Por Juan Fernández Sánchez

Conforme avanzaba la segunda parte del partido clasificatorio para el Mundial de fútbol se veía de forma evidente que en el medio del campo había un gran vacío, porque Xavi Hernández se derrumbaba por momentos, al igual que Iniesta, y otros jugadores del centro del campo estaban descolocados. A pesar de que por ese agujero avanzaban los jugadores franceses sin dificultad, casi al toque del quinto de caballería, y con frecuencia en notorio aumento, Del Bosque no quitó a Xavi Hernández (no sea que alguien se molestara) y el cambio que hizo no fue para organizar y dar un poco de seguridad al centro del campo (las opciones eran diversas, poner a Albiol en la defensa y pasar a Busquets al centro o dejar la defensa como estaba y sacar a Javi Martínez).

No, Del Bosque hizo entrar a Torres, conforme al guion particular que tenía antes de comenzar el partido, para que la afición del Calderón le aplaudiese. Puede que eso quedara por unos segundos muy bonito y el “Sr. Marqués Bienquedas” pensara que había cumplido, en ese sentido, una vez más. Pero alguien, quizás también los propios jugadores, tendría que recordar a Del Bosque que el fútbol a esos niveles requiere una determinada profesionalidad, que se mueve mucho dinero y está en juego una clasificación para un Mundial. Y al ‘Marqués Bienquedas’ habría que decirle que, además de aprender a reaccionar tácticamente cuando las cosas van mal, tendría que hablar en singular y no justificar sus propios errores con “hemos especulado demasiado” y “alguna vez teníamos que meter la pata”. Pero esto no sucederá y algunos ya le están defendiendo, como Guardiola, que se ha apresurado a decir que “todo lo que hace Del Bosque tiene un sentido irrefutable”. Por supuesto, esta afirmación del chico al que Del Bosque considera tan majo no tiene nada que ver con la defensa que el Marqués hizo hace unas semanas de las ideas independentistas de Guardiola.

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