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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Pelea: John Lydon vs. Kele Okereke

El semanario británico NME anda estos días revuelto. La razón es el altercado que, al parecer, se produjo el pasado fin de semana en el Summercase de Barcelona entre el cantante de los Sex Pistols, John Lydon, y el de Bloc Party, Kele Okereke. Qué jugoso, amigos.

El vocalista de Bloc Party ha declarado a la revista que el viejo Lydon le propinó un puñetazo por motivos racistas. Según Okereke, que había acudido a la cita para tocar las maracas con Kaiser Chiefs, él sólo se dirigió a Lydon en el backstage para sugerirle que se replantease la reunión de PiL. Supuestamente Lydon le respondió: «Tu problema es tu actitud de negro». Okereke se vio entonces envuelto en una pelea con los tres acompañantes de Lydon, de la que tuvieron que sacarle Ricky Wilson, de Kaiser Chiefs, y Yannis Philippakis, de Foals.

Hoy se ha hecho pública la versión de Lydon, que, lo habéis adivinado, tiene poco que ver. El anteriormente conocido como Johnny Rotten achaca todo lo ocurrido a los celos de Okereke, y sostiene que “cuando estás en un festival con bandas que son idiotas celosos, la mentira y confusión suele acompañar. Si necesitan publicidad de una manera tan negativa, esta es la suerte que suelen correr”. Lydon añade que Okereke “debe crecer y aprender a ser un hombre de verdad», y sentencia: «Cuando haya logrado todo lo que yo he conseguido que vuelva y hable conmigo». Ahí queda eso.

No sé cuál de las dos versiones es más inverosímil. Probablemente estemos hablando de dos gilipollas integrales con un ego descomunal (aunque uno tiene más razones que el otro para tenerlo, dicho sea de paso). No creo que Lydon sea precisamente un racista, pero tampoco un tipo normal y corriente con el que apetezca irse de cañas. A su favor, no son pocos los que afirman que el icono punk estuvo toda la jornada de buen humor, firmando autógrafos por doquier y charlando amigablemente con el resto de las bandas. Sea como sea que ocurriese, el incidente ya se ha convertido en el culebrón festivalero del verano.

Sexo a los cincuenta y pico

Vuelven los Sex Pistols. Otra vez. Lo harán con motivo del festival Summercase, que este año se celebrará los días 18 y 19 de julio. Como siempre, los grupos que el primer día tocan en Barcelona al día siguiente lo hacen aquí en Madrid, y viceversa. El cartel, por el momento, lo completan The Breeders (la banda de la ‘Pixie’ Kim Deal), Kings of Leon, Mäximo Park, The Verve, The Long Blondes y M.I.A., entre otros.

Hace poco me refería en un post al tema de las reuniones de viejas glorias. En el caso de los Pistols, pese a ser una de mis bandas de cabecera, pienso exactamente lo mismo: no me importaría verles, pero nada volverá a ser lo mismo que en aquel Londres del 77, por muchos exabruptos que suelten sobre un escenario.

La reaparición de Rotten y los suyos trae de nuevo a la actualidad un debate que siempre subyace entre los que amamos el punk. ¿Fueron elllos los inventores del género? Yo siempre lo tuve claro: no. Ni mucho menos. Suya fue la responsabilidad de popularizarlo a nivel masivo, llevarlo a los telediarios y crear toda una moda a su alrededor, por otra parte perfectamente orquestada por ese catalizador de tendencias que fue Malcom McLaren. No eran menos punk los Damned ni los Ramones, que publicaron sus primeros discos antes que los propios Pistols.

Por otra parte, hubo mucha gente que antes que ellos hizo cosas auténticamente punk, aunque el término aún estuviera por inventar. En el Detroit de finales de los 60, los MC5 pusieron patas arriba el estadio de la ciudad del motor con un disco en directo incendiario que quedó registrado para la posteridad, Kick out the jams. Entonces «sólo» se trataba de rock and roll. En el 69, Iggy Pop y sus Stooges ya habían escrito y publicado todo un decálogo de furia con su primer y homónimo álbum. Incluso años antes, en el 65, los Sonics habían llevado todo el desenfreno propio del género a un disco de garage cavernario y arrollador, el imprescindible Here are the Sonics. Hay ejemplos a pares.

Más allá de discusiones banales, lo que importa es lo que tenemos a la vista. ¿Qué pueden ofrecer los Sex Pistols a día de hoy?

Never mind the bollocks es un discazo, un documento de su tiempo, un enorme escupitajo al rock elitista para virtuosos. De eso no hay duda. Pero escucharlo en pleno 2008 a manos de una banda que ha reconocido abiertamente volver por necesidades económicas plantea serias dudas. Quizás fuera mejor dejarlo como estaba.