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Archivo de marzo, 2014

Los recortes en dependencia de Cospedal

Por María Luisa Carranza

La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal. (EFE)

La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal. (EFE)

Querido gobierno de esta España mía, de esta España nuestra:

Me siento a escribir porque cada día ustedes me sorprenden más con los recortes sociales y este último me ha tocado muy de cerca. Hace 17 años mi madre quedó ciega y pasó a ser una persona dependiente ya no sólo por la edad, sino por la discapacidad visual que le sobrevino. Hasta ahora, mal que bien, recibía su pensión en Castilla-La Mancha, pero usted, presidenta de la Junta de esta Comunidad, ha tenido a bien el efectuar estos recortes con el respaldo de su Gobierno, recortando cada año más esta pensión. En concreto, en dos años consecutivos unos 150€ (de un total de 495€) de la Ley de Dependencia de tercer grado. Mi madre sigue cobrando porque es una gran dependiente pero gracias a su solidaridad, querida presidenta, y la de los suyos, muchos niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos se han quedado sin esta ayuda que les prohíbe tener una mínima “calidad de vida”. Ustedes se llenan la boca diciendo que estamos viendo la luz al final del túnel, esto a mi parecer se está produciendo a costa de dejar a muchas personas dependientes en el camino.

No le deseo mal a nadie señora de Cospedal, pero espero que si algún día le toca de cerca, no se eche las manos a la cabeza porque sus familiares no pueden salir adelante. Simplemente recuerde que otros tuvimos que ayudar a sobrevivir a los nuestros porque usted les negó la ayuda.

Fórmulas para rentabilizar la Segunda B

Por Joaquín Benita

El Olimpic Xátiva, de Segunda B, disputando un partido contra el Real Madrid en la Copa del Rey. (EFE)

El Olimpic Xátiva, de Segunda B, disputando un partido contra el Real Madrid en la Copa del Rey. (EFE)

La Segunda B necesita nuestra consideración y el aprecio de todos los aficionados al fútbol para buscar fórmulas que resuelvan la rentabilidad y así empiece a funcionar una categoría a la que le pasa factura la crisis económica y las peculiaridades de su formato.

Existen múltiples formas de hacer esto: buscar un horario exclusivo de los partidos de Segunda B (los sábados, por ejemplo), poner al menos dos partidos de estos en las quinielas, ser televisados, pasar la Liga BBVA y la Liga Adelante al domingo exclusivamente y sin lunes, etc. Y es que no cabe otra solución para la castigada categoría de la Segunda B.

Que los partidos de Segunda B no coincidan ni con los de Primera ni con la Segunda División A, sentaría indudablemente las bases de un buen proyecto que también serviría para despertar e impulsar los intereses por otros deportes minoritarios en nuestra sociedad. Además, no solo ayudaría a la Segunda B, sino también a dar bonanza a muchos negocios de la hostelería, los cines, establecimientos de ocio, tiendas, etc.

Es la medida necesaria para contribuir a la creación de empleo en dichos negocios en base a duplicar o triplicar sus ventas y la recuperación de las pymes entre otras cosas tan necesitadas en nuestro país. Los efectos de esta medida podrían contribuir a que los cines y los teatros recibieran más espectadores, como el fútbol de la categoría de Segunda B. Utilizando este sentido, podríamos decir la expresión de matar dos pájaros de un tiro aprovechando una sola acción para conseguir varios resultados a la vez.

Justos por pecadores

Por Félix Ortega

Imagen aérea de la Cañada Real. (JORGE PARÍS)

Imagen aérea de la Cañada Real. (JORGE PARÍS)

Eran sobre las seis de la tarde y yo ya me dirigía a casa en el tren de cercanías. En la estación de El Pozo, un hombre desaliñado y con aspecto descuidado empieza a suplicar ayuda. A la vez que recorre el vagón, va contando en voz alta sus desdichas y la difícil situación por la que está pasando. Sin trabajo desde hace tres años, con una mujer y una hija que mantener, desahuciado y en la calle. En fin, un drama que produce remordimiento hasta a la más dura de las conciencias. Me conmovió tanto esta historia que me rasqué el bolsillo para darle un euro. Para mí un euro no supone nada pero para él sí sería una ayuda junto al resto de donativos.

