Anoche mi marido y yo decidimos «hacer bondad», que es una expresión catalana que nos encanta. Así es que nos quedamos en casa para ver el nuevo estreno de crucero de la temporada: LA BATALLA DE LOS CORROS.

DE LOS CORROS. SÍ. Pongo la erre doble, porque es lo que se lleva en el programita de marras. Repetirlo todo hasta la saciedad. Qué lástima.

Conste que la cosa empezó bien; el previo de los castings estuvo bonito, conmovedor, bien producido. Salían Lolita -que a mí me encanta porque es capaz de coordinar sujeto y predicado sin dificultad-, Soraya, que me parece todo un hallazgo televisivo y una muchacha con una videogenia fabulosa, o Mikel Erentxun, que también tiene derecho a sacarse un dinerito, lo mismo que Marta Sánchez, que no será Madame Curie pero sabe música y solfeo (aunque diga cosas como «En esta ciudad murió mi hermana pero también aprendí a andar», EJEM). Lamentablemente, también ficharon a Manu Tenorio como director de coral, y a mí Manu Tenorio me resulta insoportable y me empuja al zapping.

En definitiva, que el casting previo tuvo su aquel, y en casa le dábamos alguna opción al programita. Hasta que empezó la gala con Josep Lobató (¿POR QUÉ?) y nos volvimos a tragar otra vez los mismos momentos que ya habíamos visto en el casting. Clavaditos. Y escuchamos la versión de Alaska y Dinarama que hicieron los chicos de Lolita, y nos entraron temblores de la muerte. Sobre los botones del mando a distancia, todo sea dicho. Daba tanta penita ver a Lobató tratar de generar intriga con escenas que ya habíamos visto todos una hora antes… penita y una desagradable sensación de que nos estaban tomando el pelo. Lamentable.

El hostión, por supuesto, fue monumental:

– “La batalla de los coros»: 5% y 916.000

Tengo la sensación de que además de la batalla, han perdido la guerra.

– “Gran Hermano”: 24.5% y 3.598.000