Ángela Vallvey relata la historia de las españolas: «Las fuentes históricas tienen un sesgo de género que nos ha privado de una enorme riqueza»

Cuadro de Las hilanderas, de Diego Velázquez.

De las apicultoras prehistóricas al 8-M, reza el subtítulo del último libro de Ángela Vallvey, Breve historia de las españolas (Arzalia, 2019). La ganadora del premio Nadal y finalista del Planeta repasa la historia de las mujeres españolas, desde tiempos inmemoriales hasta hoy, y lo hace mirando al conjunto, no solo a los grandes nombres o los personajes característicos. Un ejercicio que se antoja necesario y ciertamente sugerente en los tiempos que vivimos.

¿Cómo ha sido el viaje de su última obra, los Cuentos clásicos feministas, a esta Breve Historia de las españolas?

Sin incidencias, y con un paisaje agradable al otro lado de la ventanilla. Un viaje en primera, no de esos en “torture class” a los que estamos tan acostumbrados. Aunque lo cierto es que había emprendido la escritura del segundo libro hace tiempo, mucho antes de publicar Cuentos clásicos feministas. Pero claro que los dos parecen estaciones de un mismo trayecto, que pasa por relatar asuntos que me parecen importantes, candentes, de nuestro tiempo.

Cuando se repasa la historia de las mujeres desde la Antigüedad hasta hoy, ¿se siente admirada de lo logrado, de lo sufrido o enojada por lo que falta aún por conseguir?

Procuro no enojarme mucho y reservar mis fuerzas para empeños que requieren entusiasmo y alegría, que siempre reportan mejores frutos que la ira. Aunque es verdad que hablamos de una gesta llena de dificultades, escollos e injusticias. Me siento asombrada ante toda la estupidez y la barbarie que ha logrado que el periplo de las mujeres españolas esté sembrado de injusticias, de olvidos y de crueldad.

Aunque hay grandes y conocidos nombres de mujeres de nuestra historia, demuestra un gran interés en contar la historia de las mujeres anónimas, las que no salen en los libros de historia, de distintas extracciones sociales… ¿Fijarnos solo en las grandes mujeres de la historia hace perder la perspectiva sobre la situación de la mujer en la época?

A mi parecer, hoy día no se puede justificar el relato de la historia basado únicamente en grandes nombres e hitos. Para eso, ya están los calendarios de efemérides y los viejos cronicones. La narración de la historia tiene que formar un mosaico que dé cabida a las luces y las sombras, al “arriba y abajo”, a las personalidades relevantes pero también a la ciudadana común y corriente, que en todo tiempo y lugar ha vivido una existencia condicionada por la ley, y sin cuya presencia, en la parte baja de la pirámide social, tampoco habría nada que contar. El mundo se hace cada día y las sociedades, las mentalidades, están conformadas mayoritariamente por personas anónimas, ellas son la urdimbre sobre la que se escribe la gesta humana.

Supongo que documentar esta historia habrá sido una labor ardua, aunque la historia de las mujeres ya se ha ido trabajando desde hace décadas, la mayor parte de las fuentes históricas tienen un indudable sesgo masculino, cuando no machista….

Tengo más de 70 páginas de bibliografía, que no he podido incluir en el libro, porque lo hacía demasiado extenso. Llevo años estudiando el “tema”. Y sí, las fuentes históricas siempre tienen un sesgo de género, que nos ha privado de una enorme riqueza, y nos ha escamoteado la verdad. Nos han presentado el pasado mutilado, por una sola cara. Es increíble el poco caso que se ha hecho, por ejemplo, a reinas visigodas y a grandes personalidades femeninas de la antigüedad; resulta incómodo ver cómo las fuentes van siendo más abundantes conforme llegamos a la época contemporánea, ¡y gracias! Siempre pongo el ejemplo de Viriato, de cuya vida y milagros nos ha llegado el nombre de su suegro, Astolpas, pero yo no he conseguido averiguar el de su mujer. Los historiadores simplemente la despreciaron, la ningunearon hasta el punto de ni siquiera nombrarla, a pesar de que juega un relevante papel en la vida de su marido. No he escrito sobre ella en este libro, pero sí en otro anterior, donde me permití ponerle un nombre, totalmente inventado por mí, porque pensé que era injusto que aquella mujer no hubiese conseguido alcanzar la categoría de los caballos y las espadas de los héroes, que sí tienen nombre siempre, recogido en los anales. Una importancia que a ella se le ha negado por ser mujer.

Desde esas apicultoras prehistóricas hasta las manifestantes del 8M que narra en esta obra, ¿cuáles han sido esas mujeres que más le han emocionado?

