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Entradas etiquetadas como ‘campo’

Mujeres invisibles en la sociedad occidental

Por Francisco Javier Sotés Gil

Mujeres trabajando en un mercado de Etiopía (Gtres).

Mujeres trabajando en un mercado de Etiopía (Gtres).

Próximamente celebraremos el Día de la Madre. Hace poco celebramos el Día de la Mujer Trabajadora, de la empresa, de las fábricas, de los almacenes, la del trabajo agrícola, la de las instituciones, también como trabajadora ama de casa, y en ocasiones fuera de ella, a no ser que el marido sea entonces el trabajador que la sustituye.

Me agradaría también celebrar el día de la mujer africana trabajadora, incansable en su trabajo, algo invisible para las sociedades occidentales. Sí, las hemos visto en algún reportaje televisivo y en crónicas de prensa, mediante los que intuimos que van a coger agua a distancias largas desde sus miserables chozas, e incluso cargadas con su bebé a su espalda.

Viven en una pobreza extrema en un medio rural y a veces selvático, se encargan de todas las tareas domésticas, y en ocasiones también del huerto familiar si es que existe, obteniendo así algún pequeño ingreso. Muchas son obligadas a casarse con un marido impuesto, siendo niñas o adolescentes. Quizás hayan sufrido algún episodio de violencia de género o violación, secuestradas por algún energúmeno, o sufriendo penalidades en un conflicto armado.

Estas mujeres africanas son madres en condiciones paupérrimas y se les mueren en bastantes casos sus bebés, o directamente nacen muertos, e incluso ellas mueren.

La mujer africana tiene un papel fundamental como en el resto del mundo y no es valorado ni reconocido, influyendo en ello las tensiones producidas entre el choque de las leyes tradicionales y las legislaciones formales que puedan reconocer sus derechos.

 

Adiós a los gorriones

Por Pedro Serrano

Gorrión.

Un gorrión posado sobre la rama de un árbol. (ARCHIVO)

Mi infancia estuvo llena de gorriones. Si echo la vista atrás, aún puedo verlos saltar por el corral robándoles el grano a las gallinas. Aún puedo ver sus revoloteos y escuchar su repertorio de cantos en aquella casa de tierra llena de escondrijos. Pero, en aquella época ruda y de supervivencia elemental, humanos y gorriones éramos enemigos irreconciliables. Todo porque que las pobres criaturas nos hurtaban un puñado de granos de aquellas míseras cosechas y sembrados. Pobres ignorantes, solo considerábamos los daños que nos infligían; nunca los beneficios, que eran muchos y variados.

Afortunadamente, ahora ya sabemos que la singular asociación entre humanos y gorriones, en pueblos y ciudades, siempre ha sido fructífera para ambas partes. Según los estudiosos, no solo ayudan a controlar plagas y dispersar semillas, sino que son un excelente indicador de nuestra calidad ambiental. Y esa calidad ambiental no debe de ser muy buena cuando se les ve más tristes que antaño y se constata que están disminuyendo drásticamente, sobre todo en las ciudades.

Al parecer, las ondas electromagnéticas en las ciudades, la contaminación, la escasez de alimento y la falta de lugares para nidificar son algunos de los principales enemigos de los gorriones urbanos. Y, en el campo, la especie se enfrenta a la intensificación agraria, el empleo abusivo de plaguicidas y el abandono rural.

Si, como parece, nuestras vidas están íntimamente ligadas a las suyas, ¿compartiremos el mismo destino?

Mal estado de las escaleras de acceso a la Casa de Campo

Escalera de acceso a la Casa de Campo desde Aravaca

Las escaleras de acceso a la Casa de Campo desde Aravaca suponen un peligro para los viandantes. (CÉSAR PUERTAS)

Por César Puertas

El único acceso a la Casa de Campo desde Aravaca (Madrid) es a través de un
paso por debajo de la Vía de las Dos Castillas, junto a las vías del
tren y teniendo que subir dos tramos de escaleras, unas de cemento y
otras, ya dentro de la Casa de Campo, de madera. Este paso es
utilizado por multitud de personas tanto para actividades lúdicas,
como por trabajadores que acudimos todos los días a trabajar
atravesando la Casa de Campo. Es el único acceso desde Aravaca a
Madrid sin utilizar carretera.

El estado de las escaleras de madera es lamentable, su falta de
conservación es notoria como demuestran las fotografías que le
adjunto. He podido presenciar varias caídas y algún día puede ocurrir
alguna desgracia. Cuando llueve, el paso junto a las vías es una
piscina con barro acumulado por todas partes.

Escaleras de acceso a la Casa de Campo desde Aravaca

Estado de las escaleras de acceso a la Casa de Campo desde Aravaca. (CÉSAR PUERTAS)

Lo ideal sería construir un paso con rampas para que incluso personas
con movilidad reducida pudieran acceder a nuestro querido parque.
Pero, mientras esto se aprueba, con un presupuesto muy corto se
debería realizar la reparación de las escaleras y limpieza del paso
subterráneo.

La anterior corporación hizo caso omiso a las dos reclamaciones que
hice y la actual todavía no me ha contestado.

