La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Lo que no se televisa no existe

Supongo que muchos habréis visto o estaréis viendo la ceremonia de toma de posesión de Obama.

Supongo que muchos habréis visto y escuchado la invocación del sacerdote homófobo y ultraconservador a quien el nuevo presidente ha invitado al acto. Una invitación ante la que numerosos grupos GLBT (gay, lésbicos, bisexuales y transexuales) protestaron enérgicamente, y que Obama quiso compensar con la invitación de otro sacerdote -obispo, creo-, abiertamente gay y defensor de los derechos civiles, Gene Robinson.

Sé que ninguno lo ha visto esta tarde en televisión (no, no iba dentro del sombrero de Aretha Franklin). La razón es muy sencilla: no estaba.

Gene Robinson intervino el domingo en el concierto ante el monumento a Lincoln. Pero tampoco lo vimos. Porque la cadena que tenía los derechos exclusivos de emisión, la HBO, decidió no emitirlo.

Sospecho que a la mayoría, este apaño tramposo del nuevo presidente superstar y el posterior boicot de la HBO os la trae bastante floja. A mí, es obvio, no. Por eso lo cuento, para que se sepa. Aunque no salga en televisión.

‘South Park’ celebra la vitoria de Obama

Con muchísima retranca, por supuesto, y burlándose de ese rollo mesiánico que parece que le ha entrado a la gente por el nuevo presidente.

Y -MUCHA ATENCIÓN- alguien le ha dedicado un corrido mexicano (ilustrado con su dibujo de la serie):

Jajajajaja. Un delirio.

Daniel Cowart, la Neonancy calva

Llevo un rato echando un vistazo al MySpace del nazi memo (perdón por la redundancia) que quería cargarse a Obama. Un coñazo. Salvo por el indiscriminado uso del gloss labial y sus naturalezas muertas de armas, un aburrimiento.

Bueno, no del todo. Hay un detalle que me ha llamado mucho la atención. Entre sus preferencias cinematográficas incluye Family Guy (Padre de familia).

Inquietante esa preferencia que vuelve a dejar de manifiesto lo poco que sabemos (o por lo menos yo) de ese grupo de tarados neonazis born in the USA, de las cositas que les entretienen y les gustan. Como por ejemplo esa serie, que comparte con ellos la incorrección política (aunque en dos estratos muy diferentes, por supuesto, que ellos no entienden. Ni cuando se mofan de ellos).

La neonancy calva de miedo, sí. Pero también me aterra el uso que pueden hacer los grupos conservadores de sus preferencias televisivas, para lograr que cualquier discurso transgresor y fuera de la tibia estupidez generalista -como lo es el de la genial Family Guy– acabe siendo abatido por los guardianes de las buenas costumbres, que ya no tienen que aferrarse a su defensa del buen gusto o la decencia, sino a la nociva influencia que productos así ejercen sobre asesinos en potencia, o cualquier memez por el estilo que se les pueda ocurrir argumentar. Al tiempo.

La neonancy acojona, pero cómo pueden utilizarlo los que son como él -en versión listo y discreto- acojona mucho más. No sé si me he explicado.

Cindy ‘Pasti’ McCain: el as en la manga de Obama

Según los datos que maneja la oficina electoral de Barack Obama, actualmente solo un 5% de los norteamericanos conoce la Gran Historia de la esposa del candidato demócrata, Cindy McCain, cuando él era solo un senador, allá por los 90, y Cindy trabajaba para una ONG fundada por ella misma que se encargaba de conseguir y distribuir medicamentos en países pobres… bueno, y de robar partidas enteras para su consumo personal. Un hábito muy feo, sí, pero difícilmente evitable cuando eres adicta a las pastillas. Drogadicta.

¿Yo, drogadicta? Pero… ¡encima me insulta!

(Igualita, pero con mejor tinte y sin tener que recurrir a farmaceúticas bordes).

El asunto del robo se solucionó con tres meses en una clínica de desintoxicación, y la prensa apenas habló de él. Eran otros tiempos, y Cindy no tenía posibilidades de llegar a Primera Dama. Pero las cosas han cambiado. De ahí que los asesores de Obama estén considerando -en caso de extrema necesidad y de unos resultados en las encuestas que no les sean todo lo propicios que necesitan- relanzar la bomba: enviar a uno de los suyos a una entrevista televisiva en un medio afín para que vuelva a poner el asunto en circulación, se ponga el caso en manos de la DEA (Drug Enforcement Administration) y se investigue si el senador McCain tuvo algo que ver en la absolución de su mujer.

Suena muy sucio. Lo sé. Pero nada descabellado. Por lo que parece, los compañeros de partido de Obama no tienen muy claro la legitimidad de este bombazo, si bien admiten que

«al menos evitará que el equipo de campaña de McCain lance cualquier clase de Sorpresa de Octubre. Saben que tenemos esto, y saben que lo usaremos si es necesario. Es nuestra versión de la destrucción mutua asegurada».

Cierto. Los republicanos lo saben:

“Siempre nos preguntamos si lo usarían contra nosotros. A decir verdad, estoy sorprendido de que hayan sido lo bastante disciplinados como para mantenerlo tanto tiempo guardado.»

Aunque, cuidado, porque esos golpes de efecto no siempre salen bien:

(Vía Ian Undercover)

EPÍLOGO:

Anómalo: pobrecico McCain. ¿Tú has visto ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ completa?

Bob: no

Anómalo: McCain tampoco, o nunca se habría presentado. Esta campaña la ha escrito Aaron Sorkin.