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Las ‘Palabras’ tomarán hoy Huesca en el Festival Periferias

Para muchos de los que amamos Huesca el Periferias es como un aullido semántico, una voz, vocablo, término o promesa, que despierta un bosque de cultura y palabras. Para quienes aman las palabras, la música, el teatro, el cine y las conferencias… el festival Periferias es una llamada internacional única en España.

¡Vengan a este bosque de letras!, grita la presente edición desde la capital oscense, ciudad que alberga una reproducción de la Casita de Blancanieves, oculta bajo sauces llorones en el parque, una casita de fantasía que es realidad un templo del verbo, donde embriagarse por primera vez de lenguaje: una biblioteca infantil.

Así que la cosa, este año, va de Palabras.

 

Cartel de la actual edición del festival Periferias, 'Palabras', creada por Antonio Santos

Cartel de la actual edición del festival Periferias, ‘Palabras’, creada por Antonio Santos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Rap clandestino para convencer a los jóvenes de que no crucen el Estrecho

Esta es la historia de Khalifa Faye, o Khalifa Kha, el Klandestino. Es un MC senegalés que cree que en toda rima -como expresión gutural del alma- hay arte. Khalifa piensa por tanto que toda rima puede y debe cruzar el océano. Poetas como Rimbaud y Keats cubrieron los mares del tiempo, pero él se conforma solo con cruzar el Estrecho.

Ciudadano ambulante en Barcelona, piensa que son demasiados los muertos bajo las aguas. Que es suficiente la miseria vivida si se llega a la orilla. Tenemos un cementerio colosal que un día despertará para nuestra vergüenza en el Mediterráneo sur. Será un apocalipsis zombi sin música de thriller. Solo lágrimas y quejidos, un aullido de preguntas y caras ausentes como en una exposición fotográfica. Por eso salieron de su garganta rimas cantadas en wólof como ésta, que hemos traducido al castellano.

Kaw bee Klatee, ciudadanos e inmigrantes todos preocupados, es la falta de trabajo lo que nos preocupa…

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Sharif, rapero taciturno, desgarrado y vulnerable

Tanta lengua afilada como navaja, tanta promesa naciendo oxidada. Momento de campaña: hablan para reventarte la razón y robarte el corazón.

Entonces escuchas:

Lo malo de crecer no son las canas,
ni las ojeras tatuadas por los años,
no es la duda agazapada en los rincones,
ni la colección inacabada de fracasos.
Lo malo de crecer no son las ruinas,
ni que el invierno dure más que los veranos.
Lo malo de crecer son las espinas,
cuando no saben a nuevo los pecados

Bendito seas, Mohamed Sharif Fernández Méndez (Zaragoza, 1980).

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Una beca de la Universidad de Harvard honra el arte poético del rapero Nas

Nas (Foto: Danny Clinch)

Nas (Foto: Danny Clinch)

El tipo de la foto —tomada para promocionar el muy reciente documental Time is Illmatic, que este año inauguró el TriBeCa Film Festival (la respuesta del vecino Robert De Niro al efecto negativo del 11-s sobre el barrio)— se adentra en Queensbridge, el mayor desarrollo inmobiliario de los EE UU de viviendas sociales (projects como los mundializados por la serie The Wire). Hay cierta duda en el gesto, cierta levedad en las pisadas de las botas de cordones desatados… Quien crece en un lugar como Queensbridge desarrolla modales silenciosos. Debes ser discreto al entrar en la jungla.

El ciudadano del paso taciturno se llama Nasir bin Olu Dara Jones y en septiembre cumplirá 41 años. El alias artístico que utiliza desde 1991 es menos complejo y también menos resonante, menos político: Nas.

