La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Dime que me quieres

Vi hace unos días el primer episodio de esta serie de HBO -que empezará a emitir TNT España el próximo 25 de abril y que el gran Hernán Casciari recomienda «desde lo más profundo de su corazón», qué barbaridad- y la verdad es que me interesó, me dejó con ganas de más (ésto es una directísima a quienes me enviaron ese primer capítulo para que me vayan preparando otro paquete con la serie completa para cuando vaya a Madrid, a finales de este mes).

‘Tell me you love me’ habla de sexo.

(Sí. Dime que me quieres y tal, sí. Pero, como cantó la sabia María Jiménez, «Háblame en la cama». Y fólllame. Así, con triple ele).

De varias parejas (heterosexuales todas; que ésta es una serie moderna y no una de esos rollos retro de otras temporadas, plagados de maricas y bolleras) que viven el sexo -y el amor, de acueeeeeeeeeerdo- de maneras muy diferentes, que lo utilizan para cosas muy distintas: para acercarse, para multiplicarse, para cercarse o para poder conciliar el sueño después de una pesada lectura de Lacan. Lo utilizan y hablan de él. Entre ellos o con otros.

‘Tell me you love me’ es impúdica en sus guiones, entra de lleno en asuntos incómodos, se compromete y consigue captar esa tristeza post-coital suave de una manera sutil y muy certera. Pero no se queda en eso, no se limita a un blablabla Bergman, sino que lo muestra. La gente folla de verdad. Y, como diría una gran oradora, pensadora y estúpida profunda con quien tuve la desgracia de trabajar hace ya muuuuuuuchos años:

¡Se puede decir que he visto pollas!

Así es, amigos. Hay pollas (y duras) en la serie. Toda una revolución televisiva. Aunque hay cosas bastante más duras -tanto que duelen- y un desasosiego constante, como de resaca, como ése que nos llega a veces y necesitamos calmar. En ocasiones basta con un «Dime que me quieres».

Mr. Spock enamorado

«Mr. Spock pasa rápido sus primeras experiencias, evita el internado aeroespacial donde aprendió en una sola mañana, para el resto de su vida, que él era distinto a los otros niños soeces, palurdos de cualquier galaxia cargados con sus simiescas botas de amianto y sus fanfarronadas lúbricas; evita mirar al muchacho de la esquina porque hay algo en él que le turba si el joven Spock le contempla empezando desde abajo: pies perfectos, rodillas desnudas, muslos coleccionables… y justo más arriba un vacío mental entre las piernas.

Su placa de identificación declaraba 0-41 y Mr. Spock no sabía si estaba enamorado de él. Pasó torturado los tres cursos de adiestramiento, mirándolo a distancia sin atreverse a acercarse, vagando en solitario por la colina de cráteres y grabando en cada superficie lunar 0-41, 0-41, 0-41, hasta que comprendió por sus medios lo que todos descubren alguna vez: que no saber si se está enamorado es la única forma real de estarlo. Ninguna seguridad, basta de normativas, la gravedad ha muerto.»

Del cuento ESTRELLAS, ESTRELLAS, de Eloy Tizón, incluído en su último libro «PARPADEOS«, que más que un libro es un lugar de peregrinación, un acogedor y deslumbrante oasis de relatos de seres humanos con animales y de personajes de ficción que recobran la vida que pudieron tener y nos ocultaron: Mr. Spock enamorado, Heidi camarera y Pedro director de una multinacional. Y Roy Batty, de Blade Runner, recita otras visiones:

«He visto a mujeres de más de cincuenta años en el restaurante de unos grandes almacenes, con los pechos operados y los labios de colágeno, atiborrándose de tortitas con nata.»

«PARPADEOS«, de Eloy Tizón, de E. T. , como él cuenta que le bautizó Carmen Martín-Gaite, en el mismo último relato donde cuenta que fue colaborador del periódico El Sol, bajo la dirección cultural de mi admiradísimo Manuel Longares y

– me pregunto –

¿al tiempo que mis venerados compañeros Martínez Soler y Manolo Saco eran director y subdirector de ese periódico? Qué pequeño es el mundo. Y qué grande Eloy Tizón.