J’ acusse… que hay que saber perder

Por Óscar Gutiérrez Martínez

Hoy todos los fans del baloncesto estamos felices porque España ha ganado su tercer europeo, derrotando a Lituania en la final. Nos maravillamos con Pau Gasol, decimos que la barba de Chacho Rodríguez nos señala el camino, explicamos a amigos y conocidos como siempre creímos en Claver y alabamos la genialidad de Sergio Scariolo. Quitando que en este país con un triunfo el tren de los incondicionales se llena de polizones, permitidme ser un poco rancio y hablar del aspecto más negativo del torneo, permitidme acusar de mal perdedores a los franceses.

Empezamos hablando de la primera fase, de octavos, y de cuartos, allí pitaron en la mayoría, por no decir todos, los partidos que jugaba España. En este caso todavía lo veo lógico, porque es lógico pitar a un equipo que es de los favoritos, para intentar que sean eliminados precipidamente. Llegamos a la semifinal contra Francia; ellos jugaban en casa, eran los favoritos, lógico que fuera el campo una olla a presión para los nuestros. Lo que ya no es tan lógico, que árbitros que son designados para pitar la semifinal de un europeo, les pueda tanto la presión del campo, hecho que se notó en la diferencia de criterios de faltas pitadas entre las faltas hechas a los franceses y las faltas hechas a los españoles. Y obviamente lo ilógico son las protestas del seleccionador francés en la rueda de prensa posterior, alegando que los árbitros habían impedido que los pívots franceses tocaran a Gasol, cuándo un poco más y le lesionan.

Foto de la selección española de baloncesto, campeona de la Eurobasket 2015. (EFE)

Foto de la selección española de baloncesto, campeona de la Eurobasket 2015. (EFE)

Y terminamos hablando de los tres peores detalles, los que en mi opinión, dejan la deportividad de los franceses en puntos negativos. Primero, cuándo salió lesionado Rudy Fernández le acompaño una sonora pitada del público, mal, nunca, eso es degradante, puedes quedarte callado pero es negativo hacer eso. Segundo, cuando salieron a recoger el oro los nuestros, de nuevo, pitada del público. Mire usted, fastidia perder, pero yo prefiero que si pierdo me haya ganado el mejor del torneo, y aunque no fuera así, no le pito. Para terminar, el tercero, lo revelaba el capitán Felipe Reyes en declaraciones después del partido, el speaker del pabellón, animo al público, a pitar a los españoles cuándo fueron a recoger las medallas, os citaré textualmente: «Nunca he visto a un speaker en un campo instando a abuchear a otro equipo”. Y si no lo ha visto el capitán del ahora equipo campeón de Europa, que les voy a contar yo que lo pueda expresar mejor que eso.

Ya están aquí las ‘quitameriendas’

Domingo Martínez

Hace 48 años que no he pasado un mes de septiembre en mi pueblo, creo que como yo hay muchos otros y otras nacidos y críados en Baños de Valdearados que durante todo este tiempo no han visto una “quitameriendas”. Solía ser en las dos primeras semanas de septiembre cuando se acababan las faenas de la era. Si caía un chapazo, en las eras ya barridas y limpias brotaba una flor parecía a la del azafrán, una hierba, pequeño bulbo, de la familia de las liliaceas, flores de tonalidad morada y muy tóxica, se solía utilizar en medicina.

Una 'quitameriendas' (WIKIPEDIA)

Una ‘quitameriendas’ (WIKIPEDIA)

En Baños la llamábamos “quitameriendas”. La flor, que quedaba a ras de tierra, no era ninguna maravilla, pero era la primera del incipiente otoño, señal de que se acababa el verano y con él que las tardes eran más cortas, a partir de este momento no se merendaba en el campo (eras, viñas, limpieza de corrales de ovejas en el campo, fabricación de adobes, etc).

Este 9 de septiembre, después de 48 años, dando un paseo con mi madre (tiene 92 años), he visto las primeras “quitameriendas” del otoño. Como yo he revivido viejos recuerdos me parece que hay muchos otros a los que este escrito también les puede servir para recordar. Para los más jóvenes, que tal vez no han llevado nunca merienda al campo, no han disfrutado de ese rato a media tarde a la sombra de una hacina o de un árbol, les puede servir para conocer la relación entre las plantas, los animales y las costumbres de las zonas rurales.

Quién sabe cuánto costará el pan y cuánto costará el móvil

Por Alejandro Prieto Orviz

Según se desprende de una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 63 % de las personas con edades comprendidas entre los 18 y 35 años consideran que las profesiones de relacionadas con la agricultura, la ganadería y la pesca son anticuadas, caducas y se encuentran en decadencia. Que el trabajo en el campo y en el mar es duro, sacrificado, modesto en ganancias y pobre en éxito social respecto a otras muchas actividades no es algo novedoso; de hecho, muchos de nuestros padres abandonaron sus pueblos y aldeas en busca de alternativas alejadas del arado, las cuadras y las redes. Sin embargo, una cosa es el estatus alcanzado a través de tan dignas y necesarias labores -en clara desventaja respecto a, por ejemplo, ocupar una silla de colaborador en un programa telebasura o especular con el precio de los alimentos– y otra declararlas prácticamente en periodo de extinción, pues, hasta ahora, aún no ha sido creada una aplicación informática capaz de llenar el llenar el estómago y saciar el hambre. Con las perspectivas demográficas de cara al futuro próximo y los previsibles estragos causados con motivo del cambio climático, quién sabe si llegará a tener más valor una barra de pan que un móvil.