Es el único rapero al que una universidad, y no una del montón sino la muy selecta de Harvard —la de mayor presupuesto del planeta, la factoría académica de los rulers del mundo (Obama, JFK, Netanyahu, Salinas de Gortari, Felipe Calderón…)—, ha consagrado con una beca que honra su ars poética. El hijo de Queensbridge, que dejó las aulas a los 13 años para licenciarse en los programas académicos que se imparten sobre el asfalto, en aulas sin pupitres a las que debes entrar con los cordones de las botas desatados de todo elitismo, da nombre desde 2013 a la Nasir Jones Hiphop Fellowhsip.

Las ayudas, que serán concedidas a estudiantes universitarios que quieran analizar o investigar la «habilidad creativa excepcional» de los artistas de hip-hop, dan bastante asco —son migajas: volver a Henry James o David Foster Wallace siempre tendrá más salida— y no pueden sacudirse el tufo de la corrección falsamente igualitaria que impera en los EE UU: las becas Nas están refugiadas en el mismo nicho universitario que los estudios afroamericanos, esa toma de corriente para retroalimentar a las élites que quieren residir en Harvard desde las primeras espinillas, durante los años departamentales de sopa boba y hasta la jubilación.

Nas, en torno a 1991

Nas, en torno a 1991

No me parece bien que un artista como Nas, segregado desde la cuna, hijo de un project y amigo de chavales asesinados en las calles —como su colega de infancia e inspirador Willy Ill Will Graham, muerto a tiros en 1992—, es decir, uno de los proletarios, los sin nada, consienta la pretensión de Harvard de decorar al hip hop con birrete y toga. No le perdono la traición: como tampoco le perdono que se dedique a maldecir la marihuana y participe mientras tanto y a cambio de millones en campañas de publicidad del muy hiphopero coñac Hennessy.

Salvadas las incongruencias, con las que conviene ser tolerante porque a todos nos mojan en el chaparrón cotidiano, hay en el beneplácito de Harvard a Nas un emocionante triunfo, que jamás se daría, por ejemplo, en ninguna universidad española, donde ni siquiera el viejo rock and roll es admitido como materia de estudio salvo en excepcionales casos. ¿Cómo van a aceptar los profesores de Literatura Inglesa hispanos la potencia literaria —o metaliteraria, como gustan decir ahora— de cualquier forma de manifestación musical del siglo XX posterior al jazz si solamente empezaron a conocer a David Foster Wallace anteayer y tras un mediático suicidio?

Nas y su padre, el músico de jazz y blues Olu Dara

Nas y su padre, el músico de jazz y blues Olu Dara

Si algo es notable en el arte del muchacho del project desde su primer disco, el crucial Illmatic, que este año cumple veinte y el músico está interpretando en su integridad en una serie de conciertos especiales [el 7 de julio toca en el festival Ibiza Rocks], es la capacidad literaria de moldeo de las palabras como si fuesen materia líquida, las rimas desordenadas y el carácter conversacional con que Nas dice las letras —liberándolas del tono de púlpito que en ocasiones lleva el hip hop al terreno de la jaculatoria—.

En el libro Book of Rhymes: the Poetics of Hip Hop —no está traducido al español, por supuesto—, el profesor universitario Adam Bradley destaca la amplitud narrativa oral como storyteller, contador de historias, de Nas, al que considera «el mayor innovador del rap» en la búsqueda de voces expositivas y puntos de vista no tradicionales. Bradley destaca que el músico ha afrontado relatos en primera persona desde la posición de alguien que no ha nacido (Fetus), de un cadáver (Amongst Kings), de una mujer (Sekou Story), de un arma de fuego (I Gave You Power)… Formalmente ha experimentado con los relatos alegóricos (Money Is My Bitch), los epistolares (One Love) y los confesionales (Doo Rags).