Colección Moda Hombre Philip K. Dick

Resulta fascinante descubrir cómo – en 1969 – Philip K. Dick («¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» o sea, Blade Runner, aunque poco que ver la novela con la peli) imaginaba la moda masculina de 1992 en su mejor – y poco conocida – novela, «Ubik»:

«chaqueta de piel moteada y zapatos amarillos puntiagudos» (p. 13)

«un traje policolor de Dacrón lavable, faja de punto y corbatín de viscosilla teñida» (p. 16)

«un batín marrón de aire deportivo, babuchas de charol, y una gorra de fieltro con borla» (p. 39)

«poncho de mohair, sombrero de fieltro color albaricoque, calcetines de esquí a rombos y zapatillas» (p. 41)

«faja de color amarillo eléctrico, falda plisada, calzones ceñidos a la rodilla y gorra de visera estilo militar» (p. 56)

«una camisa floreada y bombachos de espándex» (p. 77)

«bombachos de lamé dorado (…) botones en forma de huevo de su blusa de encaje verde alga» (p. 85)

«un vestido tirolés de poliéster y zalones de vaquero sobre los cuales brillaban unas estrellas de hojalata» (p. 85)

«pantalones de pescador de color fucsia, zapatillas rosadas de piel de yak y una blusa sin mangas de piel de serpiente» (p. 95)

«toga de tweed, mocasines, faja escarlata y gorrita púrpura rematada por una hélice» (p. 116)

«bombachos de fieltro verde, calcetines grises de golf, cazadora abierta de piel de tejón y escarpines» (p. 140)

«zapatos negros estilo Oxford, calcetines de lana, pantalones de golf, camisa azul de algodón, abrigo de pelo de camello y gorra a cuadros» (p. 189)

«traje cruzado azul-negro listado de rojo, un par de tirantes, una corbata ancha con dibujos de flores y una camisa blanca de cuello duro» (p. 189)

«camisa rayada de mangas abombadas, brillantes pantalones de lino y zapatillas de lona» (p. 198)

DOS IDEAS (DE REGALO):

  • Que algún diseñador español se aproveche de esta documentación que le ofrezco y cree una colección para el próximo año que se llame UBIK. Prometo no querellarme contra él si me regala algo en XXL
  • Yo no sé si los androides sueñan con ovejas eléctricas, pero lo que tengo claro es que K. Dick soñaba con John Galliano:

  • BobPop riza el rizo de Bisbal: mi Gran Idea para arrasar en Eurovisión recibe la bendición de San John Cheever

  • Esa es la cosa:

    ¿qué triunfa en Eurovisión? Los Transformers. El disfraz.

  • Esta es la cosa:

    Yo, el año que viene, sobre el escenario finlandés

    salgo a cantar vestido de torero con capote de paseo

    hasta que en un sublime momento de clímax suelto el velcro del capote del hombro,

    y el capote se transforma en una gran falda de volantes que forman la senyera catalana (amarillo, rojo, amarillo, rojo…),

    que hago girar en mi enloquecida danza alrededor del escenario,

    mientras el público se rompe las manos a aplaudir y

    Carod se sorbe los mocos.

  • Resultado:

    twelve points, douze pointes a mogollón (no, no, no, Dulce Pontes, no, POR FAVOR).

    Massiel y yo: así, de sopetón, pasamos juntos a la historia nacional del Festival (a no confundir con el Festival de la Historia Nacional).

  • Y San John Cheever me da la bendición

    a través de una espléndida escena de uno de sus maravillosos cuentos, ‘Goodbye, my brother‘:

    se celebra una fiesta de disfraces a la que los asistentes deben acudir vestidos de aquello que querrían ser: la mayoría de las mujeres aparecen vestidas de novia, y los hombres, de jugadores de fútbol. Genial.

