La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Tengo un nuevo ídolo: Dani Umpi

Como todos sabéis, los homosexuales somos muy mitómanos – además de súpersusceptibles – y yo especialmente, que no ceso de incorporar ídolos a mi particular iconostasio BOBPOP, que se nutre de personajes que hacen cosas diferentes, que se atreven a ser lo que yo querría osar a ser (artistas, earless putones, asesinos, vedettes de variantes y varietés…)

Acabo de enamorarme de un nuevo personaje que necesito que conozcáis: un escritor que ha publicado dos novelas en Uruguay con unas sinopsis que valen potosí y medio, y me hacen pensar en un Manuel Puig de mitomanía televisiva contemporánea:

Aún soltera

Es la historia de una profesora de inglés malhumorada que, sin saber cómo pagar sus deudas, vende su apartamento en Montevideo y se instala a vivir en «la casa de la playa» de la familia en Piriápolis.

En el viaje comparte asiento con una adolescente conflictuada, obsesionada con Sofía Gala, que olvida su diario íntimo al bajarse.

Sus vidas se cruzan, se proyectan y se comparten, catalizadas con la presencia de un travesti peluquero que potenciará lo mejor y lo peor de ellas.

Una historia sobre aprendizaje constante, el no poder perdonarse ni resolver asuntos del pasado, el miedo a la convivencia y el miedo al amor, musicalizada por Raffaella Carrá.

Miss Tacuarembó

Natalia se reencuentra con su madre catequista en un programa televisivo y desde entonces vuelven a vivir juntas luego de varios años de distanciamiento.

Su madre desestructura su vida insulsa y monocorde. Natalia es una experta en perfumes, promotora de un stand de shopping, pero su inteligencia depositada en ese saber tan específico le impide manejarse con soltura en otros aspectos de su vida.

Un niñez esperanzada, llena de sueños y teleteatros, se da cara contra un presente desolado y hacen cortocircuito.

Dani Umpi también es pintor, autor de comics y cantante. Y qué cantante. Que se atreve con una versión en inglés del clásico de Perales «¿Y cómo es él?» titulada ‘And… what’s he like?‘, con «Desesperada«, de Marta Sánchez o «Entre mil dudas» de Fangoria, que podréis disfrutar en el siguiente vídeo y os dará una pista del porqué de mi fascinación:

Dani Umpi es DI-VI-NO. Bienvenido a casa, querido.

Umbral

Umbral, ha escrito sobre sí mismo tantas veces en tantos artículos y en tantos libros, que se ha inventado su infancia, sus recuerdos, a su padre, su colegio, sus inicios literarios, sus amigos, sus apoyos, sus retos, su fecha de nacimiento, sus apellidos, incluso su ideología.

Ha mentido sobre su vida en entrevistas para prensa, a sus biógrafos… Umbral ha ido haciendo la literatura, su literatura, todo el tiempo de cabeza, como quien practica con el cálculo mental, él ha dedicado su vida a practicar sus libros con mentiras sobre sí, para llegar a su Olivetti con los deberes ya hechos.

En la fantástica biografía escrita por Anna Caballé que acabo de leer, «Francisco Umbral. El frío de una vida» se cuentan los detalles, se contrastan fechas, personajes, historias, lugares… pero sobre todo se pone a Umbral en su sitio – que no es al que pretende arrinconarle Pérez Reverte, ni el que le desean tantos en secreto: Umbral ha sido importante, y algunas de sus obras – tal vez un pequeño porcentaje de su inmensa producción literaria y periodística – pasarán a la historia («Mortal y rosa«, «La noche que llegué al Café Gijón» o «Trilogía de Madrid«).

Pero este texto no va de ésto, sino de otra cosa: de algo que he descubierto al leer «Francisco Umbral. El frío de una vida«, de lo mucho que me ha recordado a lo que leí en ‘The World of Coco Chanel: Friends, Fashion, Fame‘ de Edmonde Charles-Roux, de cuánto se parecen las biografías de Umbral y de Chanel:

en su búsqueda del padre desconocido,

en su manía por inventarse su infancia,

en su enorme capacidad de trabajo y de producción,

en sus mentiras constantes sobre su vida, sus orígenes, sus apellidos.

En su obsesión por ajustar cuentas con ex-amigos y enemigos,

en sus respectivos viajes de la provincia a la capital para lograr el éxito,

en cómo sus casas se convierten en templos simbólicos de su obra,

en su falta de escrúpulos morales,

en lo amargo de sus triunfos,

en su gusto por el blanco y el negro,

en que fue una discusión en un cinefórum de la sección femenina sobre una película de Cocteau lo que decidió a Umbral a viajar a Madrid y en que Chanel le pagó las facturas de las clínicas de desintoxicación a Cocteau.

En que Umbral y Chanel fueron autodidactas ambos.

En que los dos sintieron siempre frío.

Tanto se parecen Chanel y Umbral que la vida, que es ludópata y bastante puta – con perdón – puso a Karl Lagerfeld al frente de la casa Chanel para que, por si acaso se nos pasaba leernos sus biografías, nos diéramos cuenta de eso de un vistazo: Umbral es como Chanel, Lagerfeld es Umbral.

Gracias a Umbral por las negritas, por no haber sido capaz de escribir nunca una novela más allá del espejo, y Perdón a Umbral porque hace años que no soporto leer sus columnas, que dejé de leer sus libros y porque olvidé mencionar su piscina, donde lanza los libros, como Carvalho.

Uribe, Presidente

Tengo amigos acá que consideran que Uribe es lo mejor que le ha pasado a Colombia en mucho tiempo; que es un hombre honesto, trabajador y bueno, que dedica todos sus esfuerzos a lograr la pacificación del país.

Tengo amigos acá que piensan que Uribe es un peligroso mesías que será reelegido presidente tras una campaña electoral para la que él dispone de numerosos medios de propaganda contra los que no podrán luchar sus opositores.

Tengo amigos acá para quienes Uribe es la única solución para Colombia.

Tengo amigos acá que piensan que Uribe sólo representa a una parte del país: a la llamada «raza paisa» y que es un católico radical, un ultraderechista y un títere de Bush.

Tengo amigos acá que han recuperado su fe en Colombia gracias a Uribe, que piensan que su apuesta por la honestidad, la transparencia y el trabajo no sólo benefician al país como ente abstracto, sino que puede incluso contribuir a que «las trampas» y la deshonestidad dejen de ser una práctica habitual para cualquiera, sea cual sea su oficio o posición.

Tengo amigos acá que se lamentan de que la mayor parte del presupuesto colombiano se haya destinado a defensa en grave detrimento de la educación. Que se plantean el precio a pagar por las turbias relaciones de Uribe con los paramilitares.

Y yo… yo no sé qué pensar. Aunque creo que no hay nada peor que un político con una misión. Y a veces siento que Uribe, como Aznar, ha querido personificar el país y considera que las discrepancias hacia él suponen una deslealtad hacia Colombia. Pero no lo sé.

Viernes. Feliz fin de semana a todos. Hasta el lunes… desde Barcelona y con un hermoso jet-lag.