Para acabar, siete líneas como siete ecos de balazos en la jungla, de New York State of Mind:

Derriba mi aliento
Nunca duermo porque
El sueño es el primo de la muerte
Más allá de las paredes de la inteligencia
La vida se define
Pienso en el crimen
En el estado mental de Nueva York

Ánxel Grove

Algunos tesoros semiescondidos de The Black Keys

Discografía de los Black Keys (2002-2014)

Discografía de los Black Keys (2002-2014)

Pese a que no alcanzaron los dudosos galones de la aceptación masiva hasta 2010 cuando su sexto álbum, el siempre socorrido para animar todo tipo verbenas y colmar palacios de deportes Brothers —donde las trifulcas personales de los dos llaves negras, las domésticas con sus parejas, los consiguientes divorcios, el alcoholismo, la rugosa producción del mago Danger Mouse, la grabación en un galpón con poder de sagrario (los estudios Muscle Schoals de Alabama, puestos a funcionar para la ocasión tras 30 años de parón) y, sobre todo, la docena y pico de soberbias canciones nacidas del blues 100% fuzz y la psicodelia de garaje cocinaron un brebaje tóxico—, The Black Keys no son unos niñatos recién llegados a la fiesta sin invitación.

En 2002

En 2002

Dan Auerbach, el guitarrista-cantante-compositor-aquí-mando-yo, tiene 34 años, y su colega Peter Carney, batería-compositor-lo-que-tú-digas-Dan, uno menos. La historia es de fábula: amigos desde la infancia, nacidos en Akron (Ohio) —ese lugar donde algo deben añadir al agua del sistema municipal de abastecimiento que fomenta el rock y la demencia (200.00 habitantes y, entre ellos, Devo, Chrissie Hynde, David Allan Coe y The Black Keys)—.

Hijos de familias acomodadas (los padres del primero son una profesora de francés y un marchante antigüedades y los del segundo, periodistas), montaron el dúo en 2001. Es fácil imaginar el panorama natal: el garaje paterno, los watios ensordeciendo al vecindario suburbano, la luz de la cerveza como faro y el humo de la marihuana trenzando volutas espaciales. Los «pringados del instituto», como ellos mismos se definen recordando aquel tiempo, eran los reyes del mundo allí dentro.

No voy a proseguir con los detalles de la historia. The Black Keys me gustaron desde el primer disco y siempre los antepuse, en la infértil encuesta sobre cuál es el mejor dúo del rock and roll contemporáneo, a The White Stripes, que me parecían en exceso pendientes de la pose arty de portada de dominical y de enamorar a los modernos con el corte del vestuario. Donde los primeros ofrecían sudor, los segundos ponían diseño y el rock siempre ha preferido a la gente que se deja la piel antes que a la gente preocupada por las pieles.

Ahora que sale a la venta Turn Blue, el octavo álbum de Auerbach y Carney, con Danger Mouse otra vez a los mandos —sólo he escuchado el single Fever— me parece un buen momento para recordar algunas obras semiescondidas de la pareja.

"Chulahoma: The Songs of Junior Kimbrough", 2006

«Chulahoma: The Songs of Junior Kimbrough», 2006

Chulahoma: The Songs of Junior Kimbrough
The Black Keys, 2006
Siete versiones en extremo respetuosas, casi siguiendo el canon del blues más profundo, en un extended play editado en 2006 como homenaje a uno de los grandes héroes del dúo, Junior Kimbrough (1930-1998), un bluesman canalla y de vida torrencial: cuando murió, a los 67 años, tenía 36 hijos de varias mujeres y regentaba el tugurio Junior’s Place, en Chulahoma, una localidad rural del norte de Misisipi con una importancia musical no acorde con su tamaño —el local lo regentaron algunos de los muchos herederos del propietario pero ardió hasta los cimientos en un incendio en 2000—.

Los Black Keys ya habían versionado canciones de Kimbrough, cuyo estilo sincopado y profundo (no muy diferente al de John Lee Hooker) es una notable influencia en el sonido del dúo, en discos anteriores —Do the Rump en el primer álbum y Everywhere I Go en el segundoy en 2005 participaron en el homenaje Sunday Nights: The Songs of Junior Kimbrough con My Mind is Ramblin.