    A Massiel y a mí nos parece genial, y os recomendamos encarecidamente que os hagáis con los Relatos de Cheever , bien sea en inglés (a través de Amazon UK, £8.52), o en la edición que Planeta acaba de publicar (en dos tomos caríiiiiiiiisimos), traducidos al español y con un prólogo delicioso de Rodrigo Fresán.

    MASSIEL: ¿Cómo de caros?

    BOB: 45 Euros el par de volúmenes.

    MASSIEL: ¡Escándaloooooooooo, es un escándalooooooo!

    BOB: ¿Massiel..?

    MASSIEL: No se lo digas a nadie: Massiel no existe. Massiel soy yo: Raphael.

    BOB: Joooooooder…

  • Hotel Existencia

    Hay un momento en la última y hermosa novela de Paul Auster (The Brooklyn Follies) – nótese que he dicho hermosa, no buena, y que si hay algún lugar donde jamás deben confundirse belleza con bondad, ése es la literatura – en que Tom le dice a Harry:

    ¿Cuál es mi Hotel Existencia? No lo sé, pero quizás tiene algo que ver con vivir con otros, con salir de esta ratonera de ciudad y compartir una vida con gente a quien amo y respeto.

    Hubo un momento en mi vida, hace ya más de 15 años (como de tantas otras cosas importantes), en que yo me alojé durante largas temporadas en ese hotel, que tenía entonces un nombre diferente; La Fragua, se llamaba. Un lugar donde viví con otros, lejos de la ciudad, con gente a quien amaba y respetaba.

    La primera vez que llegué a La Fragua acababa de cumplir 19 años, y fui porque me había enamorado. De Paco, uno de los actores de la compañía teatral para la que entonces trabajaba como asesor literario. La Fragua era su casa, pero era también la de su amiga y socia, Luzdivina – que no me quiso nada al verme aparecer por ahí, porque ella sabía que yo era el mismo que escribía las voluminosas cartas que llegaban allí una vez por semana y que su socio/mi amor, Paco, abría con avidez y se retiraba a leer a solas. Cuando conocí a Luzdivina, ella tampoco me gustó nada a mí; porque ella vivía con Paco, y yo no.

    Luzdivina estaba enamorada de Paco, yo estaba enamorado de Paco, pero Paco no estaba enamorado de ninguno de los dos. De eso nos enteramos meses más tarde, juntos en la cocina, fregando los platos de un almuerzo de treinta personas que acabábamos de dar, entre abrazos de llanto y abrazos de risa, y abrazos de llanto, porque ya daba igual a quien amase Paco, porque Paco se nos iba a morir a los dos…

    ¿Qué era La Fragua? La Fragua era un alojamiento de turismo rural que nació antes de que se pusiera de moda el turismo rural.

    La Fragua era un refugio y un espacio terapeútico, por el que, durante un verano, llegamos a desfilar:

    – un grupo de muchachos con síndrome de down, que fueron allí con sus monitores a pasar sus vacaciones (y a flipar entre gritos y sobresaltos ante los caballos y las vacas que pasaban frente a nuestro jardín, cada atardecer, de vuelta a su granja),

    – un grupo de presos en tercer grado de la cárcel de Segovia, también de vacaciones – mezcladas con rehabilitación de sus politoxicomanías -,

    – una periodista alcohólica que escribía un libro sobre la historia de los perfumes (con quien tuve el placer y el privilegio de co-escribir el capítulo dedicado al perfume y la literatura),

    – un grupo de ancianas norteamericanas millonarias que habían ido a aprender español y a recitar a Lorca de corrido,

    – un grupo de autoapoyo budista de seropositivos,

    – el alcalde del pueblo (y su armario de dos cuerpos),

    Luzdivina, Paco y yo (que no desfilamos: pasamos allí todo el verano).