El tren llega a la estación de Vallecas. Me bajo y cuando estoy saliendo a la calle, justo a mi lado, estaba aquel hombre. De una carrera se mete en una cunda (vehículos que trasladan a toxicómanos) camino de la Cañada Real y yo me quedé con cara de gili… por haber dado un euro a un drogadicto pensando que era un pobre mendigo. La próxima vez pagarán justos por pecadores.

Paralizadas las obras de una instalación deportiva de Murcia

Por F. B.

Imágen de la instalación deportiva José Barnés en pleno centro de la ciudad de Murcia. (F. B.)

Instalación deportiva José Barnés en el centro de Murcia. (F. B.)

Les escribo con intención de hacer eco de una catástrofe que llevo viendo cada día durante casi un año. Se trata de la instalación deportiva José Barnés situada en el centro de Murcia, concretamente en la calle Mar Menor. El motivo de mi triste sensación es que este campo de fútbol de césped artificial podría ser utilizado por equipos de fútbol de todas las edades.

Esta instalación empezó una remodelación en el mes de junio, apenas trabajaron dos semanas y pararon la obra hasta el mes de noviembre. El problema viene en el momento en que deciden poner una tela asfáltica (como se puede ver en la imagen que adjunto) para canalizar el agua, sobre la cual iría el césped artificial. Tras poner esta tela se dan cuenta de que no les sirve, ya que con un poquito de sol la tela forma montículos. Según puedo saber, la obra se paró hace casi tres meses y, actualmente, parece ser que el Ayuntamiento no se quiere responsabilizar de este error y la empresa instaladora tampoco. Resultado: obra parada indefinidamente.

Si hubiera justicia, no haría falta caridad

Por Ángel Villegas

Lo he oído recientemente en un programa deportivo de radio: a los oídos de un futbolista que está entre los más grandes del mundo llegó la noticia de que un niño de diez u once meses sufre una grave enfermedad. Alguien se lo dijo y él entregó, inmediatamente, un par de botas y una camiseta para el chaval.

Un hombre pide limosna. (REUTERS)

Un hombre pide limosna. (REUTERS)

Pero no se quedó ahí y, después de informarse, se comprometió a entregar una importante cantidad de dinero para que el niño fuera intervenido quirúrgicamente, porque de la rapidez con que se efectuara la operación dependía mucho la curación. En el sistema de salud español se le intervenía pero esperando un año, o quizá más, por lo que había que acudir a la sanidad privada.

Al parecer, hay una lista de espera que hace «imposible» que se le opere antes. Este crío no es el único caso y supongo que, con otras dolencias, habrá muchos en las mismas circunstancias. Lo he escuchado con una mezcla de alegría e indignación. Alegría porque esos privilegiados deportistas, admirados y, en ocasiones, aparentemente distantes, tienen nobles sentimientos que hacen que, al menos yo, les admire mucho más por ello que por lo que me deleitan con su talento deportivo. Indignación porque en un país como España, donde tanto sinvergüenza desvalija las arcas públicas, hay enfermos graves que tienen que esperar años para ser intervenidos, aun sabiendo que esa demora puede ocasionarles gravísimas consecuencias e, incluso, la muerte.

Bien está, y en lo que a mí respecta se lo agradezco en el alma, que haya gestos tan nobles como el del futbolista en cuestión. Pero, si hubiera justicia, si no se diera el hecho vergonzoso de una espera injustificable para acceder a un tratamiento médico, no sería necesaria la caridad de nadie.

Los ‘fusilamientos’ (de personal) en El Prado

Por Juan Martínez Alonso

Llegó febrero y con su venida mi adiós al Museo del Prado; he sido vigilante de salas durante seis años y medio (como empleado público); la experiencia, maravillosa a pesar de que algunos se hayan esforzado en fastidiarla a última hora.

