído a Grass (bienaventurados sean) piensa que Gunter no era TAN bueno, sería fantástico que los mismos, que tampoco han leído a Vallejo (ellos se lo pierden), descubrieran que Don Fernando no es TAN demoniaco.

Ahora que lo pienso, a Fernando Vallejo y a mí nos unen solo dos grados de separación. Y por dos lados:

– por la espléndida revista colombiana El Malpensante, que hace unos meses publicó un texto mío, y al mes siguiente – para recuperarse del desastre, me imagino – anticipó en exclusiva a sus lectores un extracto del próximo libro de Vallejo (la magnífica revista El Malpensante, que no escarmienta y en el próximo número vuelve a publicarme… los pobres…)

– por el lado (bueno, siempre el lado bueno) de William Ospina; poeta, ensayista y novelista colombiano, que ha sido siempre tan lindo conmigo en Bogotá y que, cuando venga a España el próximo otoño a presentar su novelón «Ursúa«, dejará solo a Vallejo como resistente en la nómina de escritores colombianos que se negaron a visitar la «madre patria» (hijueputicas…) mientras se les exigiera un visado para viajar acá (William será el penúltimo en incumplir; antes ya lo hicieron Alvaro Mutis, Gabo…)

Me consta que cuando William fue a México a contárselo a Vallejo, le hizo muy feliz, pues nada hace tan feliz a Don Fernando como ser el último renuente. A algo. A lo que sea.

Grados: 2º (x 2)

Keanu Reeves… y yo

Yo quería mucho a Keanu – por lo suyo con River en su Idaho Privado, por aquellos rumores de su boda marica con un productor de Hollywood, yo quería mucho a Keanu. Hasta que lo vi en «El pequeño Buda» de Bertolucci y pensé:

a. «qué malas son las drogas, Bernardo

b. «qué overdose de eyeliner, Keanu

Después, Keanu en cuero negro. Y otra vez cuero negro. Y venga cuero negro. Y pensé:

c. «Keanu, para mí estás muerto.»

«¿MUER-TO-EN-QUÉ-DI-MEN-SI-ÓN-E-XAC-TA-MEN-TE?» – me replicó desde la pantalla de cristal líquido de mi báscula digital, «JO-DER-QUÉ-GOR-DO-ES-TÁS», añadió el muy cabrón.

Anoche, al subir por Aribau de vuelta a casa, vi a Keanu a la entrada de unos multicines. Estaba con Sandra Bullock. Y pensé:

d. «Muerto… y enterrado»

Hace unas semanas, alguien dejó el nombre de Keanu Reeves en un comentario para que revelara mis grados de separación con él. Lo había olvidado. Hasta esta mañana. Cuando leí en «La montaña del alma«, de Xingjian (muy, muy recomendable):

«He aquí por qué Buda enseñó la iluminación: todas las imágenes son mentiras, la ausencia de imagen también lo es.»

Y me acordé de Keanu como Siddharta en la película de Bernardo Bertolucci, que es amigo íntimo de Marisa Paredes.

De Marisa Paredes.

Sólo tengo dos recuerdos de la noche del estreno de «Tacones Lejanos«: mi breve conversación con Marisa Paredes y el beso que me dio mi acompañante en la azotea del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Del beso, nada más que decir.

De Marisa Paredes, sí.

Nada más finalizar la proyección y los aplausos, mi amable acompañante – un muchacho encantador – me pidió que lo acompañara al escenario, tras el telón, donde Almodóvar y amigos lo habían invitado a subir para brindar con champán.

¿Vamos?

Claro. Qué vergüenza. Claro

… y allí estaba Marisa Paredes, que primero se abrazó a mi amigo y después me saludó con un sonoro par de besos.

– Os presento, Marisa: Roberto Enríquez, de la Guía del Ocio de Madrid.

– ¡De la prensa! ¿Eres crítico? ¿Cómo he estado? ¿Cómo he estado? ¿He estado bien? ¿Te he gustado?

No, yo no era un crítico, ni nada parecido. Pero me lo callé y solamente dije «maravillosa». Y pensé que acababa de conocer a Marisa Paredes pero en realidad había saludado a Tina Quintero (Carmen Maura en «La ley del deseo«) tras la noche de su estreno de «La voz humana» dirigida por su hermano, Pablo Quintero (en la película, Eusebio Poncela, que no existe, que en realidad es la misma persona que Marisa Paredes).

Y, al cabo de unas cuantas horas, me dije, «Almodóvar es Mátrix«.

– ¿Qué es «mátrix«?

– No lo sé. Mmmmmm…

Entonces, nos besamos.

Grados: 3º

Jorge Javier Vázquez… y yo

Dice Antonia San Juan – en su último espectáculo – sobre J. J. Vázquez: «el día que la vida le pida cuentas… SE VA A CAGAR«. Totalmente de acuerdo.

Jorge Javier Vázquez ha mordido las manos que le dieron de comer y, al tiempo que las masticaba con fruición, se ha buscado un lugar privilegiado en la crónica social española más reaccionaria, ésa que hace escarnio y mofa a partir de valores morales decimonónicos camuflados bajo un disfraz de moderno chismorreo. Un asco.