    Entonces, yo tenía 20 años, y siempre pensé que escribiría una novela de ese verano.

    Que relataría la noche en que nos fuimos de verbena a un pueblo de al lado, con los presos y los muchachos con síndrome de down, y bailamos pasodobles en la plaza, abrazados, bajo la asustada mirada de los nativos segovianos, que veían cómo en su propia plaza, los hombres bailaban con hombres, los hombres tatuados bailaban con los hombres con síndrome de down. Las maricas manifiestas (Paco y yo) bailábamos pasodobles con los hombres tatuados y con los hombres con síndrome de down.

    Nunca escribí esa novela.

    Pasaron algunos años y se puso de moda el turismo rural, tan de moda que las administraciones empezaron a legislar sobre turismo rural, y Paco y Luzdivina descubrieron que tendrían que reconstruir toda La Fragua para que cumpliera con la normativa que entonces comenzaron a exigir; era imposible, el negocio no daba para tanto, y tuvieron que cerrarla. Y se acabó. El Hotel Existencia se cerró.

    Diez años después de mi primera visita a La Fragua, Paco murió. De sida. Y Luzdivina y yo nos acordamos de esa tarde en la cocina en que lloramos, nos reímos, lloramos. Unos días después de su entierro, Luzdivina me llamó para preguntarme qué quería que hiciera con todas mis cartas, que Paco guardaba en un cajón. «Quémalas.»

    ¿Cuál es mi Hotel Existencia? No lo sé, pero quizás tiene algo que ver con vivir con otros, con salir de esta ratonera de ciudad y compartir una vida con gente a quien amo y respeto.

    Nunca escribí esa novela, pero la escribió Michael Cunningham, de alguna manera, en A Home at the End of the World. Y Auster ha vuelto a escribirla – de otra – en The Brooklyn Follies.

    ¿Y yo, qué? Yo no he vuelto a ser un ser humano decente desde que dejé el Hotel Existencia. Ya lo habréis podido leer aquí…

    Pere Gimferrer; académico, escritor, editor, personaje literario y enamorado

    EL MUNDO: EL TOP 25 EDITORIAL 2004

    GIMFERRER, PERE / 58 / SEIX BARRAL

    Miembro de la Real Academia. Es uno de los poetas españoles más reconocidos. Erudito y animador cultural cuya trayectoria ha estado ligada a Seix Barral, que dirigió desde 1981.

    EL MUNDO: EL TOP 25 EDITORIAL 2005

    GIMFERRER, PERE / 59 / ACADEMICO Y ESCRITOR

    Ocupa el sillón «O» de la RAE (Real Academia Española), es director literario en Seix Barral y sus metas son «sobrevivir» y «escribir lo que quiera y publicar lo que pueda y deba».

    BOBPOP LEE: PERSONAJES LITERARIOS 2006

    GIMFERRER, PERE / 60 / ESCRITOR Y ENAMORADO

    Publicó en marzo de 2006 su última novella autobiográfica, «Interludio azul«, breve historia de amor donde relata el reencuentro con su gran amor, Cuca, a quien conoció en 1969 y reencontró 35 años después. Al mismo tiempo, publicó el poemario erótico amoroso «Amor en vilo«, donde continúa la historia , con versos y señales (glups):

    «Quiero para mis labios esta piel de gladiolo, / quiero para mis brazos este cuerpo de luz, / si desnuda no vienes, que me llamen Pocholo, / si desnuda no vienes a mis labios en cruz».

    «Por Cuca yo he vivido y viviré, / es la cítara Cuca quien me pulsa; / las llamas petrolíferas de Tulsa / brillan igual que resplandeceré».

    «Como vivías en Nueva York / (o tal vez en Addis Abeba) / zarpó tu velero de Cork / y no arará en el mar tu esteva, / pues en tu túnica ya nieva / (sesenta y ocho en el Stork / Club de Tuset) la rubia breva / del tiempo de aquel sol de York».

