Un clásico al mes: ‘Juliano, el Apóstata’, de Gore Vidal

Moneda del emperador Juliano (WIKIPEDIA)

Moneda del emperador Juliano (WIKIPEDIA)

Flavio Claudio Juliano no estaba destinado a ser emperador romano, pero su ambición (se levantó contra su primo Constancio) y las carambolas del destino (su predecesor murió antes de entablar batalla) le llevaron al poder. Y allí, sorprendió a todos. En una época donde el cristianismo había triunfado y se había convertido en la religión del Estado, Juliano renegó de ese credo e intentó volver al paganismo (a los dioses clásicos), al helenismo.

Un personaje polémico y apasionante, carne de literatura para un grande del género como Gore Vidal (autor de, por ejemplo, Creación) en Juliano, el Apóstata (Edhasa, 1983, hay varias reediciones; traducción de Eduardo Masullo).

Esta  es una novela construida a base de un intercambio epistolar entre dos filósofos amigos del emperador Libanio y Prisco, divertidísimos, ácidos, críticos, agudos narradores y puntualizadores de la historia) que comentan el supuesto diario del emperador, tras su muerte. En él, Vidal va desgranando la vida, venturas y desventuras y luchas religiosas de Juliano.

Es éste polémico monarca, a ojos del novelista estadounidense, un personaje idealista, revolucionario, pero como ser humano ambiguo y lleno de contradicciones. Realiza, a tres voces, una construcción poliédrica de este poco conocido y polémico emperador. Vidal no oculta la simpatía de su lucha contra el cristianismo de la época (a los que llama ‘galileos’), que busca fagocitar el Estado romano y a los demás credos, símbolo de todos los fanatismos, pero también muestra a un hombre que cae en su fe pagana en los mismos errores que censura a sus enemigos.

Vidal, un estadounidense muy metido y comprometido en política, es un ejemplo (positivo) de cómo las novelas históricas pueden y deben dialogar con nuestro presente, político y social. Históricamente muy documentada, la novela nos habla de la decadencia del imperio romano y el auge imparable del cristianismo.  No hace falta comulgar con las ideas del escritor  para aplaudir los temas que expone y reflexionar sobre ellos: fanatismo, poder, revolución, relaciones entre religión y estado, el control de la historia y la memoria… Hay mucho que exprimir en esta novela. Y de todo ello, podemos ver correlaciones en nuestro tiempo.

Ya, dirá alguno, un tostón. Pues no, queridos, Juliano el Apóstata es una novela deliciosa y bien escrita y narrada; en sus páginas hay emoción, debates, pasiones, intrigas y guerras. Ah, y en ocasiones, un afiladísimo sentido del humor.

Un clásico de la novela histórica moderna que hay que disfrutar. A Santiago Posteguillo le pregunté recientemente por ella y dijo: «Es una novela muy audaz, donde Vidal intenta reescribir y recuperar a la historia un emperador marcado por el estigma que le puso el cristianismo. Se enfrentó al cristianismo no porque la odiara, sino porque pensaba que la forma en la que se estaban haciendo con el control del gobierno de Roma podía llevar a la desintegración del imperio. No le faltaba razón. Otra cosa es que se pueda justificar cómo intentó revertir aquello».

Os dejo con una de las frases del libro que más me gustan…

Los héroes no pueden sobrevivir a las burlas.

¡Buenas lecturas!

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1 comentario

  1. Dice ser incom2

    Pues qué pena que no lo consiguiera. Nos habría ahorrado siglos de oscurantismo cristiano operando al mismo nivel de violencia que el actual islamismo radical, y puestos a creer en cuentos de hadas y deidades mitológicas, mejor la clásica que eran más divertidos que no los dos rancios dioses mitológicos actuales. Ah no, perdón, que son el mismo dios sólo que unos leen los libros sagrados de una manera, y los otros de otra, y se pelean porque no se ponen de acuerdo en quién lo está leyendo bien.

    24 mayo 2016 | 18:13

Los comentarios están cerrados.