Hace unos meses tuvo lugar el último proceso selectivo y resulta que de casi 300 integrantes de la Bolsa de Trabajo anterior sólo pasaron el corte 15 personas. Se inventaron un test para evaluar las “competencias profesionales” que no superó casi nadie. Por lo visto durante seis, ocho o diez años las obras maestras del museo estuvieron en manos de desalmados e incapaces (tres entrevistas personales pasé y más de 25 períodos de prueba, sin tacha).

La Galería Central del Museo del Prado (Leonardo Wen / EFE)

La galería central del Museo del Prado (Leonardo Wen / EFE)

La antigüedad (los trienios), la experiencia (muchos de nosotros por encima de los 45 años) y nuestro incipiente inconformismo (quejas ante las degradadas condiciones laborales de los últimos tiempos), nos condenó. Señor Zugaza Miranda, director de la Institución, es usted el responsable último, por acción u omisión de nuestro ajusticiamiento. ¿Por qué se ha atrincherado en su despacho y no ha dado la cara? ¿Por qué ha mandado al peonaje a hacer el trabajo “sucio”? ¿Era necesario ensañarse?

Se han negado a dar información sobre el proceso selectivo desde el primer minuto: ¿Por qué tanto oscurantismo? ¿Qué esconden? Quizás todo tenga una sencilla explicación: la patente de corso de la que algunos gozan por ser prebostes del Museo del Prado ¿o me equivoco? Y todo esto en la gran pinacoteca nacional, en la joya de la corona, en el “último bastión” de la cosa pública, otro chasco para la animosa muchachada de las mareas ciudadanas, el Prado es una empresa más, otra que trata a patadas a su personal. Perros tiempos estos en los que la dignidad de los trabajadores vale muy poco.

Indefenso ante la factura del agua

Por Yolanda Jiménez

Imagen del Canal de Isabel II. (EP)

Imagen del Canal de Isabel II. (EP)

Mis padres tuvieron que echar mano de los ahorros de toda su vida para comprarse un piso con ascensor porque mi madre está enferma. Mientras se mudaban, el piso se quedó vacío pero un día llegó una factura de 500 euros de agua.

A mi padre le costó un mundo que le cambiaran el contador, que estaba mal, y mientras esto ocurría, llegó otra factura de 400 euros. Ahora, si no pagan, les cortan el agua y pasan a ser morosos. No pueden hacer nada.

En la Agencia del Consumidor dicen que no pueden ayudarles porque es una “empresa que no se aviene a conciliación”. El seguro no cubre la defensa contra las telefónicas, las eléctricas y el Canal de Isabel II. Los abogados les han dicho que denunciar les va a salir más caro. Y así, el Canal de Isabel II le ha robado a mi padre -un jubilado-, 900 euros de su pensión.

11-M, cuando los recuerdos lloran

Por Beatriz Cabello

Todos, por desgracia, tenemos un 11-M grabado en nuestra memoria, unos lo recuerdan con más dolor que otros, pero a todos nos entristece este día, una fecha que acabó con la vida de 191 personas, y que destrozó la de muchas otras. Diez explosiones en cuatro trenes diferentes que terminaron apuntando como culpable al terrorismo islámico.

Diez años hace ya de aquella fatídica mañana en la que los relojes de un país entero se pararon cuando marcaban las 7.37 horas de la mañana. Cuatro trenes con 10 bombas, explosionaron en Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, sembrando el caos y la incertidumbre en la ciudad de Madrid. Todos, sin nosotros quererlo y saberlo, fijaban sus miradas con asombro en nuestro país. 191 corazones dejaron de latir y casi 2.000 quedarían tocados para siempre, de fuera o de dentro de nuestras fronteras, daba igual, todos eran corazones nuestros, todos eran madrileños.

Dos vagones reventados en Atocha el 11-M.

Dos vagones reventados en Atocha el 11-M.

Un 11 de marzo soleado que no acompañaba a la tristeza en la que desde primera hora de la mañana se había sumergido España, un día en el que mirar al cielo se convertía en la única alternativa para preguntar el porqué de lo sucedido, respuestas que tardaron en llegar y que nunca se entenderán.

