Pero, ¿como parte de qué espectáculo? ¿y cuál es el sexo contrario?
Eso no lo aclara la RAE, porque la RAE no define «lo travesti», de eso se encarga Fangoria en «Miro la vida pasar»:
«Y en plan travesti radical
Le doy la espalda a cualquier muestra de tristeza
¿Melancolía o decepción?
¿Felicidad o tentación?
Todo podría ir a peor…».
Y también The Rocky Horror Picture Show, Divine, Miss Shangay Lily, Candy Darling, Boy George, Quentin Crisp, … y Fabio McNamara.
Lo travesti como una actitud ante la vida, como un disfraz, un maquillaje protector, casi una máscara de clown lenguaraz consentido por la audiencia. Lo travesti como una actitud irreverente, que parte del juego con lo sexual pero llega mucho más allá. Como Fabio McNamara, cómplice de delirios musicales con Almodóvar en los 80, distribuidora de Avon a domicilio en «Pepi, Luci y Bom…», esnifador de laca de uñas en «Laberinto de pasiones» (donde exclamaba su famoso «¡Qué overdose!»), travesti acompañante de Almodóvar en el play-back de «La bien pagá» en «Qué he hecho yo para merecer ésto».
Fabio McNamara, el Rey del Glam; cantante, compositor, pintor y genio.
Capaz de hilarantes letras tales como la de su último lanzamiento, «Hijadeputa»:
«Has venido en una nave interestelar/ eres una hija de puta internacional»
«Una maricona llamada Rael – de la secta de las raelianas – ha sido abducida por ZP, has hecho clonación con Loles León.«
De declaraciones de principios perfectas, que combinan la amarga lucidez con la frivolidad desgarrada:
«Vivir no es Beverly Hills»
Gritos de guerra:
«Si te sientes sola, si estás abandonada, si tu novio te ha puesto los cuernos el día de San Valentín, ¡feliz día de San Ballantine´s!»
O maravillosas respuestas a la prensa, como la que dio hace unos meses a la revista Rolling Stone:
“Me quitó de las drogas la Virgen”
O a Metrópoli, El Mundo:
«Creo que Pedro Almodóvar se parece más a Dulcinea del Toboso, en su caso, Dulcinea de Calzada de Calatrava o Dulcinea de Tomelloso. Porque yo sé que tiene unas buenas curvas y unos buenos pechos… Para nada le veo como Don Quijote, ni tampoco como Sancho, Pedro es mucho más sofisticado que él.»
Lo travesti como uno de los últimos refugios contra la corrección política y también – contra lo que me resulta aún más insoportable: lo reaccionario vintage. Lo travesti como una aceptación de lo absurdo de la vida, como un punto de vista übermoderno de nuestra realidad compleja, como un territorio multimarca del sentido de la vida combinado con atrevidos complementos de temporada. Como McNamara. Y – en letra de una de sus canciones, «Gritando amor» – como una de las mejores definiciones del rapto amoroso sin un ápice de cursilería, mucho humor y mucha verdad:
«El cielo abrió mi corazón
y entraste tú más rápido que una bala
y con la precisión del bisturí de un cirujano plástico.
Y en el infierno se oye mi voz, gritando amor,
gritando Te quiero.
No hay remedio, ya no ha solución».
Una auténtica bendición. Que recibirá muy pronto un merecidísimo homenaje: «¿Seguro que fue en París? Homenaje a Fabio McNamara.»