Si alguna vez te has preguntado por qué los huevos se venden tradicionalmente en grupos de una docena o media docena, la respuesta es una interesante combinación de historia y matemática práctica.
Desde tiempos antiguos, la docena se ha utilizado como una unidad de medida estándar en el comercio. Esto se debe a que 12 es un número altamente divisible, y a diferencia de 10, que solo puede dividirse en partes iguales entre dos o cinco, una docena se puede repartir entre dos, tres, cuatro o seis sin problemas. Esta flexibilidad es extremadamente útil para un producto como los huevos, que no pueden dividirse sin romperse.
El uso de la docena también simplificaba las transacciones comerciales desde la antigüedad, ya que en mercados (o a nivel particular), el vender huevos en docenas permitía una fácil división y conteo, lo que agilizaba y facilitaba las ventas y la distribución. Esto no solo beneficiaba a los vendedores, sino también a los compradores, quienes podían adquirir la cantidad exacta que necesitaban sin demasiadas complicaciones (en una época en la que no todo el mundo sabía contar).
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