    «Toda tuya esta boa de mi falo: en la nada / si no vive en tu boca o en tu vulva ensanchada: / si no vive en tus labios, que el amor la destruya».

    Conste que «Interludio azul» es un libro estupendo, una espléndida historia de amor recuperado, plagada de referentes literarios y cinéfilos, de una Barcelona plató, de magníficos diálogos. Conste. Y que – creo – no necesito daros mi opinión acerca de los poemas de «Amor en vilo«.

    Conste que me sorprende que un señor tan importante como Gimferrer haya tenido el coraje de publicar unos libros de amor tan arriesgados (con muy distinta fortuna en verso y prosa), con la cantidad de enemigos que le esperaban con el cuchillo entre los dientes. Me sorprendió que se atreviera, sabiendo que ahí afuera estaban Muchnik, Trapiello, Monzó, Marías, Espada,…

    Conste que no me sorprendió que los publicara en la misma editorial para la que trabaja, pero sí que su fotografía de la solapa de portada esté firmada por el hermano de Cuca de Cominges, su gran amor, y que en la solapa de contraportada aparezca entre los últimos títulos publicados «Memorias de un extraño» de Jorge de Cominges (otra vez).

    Conste que «Interludio azul» va por su segunda edición y que «Amor en vilo» ocupa el primer puesto en los libros de poesía más vendidos.

    Y conste, por último, que gracias a «Interludio azul» yo me he reconciliado con Gimferrer, a quien no le perdonaba su papel decisorio en la entrega de tantos Premios Planeta execrables, su fascinación por Alberti, por Bécquer o por Lorca, y – tal y como dijo Vázquez Montalbán – «que Gimferrer se carteaba con Octavio Paz desde poco después de tomar la Primera Comunión«.

    San Fernando Vallejo, Mártir

    Vaya por dios (con perdón y con minúscula); ya me parecía a mí que a Don Fernando lo estaban dejando demasiado tranquilo campar a sus anchas y proclamar su desprecio por el catolicismo (bueno, y por los pobres, y por los campesinos colombianos, y por las mujeres embarazadas, y por su propia madre, y por sí mismo incluso) en sus novelas – que son deliciosos delirios dolientes en primera persona, y que figuran entre mis lecturas preferidas.

    Al escritor Fernando Vallejo lo acusan de «incitación al genocidio».

    Vaya por dios (con perdón, con minúscula y SIN tetas), qué gracia que lo mismo que ha venido proclamando Don Fernando en todas sus novelas durante tantos años no haya llamado la atención a los prebostes de las buenas costumbres y morales rectas (rectas como el filo de una AMEX impregnada de coca), hasta que ha sido una revista a todo color el medio que lo publicaba.

    ¿Eso es porque nadie lee libros? ¿Eso es porque los libros son largos y entre tanto barullo la gente no se enteraba de las diatribas de Don Fernando? ¿Eso es porque quien se compra un libro asume que ahí dentro puede haber ficción y quien compra una revista confía en descubrir realidades semanales a todo color? ¿O porque las ideas de San Fernando Vallejo venían adornadas de una Cristo con tetas?

    ¿O será porque los libros de Vallejo vinieron publicados por Alfaguara, que nunca se metió en política, y Soho – la revista donde se ha publicado el texto que acusan de «incitar al genocidio» – pertenece a Felipe López, también propietario de Semana y opositor a Uribe?

    El estado está para reprimir y dar bala. Lo demás son demagogias, democracias. No más libertad de hablar, de pensar, de obrar, …

    LA VIRGEN DE LOS SICARIOS

    El (otro) secreto de Joe Gould I

    Joe Gould fue un mendigo que había estudiado en Harvard y callejeaba por el Village neoyorquino, el único lugar que sintió como suyo:

    In New York City , especially in Greenwich Village, down among the cranks and the misfits and the one-lungers and the has-beens and the might’ve-beens and the would-bes and the never-wills and the God-knows-whats, I have always felt at home.

