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Entradas etiquetadas como ‘alimentos’

Hazte vegano y pierde peso

Por Sascha Camilli

Comida vegana ( LA GULATECA).

Mucha gente se propone perder peso cada año, pero llegan a julio con el mismo peso que tenían en enero. Esto puede ser profundamente frustrante, pero simplemente haciendo ejercicio y comiendo alimentos saludables, podemos vernos mejor por fuera y sentirnos mejor por dentro.

Los alimentos veganos no solo son deliciosos, sino que también están libres de colesterol y la mayoría son bajos en grasas saturadas y también bajos en calorías. Estudios han demostrado que quienes comen carne son nueve veces más propensos a ser obesos que los veganos.

Los veganos también tienen menores tasas de muchas de las enfermedades con riesgo de muerte, como cardiopatías, diabetes y ciertos tipos de cáncer. Y cuando eliges alimentos veganos, también estás ayudando a evitar que los animales tengan una espantosa muerte en el matadero, a proteger el medioambiente y combatir el cambio climático.

Solidaridad en Barcelona

Por Sandra Paré Rakosnik

Banco de alimentos (Archivo).

Banco de Alimentos (Europa Press).

Me siento orgullosa y feliz de la gran solidaridad que existe en Barcelona y en otras ciudades de este país, en esta larga y penosa crisis para algunas familias que no han tenido suerte porque el paro se ha aposentado en ellas o por otras circunstancias y se encuentran sin recursos para tirar adelante.

Me hace feliz comprobar la gran cantidad de ayudas que reciben estas asociaciones y por su perfecto repartimiento al entregar los alimentos en los centros de recogida.

Me hace feliz las felicitaciones que han recibido del extranjero admirándoles por la solidaridad del pueblo y por la gran cantidad de voluntarios para repartir los alimentos.

El hambre retrocede, el mundo avanza

Por Olivier Longué, Director General de Acción contra el Hambre

Uno de cada ocho habitantes sufren inseguridad alimentaria. (ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE)

Uno de cada ocho habitantes sufren inseguridad alimentaria. (ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE)

Este martes nos hemos despertado con la mejor de las noticias posibles: 124 millones de hambrientos menos que hace una década. 63 países han logrado cumplir el primer objetivo del milenio.

Es un logro de todos: de los investigadores que han dado pasos de gigante en los avances para curar la desnutrición, de quienes trabajamos día a día sobre el terreno para que estos avances lleguen a los niños, mujeres y hombres que los necesitan, de los ciudadanos que no han recortado en solidaridad en tiempos difíciles y de los gobiernos que han apostado, en regiones como América Latina, por invertir en nutrición como una vía directa al desarrollo.

No obstante, 805 millones de personas siguen viviendo con hambre y esto es inaceptable en un mundo que produce suficientes alimentos para todos. Ahora que sabemos que es posible, ahora que estamos en la buena dirección, es hora de acelerar el paso.

Ha llegado el momento. Somos la generación que puede acabar con el hambre.

Circo y obesidad, obesidad y circo

Por Encarnación Aparicio Martín

Tras el último ejercicio circense de televisión en el que la obesidad mórbida pasa de la categoría de grave enfermedad a contenido de reality show, no se puede más que mostrar perplejidad e indignación.

Ahora “los gordos”, como si de otra especie se tratara, pasan a amenizar las noches de los sábados reforzando la imagen de “menores de edad” sin ninguna capacidad de autocontrol, que deben tomar conciencia y dejarse conducir “por el buen camino”. Emma GarcíaUn novedoso enfoque, sin duda. Seguro que siempre han estado anhelándolo personalidades como Churchill, Pavarotti, Hitchcock y otros/as tantos y tantas…

Mientras, muchas de las personas que en este país padecen, sufren, obesidad mórbida, están cada vez más cansadas y hastiadas. Hastiadas de que esta enfermedad sólo se aborde desde el insulto a la dignidad, la criminalización y/o el insulto a la inteligencia. En primer lugar no “son”, “están”, en segundo lugar, no se alcanza ese grado de enfermedad sólo por adicción a la comida; no todo se reduce a la falta de deporte y de verduras. No siempre. Y aunque así fuera, no es consecuencia de una minoría de edad. Basta ya, por favor. No todos/as obvian el espejo, y sobre todo, no todos/as viven para reírse de sí mismos/as. El sufrimiento es tal, la discriminación es tal, el aislamiento es tal que en muchas ocasiones, más de las que podamos imaginar, se concluye que la vida no merece ser vivida, y se acaba con ella, o se escapa en una mesa de quirófano, en pos de esa ayuda que haga más fácil la existencia. Basta ya de hacer circo desde y con el sufrimiento.

Obscena tomatina

Por Martín Sagrera Capdevila.

