Cómo vacunar a nuestras hijas de la epidemia trans

Aunque dediqué todo un año de mi vida a estudiar género y políticas sociales en una prestigiosa universidad, no había prestado demasiada atención al movimiento trans hasta hace bien poco. A priori las leyes trans me sonaban exageradas, pero pensaba que por el hecho de proteger a una minoría eran buenas. Luego empecé a ver casos de cerca. Amigos de amigos tenían hijos que les amenazaban con suicidarse si no apoyaban su transición médica. Una amiga me consultaba sobre un padre angustiado por el bullying y la depresión de su hija trans…Entonces decidí indagar, empecé a tirar del hilo. Leí leyes, informes, libros, vi documentales. Y tomé consciencia de la envergadura del fenómeno trans y sus graves implicaciones sociales.

La disforia de género se caracteriza por una disconformidad grave y persistente con el sexo biológico según DSM-IV-TR. Suele comenzar el la niñez y aunque puede agravarse en la adolescencia, en la mayoría de casos – casi el 70% – la disforia de género infantil se resuelve1 por si sola después de la adolescencia. Históricamente afectaba a una fracción de la población (alrededor del 0,01 por ciento) y casi en exclusiva a chicos. Sin embargo en la última década en el mundo occidental son chicas de nacimiento las que se identifican como trans, grupo que presenta un crecimiento más dramático, también en nuestro país, según los datos del informe Las leyes trans y el “modelo afirmativo” en España. El informe pone de manifiesto que cada vez son más chicas, cada vez son más jóvenes y que a través de los recorridos trazados por leyes y apoyo institucional se embarcan en tratamientos que causan daños irreversibles (infertilidad, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares…), no curan su supuesto malestar y las convierten, en el mejor de los casos, en pacientes de por vida.

Varias cosas confluyen en el deseo de ser trans de una corriente masiva de chicas presas del contagio social, como lo analiza con maestría Abigail Shrier en su libro Un daño irreversible. La locura transgénero que seduce a nuestras chicas: el poder de las redes sociales y los influencers en las mentes de los jóvenes; una cultura que denigra a las mujeres a través de la pornografía y la hipersexualización; el activismo trans que ha impuesto el enfoque afirmativo para tratar la disforia de género; médicos que se han subido al carro de tratamientos con graves secuelas; y leyes aprobadas por políticos que lo han legalizado todo, lavándose las manos frente a uno de los mayores escándalos médicos de occidente.

(Joshua Rawson Harris, UNSPLASH)

Como padres y madres, a raíz de de esta tendencia y sus apabullantes cifras, si pensamos que esto no va con nosotros, nos estamos engañando. Nos toca entonces informarnos sobre el tema y, como siempre, asumir la responsabilidad. En este sentido recomiendo el documental sueco El tren trans (I), El tren trans (II), El tren trans (III), el documental Detrans y el ya citado libro Un daño irreversible de Abigail Shrier. De este último, a raíz de su exhaustiva investigación la autora destila siete recomendaciones para inocular a nuestras hijas de esta epidemia social, que reproduzco de forma resumida:

1- No le compres un smartphone a tu hijo

Casi todos los nuevos problemas a que se enfrentan los adolescentes se remontan al año 2007 y el lanzamiento de iPhone por parte de Steve Jobs: acoso, cortes, anorexia, depresión, aumento de la repentina identificación transgénero.

Muchos padres y madres ya se han dado cuenta y están demostrando que no solamente es posible, sino absolutamente necesario posponer el uso de los dispositivos móviles para una paternidad responsable.

2- No renuncies a tu autoridad como padre

Muchos padres con los que hablé, me dijeron que cuando, por ejemplo, su hija de trece años anunció que era lesbiana, la apoyaron de inmediato. (···) Pero el hecho es que una chica de trece años, ya sea lesbiana o heterosexual, sólo tiene trece años. Sois el padre y la madre por una razón. No temáis cuestionar la postura de vuestro hijo. Vuestro adolescente sabrá soportarlo. Los adolescentes tienen que enfadarse y emocionarse. Los padres deben establecer límites. Si de lo contrario, mediante un acuerdo y el apoyo infinito eliminas todo conflicto, puede que sólo la estés animando a subir el nivel de exigencia.

