Una historia de terror en la Antigua Roma

Luis Manuel López Román (Cedida)

Entre el maremágnum de literatura autopublicada que se puede encontrar en las distintas plataformas de la red podemos encontrar algunas joyas de casi cualquier género, algunos (pienso, por ejemplo, en David B. Gil) acaban saltando con todos los honores al sector editorial tradicional. Hay muchas obras de aficionados o malas o simplemente mal trabajadas, pero también hay tesoros ocultos. Es difícil de encontrar y de buscar, claro, pero ahí están. Pasa también en el género histórico, aunque no sea el rey de la autoedición como puedan serlo el thriller o la romántica. Y también, la autopublicación es un refugio para quienes intentan hacer apuestas arriesgadas que no encuentran un acomodo en la edición tradicional.

Bien podría ser este el caso de Luis Manuel López y su Oscura Roma (Amazon). Historiador, filólogo, profesor y ahora también escritor que se ha presentado ante los lectores con una efectiva y atmosférica novela de romanos (ambientada en la República) donde lo histórico se fusiona con el misterio y el terror: hay hechicería, fantasmas, asesinatos… Y por si no fuera suficiente todo ese arriesgado y original cóctel, con vocación de convertirse en saga.

¿Cómo nació la idea de la saga Marco Lemurio y por qué nace desde el principio como saga?

Marco Lemurio nace de un conjunto de ideas que echaron raíces en mi cabeza a lo largo de los años. Ideas sacadas de cómics, de novelas, de películas, de videojuegos… y por supuesto de mis estudios sobre la República romana. Fue como un cóctel en el que los ingredientes se fueron mezclando hasta engendrar una idea de la que me enamoré de inmediato. Y en cuanto tuve al personaje delante de mí supe que se merecía una saga, que necesitaría muchas novelas para explorar su mundo y dárselo a conocer a los lectores de forma adecuada.

La idea de mezclar misterio y antigua Roma no es nueva, ahí están Lindsey Davis y Steven Saylor, entre otros, pero sí que me parece más refrescante y novedosa -al menos en español- la idea de meter en la ecuación el terror…

El terror es el género que me ha fascinado desde niño, desde a antes incluso de enamorarme de la Roma antigua. Mis primeras lecturas están ligadas a este género y al nombre de autores como Stephen King o Clive Barker. Como suele ocurrir, uno empieza a escribir imitando lo que lee, y de ahí que mis primeros relatos y mis esbozos de novelas fueran siempre de terror. Pero esas primeras novelas y relatos se ambientaban siempre en la actualidad… Fue más tarde, al avanzar en mis estudios de Historia, cuando pensé en la posibilidad de ambientar esos relatos de terror en un tiempo pasado. Vi que podía ser una forma interesante de acercarse a la Historia desde un prisma nuevo.

¿Por qué decidiste ambientar esta historia en los últimos años de la República?

Para mí Roma es la República. Desde que comencé mi doctorado tuve claro que era éste el periodo con el que quería trabajar, así que dediqué mi proyecto de tesis al tribunado de la plebe en los siglos II y I a.C. Siempre me fascinó la crisis de la República, los personajes de los hermanos Graco, Clodio, César, Cicerón… Es un periodo con unas fuentes muy complejas, pero que, a pesar de todo, ha llamado la atención de los grandes historiadores y filólogos de nuestro tiempo. En mi caso no había opción. Cuando hablo de Roma, hablo de la República. Esa es la Roma en la que me sé mover. En la Roma de Trajano o de Constantino me sentiría perdido.

El final de la República romana parece que siempre quiere mandar algún tipo de mensaje a las democracias actuales, ¿o es llevar los paralelismos históricos demasiado lejos?…

La República romana ha sido un tópico que ha servido para reflexionar sobre diversos aspectos políticos y sociales como mínimo desde el Renacimiento. El populismo, los cambios de valores, la decadencia moral, la integración de los extranjeros, la corrupción… Son temas que ya encontramos en la Roma republicana. Los grandes autores del periodo, como Cicerón o Salustio, ya reflexionaron sobre ellos, y sus ideas pueden servirnos de guía a nosotros más de dos milenios después. Si me preguntas si la República romana tiene algún mensaje para la democracia actual mi respuesta es un rotundo sí. Ya lo decía Cicerón: Historia magistra vitae.

