Yeyo Balbás: «La conquista islámica posee una gran trascendencia en la historia española y rara vez ha sido tratada en novela»

El escritor Yeyo Balbás.

«La novela que la conquista islámica del 711 merecía», titulé mi reseña de El reino imposible (Ediciones B, 2019), hace unas semanas y sigo pensando lo mismo. La última novela del escritor cántabro Yeyo Balbás (Torrelavega, 1972) es un relato fascinante y bien urdido sobre la desintegración del reino visigodo de Toledo y la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica, que, en mi opinión, está entre lo mejor de la ficción histórica del año pasado.

Hoy, entrevisto al autor de esta obra, en busca de las claves y secretos de esta ficción. Balbás, divulgador, recreador y escritor, habla de las claves históricas y literarias que hay tras El reino imposible y avanza que ya está escribiendo su continuación…

Tras dos novelas sobre romanos se lanza a escribir sobre el fin del reino visigodo, ¿por qué?

Mi interés por la historia se centra en la Antigüedad y la Alta Edad Media, los periodos que mejor domino. Cuando concibo una novela, busco unos hechos que constituyan una buena materia prima a nivel narrativo y no resulten manidos. Los últimos años del reino visigodo se caracterizaron por intrigas políticas, disputas dinásticas, guerras civiles e infinidad de conflictos. La conquista islámica posee una gran trascendencia en la historia española y rara vez ha sido tratada.

En recreación histórica, ha trabajado mucho el mundo visigodo, ¿qué ha sacado de esa experiencia para esta novela?

La recreación histórica implica investigar la cultura material de una época, desde la indumentaria hasta el ajuar doméstico, y sirve para experimentar con sus aspectos funcionales. Creo que mi experiencia en El Clan del Cuervo ha contribuido a la viveza y credibilidad de mis novelas. Cuando un autor no domina bien estos aspectos, las descripciones suelen ser vagas y la acción se desarrolla en un limbo indefinido.

La novela, épica y dura, parece una contestación a las teorías que defienden que la invasión musulmana del 711 no fue violenta…

Una novela puede reflejar una determinada concepción de los hechos, pero el debate histórico debe realizarse a través de obras académicas. Una novela no permite exponer fuentes primarias, contrastarlas, desarrollar debates historiográficos… La ficción histórica puede ser una excelente herramienta de divulgación, pero no debería formar parte del debate histórico. Si en El Reino imposible hay una “contestación” de este tipo es en el apartado final de Apuntes históricos que incluye una bibliografía básica.

Decía el historiador José Soto Chica, hace unas semanas en XX Siglos, que los primeros conquistadores islámicos se movían más por la etnia y el afán de conquista que por la religión. En su novela, la religión es fundamental para los conquistadores…

Se trata de una cuestión muy compleja. A nivel académico, existe una gran controversia sobre los orígenes del Islam. Mahoma muere en el año 632 y las primeras fuentes escritas árabes son del siglo IX, basadas en la tradición oral. Anécdotas y relatos cortos, como los hadices sobre el Profeta, o las noticias históricas llamadas ajbār que poseían una finalidad más bien jurídica. Esto significa que no hay fuentes árabes coetáneas del primer siglo y medio de la historia islámica, y existen buenos motivos para dudar de la autenticidad de los hechos tal y como son referidos por la tradición. Algunos especialistas en el Islam temprano, como Patricia Crone o Michael Cook, creen que dicha tradición es una ficción posterior y parece probable que la religión islámica se conformó, en su forma actual, en época del califa ʿAbd al-Malik ibn Marwān (r. 685-705).

Sin embargo, como texto coetáneo contamos con el Corán, donde existen numerosas aleyas que exhortan al yihād en un sentido militar y quedan reflejadas en los vestigios materiales, como las inscripciones de la numismática árabe de los siglos VII y VIII. Mahoma logró aglutinar a las distintas cabilas dentro de una comunidad de creyentes llamada umma, otorgándoles un estado, pero no cambió de forma sustancia las costumbres tribales sobre la guerra. La búsqueda de riqueza y mujeres fue un gran impulsor de la expansión islámica, a pesar de las pías motivaciones y el desprecio por los bienes materiales que la tradición atribuye a los conquistadores. No obstante, Mahoma fundó una religión que permitía cohesionar políticamente a los distintos grupos tribales y les aportaba una ideología impulsora y legitimadora para su expansión militar. A principios del siglo VII, la Arabia preislámica sólo había sido el “patio trasero” en las disputas entre el imperio persa y el romano. Sin el Islam, los árabes se habrían seguido matando entre sí.

En estos tiempos de ultracorrección política, ¿da vértigo hacer una ficción histórica donde la visión de la época sea creíble, incluyendo aspectos sobre la sexualidad y la mujer?

Reivindicar el papel de la mujer a lo largo de la historia suele pasar por convertir a los personajes femeninos en “guerreras”, o atribuirles roles masculinos, lo cual supone menospreciar las funciones que las mujeres sí desempeñaron. Existe una abundante bibliografía sobre la “historia de las mujeres” y trato de que mis personajes femeninos realicen labores interesantes que estaban a su alcance. Matrona Docta, de Emily A. Hemelrijk, me sirvió para crear un personaje femenino que trabaja como editora en la antigua Roma.