    Joe Gould se hizo conocido cuando en 1942 Joseph Mitchell escribió sobre él en The New Yorker un perfil titulado «El profesor gaviota«, donde contaba que Gould aseguraba conocer el lenguaje de las gaviotas, e incluso traducía poemas del inglés a ese idioma. Mitchell también contó el magno proyecto literario de Gould: La Historia Oral, miles de páginas con conversaciones escuchadas a lo largo de los años en la ciudad de Nueva York y que Gould aseguraba que llegarían a ser el mayor libro de historia sobre la época.

    En 1964, Joseph Mitchell escribió otro reportaje, «El secreto de Joe Gould» que The New Yorker publicó en dos partes el 19 y el 24 de septiembre de 1964, y donde Mitchell revelaba – después de algunos años de la muerte de Gould – la verdad sobre su obra magna.

    Pero ése no es el asunto de este post, aunque os recomiendo que léais la obra de Mitchell, «El secreto de Joe Gould«, en Anagrama.

    El asunto de este post es otro: la gran obra de Joe Gould que, sin saberlo, contribuyó con su historia a escribir otra, revelada en los textos publicitarios que aparecieron en las páginas del New Yorker donde Mitchell contaba su secreto.

    Esta es la gran lección de Historia de Joe Gould: los anuncios que acompañaron el relato de su secreto. Un auténtico fresco de Nueva York en 1964:

  • Cordelia seguiría viva si hubiese podido alfombrar el Castillo del Rey Lear con Alfombras Magee.
  • Las nuevas lanas Rooster son tan obviamente masculinas que todo lo demás le parecerá apocadito, cual corderito.
  • Zafiro Estrella. 12,15 kilates. Con dos originales diamantes de medialuna sobre un engarce de platino hecho a mano. Cinco mil doscientos dólares. Impuesto federal incluído. C. D. Peacock.
  • ¡Vamos! ¡Dése un capricho! Se merece el lujo práctico que los Imperial proporcionan. Lo mejor de lo mejor, creados para durar y convertirse en el mejor zapato que usted haya calzado nunca. ¡Vamos! ¡Viva un poco… o viva mucho en los incomparables Imperial! ¡Soberbios! En la ilustración: YUMA en piel cordobesa, 31,95$
  • ELEGANTE PLUMAJE DE MODA. El nuevo y exclusivo broche Pájaro de Cartier de oro de 18 kt., plumas preciosas realizadas con diamantes, esmeraldas, rubíes y zafiros. 2.500$. Tamaño real. Impuesto Federal incluído.
  • Para un caballero que visita lugares, sugerimos este elegante kit de viaje gris, que contiene todo lo esencial para un buen cuidado, de Arden for Men: Crema para el afeitado, Loción para después del afeitado, Crema ocho horas, Agua de colonia, gomina, Pasta de dientes, desodorante en spray, jabón de manos, peine, lima de uñas, cepillo de dientes e incluso un kit de costura para emergencias. 10 $ + impuestos en Arden for Men.
  • En Jamaica, en el Sheraton-Kingston, las cosas son tan excitantemente bellas que usted podría, muy posiblemente, enamorarse. Así de bueno es, de verdad. 9,75$ por persona y día en habitación doble.
  • La nueva TV portátil Sony de 4″. Sintoniza hasta 82 canales. 199,95$.
  • ¿Debería un hombre tener su propio jabón? ¡Por supuesto que debería! ¿Qué hombre quiere oler a crema de señora? Él debería tener su propio jabón St. Johns de lima india oriental. En pastilla grande, tamaño viril. Tres pastillas envueltas individualmente en bolsas cosidas a mano por nativos. Cuatro dólares cincuenta centavos más tasas.
  • Un cargo en la puerta… merece una Bigelow en el suelo. P.D. Cuando el destino sonría a su negocio, ¡no lo mantenga en secreto! Deje que todo el mundo comparta las buenas noticias para que puedan sonreir juntos. Y nada extiende la felicidad de manera más hermosa que la discreción, el comfort y las distinción de las alfombras Bigelow sobre su suelo. La gente que sabe… compra BIGELOW.
  • ¿Por qué no se toma algo más de tiempo con Heineken? Nosotros lo hacemos. Seis copas de Heineken por 4$. Importada de Holanda.
  • Mantilla, de la Colección España de Callaway. La belleza del encaje español… la riqueza colorista de la «fiesta»… la delicadeza de una rosa. Estas toallas están disponibles en 9 brillantes colores en Bloomigdale’s, Nueva York, y otros establecimientos selectos del país.
  • Gardenia de la jungla, el perfume favorito de la mujer más hermosa del mundo.
  • COPPER… la esencia que agrada cuando se siente y es parte del aura placentera de… Countess Mara. Higiene Masculina.
  • Un hermoso engaño, que parece cocodrillo pero es cuero, por Newton Elkin. En verde, marrón y negro – 30$
  • NO NECESITA LICENCIA. ¡Salga a cazar con estilo! Elija la nueva POUR UN HOMME «Champagne» o «Lavanda Francesa» y su presa no tendrá ninguna oportunidad. Colonia o After Shave. En tamaños de 3$ y 5$. Caron, Paris.
  • Los anillos de compromiso de Tiffany han sido lucidos por cinco generaciones de chicas americanas.
  • Ahora NK trae a la Exposición Universal los mejores productos de los creativos suecos, artistas, diseñadores y fabricantes. ¿Por qué no seleccionar sus sofisticados regalos de navidad y boda en la tienda NK del Pabellón Sueco?

