Quién no recuerda Love actually, ¿verdad? Madre mía, Love actually, qué chulada de película. Esta historia la he contado más veces: una vez conocí a un chico cuya primera recomendación de cine para mí fue esta peli y, cuando vi la peli, me dije: «este tipo sabe lo que hace». En breve haremos dieciséis años juntos.
Love actually, estrenada en 2003, es una de esas maravillosas tramas de vidas paralelas e historias cruzadas, que meten un reparto tan exacerbado de estrellas que te hace sentir experto porque “las conoces a todas”, lo que te deja un buen sabor de boca extra y es parte del éxito de la cinta. Emma Thompson, Hugh Grant, Alan Rickman, Keira Knightley, Colin Firth o Liam Neeson son sólo algunos de los nombres que luce en sus orgullosos créditos. Y no solo eso: es que además la película ha envejecido (sí, envejecido) estupendamente bien, que no es algo que pase con todas cuando las miras desde el filtro de unos añitos de evolución social.
Entre todo este mogollón de conocidos adultos enamorándose unos de otros, un niño protagonizaba su propia historia: Sam (Thomas Brodie-Sangster), hijastro de Daniel (Liam Neeson) quien, a su vez, lloraba la reciente pérdida de su esposa. Sam se enamoraba perdidamente de su compañera de clase Joanna (Olivia Olson) y su estrategia para llamar la atención su atención fue aprender a tocar la batería para participar junto a ella en la actuación de Navidad del colegio, que fue el punto álgido de la película para muchas de las historias.
¿Qué ha sido de la más joven pareja de la peli de amor por antonomasia?