Hay quien considera “feminista” que, en una novela ambientada en la Edad Media, las acciones de una mujer no estén condicionadas por las restricciones sociales e incluso legales de la época. Casi todas las protagonistas son “mujeres adelantadas a su tiempo”. Esto es como declararse defensor de los derechos laborales y escribir una novela sobre los mineros del siglo XIX con jornadas de trabajo de 8 horas, vacaciones pagadas y prejubilaciones a los 45 años. El hecho de que yo trate de reflejar la situación de las mujeres en toda su crudeza no significa que considere esto deseable, más bien al contrario.

Quizá a muchos lectores les sorprenda la visión que da del rey Rodrigo, tradicional cabeza de turco de la conquista…

La imagen popular de Rodrigo está condicionada por la supuesta violación a la hija del conde Julián que traería la “ruina de España”. Esta leyenda tiene su origen en la obra de un ulema egipcio del siglo IX, Ibn ʿAbd al-Hakam, y se incorporó de forma tardía a la narrativa cristiana porque encajaba con la ideología imperante: la creencia de que la conquista fue un castigo divino a causa de los pecados de la clase dirigente, y la perdición que veían asociada a los impulsos carnales. Pero tales hechos no pudieron tener lugar, porque, según las fuentes históricas, Julián ya estaba en el bando musulmán en el año 709, durante el reinado de Witiza, y Rodrigo no fue coronado hasta el invierno de 710-711. Más allá de esto, la única crónica coetánea resulta extremadamente breve y Rodrigo, tal y como aparece en mi novela, es una interpretación personal. Me interesaba abordar la temática de la “fragilidad del bien” y presentar a un gobernante que, al actuar de forma moralmente correcta, conduce a todos al desastre.

En las escenas de batallas y luchas, y eso ya lo vimos en sus anteriores batallas, se percibe un especial mimo ya no solo en la propia narración sino en la recreación… ¿cómo trabajó ese aspecto?

En la literatura histórica, existe la tendencia a describir batallas a “vista de pájaro”, tal vez a consecuencia de consultar libros con diagramas y mapas de las distintas unidades desplegadas. Mi intención es describirlas “desde dentro”, para lo cual recurro a mi experiencia. En 2006 participé con El Clan del Cuervo en la recreación de la batalla de Hastings, en las que participamos 3.000 recreacionistas de una veintena de países. De vuelta a casa, comencé a escribir un relato que constituye el inicio de mi primera novela. Mi mayor recuerdo de la experiencia es la espera y el cansancio; subir una colina cargado con yelmo, escudo y cota de malla para aporrear al contrario, una y otra vez. Sentir bajo los pies la vibración producida por 60 caballos cargando supuso toda una experiencia… y en una batalla medieval podía haber treinta veces más.

También parece aparecer, de pasada y casi como un guiño, un Madrid anterior al islámico…

La posible existencia de un Matrice preislámico no es nada nuevo, en los años 80 Manuel Montero Vallejo escribió sobre ello y existen vestigios que lo avalan, como una lápida hallada en 1618 en el solar de la Iglesia de Santa María, que tal vez formaba parte de una basílica cristiana construida en tiempos del rey Egica.

¿Qué supuso el 711 para la historia de la Península? ¿Por qué cree que no se ha novelado tanto como podría parecer?

La Batalla del Lago, mal llamada “de Guadalete”, supone un hecho insólito, porque lo sucedido en un lugar y un momento muy concretos, y protagonizado por un reducido grupo de individuos, tuvo unas consecuencias tan colosales como son ocho siglos de presencia islámica en España. La Antigüedad tardía en general, y el reino visigodo en particular, son un periodo poco conocido y puede resultar incómodo escribir sobre él.

¿Qué opina sobre las recientes polémicas sobre el concepto de Reconquista y su existencia o no?

La conquista islámica estuvo protagonizada por una reducida élite árabe-bereber, y trajo consigo un proceso de islamización y arabización de la población autóctona. La expansión de los reinos cristianos a costa de al-Ándalus constituyó, en cierto modo, un enfrentamiento entre peninsulares de dos ámbitos civilizacionales distintos. La idea de “echar a los moros” no tiene ninguna base. Lo que sí existió fue una ideología legitimadora en los reinos cristianos, desde al menos el siglo IX, al servicio de dicha expansión territorial y que afectó a toda la sociedad. Con independencia de los objetivos reales de las distintas campañas militares, este ideario permitía englobarlas dentro de una causa común que hoy llamamos Reconquista. Por tanto, resulta irrelevante, desde la realidad de los hechos, que alguno de los elementos sobre los que se construyó esta ideología fueran míticos. Del mismo modo que carece de importancia que los árabes fueran o no el pueblo elegido por Dios para que ellos creyeran en el yihād.

Mi opinión sobre la reciente polémica en la prensa es que hay gente que escribe sobre cuestiones de las que sabe muy poco y demuestra una concepción instrumental de la historia. Los hechos históricos se convierten en simple munición para una guerra de trincheras político-ideológica.

El final de la novela… ¿hace esperar una continuación?

No sólo la hace esperar, sino que llevo meses trabajando en ella.

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