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Las artistas de vanguardia que estudiaron en el extranjero gracias a la JAE

Por Carmen Gaitán Salinas e Idoia Murga Castro (CSIC)

Entre 1907 y 1939, la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), antecedente del CSIC, concedió más de 1.800 pensiones a especialistas en ciencias y artes para que pudiesen estudiar en prestigiosas universidades e instituciones extranjeras. El objetivo de este innovador programa era abrir los centros de enseñanza e investigación españoles a los países más avanzados en educación superior.

Resulta difícil saber el número exacto de personas que recibieron estas ayudas, ya que algunas se concedieron a grupos, pero se calcula que una de cada nueve personas pensionadas fueron mujeres. Aunque entre ellas hubo científicas, el 90% viajaron como maestras y docentes. En este grupo tuvieron un singular papel destacadas artistas modernas, como Maruja Mallo, Aurora Gutiérrez Larraya, Matilde Calvo Rodero o Isabel Pascual Villalba.

Estudio de Ventura de la Vega, por Matilde Calvo Rodero. Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

Estudio de Ventura de la Vega, por Matilde Calvo Rodero. Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

Las ayudas de la JAE tenían una finalidad aplicada, por lo que la mayor parte de las que se concedieron en el ámbito artístico se dirigieron al contexto industrial y decorativo. Esta es la razón por la que la mayoría de las artistas que las disfrutaron orientó sus solicitudes hacia la carrera docente de niñas y jóvenes o a aspectos relacionados con las prácticas artísticas entonces consideradas como femeninas: la encuadernación, la escenografía y, especialmente, las labores de aguja.

Becas para aprender labores de aguja

Una de las pioneras en la realización de este tipo de estancias internacionales fue Aurora Gutiérrez Larraya, de quien se conserva una primera solicitud de 1910 en la que proponía visitar distintos centros de Alemania, Inglaterra y Bélgica para aprender dibujo, pintura y técnicas de trabajo sobre cuero, asta y metal. En esas estancias también se especializó en el ámbito textil a partir de la práctica de distintas técnicas de encaje de Bruselas y Flandes, así como de estampados sobre algodón, terciopelo y seda.

Gracias a ello, Gutiérrez Larraya se convirtió en una de las introductoras en España de la técnica del batik, que consiste en teñir tejidos utilizando cera. Importada por los circuitos coloniales desde Java a través de Holanda, esta técnica llegó a convertirse en una auténtica moda en los años 1920 en Europa y con ella experimentaron numerosos creadores.

Buda, por Victorina Durán (1921-1926). Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

Buda, por Victorina Durán (1921-1926), realizado con la técnica batik. Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

A su regreso de uno de aquellos viajes, remitió una memoria justificativa a la JAE en la que argumentaba la necesidad de impulsar la educación de las mujeres a través de las artes, y reclamaba a la institución una mayor atención y medios con los que crear una escuela en la que impartir las novedades aprendidas fuera: «Quisiera que en mi patria las conocieran y estimaran, quisiera enseñar sus técnicas, quisiera crear una escuela donde se estudiaran todas estas cosas, pero carezco de medios para ello”. En su misiva también señalaba: “Hubiera pretendido tomar parte en oposiciones, pero las clases que se anuncian y los ejercicios que para lograrlas se realizan son diametralmente opuestas a este buen gusto, a estas orientaciones que no son mías, sino que he adquirido con dinero de España, en mis estudios por España, pagadas para traerlas a mi patria y que pertenecen por tanto a mi patria». Desgraciadamente, Aurora Gutiérrez Larraya falleció prematuramente, con apenas cuarenta años, sin haber podido materializar aquellos prometedores proyectos.

