Tu blog Tu blog

Este es tu altavoz

Entradas etiquetadas como ‘rural’

Ya están aquí las ‘quitameriendas’

Domingo Martínez

Hace 48 años que no he pasado un mes de septiembre en mi pueblo, creo que como yo hay muchos otros y otras nacidos y críados en Baños de Valdearados que durante todo este tiempo no han visto una “quitameriendas”. Solía ser en las dos primeras semanas de septiembre cuando se acababan las faenas de la era. Si caía un chapazo, en las eras ya barridas y limpias brotaba una flor parecía a la del azafrán, una hierba, pequeño bulbo, de la familia de las liliaceas, flores de tonalidad morada y muy tóxica, se solía utilizar en medicina.

Una 'quitameriendas' (WIKIPEDIA)

Una ‘quitameriendas’ (WIKIPEDIA)

En Baños la llamábamos “quitameriendas”. La flor, que quedaba a ras de tierra, no era ninguna maravilla, pero era la primera del incipiente otoño, señal de que se acababa el verano y con él que las tardes eran más cortas, a partir de este momento no se merendaba en el campo (eras, viñas, limpieza de corrales de ovejas en el campo, fabricación de adobes, etc).

Este 9 de septiembre, después de 48 años, dando un paseo con mi madre (tiene 92 años), he visto las primeras “quitameriendas” del otoño. Como yo he revivido viejos recuerdos me parece que hay muchos otros a los que este escrito también les puede servir para recordar. Para los más jóvenes, que tal vez no han llevado nunca merienda al campo, no han disfrutado de ese rato a media tarde a la sombra de una hacina o de un árbol, les puede servir para conocer la relación entre las plantas, los animales y las costumbres de las zonas rurales.

Quién sabe cuánto costará el pan y cuánto costará el móvil

Por Alejandro Prieto Orviz

Según se desprende de una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 63 % de las personas con edades comprendidas entre los 18 y 35 años consideran que las profesiones de relacionadas con la agricultura, la ganadería y la pesca son anticuadas, caducas y se encuentran en decadencia. Que el trabajo en el campo y en el mar es duro, sacrificado, modesto en ganancias y pobre en éxito social respecto a otras muchas actividades no es algo novedoso; de hecho, muchos de nuestros padres abandonaron sus pueblos y aldeas en busca de alternativas alejadas del arado, las cuadras y las redes. Sin embargo, una cosa es el estatus alcanzado a través de tan dignas y necesarias labores -en clara desventaja respecto a, por ejemplo, ocupar una silla de colaborador en un programa telebasura o especular con el precio de los alimentos– y otra declararlas prácticamente en periodo de extinción, pues, hasta ahora, aún no ha sido creada una aplicación informática capaz de llenar el llenar el estómago y saciar el hambre. Con las perspectivas demográficas de cara al futuro próximo y los previsibles estragos causados con motivo del cambio climático, quién sabe si llegará a tener más valor una barra de pan que un móvil.