José Soto Chica: «El motor de la expansión del primer imperio islámico fue la etnia, no la religión»

«Uno de los grandes errores que se comenten al historiar la conquista árabe es hacerlo como algo religioso. Al principio, lo último que les importaba era extender el islam: fue algo más étnico que religioso, al principio, luego sí que sería importante. Las grandes conquistas fueron árabes, luego iría evolucionando y se convertirían en islámicos. Eran guerreros árabes, y eso luego iría evolucionando. Pero al principio querían oro y botín». Quien dice esto es el doctor en historia medieval, profesor de la Universidad de Granada e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, José Soto Chica. Lo dice mientras charlamos sobre su último libro publicado Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad Oscura (Desperta Ferro, 2019).

«Llevo estudiando el primer islam desde hace veinte años», me explica este experto en la época, antiguo militar profesional, que quedó privado de la vista en un accidente en el desempeño de su labor, «y no vemos las cosas igual que la ven los musulmanes. Que el primer motor de su expansión no fue la religión no se divulga porque es sensible: se ha utilizado tanto para idealizar el islam como para atacarlo».

Soto Chica ha recopilado en un libro apasionante, lleno de detalle, dotado de pulso narrativo y de una mirada amplia y de largo alcance, el mundo de la guerra en esa época mestiza y a veces nebulosa que es lo que podemos llamar la Antigüedad Tardía: desde los Campos Catalaunicos, en el siglo V, hasta Poitiers, en el VIII, y desde Britania y la Península Ibérica hasta la China de los Tang.

Y ya desde el subtítulo, ese «la guerra en la edad oscura», muestra las ganas de provocar, de combatir y debatir ideas preconcebidas. «El título tiene algo de provocación», reconoce Soto Chica, «aunque tiene sentido porque en sobre algunos lugares hay pocas fuentes e información, pero no en todos. Hubo retroceso cultural y económico en algunos lugares, pero no fue general, la historia es continua y no puedes parcelarla, porque en Bizancio y Persia no hubo ese retroceso. Pero los historiadores necesitamos hacer parcelas para abordar determinadas épocas». De todas maneras, explica este investigador que aquellos tiempos son «cada vez menos oscuros», porque los historiadores «tenemos cada vez más herramientas y nuevos enfoques: más adelantos técnicos, arqueología, etc». «Yo puse lo de oscuro sobre todo por la guerra, porque en aquel tiempo la guerra fue omnipresente: no hay un año sin conflicto», explica y matiza, «lo que no fue fue una edad bárbara: estaba el Islam, Bizancio, Persia, China…»

«En la parte occidental sí hubo un gran retroceso cultural», analiza, «hubo pocos textos y son complicados de tratar por su carácter: son leyendas, vidas de santos… Pero también son interesantes: las leyendas son importantes para ver el origen de figuras históricas como Arturo, Don Pelayo o El Cid. Son díficiles de trabajar», reconoce, «pero son importantes».

Y ¿por qué elegir un espacio tan amplio desde Britania hasta China?, le pregunto. «Porque hubo más conexiones de lo que creemos«, responde seguro. «Por ejemplo, el papel, que tiene origen chino, llega en esta época por la luchas entre musulmanes y los chinos de la dinastía Tang: llegaron cientos de prisioneros chinos a Bagdad, enseñaron la técnica de fabricación y así el papel llegó a Europa y permitió escribir con más tranquilidad, porque algo los materiales para hacerlo eran muy costosos».

Aquellos tiempos fueron «interesantes, de crisis y transformación». «Así aprendemos nosotros ahora», afirma este historiador, «al ver como otros pasaron por sus crisis».

