Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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Guía de supervivencia zombi, por si las moscas…

Es lo que tiene la ignorancia, que además de atrevida es poco precavida. Y como mis nociones sobre muertos vivientes se limitaban a fotogramas de películas de terror de serie B, al mítico Thriller de Michael Jackson, a paseos casuales por las inmediaciones de un after-hour una mañana de domingo y a según que apariciones catódicas post-maquillajes extremos de según qué famosete hecho a sí mismo a golpe de bisturí, resulta que estaba total y absolutamente indefensa en caso de ‘invasión Z.

Sí, queridos, porque el universo zombi existe e inquieta a mucha gente en los cinco continentes. De hecho allá por junio un reginaexlibrislandiano asiduo me puso sobre la pista al preguntarme por un curioso libro: Guerra MundialZ, de un tal Max Brooks que editaba en España Almuzara, cuando ya era libro de culto en el mercado anglosajón con cerca de medio millón de ejemplares vendidos.

El autor resultaba ser el hijo de Mel Brooks y Anne Bancrof, un exitoso guionista e investigador que lo ha dejado todo para dedicarse en exclusiva a investigar el fenómeno zombi o, lo que es lo mismo, la existencia de ex-humanos infectados por virus prefabricados por grandes corporaciones o a saber qué ensayos gubernamentales. En sus publicaciones, el señor Brooks no sólo incluye parte de un ‘informe reservado’ de Naciones Unidas sobre experimentos de este tipo, sino que recoge testimonios reales de implicados, afectados y testigos.

Pues bien, antes que su citado Guerra MundialZ, Max Brooks publicó un manual con indicaciones específicas sobre cómo sobrevivir a una inminente invasión de hordas de muertos vivientes con peligroso apetito por la casquería fina. Se trata de Zombi. Guía de Supervivencia. Protección completa contra los muertos vivientes, que llega ahora a España de la mano de Berenice.

Reproduzco el texto de la contra:

Guía de supervivencia zombie¡No seas imprudente con el mayor bien que posees: la vida! Este libro será la clave para sobrevivir a las hordas de no muertos que podrían estar acechándote en este preciso momento sin que lo supieras. Zombi. Guía de supervivencia ofrece una protección completa
gracias a consejos comprobados para salvaguardarte a ti y a tus seres queridos de los muertos vivientes. Este es un libro que podría salvarte la vida. Max Brooks vive en Nueva York, pero está preparado para mudarse a un lugar más remoto y defendible cuando el momento lo requiera. Su reciente Guerra Mundial zombi, ha sido aclamada por el experto en zombis Simon Pegg como una obra «absolutamente indispensable».

Esta vez estuve alerta, y cuando mi reginaexlibrislandiano asiduo y aficionado al género se adentró en mis confines yo ya le esperaba con la Guía de Supervivencia en la mano:

Cliente: ¡Hola, Regina!Regina: ¿Cómo estás?

C.: Bien, vengo porque tengo que hacer un regalo par… ¿ESO ES LA GUÍA ZOMBI?

R.: Sí, me llegó hace un par de días.

C.: ¡DÉJAMELA VER!

R.: Toma, toda tuya

C.: Me la llevo

R.: Vale, pero, ¿qué me ibas a decir?

C.: ¿Qué, yo?

R.: Nosequé de un regalo

C.: ¡Ah, eso! Buah, ya vendré. Ahora me llevo a Brooks.

R.: Como quieras

C.: Por cierto, ¿tienes más?

R.: Otros tres ejemplares

C.: ¡Ah, perfecto! Tengo dos colegas que no pudieron con ella en inglés. les diré que se pasen hoy.

Y se fue, y ‘sus colegas’ se materializaron en reginaexlibrislandia apenas dos horas después. Se abalanzaron sobre las guías como si realmente les fuera la vida en ello…

Para seros sincera he de deciros que el temita ha conseguido inquietarme, así que igual entre horas le echo un vistazo al ejemplar que me queda de Zombi, Guía de Supervivencia… por si las moscas, queridos, por si las moscas, que una le tiene mucho apego a sus órganos vitales.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿qué opinais del tema? ¿Conocíais Guerra Mundial Z o la Guía de Supervivencia Zombi? ¿Y al tal Max Brooks?

Frankenstein: ¿terror o ciencia ficción?

Adoro estar en la librería. Creo que estar literalmente enterrada bajo cientos de libros tiene efectos terapéuticos en mi. Es como si en lugar de volúmenes polvorientos mis días transcurrieran entre mares de nubes que me acolchan el cuerpo y la mente frente a una realidad rugosa y afilada como un gotelé mal dado.

De otra forma no me entra en el pelucón que alguien tan irascible y asocial como yo encuentre fascinante todas las charlas que mantengo a diario con todo tipo de personas. La última de hoy ha sido regia, queridos. Quedaba muy poco para el cierre cuando una voz quebrada a ducados me arrancó del cuarto en el que gestiono las devoluciones:

¿Por qué demonios tiene usted Frankenstein en Terror?

La frase se materializó en una garra que me atenazó el hombro. Como intuía que algún demiurgo librero me iba a poner a prueba decidí que para no arriesgarme a perder los papeles mejor me metía de lleno en ellos. Así que sin perder tiempo en soltar la caja que aguantaba abrí la puerta de una patada y me materialicé frente a él a este lado de la densa cortina de polvo que yo misma había levantado. Aparecí con el gesto paralizado por la sorpresa y el pelucón alborotado y encanecido a franjas, como la mismísima novia de Frankenstein.

