‘Hijos de la Stasi’ y el ‘noir totalitario’ del otro lado del Telón de Acero

Tom Hardy en una escena de la adaptación cinematográfica de El niño 44.

Escribía en junio Lluís Fernández en La Razón sobre Hijos de la Stasi, de David Young, (traducción de Carlos Jiménez Arribas, Harper Collins Ibérica, 2017) y titulaba su reseña como “la consagración del ‘noir totalitario’”. Y citaba, junto con la de Young, a autores como Philip Kerr o Tomb Rob Smith. Hace unos semanas yo mismo utilizaba esta misma novela para abrir el debate sobre si debería haber un premio específico en España para el thriller y el policíaco de ambientación histórica. Así que creo que ha llegado el momento de hablar algo más de este asunto.

Hijos de la Stasi es una entretenida novela policíaca clásica ambientada en la República Democrática Alemana (la Alemania comunista) en 1975. Un equipo de la Policía del Pueblo en Berlín Oriental es encargada de investigar un peculiar crimen: una adolescente ha aparecido horriblemente mutilada a los pies del célebre Muro. Y es peculiar el asunto porque todo parece indicar que la chica huía… pero de la parte occidental… Y, además, la todopoderosa y aterradora Stasi está muy interesada en el caso.

Young logra mantener el ritmo y logra que lo mejor de la novela sea el ambiente histórico de la Alemania de Honecker y el paroxismo del espionaje y la continua violación de la vida privada e intelectual de la ciudadanía por parte de la Stasi. Eso fue lo que, seguramente, le llevaría a ganar el CWA Historical Jagger Award de 2016, ya que la trama más policial, siendo entretenida y estando bien llevada, tiene algún momento bastante forzado, sobre todo llegando a la parte de su resolución.

Young ha publicado una segunda novela en su país (Stasi Wolf, Lobo de la Stasi en mi traducción libre) este 2017 y se espera para 2018 la tercera (con el título provisional de A Darker State, un estado más oscuro). En su web podemos leer que hay contratadas ya por la editorial que le publica en su idioma original cinco historias protagonizadas por la detective Karin Müller.

Coincido con Fernández en hablar de “consagración” de ese “noir totalitario” que durante décadas había estado copado por la Alemania nazi (desde La noche de los generales, la excelente La hora estelar de los asesinos o la serie Bernie Gunther de Kerr o la de Martin Bora de Ben Pastor… Aunque no puedo dejar de recordar las tres excelentes historias de El comisario Di Luca, agente de la policía fascista de Mussolini, que Carlo Lucarelli escribió en los 90 y que en España publicó Tropismos) y que, en los últimos tiempos, se ha ido abriendo el campo con acierto hacia otras épocas y lugares: la URSS estalinista de El niño 44 de Tom Rob Smith; las serie del inspector Mascarell en la España  franquista de Jordi Sierra i Fabra; o la de Arturo Andrade, de Ignacio del Valle…

Las historias negras ambientadas en épocas de regímenes totalitarios, como las que se ambientan en escenarios bélicos, tienen el encanto especial de hacer palpable una terrible paradoja: ¿qué importa un crimen concreto e individual en una situación donde todo el sistema es criminal y víctima? Y a ese dilema, los autores de este género híbrido están sacando mucho jugo.

Y, quizá sí, una de las novedades es que los autores están girando su mirada hacia los regímenes comunistas del siglo XX. Y como estas historias son menos conocidas que sus ‘primas’ del nazismo o el franquismo, os dejo cuatro sugerencias…

Hijos de la Stasi, de David Young (Harper Collins Ibérica). Correcta y entretenida novela negra donde un equipo de la policía criminal debe investigar un brutal crimen a los píes del Muro de Berlín. Policías y víctimas sentirán la presión asfixiante de la Stasi sobre el caso. La han comparado, y en cierto sentido con acierto, como una mezcla de la serie Bernie Gunther de Kerr con la película ‘La vida de los otros’. Y la protagonista es una mujer, cuya vida familiar dará alguna sorpresa.

 

 

 


El niño 44, de Tom Rob Smith (traducción de Mónica Rubio, Salamandra Black). Un asesino en serie en un país que no concibe ni admite que existan: la URSS de 1953. Asfixiante thriller donde casi da más miedo el estado que el asesino. A veces casi más que una novela con ambientación histórica una distopía. Me gustó especialmente el matrimonio protagonista y la forma de actuar del asesino. Hace unos años saltó al cine.

 

 

 


Asesinato en el Kremlin, de Alejandro M. Gallo (Rey Lear). Un crimen político en la URSS previa a la Segunda Guerra Mundial. Alejandro M. Gallo utiliza el crimen real de Serguéi Kirov y demuestra por qué es uno de los mejores autores nacionales a la hora de mezclar lo negro y lo histórico. Buen policíaco, buen thriller político en la URSS de los años 30.

 

 

 

 


Parque Gorki, de Martin Cruz Smith (Ediciones B). Cruce de novela policíaca y de espías ambientada en la URSS de finales de los 70 y protagonizada por el investigador jefe de la milicia de Moscú, Arkady Renko. La cosa empieza con el hallazgo de tres cadáveres en el parque del título y la cosa acaba con la KGB de por medio y una trama de espionaje internacional. Más que histórica, novela policiaca entretenidilla y una de las pioneras en usar la ambientación soviética (aunque el autor sea de EE UU). Es el arranque de una serie de ocho novelas protagonizadas por Renko.

 

 


Y vosotros, ¿qué ‘noir totalitario’ me recomendáis?

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser María Jesús

    Buenas recomendaciones.

    El niño 44 está basado en el caso de Andrei Chikatilo, que en realidad actuó algo más tarde, en los años 80. Me parece recordar que dejó más de 50 asesinatos. No he leído el libro, pero la película es muy buena. Asesinato en el Kremlin, de Alejandro Gallo, es excelente y refleja el ambiente opresivo del régimen Stalinista a la perfección.

    Tomo nota de las otras dos novelas, en especial me ha gustado el planteamiento de Hijos de la Stasi.

    Como recomendación te dejo La muerte invisible, de Alberto Pasamontes y editada por Reino de Cordelia, con una investigación policial que busca a los responsables del accidente de la central nuclear de Chernobil. Estupenda.

    08 septiembre 2017 | 10:40

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