Betina a quien acompañé a través del coaching al acercarse estas fechas me decía toda seria y con un toque de indignada que se profesaba miembro de honor de la liga anti-Navidad. Betina odiaba la Navidad y evitaba todo lo relacionado con ello, especialmente las lucecitas, las comilonas y la histeria consumista. Era alérgica a la caricatura de la Navidad, la imagen que la cultura dominante nos quiere vender de ella. Sin embargo, podemos inventar nuestra propia versión de la Navidad, sin necesidad de hacernos miembros de la liga.
Mi versión preferida de la Navidad es la de los árboles de hoja caducos. En su radical desnudez, sueltan todo lo muerto, mientras descansan en el frío y la creciente oscuridad. Soltar lo que sobra, vaciarme para mirar adentro, dar espacio a la quietud invernal con su peculiar tristeza, descansar y pasar tiempo con los más cercanos. Contemplar la tradición cristiana me ayuda a enraizarme en el gran arco de generaciones del que formo parte. La fiesta más grande del Cristianismo nos incita a encarnar valores como la generosidad, la sencillez, la gratitud, la solidaridad, la paz y la esperanza.
GENEROSIDAD
La Navidad invita a extender nuestra generosidad con las personas de nuestro entorno y más allá. Todos tenemos alguna forma preferida de tacañería o muchas a la vez. Podemos ser tacaños con el dinero, con nuestro tiempo, con las cosas que hacemos por los demás, con lo que acumulamos…La tacañería nos contrae como al Scrooge de Cuento de Navidad, cerrándonos el corazón. Prueba a extender tu generosidad a través de gestos que normalmente no haces: dejar una buena propina, regalar un aguinaldo a alguien que no lo espera, dar tu tiempo a alguien que lo necesite, regalar palabras apreciativas que normalmente callas, dar largos abrazos….
SENCILLEZ
La figura de Jesús y su entorno son un testimonio de sencillez. Nace en la periferia, sus padres son pobres, el día de su nacimiento solo les queda alojarse en un establo, su cuna es un comedero para animales… La austeridad en las formas de la llegada de Jesús no es casual. Señala que lo importante no es lo material. Hace un par de días cené con una amiga en un restaurante al que no había ido nunca. Lo busqué por internet y resultó ser algo muy distinto de lo que decían las reseñas. Las dos íbamos con una idea en mente de lo que sería la comida que resultó equivocada. Sin embargo, darnos cuenta de ello, nos permitió fijarnos en la verdadera razón del encuentro: celebrar nuestra amistad. Con la comida fuera de la ecuación, esta verdad brilló intensamente porque la sencillez magnifica lo importante.
GRATITUD
Una figura que ejemplifica una gratitud profunda es María, la madre de Dios. Embarazada fuera del matrimonio, pobre, en tránsito, sin un techo firme bajo el que dar a luz,…y sin embargo rebosante de gratitud por haber recibido el milagro de la vida. La gratitud nos pone en contacto con la gratuidad de la vida: respiramos, nos relacionamos, nos caemos, nos levantamos, aprendemos…Es fácil sentir gratitud por las bendiciones, pero ¿y por las dificultades? Es justo preguntarse: ¿Como puedo sentir gratitud por los abusos sexuales que sufrí de pequeño, cómo puedo sentir gratitud por la pérdida de mi madre a raíz de una enfermedad, cómo puedo sentir gratitud por el hecho de estar en el paro, cómo puedo sentir gratitud por el dolor de espalda que no se va? Pues porque el resentimiento – lo contrario a la gratitud- por cualquiera de estas circunstancias nos convierte en víctimas, estrechando nuestro flujo vital y empeorando todavía más las cosas. No importa cuán difícil sea nuestro momento, siempre hay por lo que estar agradecido y la Navidad nos invita a hacerlo de forma radical.
Continúo con la solidaridad, la paz y la esperanza en el próximo post.
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Que el mal que padezcas en esta vida no mate lo bueno que llevas dentro.
17 diciembre 2023 | 3:25 pm
Very nice blog! Thanks!
22 diciembre 2023 | 1:07 pm