Bien, bien, bien. Ahora que el asunto anda más tranquilo, que ya no voy a reventar ninguna entrevista exclusiva y que Natascha ya ha descubierto que todo sufrimiento tiene un precio – que ella ya tiene ingresado en su cuenta bancaria -, me gustaría decir algunas cosas, quizás poéticamente incorrectas:
1. El secuestrador muerto, que vivía de las rentas gracias a una herencia, ¿habrá testado a favor de Natascha?
2. La casa donde Natascha estuvo retenida, ¿pasará a ser de su propiedad?
3. ¿Acabará Natascha viviendo en esa casa y secuestrando a cincuentones para no sentirse rara?
4. ¿Alguien sabe si el señor secuestrador suicidado ha dejado escrito un libro de autoayuda para padres titulado «Cómo retener a una adolescente en casa«? Sería un bestseller. Ríete tú de Supernanny.
5. Esa pañoleta en la cabeza, nena, ¿por qué?
y
6. Terenci, ¿por qué no me secuestraste de pequeño?