Grabado en directo en el local de ensayo de la banda, un sótano de Akron, fue el último disco que publicaron con su primera discográfica, la independiente Fat Possum Records, muy poco antes de firmar con la major Nonesuch que les llevó a la fama universal.

"Keep It Hid", 2009

«Keep It Hid», 2009

Keep It Hid
Dan Auerbach, 2009

El primer y único disco en solitario del inquieto Auerbach es una consecuencia de una muy mala racha. El guitarrista no se hablaba con Carney porque no soportaba a la esposa de éste («la odié desde el primer momento, no quería tener nada que ver con ella») y la estabilidad del grupo estaba en peligro.

Auerbach decidió poner distancia para tratar de enfriar las diferencias, montó un estudio propio en Akron y lo estrenó grabando esta magnífica colección de canciones, que son, al tiempo, similares en estructura a las de The Black Keys pero diferentes. La falta de la pegada terrorífica del batería es aprovechada con inteligencia por el guitarrista-cantante para dar espacio a los temas, moverlos con menos ímpetu y abrir el abanico de estilos hacia el pop y la psicodelia.

Cuando Carney se enteró de la grabación, de la que no fue avisado, pilló un mosqueo de mil demonios y, como consecuencia, decidió montar también un proyecto paralelo.

"Feel Good Together", 2009

«Feel Good Together», 2009

Feel Good Together
Drummer, 2009

Con mucha ironía y cierta mala baba, Carney respondió a su colega montando el grupo Drummer (en inglés, bateria) juntando a cinco intérpretes del instrumento de otras tantas bandas de Akron. Él decidió tocar el bajo.

El disco que editaron pocos meses después del de Auerbach —con una vitríolica referencia en el título, Sentirse bien juntos no oculta que los implicados dominan las formas de crear y mantener ritmos: las canciones son pegadizas por lo métrico de su estructura.

Esas mismas virtudes lastran el álbum con cierta torpeza mecánica, solamente rota en un par de temas: Mature Fantasy, una balada muy sobria y tensa, y Every Nineteen Minutes, que tiene cadencia épica.

Después de algunas actuaciones, la banda se separó tal como había nacido, en un guiño, y Carney y Auerbach, una vez divorciado el primero —que durante el proceso se entregó a la diletancia alcohólica y engordó más de quince kilos en pocos meses— hicieron las paces.

"Blakroc", 2009

«Blakroc», 2009

Blakroc
(The Black Keys
y 11 invitados), 2009

Si tuviera que colocarme en la tesitura de elegir un sólo disco de The Black Keys, sería éste. Más allá de que las canciones me parezcan sublimes, Blakroc demuestra que el dúo es permeable y no comulga con el integrismo de quienes denigran al hip-hop sin conocimiento de causa y, al tiempo, es una prueba de que el rap conlleva el mismo espíritu de éxtasis físico y ardor que el rock.

Con once músicos y cantantes de hip-hop —entre ellos Raekwon, RZA y el fallecido Ol’ Dirty Bastard (los tres de Wu-Tang Clan), Jim Jones y NOE (de ByrdGang), Mos Def, Nicole Wray, Pharoahe Monch, Ludacris y Q-Tip (de A Tribe Called Quest)—, esta obra abierta quita el aliento por su descarada frescura, nacida y gestada en el estudio durante sesiones abiertas, nocturnas y alimentadas con todo tipo de sustancias donde se mezclaron la efervescencia del rhythm & blues con el nuevo soul callejero.

El ambiente colaborativo y chispeante fue grabado en un documental que puede verse aquí. Dejo abajo los vídeos de algunas de las canciones de esta explosión atómica en la que advierto la reunión probable de Elvis Presley y Otis Redding.

Ánxel Grove

¿En qué se parece un cantante de hip-hop a un cuadro del siglo XV?

