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Camino del campo gitano de Auschwitz

Entrada al campo de Auschwitz-Birkenau en 1941 (GTRES)

Entrada al campo de Auschwitz-Birkenau en 1941 (GTRES)

Como ya os avanzaba en la entrada sobre las novedades que llegaban este mes, el escritor e historiador Mario Escobar lanza en estos días Canción de cuna de Auschwitz (Haper Collins, 2016), donde novela en primera persona la historia real de Helene Hanneman, una alemana casada con un gitano, que decidió sufrir con ellos su destino en el macabro campo de concentración cuando pudo haberse salvado. Ella dirigió la guardería del campo gitano.

El escritor pone voz al olvidado genocidio gitano en esta obra de la que os hablaré más adelante. Hoy, la editorial Harper Collins, que publica el libro en España, Latinoamérica y EE UU, me ha dejado uno de los primeros capítulos para que lo comparta con todos vosotros. No es el arranque, pero sí uno de esa parte inicial, donde asistimos al difícil viaje de Helene y su familia hacia Auschwitz. Si se os ocurren, leyéndolo, preguntas para el autor, dejadlas en los comentarios y se las transmito al autor en la charla que tengo pendiente con él.

Que lo disfrutéis…


 

Camino de Auschwitz, mayo de 1943

Todo sucedió muy rápido. En la zona de carga y descarga de la estación había cientos de personas pegadas al andén. Al principio nos sentimos algo aturdidos. Los policías nos habían dejado frente a unos soldados de las ss y estos, a empujones, nos llevaron hasta el interior de la estación. Me extrañó ver un tren de ganado de color marrón oscuro con las puertas abiertas, pero no tardé en comprender lo que aquella gente pretendía. Continuaba con Adalia en los brazos, pero ahora agarraba con la otra mano las manitas frías y sudorosas de los dos gemelos. Los mayores estaban agarrados a las maletas que mi marido sujetaba con fuerza. Los soldados comenzaron a empujarnos y el andén se fue vaciando a medida que, con dificultad, la gente subía a los vagones. Johann dejó las maletas a un lado y ayudó a Blaz y Otis a subir. Después levantó a los gemelos y los dejó dentro del vagón. En ese momento, la presión de la gente comenzó a arrastrarme hacia delante. Johann había subido dentro del vagón para que le pasase a la niña, pero apenas podía mantenerme frente a la puerta. Mi esposo tomó a Adalia, pero yo estaba cada vez más lejos de ellos. Angustiada, me abrí paso a empujones. Mujeres, hombres y niños como una marea humana aterrorizada me arrastraban hacia los otros vagones, pero no podía dejar sola a mi familia. Me aferré con todas mis fuerzas a una barra del vagón y pegué un salto, me quedé suspendida por unos segundos por encima de las cabezas de la multitud, pero enseguida noté un fuerte golpe en el costado. Me giré y vi a un soldado de las SS con una porra que intentaba bajarme de aquel lugar. Mi esposo observó la escena, se agarró a las maderas del vagón y se acercó hasta donde estaba alargando el brazo. Le miré por unos instantes, noté un segundo golpe que casi me hizo caerme entre la multitud, pero logré agarrar la mano de Johann y él logró introducirme en el vagón. Lee el resto de la entrada »