La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Pantoja con Concha II

Lo que más me gusta de estos jitazos televisivos es el cuidado en los detalles, las apariencias y los códigos inmediatos.

A su entrada en el plató, Pantoja aparece vestida de ‘civil’, de ‘paisano’. De persona, y no de artista. De alivio de luto – que es un estilismo que esta señora maneja como nadie.

Y mucha atención al casual efecto que hacen las manos unidas de la tonadillera y la presentadora sobre el logotipo del programa. Como si fuera una señal de ‘Prohibido llegar a las manos’.

Pantoja con Concha V

Lo fascinante de esta entrevista es que, pese a su aparente amabilidad, está plagada de mensajes que tiran a matar. En defensa propia, imagino.

‘Yo soy una persona normal, me gustan las cosas normales.’

‘Yo todo lo que he ganado lo he invertido en ladrillos. Esas famosas hipotecas yo las tengo que pagar. Las hipotecas son mías y MUY mías.’

‘Mi madre me dice, ay, con lo chica que es…’

‘Que no se preocupen por mi economía. Que sigan ganando ellos, que es lo importante.’

Un auténtico juego de unir los puntos…

… Llevo trabajando 35 años ……………… Mi madre me trata como a una niña frágil ……………… Todos mis ahorros los he invertido en ladrillo ……………… Yo pago mis hipotecas……………… Si se meten conmigo es porque les resulta rentable………………

Y que, una vez terminado, muestra un enorme neón donde puede leerse

FREE PANTOJA

o

FEE PANTOJA

Depende de lo gordo que sea el rotulador que vayamos a usar.

Aunque lo mejor, hasta ahora, ha sido la incorporación de Gonzalo Miró a la entrevista. A quien Pantoja ha prometido regalarle un libro de cocina para ‘que Eugenia le haga unos pucheros’. Eso es. Olé ahí. O follamos todos, o la puta al río…

Pantoja con Concha IV

Julián. Ella. El amor. Y tal.

Pantoja le pide a Concha que no le pregunte por Julián. Porque ya se sabe todo de ellos. Claro que Concha, no se achanta. Y quiere saber el porqué de ese comunicado. Enorme Pantoja, ‘lo hice porque me lo pidió él‘.

O Él. Eso no me ha quedado muy claro.

La cosa se calienta.

Me siento lapìdada. No hay derecho.

Yo no sé por qué mi persona llena tantos programas de televisión‘.

Esto es fascinante. Esta representación televisiva de candidez y altanería, de gritos espontáneos entre el público de GUAPA. Es pura televisión.

‘El hormiguero’, de Pablo Motos

A mí me parece muy bien que haya en la televisión de domingo por la tarde un programa donde se haga ciencia divulgativa y divertida.

Donde, con ironía e inteligencia, se burlen de las razones de la reciente visita de Obiang a España – ‘ a todos les da grima, pero Obiang tiene mucha gasolina‘.

Donde se crucifique a la Pantoja con más gracia que en el resto de programas.

Donde su presentador-guionista-codirector, Pablo Motos, aguante casi una hora y media en plano.

A mí, todo eso me parece muy bien. Fenomenal me parece. Yo incluso podría ver un programa así este domingo por la tarde. Pero no. No puedo. Lo he intentado pero no he podido.

Porque no lo he podido soportar. No he podido soportar que Pablo Motos se pasase su programa utilizando el infinitivo como imperativo, y gritándole a su público ¡mirar! ¡esperar! ¡callar!

A mí, eso no me parece nada bien. A mí eso, me pone de los nervios. Fatal. Es la clase de cosas que me hacen apagar el televisor.