Tengo un problema terrible con la nueva serie de Tele5, adaptación de una telenovela colombiana exitosísima. Tengo yo o tiene la serie. No estoy seguro.
Me explico: en la versión original los humildes militantes por la honestidad son colombianos. Como también lo son los narcos y las putas que escapan de la miseria por la vía rápida (sería estúpido decir que es la más fácil). Mientras que en la adaptación española, los honestos trabajadores son españoles -igual que el traficante protagonista de origen humilde y su cuadrilla, es cierto- pero el gran capo narco que intenta violar a la protagonista no lo es; es colombiano. Y el mafioso -español- que los pone en contacto afirma que aprendió todo lo que sabe de sus malas mañas y su crueldad en Colombia.
Ese es mi gran problema.
Que la versión original de ‘Sin tetas no hay paraíso’ habla del conflicto de un país maravilloso donde la clase media lucha por sobrevivir con honradez y evitar los atajos que conducen al enriquecimiento rápido que paga tetas de silicona, coches blindados y grandes fincas. Y habla de ello con inteligencia, con intención didáctica y moralizante. Y eso está muy bien, me gusta. Porque tiene sentido en su contexto. Porque esa riqueza está matando gente cada día.
Mientras la serie de Tele5 apuesta por la anécdota policíaca, las mafias extranjeras y los estereotipos. No se juega nada. Aunque supongo que es normal que eso sea así. Porque aquí nadie se pregunta de dónde viene el dinero, qué paga las tetas, los coches, o de qué están hechas las fortunas de los alcaldes y los constructores.
Aquí casi nadie se plantea qué negocios están lavando euros, ni se juzga el enriquecimiento ilícito (aquí, los alcaldes que se forran con delitos urbanísticos, y no van a la cárcel, aumentan sus votos). Aquí, sin tetas también hay paraíso. Y lo malos, malos… son los colombianos.