Otra de las becarias especializadas en encajes y bordados, por entonces profesora de la Escuela de Artes Industriales de Madrid y de la Escuela Normal Central de Maestras, fue Isabel Pascual Villalba, quien pudo estudiar de primera mano las técnicas en estos ámbitos desarrolladas entonces en distintas ciudades francesas y belgas durante seis meses. Por su parte, las hermanas Antonia, María y María Josefa Quiroga y Sánchez Fano, docentes del Instituto-Escuela, ubicado en Madrid, lograron pensiones breves en ciudades de Inglaterra y Gales para estudiar su artesanía y otras cuestiones, como decoración sobre tejidos, encuadernación, esmaltes y joyería, en la Central School of Arts and Crafts del County Council de Londres. A su regreso, lo aprendido se transfirió a través de sus clases a un amplio alumnado, e incluso llegaron a exponer parte de su obra en el Lyceum Club Femenino de Madrid.

Cubierta de Labores y Modas, por Manuela Balllester (1935). Colección particular

Cubierta de Labores y Modas, por Manuela Balllester (1935). Colección particular

Las artistas modernas y las artes decorativas

Pero, además del protagonismo de la aguja promovido por la JAE, otras estudiantes y profesionales pudieron ampliar su formación en ámbitos ligados al adorno y la decoración. Esto sucedía precisamente en un momento en el que, en distintos puntos de Europa, se cuestionaban las jerarquías entre las artes y las artesanías a favor de la democratización del diseño, como defendieron el movimiento británico Arts & Crafts o la Bauhaus alemana.

Dos de estas becarias fueron las compañeras y amigas Victorina Durán y Matilde Calvo Rodero, ambas estudiantes de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, trabajadoras del Museo Nacional de Artes Industriales y luego docentes en distintas instituciones femeninas. En 1925, año clave para el desarrollo del art déco que eclosionó en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París en la que participaron, ambas adquirieron importantes experiencias en torno a la encuadernación artística, el dorado, el mosaico de pieles, el tarso y la estampación de telas.

Diseño de fuente para jardín, por Matilde Calvo Rodero y José Joaquín González Edo (1925). Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

Diseño de fuente para jardín, por Matilde Calvo Rodero y José Joaquín González Edo (1925). Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid

Figurín para "Los medios seres", por Victorina Durán (1929). Museo Nacional del Teatro, Almagro

Figurín para «Los medios seres», por Victorina Durán (1929). Museo Nacional del Teatro, Almagro

Otra especialidad apoyada a través de las pensiones de la JAE fue la pintura de paisaje, en la que destacó una talentosa María Luisa Pérez Herrero. Como docente de la madrileña Escuela Normal de Maestras y pensionada de El Paular, fue beneficiaria de distintas convocatorias entre 1923 y 1934, esta última truncada por su inesperada muerte a los treinta y seis años.

Quizá de todas estas artistas, la que más ha trascendido hasta el momento ha sido la pintora surrealista Maruja Mallo. Sin embargo, poco conocida resulta su dedicación a la escenografía de danza y teatro gracias a una pensión de la JAE que pudo disfrutar en París. Allí no solo aprendió diseños de decorados y figurinismo junto a los artistas Jean Hugo y Louis Marcoussis, sino que frecuentó un contexto técnico tan puntero como los estudios cinematográficos de la Paramount y Pathé Natan.

Canto de las espigas, por Maruja Mallo (1939). Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Canto de las espigas, por Maruja Mallo (1939). Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Este breve recorrido por la trayectoria de algunas de las artistas de las vanguardias que fueron pensionadas por la JAE muestra la importancia que tuvieron sus experiencias formativas en el extranjero para su proyección profesional y para la adquisición y transmisión de conocimientos. De todas ellas habla la exposición Al bies. Las artistas y el diseño en la vanguardia española, que pudo visitarse recientemente en el Museo Nacional de Artes Decorativas. El catálogo de la muestra está disponible en acceso abierto en el repositorio institucional Digital CSIC.

* Carmen Gaitán Salinas e Idoia Murga Castro son las comisarias de la exposición y científicas del Instituto de Historia del CSIC.