Left: 'The Adoration of the Magi' - Hugo van der Goes. Netherlandish. Late 15th century. Right: Wiz Khalifa

En La adoración de los Reyes Magos de Hugo van der Goes (1440-1482), una escena que el pintor flamenco representó en varias ocasiones, el autor imagina a Baltasar con un discreto y cuidado bigote. En el cuello se ha puesto una generosa cadena de oro y en la única oreja visible exhibe un pendiente de aro del que parece colgar un cascabel dorado; el sabio lleva, para protegerse del frío, un abrigo con un cuello de piel moteada.

A la derecha del detalle de la obra del siglo XV, una foto del rapero estadounidense Cameron Jibril Thomaz —conocido como Wiz Khalifa— revela un inesperado, cómico y sorprendente parecido en la vestimenta y en la expresión. Khalifa, al igual que Baltasar, muestra atributos que aluden a un cierto estatus. Uno casi puede imaginarse al rey mago rapeando.

Cecilia Azcárate Isturiz, directora de arte en un estudio publicitario neoyorquino, propone un asombroso diálogo entre dos universos separados en el tiempo por cientos de años: la estética de los artistas de hip-hop y el arte anterior al siglo XVI. En el microblog de Tumblr B4XVI (abreviatura que se podría traducir por Antes del XVI) recopila pinturas y esculturas previas al siglo en que Cristóbal Colón llegó al continente americano y las emparejas con posados, capturas de vídeo y detalles de los raperos actuales.

Left: Male Ancestor. 1st–4th century. Mesoamerica, Nayarit . Right: Young Thug

Una estatuilla mesoamericana datada entre los siglos I y el IV enseñando los dientes y con varios pendientes en la nariz se parece extrañamente a Young Thug, rapero de 21 años de Atlanta conocido por la excentricidad de su aspecto y detenido hace unos meses por posesión de drogas y conducción temeraria. La expresión de Kanye West y su cuello de pieles parece encerrar el espíritu del personaje de un cuadro alemán de 1560, posiblemente un acaudalado donante que figura en la pintura religiosa por ser quien la encargó y la pagó.

A veces bastan complementos y joyas para establecer la analogía: anillos bizantinos del año 1000, los puños plateados de la camisa de un santo del siglo XIV, las secuencias geométricas pintadas en una deidad mexicana fechada entre el siglo XIII y el XV… Puede tratarse de un experimento traído por los pelos, pero es una inteligente reflexión sobre lo poco que han cambiado a lo largo de los siglos las manifestaciones de poder relacionadas con la apariencia física.

Helena Celdrán

Left: detail of 'Christ Blessing surrounded by a Donor Family'. Unknown German Painter, 1560 - Right: Kanye West

Lef: Deity Censer.1200–1400, Mexico. Right: YG

Left: Ring of Leontios ca.1000 - Byzantine Right: 2 Chainz

Left: Pre Colombian - Moche portrait head of ‘Cut Lip’ 400 AD - Right: ASAP Rocky

B4XVI - Cecilia Azcárate

Left: Quentin Massys. Ecce Homo-1520 - Right: 2 Chainz

Abren por primera vez el almacén que guarda la colección de discos de J Dilla

"Donuts" - J Dilla

«Donuts» – J Dilla

De J Dilla —cuya presencia ya ha honrado a este blog— opino que se trata de uno de los músicos más dotados del siglo XX. Creador transfronterizo y sin ánimo de lucro —murió prematuramente, a los 32 años, sin haberse preocupado otra cosa que la creación artesanal y la producción de paisajes sonoros, sin  firmar contratos, sin soñar más futuro que el momento—, su obra me acompaña y me abraza como pocas.

Esta vez vuelvo a traerlo a colación por el vídeo documental recién publicado por el canal audiovisual online Fuse: un conjunto de entrevistas con amigos, colaboradores y familiares (es especialmente tierna la entrevista con la madre del músico) y, sobre todo, una visita que tiene carácter de viaje de iniciación al guardamuebles de Detroit donde están almacenados los miles de discos de vinilo que atesoraba desde niño.