    [Textos de los anuncios publicitarios aparecidos junto a la primera parte de ‘The secret of Joe Gould‘, el 19 de septiembre de 1964. Fascinante muestra de literatura comercial norteamericana que tanto fascinaba a Camba, y que resulta aún más fascinante cuando se lee a la vez que se lee la amarga historia de un mendigo escritor. Próximamente, los anuncios publicitarios aparecidos junto a la segunda parte de ‘The secret of Joe Gould‘, el 26 de septiembre de 1964.]

  • Genet, Santo Patrón

    Hace menos de un mes que se cumplieron veinte años de la muerte de Jean Genet, falso Conde de Tillancourt, y lo callamos como putas; aunque nos seguíamos alimentando de su cadáver descompuesto en todos sus libros llenos de rabia, impudicia, mentiras, pollas, prisiones, refugios, crímenes y traición.

    Su cadáver descompuesto del que también/tan bien se alimentaron los que llegaron detrás y se quedaron con los homenajes – y las drogas – (Bukowski, Kerouac, Ginsberg,…) o el dinero (Cooper, J.T. Leroy,…) o quienes no consiguieron ni lo uno ni lo otro y merecerían muchísimo más (como el maravilloso chileno Pedro Lemebel).

    Pero Genet (con permiso de Baudelaire y Rimbaud) fue el primero en regalarnos con su literatura su ‘empire of dirt‘, – esa maravillosa frase de ‘Hurt‘, de Nine Inch Nails (de la que Johnny Cash hizo una de las canciones más hermosas que he escuchado nunca, que descubrí gracias a mi querida M. y que no dejo de escuchar una y otra vez, mientras escribo esto que léeis).

    Su imperio de mierda, descompuesto en sus libros, del que nos hemos alimentado como ratas. Todos, sobre todo yo.