Él me miró de arriba abajo y volvió a la carga:

Él: Le preguntaba por qué tiene a Frankenstein colocado en Terror.

Regina: Bueno, es una novela entre gótica y romántica, por eso.

Él: Pues está usted equivocada, y mucho.

R.: Ah, ¿y dónde cree que debiera ir?

Él: Pues obviamente en ciencia ficción.

R.: Pero Frankenstein es un monstruo…

Él: Si, pero creado por un hombre, como un robot.

Esta vez su frase formó en el aire no una garra, sino una mano sólida que me asestó un bofetón con la palma, seco: ZAS. El impacto sobre mi cabeza desbarató mis esquemas mentales, porque llevaba algo de razón.

Y aunque no me cerré a su criterio, argumenté a mi favor las circunstancias en que Mary Shelley esbozó su Frankenstein o el moderno prometeo.

Imaginad una noche de tormenta en un palacete junto a un lago un día de junio de 1816. La propiedad era de Lord Byron, pero tenía como invitados a sus amigos más íntimos: el poeta Percy B. Shelley y su joven esposa Mary (de apenas 16 años) y el doctor Polidori.

Para dar esquinazo al aburrimiento leían relatos de fantasmas, hasta que Byron propuso un juego: ver quién era capaz de escribir la mejor historia sobrenatural antes del alba. La ganadora fue Mary Shelley, que poco después completó su novela.

Creo que para mi sigue siendo Terror, aunque también podría considerarse Frankenstein como precursor del género fantástico y de ciencia ficción, por lo que no sobraría en esa sección.

Al final decidí equilibrar las cosas y coloqué ejemplares de Frankenstein o el moderno prometeo en Terror y en Fantasía-Ciencia ficción. Y ya que estamos os recomiendo que la leais, a ser posible en una edición de Mondadori del 2006, que es una auténtica maravilla.

Y para vosotros, ¿qué es Frankenstein, terror o fantasía?

Cómo superar mi ‘momento-Gollum’

Y yo que creía que Reagan, la inolvidable niña de El Exorcista (de la película, pero más de la novela previa W. Peter Blatty, que es fabulosa e inquietante), era la única capaz de bordar aquel antológico giro de cuello de 360º…

Pues no, queridos, hoy descubrí que yo también puedo ejecutarlo bajo relativa presión. De hecho creo que es algo consustancial al librero/dependiente nato en plena campaña navideña o de rebajas.

Eso sí, nada de soltar improperios ni espumarajos por la boca, sólo sugerencias, recomendaciones, alguna que otra indicación y sin escatimar en sonrisas.

El caso es que a dos días de la noche de Reyes no doy abasto en la librería, y me he convertido en toda una reinona de lo que los teóricos llaman ‘atención simultánea’. Escucho las peticiones de cinco o seis personas a la vez logrando que ninguna se sienta desatendida, y así durante horas. Sin parar. Es agotador pero en algún momento de la jornada toda yo soy un amasijo de vísceras, pelucón y adrenalina con patas.

Y es que se vende, y mucho, y a velocidad de crucero. Es algo escandaloso, queridos. Aún es pronto para el análisis, pero cada persona se lleva una media de cinco o seis libros, un poco de todo. Y a mi me ocurre algo curioso que me tiene desconcertada.

Cuando van esfumándose ejemplares de Un mundo sin fin, de Ken Follet; La Bodega, de Noah Gordon; La catedral del mar, de Ildefonso Falcones o Un día de Cólera, de Pérez Reverte, de los que tengo reservas y pilones enteros de lo único que me preocupo es de reponer.

Pero si veo que cogen ejemplares ‘de fondo’ de las estanterías me entran unas ganas locas de arrebatárselos y volverlos a colocar en su sitio.

Es lo que ya he bautizado como el momento-Golum, cuando cada célula me implora acercarme a ellos, agarrar el ejemplar y soltar aquello de:

‘Mi tesssssssssssoro, essss miiiiiioooooooooooo

Creo que no soporto ver mis baldas melladas, esos huecos entre tomos son superiores a mi. Espero ser fuerte y mantener a raya al Golum que llevo dentro o el numerito que puedo montar en la librería puede ser verdaderamente regio… y de loquero.

Apenas diez minutos antes del cierre me pasó de nuevo, cuando un señor cogió/me quitó/cogió/mequitó/cogió/mequitó… perdón, quiero decir cuando un cliente se llevó ‘nuestro’ último ejemplar de uno de mis últimos grandes tesoros: Sputnik, mi amor del nipón Haruki Murakami(Nota de Regina: si no os lo habéis leído, os lo recomiendo… me robó a traición una noche de sueño, pero me dejó en paz con el Universo)

Menos mal que en ese momento estaba enterrada bajo una caja repleta de colosales ejemlares de Un Mundo sin fin, por lo que me pilló inmovilizada, si no igual hasta le salto al cuello…

Os recuerdo la dualidad de Golum/Smeagol:

Ahora es cuando debiera decir eso de ‘¿Qué me pasa, doctor?’

Por cierto, ¿qué libro creéis vosotros que será el más vendido hasta Reyes? Y en un mundo ideal, ¿qué libro os gustaría que fuera el más vendido?