Que sea un territorio relativamente virgen literariamente, ¿da seguridad o vértigo?

Es una sensación compleja. Por un lado, al ser los años sesenta del siglo I a.C. un tiempo poco trabajado por los novelistas, la mayor parte de los lectores no están familiarizados con esta época. Esto supone que es más difícil que te pillen en un error de ambientación. Pero al mismo tiempo puede resultar una trampa para el escritor que tenga tendencia a relajarse en este sentido… Yo intento ser muy estricto en la reconstrucción de la Roma en la que ambiento mis novelas. Leo mucho antes de escribir cada párrafo, sobre todo fuentes originales. Y sin embargo siempre encuentras vacíos en los que te sientes inseguro. ¿Estaba Julio César en Roma en el año 67 a.C.? ¿Qué hacía Cicerón por aquel entonces? ¿Habían terminado ya las obras de reconstrucción del templo de Júpiter en el Capitolio? Estas y otras muchas preguntas te atormentan, y tienen que atormentarte, a medida que construyes la novela si quieres que el resultado tenga una calidad y una seriedad mínimas. Oscura Roma es una novela de misterio y terror, sin duda, pero también pretende seguir la estela de las novelas históricas más serias. En este sentido, intento que mi trabajo previo como historiador sea, si no impecable, sí al menos profesional.

Hablando del componente del terror, ¿en qué tradición o subgénero encuadraría las aventuras de Marco Lemurio?

No sabría muy bien dónde encuadrar esta novela. Es evidente que, si eliminamos el componente sobrenatural, su semejante más próximo es la saga de Marco Didio Falco, de Lindsey Davis. Saliendo de la época romana, sin duda El nombre de la rosa es un modelo que siempre está presente. La mezcla de géneros siempre es compleja y arriesgada, porque es difícil ponerle una etiqueta. También es éste el motivo por el que he apostado por la autoedición, ya que no encontré ninguna editorial con una línea que se adaptara a lo que es Oscura Roma. Y mucho menos al pretender que sea toda una saga…

¿Cuáles son los referentes de esta saga, si los hay?

Si tuviera que encontrar una tradición directa en la que insertar a Marco Lemurio tendría que salirme del campo de la novela. En el personaje hay mucho de Dylan Dog, un detective sobrenatural célebre en el mundo del cómic en Italia, pero también de John Constantine, que pertenece al universo de los cómics americanos de DC. En literatura tengo la sensación de que las novelas que más me han inspirado son las del agente Pendergast, una saga escrita por Douglas Preston y Lincoln Child. Todos ellos metidos en una coctelera junto a Salustio y Cicerón… y de ahí nace Marco Lemurio.

Como lector, ¿es más de novela histórica o de terror?

En general soy un mal lector de novela histórica. ¿Ese amigo que en el cine cuando va a ver una película de guerra está pendiente de que los uniformes de los soldados sean reproducciones exactas de como eran en su época? Pues ese soy yo con las novelas históricas. Es un problema del que en su momento ya escuché hablar al profesor Domingo Plácido, un peso pesado de la historia de Grecia en nuestro país. Decía que él no era capaz de disfrutar de la novela histórica porque estaba más pendiente del fallo que de sumergirse en la trama o deleitarse con la belleza formal de la obra. Algo así me sucede a mí. Leo más como un crítico que como un amante de la literatura. Con el terror no me pasa. Es un género que me atrapa más, que me retrotrae a cuando era un adolescente que se quedaba leyendo en la cama hasta las cinco de la mañana.

Cuando se enfrenta a una novela histórica con elementos sobrenaturales, ¿la investigación histórica, la documentación, es más laboriosa?