En aquellos días, los gestos humanos eran los únicos que hablaban por sí mismos, fueron estos los que nos hicieron darnos cuenta del valor y la grandeza de las personas que ayudaron en aquellos atentados. Madrid lloraba y España entera intentaba secar esas lágrimas, un sentimiento compartido que se demostró en las calles de todo el país, gestos como el dejar un móvil o dinero para llamar desde una cabina de teléfono a un familiar, el prestarse a llevar a cualquier punto de Madrid a alguien, o esas colas interminables que se hicieron en toda España para donar sangre a todos los heridos que lo necesitaban. Además de, por supuesto, todas las fuerzas de seguridad, médicos, psicólogos… y todos esos héroes civiles anónimos que ayudaron a muchas personas.

Madrid siempre ha destacado por su hospitalidad, ese día lo hizo mucho más, demostrando al mundo entero que un país como España o una ciudad como Madrid no paraliza a sus gentes, un país como España sale a la calle a ayudar y a buscar la verdad.

Un día horroroso que por desgracia tendremos que seguir recordando, pero sobre todo por ellas, por las víctimas. 191 familias que nunca tendrán su puzle completo, siempre les faltará una pieza que se marchó mucho antes de tiempo.

Recuerdos del día 11 diez años después

Por Mohammed Azahaf (*)

Me levanté a las 7 de la mañana. Había quedado a las 8.30 en Vallecas Villa para una reunión en la junta municipal con la mediadora de ese distrito. Entré en el metro, línea 1, estación Valdeacederas destino Atocha Renfe. Sobre las 8 el tren llega a la estación anterior. Nos avisan por megafonía: “señores viajeros, la estación de Atocha Renfe está cerrada, se ha cortado la circulación”. Vigilantes jurados con cara de preocupación nos dicen que salgamos a la calle. Una vez fuera, caos, muchas ambulancias y un silencio raro dentro del caos. Las personas que estamos fuera empezamos a hablar quejándonos de no poder llegar a tiempo a nuestros compromisos (entonces no sabíamos que muchas personas nunca iban a poder llegar). De repente alguien dice, ha sido un atentado. Esta vez ha sido grande, muy grande. Demasiadas ambulancias.

Quise llamar y avisar que no llegaba a tiempo a la reunión, pero no tenía cobertura; nadie a mí alrededor tenía. Seguí intentándolo y por fin conseguí línea. En ese momento me llamó una amiga y me dijo que las noticias hablaban de un atentado en Atocha y me pregunta si estoy bien. Respondo que sí y, confuso, me fui andando a la oficina central del SEMSI (Servicio de Mediación Social Intercultural) en la Plaza de Santa Ana. Junto a algunos compañeros empezamos a hablar de la gravedad del atentado. De repente, una compañera recibe la llamada de su hermano, su novia ha resultado herida leve, pero como no tiene papeles teme ir a un hospital. En ese momento nos damos cuenta de que hay muchas víctimas de origen extranjero entre los afectados. Hay que hacer algo.

Llamamos al ayuntamiento y le informamos que muchos de los heridos de origen extranjero no están acudiendo a los hospitales por miedo. Toman nota y colaboramos en la organización para montar un dispositivo, lo que más piden son psicólogos. Tan solo son las 10:30 y la maquinaria está funcionando con inercia según van llegando las noticias. Desde la oficina se empieza a contactar con mediadores y psicólogos, preguntándoles si están disponibles para ayudar. Todo el mundo dice que sí.

12.30 horas. Nos confirmaron, tras varias dudas, que en Ifema se habilitaría un pabellón como morgue (había muchas víctimas y no cabían en el Instituto Anatómico Forense). El pabellón es el número 6. Empezamos a avisar a la gente para que se fueran distribuyendo. Salí a dar una vuelta para despejarme. Fui a la puerta del Sol donde había una fila larguísima de gente para donar sangre en la unidad móvil de Cruz Roja. Me puse en la fila y cuando me tocó me tomaron la tensión y me dijeron que no podía donar, tenía la tensión muy alta: estaba nervioso.