    Genet de quien aprendí y con quien comparto fascinación por el crimen y los asesinos:

    Matar es fácil, ya que el corazón está colocado a la izquierda, precisamente enfrente de la mano armada del asesino, ya que el cuello encaja tan bien en las dos manos juntas.*

    Ya el asesino me fuerza al respeto. No sólo porque ha conocido una experiencia poco frecuente, sino también porque se erige en dios; repentinamente, sobre un altar, bien sea de tablas vacilantes bien de aire de azur.*

    Genet, a quien agradezco mi descubrimiento de la belleza en paredes escritas. En una retahíla que por sí misma habría podido ser un post titulado «Lo que Genet leyó en los muros negros de su celda en Mettray«:

    Muerte al policía Gino

    Mi corazón a mi madre

    Mi polla a las putas

    Mi cuello a Debler

    ……………………………

    Yo beso a Janot

    Firmado: el pequeño Jules

    ……………………………

    Matrícula 8424

    Siempre amaré a Lulú la acróbata**

    San Jean Genet (como lo llamó Sartre), a quien me encomiendo al escribir para hacer mía una de sus máximas defensivas:

    Si proclamo que soy una puta vieja, nadie puede decir más, disuado a los insultos. Ya no se me puede ni escupir a la cara.*

    No me atrevo a recomendaros que léais la obra completa de Genet (no os imagino tan maniacObsesivos como yo), pero sí alguna de sus novelas y después la magnífica biografía que hizo sobre él Edmund White. Un libro fabuloso, documentadísimo – y a la venta en bolsillo por 10 euros -, un libro de Genet y de los libros de Genet, donde encontraréis al personaje, al escritor y a su obra, perfectamente ensamblados en lo que, en mi humilde opinión, es una de las mejores biografías de escritor que he leído (junto a la de Capote, por Plimpton).

    (…) lo que tenía que decirle al enemigo debía hacerlo en su propio lenguaje, no en un lenguaje extranjero como una jerga o un argot.

    (…) Lo que yo tenía que decir requería que usara este lenguaje de modo que pudiera dar testimonio de mi sufrimiento.

    Leamos a Genet. Hablemos de Genet. Admitamos la mano que devoramos para tener qué comer…, aunque como él mismo admitió, «La traición es a un tiempo curiosidad y vértigo.***»

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    * SANTA MARÍA DE LAS FLORES, 1942 – Prisión de Fresnes

    ** LE LANGAGE DE LA MURAILLE: CENT ANS JOUR APRÈS JOUR (Guión cinematográfico inédito)

    *** UN CAUTIVO ENAMORADO, 1986

    Marilyn Monroe

    I am both of your directions-

    somehow I remain hanging downward the most

    as both of your directions pull me.

    (Soy tus dos recorridos –

    de algún modo me sostengo casi siempre boca abajo

    mientras tus dos direcciones tiran de mí).*

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    MARILYN: Recuerdas que te dije que si alguien te preguntaba cómo era verdaderamente Marilyn Monroe…, bueno, ¿qué le contestarías? (Su tono era inoportuno, burlón, pero también grave: quería una respuesta sincera). Apuesto a que dirías que soy una estúpida. Una sentimental.

    TRUMAN CAPOTE: Por supuesto. Pero también diría…

    (La luz se iba. Marilyn parecía esfumarse con ella, mezclarse con el cielo y las nubes, disolverse a lo lejos. Quería elevar mi voz sobre los chillidos de las gaviotas y llamarla para que volviese: ¡Marilyn! ¿Por qué todo tuvo que acabar así, Marilyn? ¿Por qué la vida tiene que ser tan jodida?)

    TC: Diría…

    MARILYN: No te oigo.

    TC: Diría que eres una adorable criatura.**

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    Help Help

    Help I Feel life coming closer

    When all I want is to die.

    (Ayuda Ayuda

    Ayuda Siento acercarse la vida

    Cuando todo lo que quiero es morir)*.

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    * Poemas de Marilyn Monroe que saldrán publicados este año en la Colección «El violín de Ingres» (Instituto Municipal del Libro de Málaga), dirigida por Rafael Inglada. Más poemas en ZUT, en su edición en papel.

    (Traducción: BobPop).

    ** Truman Capote, «Una adorable criatura«, incluído en «Música para camaleones«

    Díptico de Andy Warhol.