Es más laboriosa porque te obliga a investigar también otros campos menos habituales. Marco Lemurio es un personaje ficticio, pero al construirlo he intentado tener como modelos a hechiceros y brujas reales de la Roma antigua. Su instrumental de trabajo, por ejemplo, está basado en objetos reales que la arqueología ha documentado. Pienso en las tablillas de plomo con inscripciones mágicas, que Marco utiliza varias veces en la novela, y que se han encontrado en numerosos yacimientos de todo el Mediterráneo. No sabemos si los hechiceros de la Antigüedad podían obrar prodigios o no, pero sí sabemos en qué creían, cómo trabajaban, qué tipo de gente les contrataba y con qué finalidad. Al ser esta parte del personaje totalmente histórica ha requerido una investigación previa. Por suerte, hay grandes historiadores y filólogos que se han dedicado al estudio de la magia en la Antigüedad y contamos con estudios magníficos al respecto.

Eres historiador y filólogo, profesor, y colaboras con varios portales de divulgación, y escribes ficción, ¿la clave para atraer a los lectores hacia la historia es la mezcla? ¿En el género histórico cabe todo?

La mezcla es un arma de doble filo. Por un lado puede atraer a la Historia a los más reticentes, que desconfían de lo que para ellos son tediosos y polvorientos libros. Pero, por otro, puede hacer que los más puristas desconfíen y desprecien tu obra como un engendro que se sale de los límites habituales. Para mí la divulgación es algo esencial si los profesionales de la cultura queremos que el conocimiento llegue al gran público. Pero la divulgación ha de estar bien hecha. No todo vale, y por desgracia vivimos en un tiempo en el que las visitas a una web o las ventas de un libro priman sobre el contenido de modo alarmante. Divulgar es una labor que debe nacer del compromiso y la profesionalidad. Los historiadores debemos mantener una ética basada en el respeto absoluto a las fuentes. Si no haces una buena labor de investigación previa, si te lanzas a divulgar sólo por el afán del lucro personal o del impacto mediático estás causando un daño enorme a quien sí hace las cosas bien. Oscura Roma es una novela de fantasmas, en efecto, pero es una novela que trata de respetar la Roma del siglo I a.C. tal y como las fuentes nos la describen. Ojalá el que hoy lee las aventuras de Marco Lemurio dé el salto mañana y lea La revolución romana de Syme o, mejor aun, las cartas de Cicerón.

Como profesor y divulgador, ¿la novela histórica tiene un valor en la divulgación?

La novela es un instrumento maravilloso para acercar la Historia al gran público. Para un hombre o una mujer del siglo XXI tal vez resulte difícil identificarse con Pompeyo organizando sus tropas en la batalla de Farsalia, pero sin duda no lo será tanto si lo que le presentamos es una mujer de la Subura con problemas para pagar el alquiler y temor de ser desahuciada junto a sus hijos. La novela histórica, la novela histórica bien hecha, es una ventana por la que podemos mirar al pasado. Son pequeñas historias que nos hacen revivir la Historia. Y si hablamos de adolescentes o niños esto resulta todavía más cierto. ¿Qué mejor forma de hacer que un adolescente se interese por la República romana que presentarle a un joven de su edad que se enamora, sufre y lucha como él mismo se está enamorando, está sufriendo y está luchando en su día a día?

Por último, ¿qué novela histórica ambientada en la antigua Roma recomendaría? ¿Y qué novela de terror?

De novela histórica ambientada en Roma voy a dejar de lado los clásicos Colleen McCullough o Robert Graves y voy a citar una novela muy corta de una autora española: El silbido del arquero, de Irene Vallejo. Una lectura maravillosa, especialmente recomendable para los amantes de Virgilio y la poesía latina. En el género de terror me quedo con un clásico de los años ochenta al que hoy no se lee tanto como se debería: Clive Barker y sus Libros de sangre. Marcaron un antes y un después en el subgénero del relato de terror, y su impronta se extiende hoy hasta el campo del cine y los videojuegos. Merece la pena dejarse aterrorizar por sus páginas.

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