Mientras mataban al Duque, que esta misma noche resucita en Telecinco con la emisión de ese final alternativo que parece una sesión fotográfica para una exclusiva del ¡HOLA! -amor, lujo, palmeras, niño y mucha felicidad conyugal- yo disfrutaba del estreno de El Mentalista en La Sexta y me dejaba hipnotizar por su protagonista que, por cierto, hay que ver lo bien que habla el español. Claro que, teniendo en cuenta que los casos se los resuelve el niño de Hermanos y detectives no es de extrañar. Bueno, sí es extraño que carezca de acento argentino, eso es verdad.

Una vez aclarado el asunto idiomático, vamos al turrón -así soy yo; un tío retro- y a mi modesta opinión sobre el par de capítulos de la serie que vimos anoche y que contiene todos los elementos de las series que molan: un protagonista con pasado tortuoso, escenarios cambiantes y una furgoneta negra -¡arriba el Equipo A!-, personajes secundarios muy jugosos y un enorme plantel de potenciales asesinos en cada episodio.

El Mentalista pinta muy bien. Pese a que con el fin de mantener la intriga hasta el desenlace final – ese disparate que resuelve un niño argentino por e-mail, estoy seguro- los guionistas se obstinen en convertir a todos aquellos que rodean a la víctima de los crímenes de cada capítulo en sospechosos virtuales, lo que da un tono un tanto chungo a los episodios.

Pecata minuta. Insisto en que la serie me gusta, los actores son fantásticos -de hecho, yo creo que el prota utiliza sus poderes para hipnotizarnos desde el otro lado de la pantalla, o al menos esa sensación tuve yo en varios momentos- y el hecho de que exista una trama madre de fondo sobre la que se superponen nuevos argumentos en cada episodio, le da un recorrido muy interesante.

Por cierto, un detalle para todos aquellos que tengan posibles, canales de pago y problemillas con el doblaje: además de en La Sexta, El Mentalista también puede verse en TNT en VOS.