El asco que me produce descubrir cómo la «crónica rosa» española refuerza el concepto más rancio de sociedad mientras condena a la gente que folla, se emborracha, fracasa, miente o, simplemente, sobrevive. A la gente que hace lo que hacemos todos (follar, emborracharnos, fracasar y mentir… para sobrevivir).

Y ahí tenéis a J. J. Vázquez, riéndose de todos: burlándose del triste. De la muerta. Del caído. De la borracha. Del promiscuo.

Ahí tenéis a J. J. Vázquez: devoto colaborador diario de una plagiaria.

Aquí está J. J. Vázquez: en la pisicina del Hotel Emperador de Madrid, hace tres años, tirándome los tejos (yo estaba más delgado, y él era menos famoso).

Grados: 1º

Alvaro de Marichalar… y yo

A mí, lo que más me gusta de Alvaro de Marichalar (hermano de Jaime de Marichalar y por lo tanto, cuñado de Elena de Borbón, y por lo tanto… ¿qué más?) es su faceta de motorista de agua y conferenciante. Es genial.

Tú rellenas un formulario en una web y por un precio módico puedes tener a Alvaro de Marichalar dando una conferencia en tu salón parroquial, en tu comunidad de vecinos o en una de las sesiones de alcohólicos anónimos a las que vas, porque Alvaro de Marichalar habla como nadie de la superación personal. Y hasta puede llevar la moto de agua a la conferencia (aunque, eso sí, sale un poquito más caro).

Alvaro de Marichalar, en palabras de Thinking Heads (la agencia de conferenciantes que le representa) es un lujazo, anda que no:

Si usted cree que es un ponente que no interesa, si usted cree que al ser aristócrata lo ha tenido fácil, si tiene prejuicios hacia él, debería escucharle en una intervención. Olvídese de sus prejuicios y disfrute, porque merece la pena. Álvaro de Marichalar presenta una charla extraordinariamente elaborada, con DVD, voz en off, y una enorme emotividad. Se trata de los mejores conferenciantes del panorama nacional. Para las conferencias es posible exhibir la embarcación “Numancia”.

JAJAJAJAJA, «una charla extraordinariamente elaborada, con DVD, voz en off, y una enorme emotividad.» JAJAJAJAJA.

¿Que cuántos grados me separan a mí de Alvaro de Marichalar? Que pueda contar, dos: un amigo mío se lo encontró una mañana en el Starbucks de Ortega y Gasset de Madrid y me relató su numerito con un billete de 500:

(…) camisa a rayas abierta hasta el canalillo para lucir colgante con motivos de nudos marineros, pantalones vaqueros planchados con raya efecto globo y un bronceado del 8.3 en la escala de Rachel – Welch -, Don Álvaro de Marichalar intentó pagar su Frapuchino en el Starbucks de la calle Ortega y Gasset de Madrid (justo enfrente de la residencia de su hermano y su cuñada) con un billete de 500 euros:

ALVARO DE MARICHALAR: … lo siento, pero tengo prisa

EMPLEADA DEL STARBUCKS: Más lo siento yo por usted

… pero no aceptamos billetes de 500

AdM: Eso lo deberian poner en algun sitio.

De «Don Alvaro o la fuerza del chisme«, BobPop 08.11.2005 (¡festival autorreferencial!)

Grados: 2º

Tori Spelling… y yo

Yo quería estar a poquísimos grados de Tori. Porque yo a-d-o-r-o a Tori, y más ahora, que la pobre está desheredadita viva.

Qué mal, Tori, nena, qué mal. Toda la vida defendiéndote de quienes te acusaban de ser una niña de papá para que ahora, que papá ha muerto, te quedes sin tu parte de los 400 millones de euros que tenía el buen señor en patrimonio. Fatal, Tori, fatal.

Y qué putada. Quince años de esfuerzo interpretativo y cirugías plásticas. Quince años de interpretar papeles de guapa rodeada de guapas (y luego se atreven a decir que eres mala actriz, qué mala es la gente, Tori, qué mala y qué envidiosa), de convertir tus ojos saltones en un complemento de moda y tu armario en una cortina de humo. Quince años de tesón constante y ahora te quedas huérfana de padre (productor) y sin la herencia millonaria con la que contábamos todos los que te queremos bien, Tori.

Qué desastre.

Pero, ¿sabes qué, Tori? ¿sabes qué? Que yo no pienso dejarte tirada como a una cualquiera. Yo no. Yo voy a ayudarte, Tori. Y de paso, a ponerme a un grado de separación de ti (lo cortés no quita lo caliente, nena, you know…) ¿Cómo? Muy fácil, voy a pujar por esas cositas tuyas que vendes en ebay: el bolsazo de Gucci, ese otro vintage de Chanel, y esa capita de piel de zorro rosa de Narciso Rodríguez. Sí, Tori, así soy yo: ABSURDA.

Grados: 1º (ebay mediante)