Le inquiero sobre el enfoque basado en la guerra. El insiste en la idea de antes -«no hubo un año sin conflicto en aquellos siglos»- y asegura que «la guerra siempre ha sido determinante en la historia«. «Hay muchos historiadores que no quieren tratarlo por desagradable», reconoce, «pero soy de los que creen que es mejor conocerlas para evitarlas». «Además, en aquella época, la guerra lo determinaba todo: la tecnología, la sociedad, la religión…» Y así Imperios y Bárbaros, que trata en principio sobre guerra, ofrece una estampa colorida de toda una época en gran parte del planeta, trasciende su propio objetivo y ofrece más al lector de lo que espera.

Su experiencia militar, ¿le da otra mirada al tratar estos temas? «Yo sé lo que es pasar miedo, sé lo que es el compañerismo, lo que supone organizar una unidad… Lo viví en Bosnia y de maniobras. Aunque trabajo con textos de épocas muy lejanas, en la guerra hay elementos universales y yo conecto con el miedo y la ansiedad que transmiten porque los he vivido. Cuando un texto histórico me habla de las dificultades del terreno o de la logística, creo que tengo un plus al analizarlo que quizá un historiador puramente académico no tiene».

Un accidente, una oportunidad

A José Soto Chica un accidente le cambió la vida en 1996. Con 24 años, con experiencia en la misión de la ONU en Bosnia, sufrió un accidente con explosivos durante unas maniobras. Perdió la vista, la pierna izquierda y parte del oído. Estuvo 14 días en coma. «Ya no pude ejercer como soldado profesional, pero seguía teniendo mi pasión por la historia», rememora. «A los pocos meses de salir del hospital, empecé en la facultad: para mí fue una oportunidad, el accidente me permitió cambiar de ritmo y hacer algo que quería». Y concluye, «la vida son todo oportunidades».

Resulta sorprendente que una persona sin vista pueda dedicarse a una disciplina cuya base principal es la lectura, pero Soto Chica le quita hierro. «Hace años era diferente, pero hoy en día con un ordenador y un escáner, un ciego accede a toda la información sonora que necesita. Yo puedo navegar, entrar en la Biblioteca Nacional… Puedo hacer cualquier cosa, la única diferencia es que la información visual, para mí es sonora».

Divulgación y novela histórica

No solo es que este exmilitar sea historiador, sino que su pasión por su materia y por divulgarla le ha conducido también a ser escritor de novela histórica. «Los historiadores en España hacemos dejación de funciones: no divulgamos«, afirma. «Luego nos tiramos de los pelos, pero la culpa es nuestra», explica, «muchos creen que divulgar rebaja, pero olvidan que la historia tiene un carácter social: nos pagan por hacer comprensible a la ciudadanía nuestra labor de investigación».

Soto Chica ha escrito hasta la fecha dos novelas, Tiempo de leones Los caballeros del estandarte sagrado, ambientadas, como no, en el tiempo que mejor conoce: el surgimiento del islam y la última gran guerra entre Bizancio y Persia. «Es interesante, porque ambos imperios se estaban matando, un profeta empezaba en Arabia: los árabes les cogieron a los dos sin recursos y por eso se habla árabe desde Marruecos hasta Pakistán».

«La novela histórica es una herramienta fundamental, un buen método de divulgación: resulta una forma muy amena de ofrecer un primer contacto con un momento histórico», explica. «Los historiadores no deberíamos arrugar la nariz ante este género: una buena novela puede captar al público e interesarle por una época… Aunque también una mala puede cargársela», afirma.

Y, ¿cómo ve el género en nuestro país? «En España hemos tenido un genio del género, Alejandro Nuñez Alonso, que escribió durante los años 50 y 60. Luego vino una época horrorosa y ahora, desde hace unos 15 años, tenemos muy buenos novelistas históricos: Javier Negrete, Blas Malo, Arturo Pérez-Reverte, Santiago Posteguillo…»

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1 comentario

  1. Sencillamente excelente. Tanto por el entrevistado como por el periodista. Un ejemplo de buena divulgación. Felicidades.

    28 noviembre 2019 | 21:19

Los comentarios están cerrados.