Entradas etiquetadas como ‘campos de concentracion’

El amor que triunfó en el infierno de los campos de concentración nazis

Beso entre Elisabeth Wust y Felice Schragenheim en un viaje (Museo Judío de Berlín)

«El amor es un sentimiento atemporal, se da en cualquier circunstancia y momento de la vida. Y  te hace superar los momentos más terribles. Los supervivientes del Holocausto tuvieron que aprender a vivir de nuevo y en el caso de los que cuento su historia, el amor los ayudó. ¿Cómo vive uno tras vivir eso? Aprendiendo de nuevo a todo, a sonreír, a banalizar las cosas superficiales, a pagar el alquiler, a tener hijos… es como ser niños y volver a aprender a ser adultos». Quien me dice eso es la periodista Mónica G. Álvarez, que en su último libro Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración (Luciérnaga, 2018) ha recopilado siete historias reales de amor en los campos de la muerte nazi. De amor, rodeado del horror más absoluto. Lee el resto de la entrada »

Elisabeth Kostova: «En todas partes hay un pasado con el que todavía estamos luchando»

Elisabeth Kostova. Fotografía cedida por Umbriel.

Quizá a la mayoría no le suene mucho el nombre de Elisabeth Kostova (New London, Conecticut, EE UU, 1964). Sin embargo, seguro que si citamos el título de su primera novela y gran éxito la cosa cambia: es la autora de La historiadora (Umbriel). Aquel intenso best-seller sobre el mito y la historia de Drácula que llegó a España a rebufo de El Código Da Vinci -salieron en la misma editorial-, pero sin tener absolutamente nada que ver.

Esta escritora, estadounidense de origen eslovaco, regresa a las librerías con una nueva novela, Tierra de sombras -su tercera obra de ficción- centrada en la historia reciente de un país poco conocido (al menos literariamente): Bulgaria. Un país que la autora conoce bien: fue allí en 1989 -«una semana después de caer el Muro de Berlín: el país cambió muchísimo», recuerda- a estudiar su música tradicional con 24 años. Y la vida cambió: conoció a su marido, se casó y ha estado yendo con él a aquel país durante los últimos 28 años.

Con su experiencia vital, Kostova nos sumerge en la aventura de una joven estadounidense recién llegada a Sofía -como ella hace 30 años- y el encuentro fortuito que la adentrará en la dolorosa memoria del régimen comunista de aquel país. Sobre todo esto y más, charlo con esta encantadora autora en su reciente paso por España. Lee el resto de la entrada »

Camino del campo gitano de Auschwitz

Entrada al campo de Auschwitz-Birkenau en 1941 (GTRES)

Entrada al campo de Auschwitz-Birkenau en 1941 (GTRES)

Como ya os avanzaba en la entrada sobre las novedades que llegaban este mes, el escritor e historiador Mario Escobar lanza en estos días Canción de cuna de Auschwitz (Haper Collins, 2016), donde novela en primera persona la historia real de Helene Hanneman, una alemana casada con un gitano, que decidió sufrir con ellos su destino en el macabro campo de concentración cuando pudo haberse salvado. Ella dirigió la guardería del campo gitano.

El escritor pone voz al olvidado genocidio gitano en esta obra de la que os hablaré más adelante. Hoy, la editorial Harper Collins, que publica el libro en España, Latinoamérica y EE UU, me ha dejado uno de los primeros capítulos para que lo comparta con todos vosotros. No es el arranque, pero sí uno de esa parte inicial, donde asistimos al difícil viaje de Helene y su familia hacia Auschwitz. Si se os ocurren, leyéndolo, preguntas para el autor, dejadlas en los comentarios y se las transmito al autor en la charla que tengo pendiente con él.

Que lo disfrutéis…


 

Camino de Auschwitz, mayo de 1943

Todo sucedió muy rápido. En la zona de carga y descarga de la estación había cientos de personas pegadas al andén. Al principio nos sentimos algo aturdidos. Los policías nos habían dejado frente a unos soldados de las ss y estos, a empujones, nos llevaron hasta el interior de la estación. Me extrañó ver un tren de ganado de color marrón oscuro con las puertas abiertas, pero no tardé en comprender lo que aquella gente pretendía. Continuaba con Adalia en los brazos, pero ahora agarraba con la otra mano las manitas frías y sudorosas de los dos gemelos. Los mayores estaban agarrados a las maletas que mi marido sujetaba con fuerza. Los soldados comenzaron a empujarnos y el andén se fue vaciando a medida que, con dificultad, la gente subía a los vagones. Johann dejó las maletas a un lado y ayudó a Blaz y Otis a subir. Después levantó a los gemelos y los dejó dentro del vagón. En ese momento, la presión de la gente comenzó a arrastrarme hacia delante. Johann había subido dentro del vagón para que le pasase a la niña, pero apenas podía mantenerme frente a la puerta. Mi esposo tomó a Adalia, pero yo estaba cada vez más lejos de ellos. Angustiada, me abrí paso a empujones. Mujeres, hombres y niños como una marea humana aterrorizada me arrastraban hacia los otros vagones, pero no podía dejar sola a mi familia. Me aferré con todas mis fuerzas a una barra del vagón y pegué un salto, me quedé suspendida por unos segundos por encima de las cabezas de la multitud, pero enseguida noté un fuerte golpe en el costado. Me giré y vi a un soldado de las SS con una porra que intentaba bajarme de aquel lugar. Mi esposo observó la escena, se agarró a las maderas del vagón y se acercó hasta donde estaba alargando el brazo. Le miré por unos instantes, noté un segundo golpe que casi me hizo caerme entre la multitud, pero logré agarrar la mano de Johann y él logró introducirme en el vagón. Lee el resto de la entrada »

Una verdad incómoda: los campos de concentración aliados en la Segunda Guerra Mundial

Campo de Recolización de Manzanar

Campo de Recolocación de Manzanar, California, en una fotografía del 3 de julio de 1942. (Foto de Dorothea Lange / U.S. Federal Goverment)

Hay temas que son desconocidos no por ser ocultados por el poder o por faltar información, sino por la incomodidad que despiertan. Pienso que los campos de concentración (o internamiento, o reubicación, si lo preferís) de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial son una buena prueba de ello. No hay falta de documentación sobre el asunto, pero hemos tenido que esperar hasta 2015 —70 años después de la conclusión de la guerra— para que coincidan en nuestras librerías dos novelas que traten, aunque de refilón, el tema: Perfidia y El amante japonés.

A los vencedores de la guerra del Holocausto, de la guerra contra el nazismo, no resulta agradable achacarles campos si quiera parecidos a los de sus enemigos. Como tampoco es cómodo preguntarse por los crímenes de guerra cometidos por los aliados o la necesidad de los bombardeos en Dresde o los ataques atómicos contra  Hiroshima y Nagashaki. Es incómodo, desagradable. Tanto, como estúpido es pensar que los campos de concentración de los aliados, con sus derechos atropellados y, también, con algunas muertes violentas, son comparables de algún modo con los de los nazis.  Del mismo modo, resulta tonto justificar su existencia arguyendo que su construcción estuvo justificada por algún tipo de necesidad de seguridad interna. Parece que las pruebas y el tiempo apuntan a que respondían más al racismo y a la paranoia de la guerra que a otra cosa.

Por eso me gusta que, aunque tarden, los tabúes y las incomodidades vayan cayendo. Para eso está la Literatura, ¿no?  Aunque tarden 70 años.

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