Continué con el paseo y me encontré con un par de compañeras mediadoras que también eran de origen árabe. Hablamos de la barbarie que habían hecho y de la declaración de Otegi diciendo que ETA no ha podido ser. De repente una compañera dijo, ¿sabéis qué día es hoy? Le respondimos que 11 y ella dijo, sí, igual que el 11 de septiembre. Nos quedamos callados y no hablamos más del tema. Los tres somos musulmanes y el miedo que nos recorrió el cuerpo en ese momento era indescriptible. Seguimos dando el paseo y volvimos a la oficina en silencio.Recuerdo a las víctimas en la calle Téllez (JORGE PARÍS)

16.00 horas. Estaba en la parada del autobús de Conde de Casal, camino a casa tras una mañana de llamadas para conseguir voluntarios. Me sentía mareado, con muchas sensaciones, mucha información, mucha tensión, mucha preocupación. Esto era nuevo, era desconocido. Justo fui a meterme en el autobús y recibí una llamada. Uno de los coordinadores me dijo que tenía que ir al Ifema, hacía falta gente. Cogí el metro y fui para allá. Cuando llegué era extraño, porque en el pabellón de al lado había una feria de productos dentales y la gente que estaba ahí estaba un poco confusa. Algunos sabían que en el pabellón 6 estaban depositando los cadáveres de las víctimas de las explosiones y no sabían cómo reaccionar.

Nos asignaron un despacho en la planta superior, al lado estaba el del Samur, y nos reunieron. En la reunión había gente del Ayuntamiento de Madrid y del Ministerio del Interior. Nos informaron de la decisión que se había tomado respecto a los heridos y las víctimas de origen extranjero (a los heridos se les daría el permiso de residencia, a las víctimas la nacionalidad española). Establecimos turnos de ocho horas. Nos preparamos para el apoyo.

Es difícil explicar en qué consistían las atenciones, había una mezcla de todo. Atendíamos a personas que cuando acudían al Ifema era porque habían pasado por todos los hospitales y no habían encontrado a su familiar o amigo. Les ayudábamos en las traducciones, el contacto con las embajadas de sus países de origen, los formularios, etc. La gente necesitaba tener espacios de recogimiento. Hablamos con los responsables del Ifema y habilitamos una sala para que tanto creyentes como no creyentes, tanto cristianos como musulmanes, pudiesen rezar y meditar.

Las horas pasaban y la tensión aumentaba, cada vez acudían más y más familiares de desaparecidos, también aumentaba el número de voluntarios. El ambiente era raro. Todo el mundo se comportaba con el resto como si todos fuésemos una familia. Si necesitabas algo, al momento lo tenías. Un teléfono, un cigarro, una bebida, algo para comer, un hombro para llorar…

Sobre las 21 horas una llamada de un amigo me inquieta mucho más. Su frase es como una losa de 1.000 kilos que cae sobre mi cabeza. “Acaba de reivindicar el atentado un grupo islamista”. Me puse a llorar, no entendía nada. No comprendía que alguien que decía ser musulmán, como yo, hiciese esa barbaridad en nombre de mi religión. Estaba viendo los efectos de ese atentado desde primera hora de la mañana y la noticia de saber que alguien que se proclamaba musulmán reivindicaba ser el responsable de todo ese dolor que estaba viviendo me dejó muy afectado.

Pero en el Ifema esa información no servía para nada. Ahí lo importante era otra cosa, era atender y gestionar lo mejor y más rápido posible la situación de los amigos y familiares que estaban ahí. De madrugada me llevaron a casa en coche. Estaba destrozado. Apenas pude dormir. Al día siguiente volví al pabellón 6 y continuamos con el trabajo. Aunque bueno, eso fue el 12 de marzo y hoy necesitaba contar lo que ocurrió el 11, porque 10 años después, cada vez que llega el aniversario, recuerdo ese día detalle a detalle.

Dedicado a los familiares y amigos de todas las víctimas. Dedicado a todas aquellas personas que ese y los siguientes días su vida solo consistió en apoyar y ayudar.

(*) Mohammed Azahaf es el Coordinador Federal del Grupo árabe del PSOE, de origen magrebí. Vecino de Rivas Vaciamadrid.