En Grecia, un malvado quiso perpetuar su nombre incendiando el templo de la diosa Diana. Mucho peor, sacrílegos e inhumanos a la vez, los habitantes de un pueblo valenciano se enorgullecen de hacer famoso su nombre porque en la fiesta de la Virgen… de los Desamparados (¡!) destruyen por capricho más de cien toneladas de alimentos en un mundo con mil millones de hambrientos (en España, “desnutridos”).tomatina

La inmensa mancha roja de la tomatina,  obscena bofetada a los hambrientos, deliberada, repetida, televisada,  masiva e innecesaria, es quizá la más perfecta reproducción simbólica de un mundo despiadado, en que unos destruyen para divertirse lo que otros necesitan para no morir. Lo que empezó como una necia gamberrada de los más brutos de un pueblo, prohibida durante muchos años, se ha convertido, -con la ayuda de una televisión sin escrúpulos y, por unos miserables céntimos de beneficio para unos pocos, declarada incluso “de interés turístico”-, en una insondable bajeza, imitada donde abundan personas de ese tipo, como en ese pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme, y prohibida en países con un mínimo sentido social.

¿Por qué tiramos la comida?

Por David Ibáñez Cuerpo

No hace mucho, viendo un programa de denuncia social que trataba sobre la comida que tiramos, se me ocurrió hablar con mi padre, propietario de un restaurante.

– ¿Qué hacéis con la comida que a diario sobra del menú? —le pregunté—. Me refiero a guarniciones o arroces, pastas, etc. (aún sin sus salsas) que debido a su “bajo coste” se preparan para el menú, ya que no se pueden cocer al momento si hay mucho trabajo.

Tirarla – me respondió.

A continuación, viendo mi cara y sabiendo seguramente la razón de mi pregunta, me explicó lo que yo no entendía. Las parroquias y ONG´S a las que han ofrecido en multitud de ocasiones comida preparada no aceptan este tipo de alimentos. Desconozco si por norma legal o moral, aunque espero que legal.Comedor social

Investigando, he descubierto que la ayuda (humanitaria) no acepta ‘sobras’, ya que los que la reciben no deben tener la impresión de que se les da lo que los demás no queremos. ¿De verdad personas que se pegan por un plato de comida en un comedor social no quieren lo que alguien ha cocinado y por desgracia no ha podido vender? ¿Preferirán que lo tiren?

Otra conclusión que pudimos sacar en la charla es que no pueden fiarse de cuándo has cocinado eso. ¿Pero no se puede confiar en alguien que pierde su tiempo en ofrecerse para transportar hasta tu parroquia todo lo que le sobra día tras día, y que además pasa todos los controles de calidad que se le exigen a un restaurante? ¿Aún no estamos lo suficientemente “fastidiados” para que cosas como estas cambien?

Una ayuda para los celíacos

Por Diana Codina Suaña

La Federación de Asocia625ciones de Celíacos de España puso a la venta en 2011 un dispositivo para ayudar a los celíacos a realizar sus compras: el lector de códigos de barras que informa sobre si el producto contiene o no gluten, y por consecuencia, si es apto para ellos o no.

Para los celíacos ir al supermercado supone una larga y compleja cursa de obstáculos al tener que leer y releer la composición de todos los productos que adquieren, para asegurarse de que no contienen gluten. Y en muchas ocasiones esta información no es del todo clara y puede suscitar dudas.

Este dispositivo parecía una buena idea pero su elevado precio, unos 100 euros más mensualidades son un handicap para su funcionalidad. Quizá deberían ser las propias empresas que comercializan los productos quienes se sensibilizaran con el tema y mostraran de una forma más visible en sus productos si estos son aptos o no para los celíacos.

Quién sabe cuánto costará el pan y cuánto costará el móvil

Por Alejandro Prieto Orviz

Según se desprende de una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 63 % de las personas con edades comprendidas entre los 18 y 35 años consideran que las profesiones de relacionadas con la agricultura, la ganadería y la pesca son anticuadas, caducas y se encuentran en decadencia. Que el trabajo en el campo y en el mar es duro, sacrificado, modesto en ganancias y pobre en éxito social respecto a otras muchas actividades no es algo novedoso; de hecho, muchos de nuestros padres abandonaron sus pueblos y aldeas en busca de alternativas alejadas del arado, las cuadras y las redes. Sin embargo, una cosa es el estatus alcanzado a través de tan dignas y necesarias labores -en clara desventaja respecto a, por ejemplo, ocupar una silla de colaborador en un programa telebasura o especular con el precio de los alimentos– y otra declararlas prácticamente en periodo de extinción, pues, hasta ahora, aún no ha sido creada una aplicación informática capaz de llenar el llenar el estómago y saciar el hambre. Con las perspectivas demográficas de cara al futuro próximo y los previsibles estragos causados con motivo del cambio climático, quién sabe si llegará a tener más valor una barra de pan que un móvil.