El documental, rápido y, como la música de J Dilla, desprovisto de barroquismo o pose, es como una placa radiográfica: muestra el material que troceaba, manipulaba y manejaba el gran productor para ejecutar el milagro alquímico del renacimiento: soñar una rosa y edificar la rosa con las cenizas de otras rosas.

Las ordenadas cajas de cartón (cada elepé con su funda de plástico, perfectamente limpio, adecentado para ser material primario otra vez) se muestran en público por vez primera: guardan la matería prima de los beats de Dilla, los recortes que mezclaba y pegaba, recombinándolos milagrosamente con un sentido musical innato (sus amigos recuerdan que tras una sola escucha era capaz de recordar el surco exacto del beat que necesitaba).

Quien conozca la música de Dilla —y es un deber casi ineludible para entender el sonido del presente— no se extrañará de la diversidad del material que guarda el almacén. Para quienes desaacreditan sin conocimiento el rap, el mix y el hip-hop aduciendo su presunta unformidad, el viaje al sótano será educativo: Weather Report, los Isley Brothers, Tim Wesiberg, Johnny Tillotson, jazz de fusión, pop, rock and roll…

Discos usados y comprados (no importaba el precio, desde céntimos hasta miles de dólares, con tal de que contuviesen el milagro del beat) para reanimarlos y devolverlos a la vida.

Ánxel Grove

Fotos del infierno en la puerta de al lado

Brenda Ann Kenneally

Brenda Ann Kenneally

Money Power Respect: Pictures of My Neighborhood (Dinero poder respeto: fotos de mi barrio). Que no haya signo de puntuación alguno entre las tres primeras palabras es una decisión meditada. Esas tres palabras son un único golpe de voz y no debes separar lo que vive enlazado.

El foto ensayo de Brenda Ann Kenneally es una indagación en los infiernos de la puerta de al lado y, pese a que tiene algunos años —la investigación empezó en 1996 y fue publicada en libro en 2005—, mantiene la vigencia, aún arde. Es uno de esos infrecuentes trabajos fotográficos que seguirán latiendo aunque los cuerpos retratados hayan muerto.

Brenda Ann Kenneally

Brenda Ann Kenneally

Kenneally, madre y vecina de Brooklyn (Nueva York), un distrito-municipalidad que contiene mundos opuestos (riqueza-miseria, belleza-fealdad, atención-miseria, tiendas chic y dispensarios de crack a cielo abierto), se empeñó en revelar la faceta menos agraciada del barrio. Creía que era necesario y, lo que es más importante, sentía como un deber moral mostrar lo que casi nadie deseaba ver. La constancia de su valentía, el compromiso con los que nada tienen excepto dolor, hacen que Money Power Respect merezca ser revisitado.

El proyecto documental, un arañazo al cuerpo social, un golpe en el plexo solar de la conciencia colectiva, ha sido premiado una y otra vez: el Premio W. Eugene Smith de Fotografía Humanista, el de Mother Jones, una beca Soros… El extraordinario montaje multimedia que Kenneally tiene en su web ganó en 2006 el premio a la mejor iniciativa de uso de Internet de la National Press Photographers Association.

Brenda Ann Kenneally

Brenda Ann Kenneally

Pese a la intimidad y la cercanía, a la convivencia, las fotos no son invasivas ni fueron realizadas bajo el paraguas de un protectorado (¡tanto reportero con credencial al cuello y permiso de la autoridad!). Kenneally no entró en las casas, los patios, las salas de maternidad de los hospitales de beneficiencia, de la mano de un asistente social. Llegó y se quedó por su condición de vecina.

Esta fotógrafa que no confunde la casta con la indecencia, es autora de otro foto-ensayo multimedia, Big Trigg (Gran gatillo), que funciona como complemento del anterior. Es una indagación en el rap de aficionados del mismo barrio, la única música posible para el infierno.

Ánxel Grove