Me gustan las mujeres prehistóricas, que aún no estaban sometidas del todo a la ley de algunos hombres que les tenían miedo, como ocurrió con sus sucesoras. Ellas fueron guerreras, sacerdotisas y diosas. Me gustan las mujeres poderosas, en el espacio público y en la intimidad. Las que saben sacar el mejor provecho de su suerte. Y las sabias. Las que leen. Las humanistas de la Edad Moderna. Beatriz Galindo, la latina, Francisca de Nebrija, que ayudó a su padre Elio Antonio de Nebrija a redactar la primera gramática española… Siento debilidad y admiración por las científicas y por las que, en general, logran vivir sin temor.

¿Libros como este son necesarios cuando vivimos en una sociedad que pese a los avances innegables todavía hay brecha salarial, hay datos terribles de violencia machista y quienes todavía niegan esa realidad?

Me encantaría pensar que con mis libros contribuyo a mejorar las cosas. La educación es la piedra miliarum que indica el camino hacia una sociedad más justa. Y hoy, más que en los libros, el peso de la enseñanza recae en esa zona de internet donde reinan la brutalidad, la zafiedad y la pornografía.

¿El sector editorial, que tiene tantas mujeres, como escritoras, editoras y agentes, es machista?

El mercado no pregunta el sexo de quien publica y logra vender. Sean libros o ventiladores. Si las mujeres venden, el mercado las convierte en triunfadoras, las quiere y las premia. El mercado no es sexador, ni de pollos ni de autores. Lo del sexo le importa un bledo. Tiene los ojos vendados, solo piensa en los ejemplares vendidos, en la facturación. Por eso el mundo editorial está lleno de mujeres: porque las mujeres leen y escriben, y sobre todo compran y venden libros. Otra cosa son los reconocimientos institucionales, el respeto “oficial”, las Academias y la dignidad pública: ahí, a las mujeres se nos desprecia y ningunea hoy con el mismo entusiasmo y eficacia con que se burlaban en el siglo XIX de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Dedica esta obra a tres mujeres célebres (Ana María Moix, Ana María Matute y Carmen Martín Gaite). De Matute escribe: “Me enseñó que quienes quieren silenciar a las mujeres (…) son siempre los mismos, tanto antaño como hogaño”…

Para mí no son unas mujeres célebres, sino tres queridas amigas que ya no están, y que tuvieron el talento y el valor necesarios para destacar. Y sí, Ana María me contó anécdotas de su carrera profesional que demuestran que son los mismos. Una caspa consuetudinaria. Los que rechazaban a Emilia Pardo Bazán aconsejándole que hiciera tertulias en sitios apropiados para una dama (en su casa). Los que no se acordaron de escribir el nombre de las reinas antiguas. Los que no entienden que la mujer salga de su casa y quiera conquistar el mundo. Los que justifican a los violadores. Los que le cierran la puerta a la mujer con la fuerza de la ley, y tiran la llave al mar del olvido oficial. Siempre los mismos.

En un libro de este tipo, leer al comienzo esa frase de Calderón, de “venciste, mujer, venciste, con no dejarte vencer”, tiene un cierto eco terrible…

He puesto unas citas que son una broma personal. De autores que no son conocidos precisamente por su apoyo a las mujeres, aunque tienen destellos luminosos, como demuestran esas citas. De todas formas, me hace gracia que estén ahí, abriendo este libro. Pienso: “que se fastidien…”. Esa cita es certera y escalofriante: en efecto, que la victoria sea no dejarse vencer, ya retrata todo un destino.

Termina el libro con un epígrafe dedicado a las lectoras, celebrando el altísimo número que hay en la actualidad, donde son soporte indiscutible del sector editorial…

Sí, como el libro es la historia de las españolas, me parecía un buen broche. Ellas son la culminación del espécimen objeto del libro. Por fin, las mujeres tienen derecho a la educación, y la utilizan con un enorme provecho. Las españolas leen mucho. Eso es una buenísima noticia. Además, yo me incluyo en ese apartado porque no me considero escritora. Soy, sobre todo, una lectora. Voraz. Libre. Escribir libros es para mí, solamente, la manera más perfecta de leer.

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2 comentarios

  1. Dice ser Juanita

    Lo estoy terminando, y es un libraco fantástico yn un trabajo de aplausdir. Muy recomendable,. Me ha gustado lo de incluir investigaciones de ADN y la cara oculta de las relaciones matrimoniales entre la realeza etceteara. Mucho que contrar. Una inversión de libro..,

    23 julio 2019 | 12:05

  2. Dice ser graciela inchauspe

    No soloenE spaña, en todo el mundo nos han tenido a as mujeres como cosas, que solo servian para parir, cocinar y atender a los maridos.Mi bisabuela, soy de argentina, vivia en una estancia de entre rios, era una «niña bien»hija de un hacendado, y cuando dijo que queria ser maestra el padre la encerro.Pero ella,ah, la sangre española caliente y fuerte, se escapo, fue a la capital de la provincia, la recibio una tia, y se recibio de maestra con honores.a los años y ya casada, su padre la perdono, porque recibio una carta del Director de la escuela Normal diciendole que el pais necesitaba muchas mas maestras como su hja.Una genia fue ,una adelantada a su epoca

    24 julio 2019 | 01:38

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