3- No apoyes la ideología de género en la educación de tu hijo

Las epidemias sociales son una realidad y abarcan desde la bulimia, hasta el suicidio, la depresión y los cortes. Y ahora con la identificación trans. En todos los centros hay un número de estudiantes de género confuso o disfórico de género. Si lo conviertes en objeto de una asamblea, propagarás la confusión, por ello hay que castigar el acoso escolar sin dar relevancia a la ideología de género.

4- Reintroduce la privacidad en el hogar

Deja el hábito de compartir cada parte de tu vida (y la de tus hijos) en internet. Para casi todos los padres con los que hablé el hecho que sus hijas anunciaran su identidad de género en las redes sociales supuso un punto de inflexión. Un adolescente puede creer que solo está anunciando su condición de persona adulta, pero también está enviando un señal a los adultos de verdad que se pondrán en contacto de inmediato y predispuestos a sacar partido le ofrecerán su “apoyo”.

 5- Considera la idea de dar grandes pasos para separar a tu hija del daño

En varias de las historias que escuché en boca de padres que lograron cierto éxito a la hora de ayudar a sus hijas a dar marcha atrás de sus nuevas identidades trans hay un hilo común: estas familias se esforzaron mucho para alejar físicamente a sus hijas de las escuelas, de los grupos de pares y de las comunidades on-line que fomentaban sin cesar las decisiones autodestructivas de las niñas.

Si encuentras a tu hija aferrada a una ideología de género con todas sus compañeras, haz lo que sea necesario para separarla y llevártela de allí. Si todavía vive contigo, mudarse parece muy eficaz. Si ya está en la universidad, traétala a casa. De todos los padres con los que hablé, los pocos que trasladaron a toda la familia a pesar de los considerables inconvenientes fueron los que tuvieron mayor éxito. En casi todos los casos, la joven desisitió. Ninguna de las familias se arrepiente de haberlo hecho.  

6- Deja de tratar la niñez como una patología

La adolescencia es especialmente dura para las chicas. Efervescentes de emoción, corcovean y relinchan como caballos salvajes. Aunque como padres suele ser un reto navegar todas estas emociones, si no hay un problema de salud mental grave, como padre no debes esforzarte en eliminar todos los altibajos de tu hija.  

7- No tengas miedo de admitirlo, es maravilloso ser una chica

Cualquiera que sea el tipo de mujer en que las jóvenes se conviertan, todas ellas deberían escuchar a las feministas de épocas anteriores y dejar de tomarse en serio los estereotipos sexuales. Una joven puede ser astronauta o enfermera; una chica puede jugar con camiones o con muñecas. Y les pueden atraer los hombres o las mujeres. Nada de eso la hace ser menos chica ni menos apta como mujer. Hoy día, las mujeres jóvenes tienen más opciones educativas y profesionales que nunca. Recuérdaselo a tu hija. Explícale también que puede que la capacidad más singular de una mujer – parir – sea la mayor bendición de la vida.

Pero cualquier cosa que le enseñes a tu hija, recuerda incluir algo más. Díselo porque a menudo la cultura lo niega. Díselo porque la gente tratará de convertirla en víctima. Díselo porque dudar es algo normal. Sobre todo, díselo porque es cierto. Dile que es afortunada. Es especial. Nació niña. Y ser mujer es un regalo que contiene demasiadas alegrías para renunciar a ellas. 

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(1) Ver publicaciones de Kenneth J.Zucker y J.Ristori y T.D.Steensma

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Ana

    Tampoco ayuda mucho que una niña se meta a hacer deporte y que después de esforzarse y dejarse la piel entrenando, vea como un mamarracho se pone nombre de mujer en el dni y gana todas las competiciones…

    22 mayo 2024 | 12:31 pm

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